Capítulo 40
Mes y medio después...
Divagaba por los solitarios pasillos del instituto; todos ya se habían ido, ya salimos de vacaciones por haber culminado el segundo trimestre, y yo me quedé más rato del que debería en la cafetería leyendo un libro. Me subí a mi motocicleta y conduje hasta la casa. Al llegar, me encontré con todos los chicos sentados en la sala.
— ¿Por qué tardaste tanto, engendro? Te estábamos esperando — menciona el pecoso.
— Lo siento, me entretuve leyendo — me excusé —. ¿Para qué me esperaban?.
— Para decirte que hoy nos iremos a Nebraska — dice Tom saliendo de la cocina sorprendiéndome —. Bien, ya que todos estamos aquí, repasemos el plan — inicia y procede a dar su monólogo —. Lucas y Zack se encargarán de hackear los sistemas de seguridad y mantenernos informados de cualquier movimiento. Junto a ellos estará Raquel, por si llega alguien, y se ubicarán en la azotea. Alicia y Anastasia serán nuestras Barbies, las encargadas de distraer al gilipollas — dijo con odio —. Becky se hará pasar por la nueva secretaria de la zorra — dijo refiriéndose a Ester —. Alex, Finn y Kamila irán por las gemas. Y yo... esperaré en la van.
— Ya hemos estudiado mucho la cede, no hay nada en lo que nos podamos equivocar. Todo saldrá perfecto, chicos — alienta Raquel.
— Y, ¿Cuándo nos iremos? — pregunto nerviosa.
— Ésta noche, así que les recomiendo que hagan su equipaje — dice y todos nos dirigimos a nuestras habitaciones sin chistar.
Agarré una valija de mediano tamaño y comencé a meter ropa y mis cosas de uso personal. Cuando ya estaba por cerrarla, mis ojos se fijaron en mi armario de puertas abiertas, dejándome ver al arco y las flechas con que tanto he practicado. Me acerqué, los tomé entre mis manos y los metí en la maleta, talvez los necesite. Luego en un bolso pequeño color negro, meto una taza repleta de Flíbolas y algunas peras. Sin duda me serán muy útiles. Cuando acabé de empacar, salí a buscar a Alex. Toqué la puerta de su habitación e instantáneamente la abrió.
— Kami, ¿Qué pasa?.
— Necesito un favor — digo y él me observa atento —. Necesito que me teletransportes a casa de mi madre.
— Está bien — dice y tomo su mano para dirigirnos a mi habitación.
Agarro a Kira y sus cosas, el castaño me toma de la cadera y de inmediato aparecemos en mi casa anterior. Mi madre estaba cocinando algo y al vernos sonrío.
— ¡Chicos! Qué bueno que vienen, preparé pastel de banana — dice con una espléndida sonrisa.
— ... Mamá, no vinimos para visitarte. En realidad, quería pedirte un favor — digo algo avergonzada, ella se veía realmente ilusionada.
— Ya lo sé, necesitas que cuide de Kira por unos días. No hay problema — dice y comienza a cortar porciones del pastel.
— ¿Cómo lo sabes?.
— Raquel habló conmigo esta mañana, me contó lo del viaje y todo eso — comenta y voltea a verme —. Por favor, cuídate. Es muy arriesgado lo que van a hacer — dice y nos pasa unos platos plásticos con pastel.
— No creo que nos suceda algo, tenemos todo planeado, solo debemos ser muy cautelosos. Y si algo no resulta, siempre podemos improvisar — interviene Alex y mi madre le sonríe complacida.
— Bueno, ya váyanse. Tienen mucho que hacer — dice y se despide de ambos con un abrazo.
El oji miel y yo nos teletransportamos a la casa y regresamos a nuestras respectivas habitaciones. Pasaron las horas y llegó el momento de irnos. Nos encontrábamos en la sala, cada quien con sus cosas. Todos nos tomamos de las manos y Alex nos hizo aparecer en una bonita cabaña de madera, aquí debe ser donde nos quedaremos.
— Bien, hay cinco habitaciones y cada una tiene su propio baño. Deberán compartir cuartos, hagan parejas — dicho esto ya yo estaba en la puerta de una de las habitaciones junto a Becky.
Nos adentramos en esta y nos quedamos perplejas. Para ser una cabaña es bastante lujosa. Tiene dos camas individuales estilo princesa, las paredes son color crema, tiene un gran ventanal, un espejo, dos armarios y el baño, parece que fue hecho para dioses.
Dejé mi valija a un lado de la cama y salí a ver que hacían los chicos. Fui a la pequeña sala y solo me encontré con Tom, que estaba revisando su computador sentado en un sofá. Él levantó la mirada y me sonrío.
— Ven, siéntate — dijo y obedecí —. Mira, Finn dejará a mi esposa, a Zack y a Lucas sobre la azotea con el equipo volviéndose invisible mientras usa sus alas, luego bajará y cuando ellos ya estén listos haremos todo. Ah, y el nombre falso de Becky será Kendall — dijo como si se le hubiese olvidado —. Ella debe encargarse de que Ester no sospeche de nada. Ustedes entrarán después de las Barbies, que solicitarán hablar con Lancaster en su despacho y cuando ya se hayan ido, ustedes siguen su camino hacia el sótano, donde tendrán fácil acceso a la bóveda donde se esconden las Optus, luego regresarán por donde les sea más conveniente.
— ¿Cuándo debemos hacerlo? — pregunto y él revisa su celular.
— A ver... Hoy es martes, así que... El jueves será, así descansan todo el día de mañana y damos los toques finales. Debemos actuar de día, si es preciso, que sea en la mañana — menciona y apaga el computador —. Es mejor que vayas a dormir, ya es tarde y debes descansar — dice y me deja allí sentada, sola.
