7. La confrontación.
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Lo malo de ser bueno – Cuarteto de Nos
Se creó La confrontación.
Era el nombre que le había dado a cuando lo enfrentara y le dijera la verdad. Pero la confrontación tenía varios requisitos, así que se le asignó una fecha límite para llevarla a cabo. Necesitaría un punto de asalto, un momento en el que pudiera abordarlo sin que mis amigos o los suyos pudieran intervenir. También necesitaría verificación de disponibilidad. ¿Qué tan ocupado estaría en las fechas cercanas a la confrontación? Investigación: indagaría con amigos -de manera indirecta- si ellos confrontarían a un desconocido y acerca de las consecuencias que podría traer mentalmente en las otras personas. Preparación mental y emocional: tenía que arreglarme a mí misma y comprender mejor el origen de mi problema, mientras que a la vez me disponía mentalmente cuando el momento llegara. Todo esto último con ayuda del psicólogo, claro.
Pero para que la confrontación tuviera tanta planeación, terminó sucediendo el día mas imprevisto.
Encontrar un punto de asalto adecuado parecía la parte mas difícil, porque Damián era una persona de mundo y rara vez estaba solo. Para aislar a mis amigos y a los suyos, me escapé de una clase para poder realizar el punto de asalto, ya que yo estaba en esa clase con ellos. Si faltaba, los demás se quedarían allí y no podrían intervenir. Además de que lo había investigado y sabía que él estaba libre a esa hora.
Pero podía recordar como había empezado todo este deseo por decirle la verdad. Solo quería acercarme y acabar con esto. Seguiría protegiéndolo incluso con mi vida, claro que sí, era mi trabajo. Pero ya no era solo un trabajo. Yo realmente me había encariñado con él.
A veces no estaba segura de cómo iba a acabar la confrontación. Lo había pensado varias veces, claro que sí, era imposible no pensar en ello. Y mentiría si decía que "a veces". De hecho muchas veces lo pensaba. A solo dos semanas para el día, el pánico había comenzado a invadirme por momentos, y hasta había llegado a retractarme en ocasiones. Sin embargo en mi consciencia ya estaba grabada la responsabilidad. Decirle la verdad se había convertido en una obligación, conmigo misma y con él.
Había días en los que él simplemente no me afectaba mucho, pero había otros en los que dolía. Es entonces cuando recordaba que haría cualquier cosa para eliminar ese dolor, incluso si eso implicaba hablar con él. Por otro lado, ocultar a donde iba los miércoles por la tarde después de clase era cada vez más complicado y seguro en algún momento me obligarían a confesar o lo intuirían por su cuenta, tal vez. Estaba manteniendo el psicólogo en secreto. Si hasta Damián se daba cuenta de que yo hacía algo, aunque no podía determinar el nivel de importancia que él le daba a eso. Probablemente ninguno.
Era hora de hacer a Damián responsable. No... dicho en otras palabras, era hora de que me hiciera responsable de mis actos. Decir que lo haría responsable era una forma de decir que yo daría la cara y afrontaría la realidad. Incluso si ya no era necesario o no tenía sentido, tenía que hacerlo, al menos para asegurar mi salud mental en un futuro.
No le pediría que me hablara.
No le pediría ninguna compensación.
No quería su lástima.
Pero... no iba a rechazar esas cosas si él lo hacía por voluntad. Tendría que darle muchas explicaciones, pero al menos se merecía eso. Todo con la esperanza de que el futuro ya no sea en base a juegos mentales.
Para poder leer el desenlace del cuento que hasta ahora siempre ha estado bloqueado. Haría lo que nunca pude hacer con Steven. Confrontarlo, dejar las cosas claras, para que así la mente de ambos pudiera descansar. Aunque sea la mía, si es que a él realmente no le afecta. Haría lo que nunca pude hacer en el pasado por mi debilidad. Y esta vez lo haría bien.
Antes de que el día llegara, mi pensamiento era bastante pesimista. Iba a pensar que estaba loca, eso era segura. ¿Decirle que lo admiraba? ¡Iba a salir corriendo! Pero la verdad es que el resultado fue todo lo contrario.
Y no lo entendía. Me había dejado en shock.
La confrontación había acabado. No pude evitar llorar por el profundo alivio que sentía, aunque aun creía que mis acciones habían sido precipitadas. Pero él era una persona increíble. Me había enseñado muchísimas cosas en una hora y media, además de que me había comprendido de una manera impresionante. Ahora lo admiraba mas que antes.
¿Pero qué había pasado en la confrontación?
