Capítulo 23

El sonido de alguien tocando mi puerta me despertó, tomé el celular de la mesa de noche de mi lado derecho y lo encendí. Las 2:56am, ¿A quién se le ocurre venir a mi habitación a esta hora?, sin duda solo a ésta persona.

Camino hacia la puerta y me posiciono frente a ella, sin pensarlo mucho la abro.

— Hola — dice Becky apenas me ve. Lleva una almohada entre su brazo izquierdo —, ¿Puedo dormir contigo? — pregunta algo insegura.

— Claro — le digo rápidamente y me hago a un lado para que entre —. ¿Y eso que quieres dormir conmigo?

Ella se queda en silencio por unos segundos, pero logra responderme.

— No podía dormir, mi papá me llamó hace unos minutos y me dijo algo — dijo y vi como una lágrima resbaló por su mejilla —. Y necesito desahogarme con alguien — dice y para este punto ya me encuentro abrazándola mientras llora.

— Dime Becks...¿Qué ocurre? — pido y ella parece estar pensando lo que va a contestar.

— Mi padre quiere que vaya de vacaciones con él.

— ¡Eso es fantástico!.

— No del todo — dijo con un hilo de voz —. Quiere que vaya a conocer a su nueva familia. Él nos abandonó a mamá y a mí cuando descubrió que yo era un monstruo; así me llamó. Él no sabía que mamá también lo era y se terminó enterando, allí todo se desmoronó. No se merece ni siquiera que lo llame padre. Desde que era una niña él no me daba buenos tratos y no quiero ir y ver cómo trata con amor y demás a su... — no pudo terminar de hablar y solo rompió en llanto aún más fuerte.

— No eres un monstruo, porque estos le hacen daño a la gente, y tú eres buena persona — digo para tranquilizarla —. No creas sus palabras, él si fue un monstruo al hacer aquello — agrego mientras sobo su espalda —. ¿Y si mejor pasas el resto de las vacaciones con tu madre?, aún queda un mes antes de que volvamos a clases.

— Eso no estaría nada mal — dice con una sonrisa —, ella vive aquí en el pueblo — dijo y le sonreí.

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— ¡Alicia, devuélveme mi brazalete! — grité, ese es el que me regaló mi padre, no tiene idea de cuánto cariño le guardo a esa simple pulsera. Y yo tan tranquila que estaba desayunando.

— ¿Este anticuado objeto? No vale ni un dólar — espetó con una sonrisa de superioridad saliendo hacia el patio mientras yo iba detrás.

— Eso no me interesa. ¡Dámelo ya! — dije y vi como lo tiro lejos hacia el bosque —. ¡NO!

— Te hice un favor, no podías andar por ahí con esa basura. Agradéceme después — dijo y se fue contoneando sus caderas.

Se me hizo imposible retener las lágrimas y solo las dejé salir con toda su intensidad. Acabo de perder el único objeto que me conecta con mi padre, que me hacía sentir que está un poco más cerca. Es imposible que esté calmada. De pronto, algo pasó por mi lado rápidamente, no pude ni siquiera verlo bien por la velocidad en la que iba, pero se adentró al bosque, y regreso al cabo de unos segundos posicionándose frente a mí. Era Lucas.

— Ten — dijo extendiéndome mi brazalete con una sonrisa ladeada.

— Pero...¿Cómo? — pregunté con la confusión al tope mientras lo agarraba.

— Pues te recuerdo que tenemos supervelocidad — dice con un tono obvio —. Logré ver dónde calló tu pulsera y fui tras ella — explicó, cierto que él tiene vista de halcón. Lo abracé, no tardó mucho en corresponderme.

— Gracias — dije y me separé.

— De nada — respondió y volvimos a la casa.

La cocina estaba vacía, Lucas fue al gimnasio y yo seguí hasta la sala. Al llegar, me encontré con la escena más bonita que pude haber visto. Se trataba de Alex sentado en el suelo con las piernas abiertas mientras jugaba con Kira. Se veían tan lindos, quisiera tomarles una foto, pero parecería una loca acosadora y no quiero eso, sin duda que no.

No pasaron ni tres segundos y el castaño se había percatado de mi presencia. Elevó la mirada hasta encontrarse con mis ojos y me sonrío con esa sonrisa tan radiante que me incitaba a besarlo, pero me contuve, al fin y al cabo no somos nada.

Sí, que triste.

Al final terminé uniéndomeles, me senté con las piernas abiertas frente a Alex chocando nuestros pies y Kira corrió hacia mí y me brincó encima.

— ¡Hey! Eso es injusto, yo la tenía primero — se queja el ojitos mieles haciéndome reír

— El hijo siempre irá con su madre — pero apenas acabé la frase la cachorrita volvió con él.

— ¿Quién va con quién? — pregunta con una sonrisa victoriosa, yo le sonrío soltando una risita y me quedo viéndolos jugar.

— ¿La alimentaste? — pregunto, ya que yo no lo he hecho.

— Sí — responde —. Kami.... En enero me iré por una semana a Venezuela y quería saber si tú irías de visita, ya sabes, puedo teletransportarnos y no gastaríamos nada — dijo un poco nervioso.

— Pues, no lo sé. Desde que me fui no he vuelto, no sé si mi familia me recuerde — digo con la mirada baja.

 — ¡Claro que lo hacen! La familia nunca olvidará a un miembro — me anima —. De todas maneras apenas estamos en las primeras semanas de diciembre, aún falta un poco. Si quieres ir, podrías quedarte en mi casa y así paseamos por allá — dice y levanto la vista rápidamente y me lo encuentro mirándome fijamente.