Alex.
— Amigo de mi alma, mi corazón, mi confidente, mi novio secreto, el amor de mi vida — comenzó a decir el oji gris con inocencia.
— ¿Qué quieres, Cocktember?.
— ¡Mujer, déjate querer! ¡Como yo te estoy queriendo! — comenzó a cantar con un muy mal español —. Okey, iré al grano. Necesito que te vayas a dormir a otra parte, para yo poder dormir con Becky.
— Pueden dormir en tu cama sin ningún problema.
— Pero... necesitamos privacidad — dijo con un toque de locura.
— ¿Y a dónde quieras que me vaya a dormir? — pregunto como si lo que me hubiese dicho fuera lo más estúpido que he escuchado.
— Ay, no lo sé... A la sala, con Kamila — dice mientras levanta ambas cejas pervertidamente —. Esa idea te agrada. ¿Verdad, Alexiño? — pregunta infantil y suspiro derrotado.
Tomo mi celular y me voy a la habitación de las chicas. Me acuesto en la cama vacía y veo al techo. Becky —que estaba en la otra cama— se levanta avergonzada y sale del dormitorio. Y a todas estas, ¿Dónde está la castaña? Y la pregunta se responde por si sola al ver a Kamila parada frente a la cama de brazos cruzados.
— ¿Tan temprano vienes a mí? — pregunta con un tono acusador y egocéntrico. Me encanta cuando me habla así, como si fuera una chica mala, lo que hace que su ternura aumente.
— Sí — admito sincero —, pero... apuesto una salida mañana contigo — digo y veo como me observa atenta — a que esperabas que durmiéramos juntos — digo y veo un leve rubor en sus mejillas.
Ella refunfuña un poco y se tira boca abajo sobre la cama.
— Odio que me pongas así — dice aniñada.
— ¿Cómo? ¿Qué te haga ruborizar? — pregunto victorioso y ella asiente levemente —. Pues a mí me encanta ver cómo tus mejillas agarran ese lindo color carmesí, y sobre todo, que yo lo haya originado — digo y toco su cabello —. Mañana quiero que salgas conmigo temprano, iremos a desayunar. ¿Está bien? — pregunto esta vez algo nervioso.
Wao, ¡No pensé que viviría para este momento! — chilló quien no extrañaba soñador.
¿De qué hablas, imbécil?.
De verte nervioso por una chica. ¡Que rápido maduran!.
La castaña asiente con una gran sonrisa y se recuesta en la cama, haciéndose a un lado para que yo me enderezara. Me acomodé y nos observamos unos segundos, ella se veía inquieta.
— ¿Qué pasa? — pregunto intrigado. Ella muerde su labio inferior con nerviosismo y mis ojos viajan hacia aquellos labios pequeños y rosados.
— Pasa que... muero por robarte un beso — confiesa y veo que cierra sus ojos avergonzada. Se ve tan linda que quisiera no olvidar esa imagen jamás.
— No es necesario que lo robes, ni que lo pidas — digo pausadamente —. Estos labios pasaron a ser tuyos en su totalidad desde el momento en que me enamoré perdidamente de ti — confesé, se siente bien haberlo dicho. Eso me estaba torturando desde hace mucho.
Ella sonrío y sentí que mi corazón se saldría por lo fuerte que palpitaba contra mi pecho. Se acercó hacia mi boca y el acto quedó grabado en mi memoria. Al separarse, se aferró a mi pecho y le hice caricias gentiles hasta que se durmió.
Espero y ella sienta lo mismo que yo o de lo contrario estaré muerto en vida.
Kamila.
Desperté por unos ruidos que escuché fuera de la cabaña, parece que alguien estuviera corriendo. Abrí mis ojos y no vi a Alex por ningún lado, y como soy terca, me levanté para ir a buscarlo. Me puse las deportivas que encontré y salí del dormitorio. Busqué en las otras habitaciones sin hacer ruido y no lo encontré. Di vueltas por la sala nerviosa por no saber dónde se hallaba el castaño. Hasta que volví a escuchar los pasos apresurados de alguien afuera, me asusté y pegué un brinco. Debo salir a ver quién está afuera, talvez y sea Alex. Busco algo con lo que abrigarme, y solo me encuentro un pasamontañas. Eso es mejor que nada.
Me lo coloco y salgo de la cabaña. ¡Dios! Hace un frío astros. Comienzo a caminar sobre la nieve, con cada paso que doy me debilito. Me adentro cada vez más en el bosque, porque sí, para colmo, la cabaña se encuentra en medio de un bosque, aunque si camino en dirección contraria, me topo con las calles de ésta fría ciudad.
Sigo caminando, en busca de lo que sea que esté afuera. Mis pies se entierran en la pesada nieve y comienzo a temblar ya no del frío, sino del miedo. ¿Por qué tengo que ser tan curiosa? Fácilmente pude quedarme en la cama y volver a dormir.
— ¿Dónde estás? — susurré a duras penas, sabiendo que el castaño no me escucharía.
Sentía que en cualquier momento me desmayaría, no soporto la falta de calor en mi cuerpo. De pronto, siento algo parado detrás de mí y me paralizo. Estaba dispuesta a darme la vuelta, pero la persona fue más rápida y habló.
— Sabía que no te resistirías a venir directo a mis garras. Eres la Krístal Suprema — dijo una voz espeluznante de mujer susurrando —. Él no te ama — espetó con asco.
— ¿Quién eres? — pregunté asustada.
— El juego terminó — dijo evadiendo mi pregunta —. Tu alma es mía.
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