Prefacio


Drift Away – Sarah Stiles


Él era mi amigo.

Hasta que un día consiguió trabajo.

Mi nombre es Alejandra, y soy la guardiana a cargo de su protección. O al menos, lo era.

Era el segundo protegido que me habían asignado en el frente de batalla durante todo mi tiempo de servicio. Permanecía de incógnito, él no sabía de mi misión ni el por qué lo ayudaba, pero mas allá de mi misión, me gustaba verlo feliz. Me gustaba verlo progresar. Verlo feliz me hacía feliz a mí. Pero me miraba a mí misma preguntándome por que en el frente de batalla me habían asignado a una persona que no parecía tener ningún problema, una guardiana enferma. Se supone que yo debía protegerlo, pero la que parecía tener problemas era yo. A pesar de eso, mi misión indicaba explícitamente que yo era quien debía protegerlo a él, a pesar de que parecía defenderse bastante bien por su cuenta.

Pero si hay algo que pasa con todas las guardianas sin excepción, es que tarde o temprano desarrollan cariño por su protegido. Es parte del código. Eso permite que las guardianas se comprometan de verdad con la misión de mantener a salvo a su protegido. Pero a la misma vez, esto le da al protegido la capacidad de ser la persona con mas potencial de asesinar a su guardiana. Si hay alguien quien puede acabar con la guardiana con facilidad, ese es el protegido. Por eso los protegidos no son elegidos al azar. Las superiores cuando eligen un protegido saben desde antes que te vas a encariñar con él. Y eso me pasó a mi. El primer protegido había sido mi mejor amigo, pero el segundo era un desconocido. Y para mí, él era y aun es en el fondo la persona mas increíble del mundo.

Ni siquiera sabía por que me habían escogido como guardiana en primer lugar. Yo era inestable. ¿Las superiores no estaban cometiendo una imprudencia al asignarme como guardiana? Y aunque en el mundo del frente de batalla se dice que las guardianas tienen un estatus alto comparado con el de las luchadoras normales, yo no estaba segura de sentirme afortunada.

Mi misión no terminó porque las superiores me retiraran de la misión, o porque mi misión hubiera terminado directamente.

Terminó porque dejé de ser una guardiana. Perdí mis poderes.

Yo era feliz.

Hasta que él vino y me lo quitó todo.

— ¿Aleja? ¿Qué... qué pasa?

—Me abandonaste... como todos los demás. Y esta vez no hice nada malo...

Y cuando desperté, él estaba frente a mí dándose cuenta del error que había cometido. Se acercó, esta vez dispuesto a hacer algo. A sacarme de la desesperación, ignorando sus propios motivos egoistas. Pero yo ya no era buena.

Solo quería venganza.

Solo quiero venganza.

Mi nombre es Alejandra, y fui asesinada por mi protegido.

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