Pues básicamente se lo dije. Le hablé sobre mi problema, sobre mis ataques de pánico y sobre mi cobardía. Él me escuchaba con tanta atención que casi daba miedo. ¿Acaso no le parecía extraño que una desconocida lo asaltara y le hablara sobre sus problemas personales así como así? ¿En serio? Él me dijo que no sabía que el problema fuera tan profundo, pero que no veía la situación tan grave. Me había visto en las exposiciones y dijo que me defendía mejor. Él empezó a preguntarme mas cosas sobre mi problema, pareciendo realmente interesado. Luego me dijo algo que nunca nadie había pensado, un pensamiento egoísta que el psicólogo me habría hecho erradicar si lo hubiera tenido en alguna cita. Me dijo que eran ellos los que debían comprender. Que sin importar las circunstancias y los diferentes puntos de vista que la gente pudiera tener, eran ellos los que debían comprender. Pero eso no es posible. Ellos no pueden entender.
Yo lo sabía. Las personas se armaban impresiones demasiado rápido y mas aún por cosas demasiado internas que estaban demasiado lejos de su comprensión.
Pero a él no terminaba de cuadrarle algo. ¿Por qué le decía todas esas cosas? Pero luego lo comprendió cuando le expliqué que siempre había querido hablar con él. Que lo veía en el bus y me imaginaba sentándose a su lado y hablándole, y que por culpa de mi cobardía y mi debilidad nunca había podido acercarme. Le dije que antes no tenía pensado acercarme nunca. Pero eso cambió tras el incidente que había ocurrido a inicios del semestre. Traté de dejar ese hecho como un vago comentario, pero él me preguntó qué había pasado. Ese hecho me sorprendió, después de todo en mis planes no había estado contarle el desencadenante de todo esto. Nunca pensé que él me lo preguntaría, porque en ninguna de mis imaginaciones sobre la confrontación él se había mostrado tan receptivo. En mi mente lo veía callado, sorprendido, y tal vez un poco aterrado. Nunca me había esperado esto. Sin embargo le conté acerca del evento de aquel día y de como terminé en el psicólogo a causa de eso.
Entonces le dije que fue luego de eso que mi mentalidad cambió y me propuse a acercarme a él. Incluso le dije acerca del tiempo de investigación y de cómo había estado estudiándolo para evaluar las diferentes reacciones que su confesión pudiese causar, pero que al final nunca sacaba ningún dato concreto. Además de eso le conté de lo que había obtenido en la etapa de investigación. Acerca de las investigaciones encubiertas que les hacía a mis amigos y los resultados negativos que había obtenido, en los cuales ninguno de ellos se habría atrevido a hacer lo que ella estaba haciendo a un desconocido. Acerca de como todos pensaban que hacer eso era una locura. Él me miró preguntando si ellos habían dicho eso, sorprendiéndose cada vez más. Pero seguía sorprendida de que él no se asustara. Acababa de decirle que había estado psicoanalizándolo, ¿por qué no salía corriendo?
—¿No tiene mas clase ahora?
—Debería estar en clase ahora.
—¿No fue a clase para venir a hablar conmigo? —me preguntó él.
¿Por qué sonaba tan orgulloso?
No pude evitar decirle que lo admiraba. Que había visto lo bien que se desenvolvía con las personas, que me había parecido curioso. Que quería acercarme a él y hacerme su amiga, pero que nunca había podido. Y antes de eso, él me dijo que lo que le había dicho no saldría de allí. Se había adelantado a aquello que había pensado en pedirle. También le admití que uno de mis temores era lo que pudiese pasar después de esto, que después de todo no lo conocía bien y que tal vez podría armar chismes alrededor, a lo cual él aseguró que no sería capaz de hacer.
¿Podía confiar en él?
No le conté nada de la misión que había sobre él, ni sobre mi papel como guardiana. Solo quería estar cerca de él como una amiga de verdad. Como una de la que no tuviera que correr, como muchos de mis amigos lo hicieron en el pasado.
Quería ser real para él.
La confrontación se llevó a cabo una semana antes de lo planeado. Fue una decisión que se tomó el mismo día como resultado de un impulso y de las conclusiones sobre el mejor punto de asalto. Y pensar que el día anterior no tenía idea de lo que pasaría en el mañana. A pesar de todos los estudios que había hecho, nunca me imaginé un resultado tan positivo. Mi plan de alejarme se fue al traste cuando él trató de eliminar toda la incertidumbre futura.
Ahora, Damián era mi amigo.
Incluso si yo no tenía certeza de ser su amiga. Al menos, ahora él era mi amigo.
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