— ¿Es e...enserio? — tartamudeo un poco y él asiente con una sonrisa —. Voy a preguntarle a mamá — respondo sonriente.

¡Voy a viajar con Alex! Siento que me voy a desmayar, me invitó a ir con él. Me invitó. ¡AAH!

Calma niña, la otra es que mamá te deje ir — dice la doñita bajándome el ánimo.

Que raro tú siempre arruinándome la felicidad.

Para eso estoy, para regresarte a la realidad — y joder, eso es cierto —. También te recuerdo que debes ir a comprar las toallas sanitarias.

¡Su madre! Ya voy.

Me levanté rápidamente del suelo para tomar las llaves de mi moto, pero una voz angelical me frenó.

— ¿A dónde vas?.

— Necesito ir a comprar algo — respondí sin especificar.

— Vamos, te acompaño — dijo Alex y tomó las llaves de su camioneta.

Nos subimos a su vehículo y comenzó a conducir.

Cuando nos estábamos acercando al pueblo habló.

— Y ¿Para donde te llevo? — pregunta con sutileza.

— A la farmacia — digo y el gira a verme.

— ¿Estás enferma? — pregunta con preocupación notoria en su voz. ¡Que tierno!.

— No, no te preocupes — digo y él se relaja un poco.

Llegamos a la farmacia y nos adentramos, fui directamente al pasillo de las toallas con él detrás, tomé un paquete diurno y otro nocturno, ambos con alas. Él prestaba atención, eso me incomodó y a la vez me agradó, así podría comprármelas cuando tenga una emergencia.

Pasas mucho tiempo volando entre las nubes, ¡Aterriza!.

Sí sí, ¡Cómo diga, capitán!

Tomé también unas pastillas para los dolores, fui a la caja y pagué, nos subimos a su camioneta y emprendimos camino a la casa.

— Así que... Tienes tú semáforo en rojo ¿eh?.

— Sí — respondo bufando.

— No te he visto malhumorada.

— Sé controlarme — fue lo único que respondí para encender la radio.

Estaba sonando "Déjalo" de los hermanos Turizo y Nacho, empecé a cantar a todo pulmón y Alex se me unió.

Tiene una voz muy bonita.

Como su pelo, sus ojos, abdomen. ¿Quieres que siga? La lista continúa.

No, así está bien.

Él estacionó el carro en el garaje y bajamos, dejé las toallas en el baño de mi cuarto y me llega una llamada de la rubia.

— ¡Al fin te dignas a llamarme! — grito a través del teléfono.

— Lo siento, es que estuve ocupada — dijo en un tono frío.

— ¿Estás bien? — pregunto, no es normal que ella hablé así.

— Sí, pero siento que me ocultas algo... — silencio en la línea — ¿Qué escondes, castaña? — preguntó retándome.

— Nada — muchas cosas, querida amiga —. No entiendo porqué haces esto.

— Sí me estás ocultando algo — dice con la voz entrecortada —, ¿Es que ya no confías en mí? — pregunta un poco alterada.

— Sí lo hago — pero no puedo contarte esto —, deja el show que no hay tarima — le dije y colgué.

No me gusta mentirle a Christine, pero no se puede enterar de nada relacionado con eso.

Pasó el día y calló la noche, todos se encontraban en sus habitaciones dispuestos a dormir, menos yo. Tengo la intención de ir a la biblioteca, no habrá nadie que me interrumpa ni que me descubra, solo debo se silenciosa y todo saldrá bien.

Veo la hora en mi celular y son las 11:03pm, pongo mi teléfono en silencio y lo dejo sobre mi cama, agarró la llave y una linterna, y utilizando la super audición salgo de la habitación. Todo se escucha tranquilo, solo respiraciones pausadas como cuando las personas duermen, lo que me indica que eso están haciendo.

Paso por la cocina y desciendo las solitarias escaleras; todo está oscuro, si no fuera por el esplendor que surge de mí, no podría ver nada. Abro las inmensas puertas de la biblioteca y las cierro, nadie ha hecho nada brusco, nadie ha despertado. Dejo de usar mi poder y enciendo la linterna, camino a pasos decididos hacia la sección prohibida, uso la llave y entro.

No puedo negar que tengo miedo, esto aquí se ve algo espeluznante por la oscuridad. Llego a la sala y tomo el gran libro del estante, me siento en una de las sillas colocando el libro sobre la mesa y lo abro. Hasta ahora me doy cuenta que ha sido escrito a mano, con una letra cursiva y entendible; el escritor tenía buena caligrafía. Veo la página que ya había leído y pasó a la otra.

Mi nombre es Marilyn Thompson, pertenezco a la generación antepasada. Mis poderes son las visiones, puedo ver el futuro y el pasado; por ello he escrito este libro, para poder ayudarte y hacerte dar a conocer posibles cosas que no sabes. Si has encontrado la llave para ingresar a esta sección, es porque antes de irme la escondí con la esperanza de que tú la encontraras y tras esta, mi libro.

Okey, hasta ahora todo bien, confundida, pero bien.

Eres un ángel caído, pero no de los comunes. Sé que eres mujer, pero no cómo eres — ¡Ay, por Dios! —. Cómo te decía, eres especial. Eres la Krístal Suprema, la más poderosa, pero peligrosa de todos los ángeles caídos.

¡¿Qué yo qué?!

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