Capítulo 24

Debes saber que la energía de un Krístal solo puede llenar una Optus, pero tu energía puede llenarlas a todas. Por ende, debes cuidarte y resguardarte, no puedes exhibirte, debes permanecer oculta.

Allí acabó la página.

Si antes tenía miedo, ahora tengo mucho más. Me dieron escalofríos con esto, ya no sé si seguir leyendo.

Sigue, tu vida puede correr riesgo si los cazadores te encuentran, digamos que solo contigo pueden destruir el mundo. Debes estar enterada de todo lo que eres, y para eso tienes que leerlo — dijo mi conciencia, y como siempre, tiene razón.

Volví  apuntar la linterna al libro y pase a la siguiente página.

Tienes cuatro poderes naturales, pero también posees otros que probablemente aún no sabes que existen — ¿Más poderes? —. Eso te lo explicaré luego, ahora me interesa más hablarte sobre los cazadores — ¡Al fin! ¡Alguien quiere decirme quienes son exactamente! —. El jefe de todos ellos es Zed Lancaster, humano, cabello canoso, mide 1.72, es soltero, y como no, ese viejo da asco. Su mano derecha es Jhon Pattirson, rubio platino de ojos café, krístal de la generación pasada. Él puede mostrarte el mejor sueño o la peor pesadilla, debes tener cuidado con este sujeto, no puedes dejar que te intimide y tampoco que te mire directamente a los ojos, así es como usa sus poderes.

También está Ester Mcoll, es humana, pelinegra de tez morena, mucho más joven que Zed. En este libro tengo información de ellos. Los demás cazadores solo son eso, cazadores. Cuídate mucho de todos y no confíes tanto en los que no vivan en la casa.

¡Que el diablo me lleve! Son la 1am, ¡Estuve aquí por dos horas! Será mejor que vuelva a mi habitación.

Dejo el libro en el estante y usando mis superoídos salgo de la biblioteca dejando todo como me lo encontré. Apago la linterna y vuelvo a mi habitación. Me acuesto en la cama a un lado de Kira y trato de dormir.

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Siento algo removerse entre mis brazos, que sube hasta mi cara y algo húmedo pasa por esta. Abro mis ojos y veo a mi cachorrita, la acaricio un poco. Me levanto y a pasos flojos me dirijo al baño, me miro al espejo y no puedo evitar pensar: ¿En serio? ¿La Krístal Suprema?, y viene a mí el nombre de la escritora.

Marilyn Thompson, ese nombre me suena conocido, creo que lo he escuchado antes y algo me dice que mamá sabe sobre ella. Tengo que ir a mi casa hoy para hablar con mi madre, ella podría tener algo de información que me puede ser útil.

Lavo mis dientes y tomo una ducha rápida, no tengo tiempo que perder. Me visto con unos pantalones de mezclilla, una blusa blanca, una chaqueta de cuero negra y mis botas del mismo color. Tomando mi celular y mis llaves bajo con Kira detrás de mí. Le serví comida y agua a la canina. Mientras desayunaba cereales llegó Raquel y me saludó.

— Buen día, cariño.

— Buen día.

— ¿Vas a salir? — pregunta curiosa.

— Si, iré a visitar a mi mamá — respondo con una sonrisa.

— ¿Ella sabe que irás?.

— No, prefiero llegarle de sorpresa — digo levantándome de la mesa, le doy un beso en la mejilla y salgo en dirección al garaje.

Enciendo mi motocicleta y emprendo camino a mi antigua casa. Disfruto del viento que choca contra mi rostro, veo a las personas que van caminando por la calle, los niños jugando con sus amigos, las parejas andando tomadas de la mano. Es un bonito panorama, ver a la gente siendo felices, ojalá todas las personas podamos serlo.

Pasados unos minutos por fin llego a mi casa, bajo de la moto y camino hacia la entrada, pero me detengo en la puerta.

¿Qué esperas? ¿La foto? Entra de una vez — y haciéndole caso a mi conciencia entro, ya que tengo llaves no es necesario que toque el timbre.

Me dirijo a la cocina y me encuentro con Marta tomando una taza de café mientras lee el periódico, como extrañaba verla así.

— ¿Qué tienes de bueno? — pregunto y ella levanta la mirada sobresaltada, la he asustado.

— Ayer hice galletas — dice levantándose, camina hacia mí y me da un abrazo —. ¿Por qué no me avisaste que venías?

— ¡Sorpresa! — digo riendo.

Nos pusimos a hablar un rato, sobre cómo me iba con los chicos, con Alex, sobre su trabajo y sobre los vecinos molestos. Vimos una película de terror, a mamá le fascinan. Después de esa vimos otra, hasta que nos aburrimos y colocamos la novela de la otra vez; el marido de Claudia casi mata al amante de la señora. ¡Qué bueno que no pudo! Ese tipo era demasiado hermoso como para no seguirlo viendo.

Pasada la hora, cuando terminó la novela, fuimos a almorzar a un restaurante chino. Ordenamos nuestra comida y hablamos de muchas cosas, sobre todo de lo mucho que me gusta Alex, me dio consejos de seducción —que es rarísimo en ella— y de cómo protegerme, ¡Ni siquiera sé si le gusto y ya anda con esto!. A veces pienso que le falta un tornillo o la ferretería completa. Después regresamos, pusimos música de salsa y merengue. Nos pusimos a bailar. ¡Sudando la gota gorda!.

Cuando dejamos de bailar, tuve que ir a ducharme, había sudado demasiado y como no, si me había emocionado bailando. Me di una ducha larga, me puse ropa que había dejado en el armario y fui a la sala donde encontré a mi mamá comiendo galletas, no dude en robarle algunas. Ella estaba en la sala sentada en uno de los sofás y me senté frente a ella. Es hora de soltar la bomba, a eso vine de todas formas.

— Mamá — dije con voz inocente.

— Dime.

— ¿Quién es Marilyn Thompson?.

Ella se quedó en silencio, hasta que después de diez minutos —que fue mucho tiempo—, habló.

— ¿Cómo sabes de ella? — preguntó con desconfianza.

— Siento que he oído ese nombre o que me han hablado de ella — respondo metiendo algo de sisaña.

— Bien — dice y hace una pausa algo duradera —. Ella es tu abuela paterna.

¡Joder! ¡Es pariente mío!.

— ¿Ella es un ángel caído? — pregunté para saber si no me mentía.

— Sí — respondió instantáneamente.

— ¿Ella... — me quedo sin saber si debía preguntar — ... está viva? — termino preguntando, yo y mi curiosidad.

— Sí, vive en Venezuela — ya tengo un motivo para ir y acompañar a Alex.

— Oye... ¿Sabías que uno de los poderes de Alex es la teletransportación? — pregunto con inocencia nuevamente.

— Sí, además del cuerpo de acero — contesta pensativa.

— Él me invitó a ir a Venezuela con él en Enero por una semana... ¿Me dejas ir? — pregunto suplicante.

No dice nada por unos segundos. — De acuerdo, pero deja que la llame — dice derrotada.

— ¡No! — la interrumpo —. Yo la llamo, dame el número.

Mamá sube a su habitación y regresa con un plumón y una hoja, anota algo en ella y me la entrega, yo la tomo sin leer su contenido.

— Ese es su número, ella está viviendo en nuestra antigua casa — dice como si no quisiera seguir hablando del tema. Ojeo el papel y me doy cuenta que en él se encontraba escrito un número telefónico.

— Gracias — le digo con sinceridad, esto en verdad es lo más útil que pude haber obtenido de ella.

Miro la hora en el reloj de la pared y me doy cuenta que son las 6:29pm, será mejor que me vaya ahora antes de que se me haga más tarde.

— Mami, ya debería irme — le digo con pesadez.

— Está bien, voy a ducharme — dice para darme un casto beso en la frente —. Venme a visitar más seguido — dice y desaparece por las escaleras.

Voy a la cocina y tomo tres botellas de licor que había en ella. Salgo de la casa, las coloco en un bolso que había tomado de mi cuarto, lo pongo sobre mis hombros, enciendo la motocicleta y emprendo camino hacia la casa de Tom. Al llegar estaban sirviendo la cena, saludé a todos y me senté con ellos a comer.

Charlamos un poco sobre una película de comedia que se estrenaría el próximo mes y cuadramos para ir a verla todos juntos. Terminamos de cenar, yo me ofrecí a lavar los platos con Zack de ayudante. Hicimos muchísimos chistes hasta que acabamos nuestra tarea.

Subí a mi habitación y vi otro capítulo de la novela que tanto le gusta a mamá con Kira acostada sobre mi regazo. Resulta y acontece que el marido de Claudia, la protagonista, es parte de la mafia de su país. Aún no entiendo por qué la chica no lo deja y se va con el amante de una vez.

Cuando la novela acabó, apagué el televisor y decidí dar un vuelo nocturno. Salí a mi balcón e imaginé que tenía alas, estás aparecieron y volé por el cielo como si estuviera huyendo del mismísimo diablo. Volé como si fuera un pájaro libre, sin preocupaciones, que tenía muchas metas y objetivos por cumplir. Volé felizmente, como si no hubiese peligro alguno que acechara contra mí.

Duré dos horas volando, disfrutando la sensación que las nubes provocaban cuando rozaban con mis manos y volví a mi balcón. Cerré este con seguro al igual que la puerta de mi cuarto, me quité la ropa que tenía puesta y la cambie por mi pijama, que era mucho más cómoda para mi cuerpo.

Destapé una de las botellas que le había agarrado a mi mamá y comencé a beberla, dejé fluir el gin-tonic por mis venas, sintiéndome más segura de mi misma. Mis preocupaciones desaparecieron al igual que mi conciencia, solo estábamos mi ebrio ser y Kira en la habitación sin nadie que nos molestase.

Me coloqué mis auriculares dejando sonar la playist de mi celular con canciones triste que me identificaban. Sonaron algunas de Julio Jaramillo que me hicieron llorar, puesto que eran las favoritas de mi padre. Cómo lo extraño. Llevaba más de la mitad de la botella y como aún era temprano, apenas eran las 8pm, decidí llamar a mi abuela.

Tomo el papel que me dió mi madre y marqué el número anotado en mi celular.

Primer tono, segundo tono, tercer tono, contesta por favor.

Cuarto tono, quinto tono y cogen el teléfono.

— Buenas noches, habla Marilyn.

Qué bueno que atendió.

— Buenas noches, señora Thompson — digo y hago una breve pausa —. Soy Kamila, Kamila Sánchez — contesto y vuelvo a permanecer en silencio por algunos segundos —, su nieta.

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