5. El futuro de la estrella.
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Desdibújate - Gaston
Nunca me acercaría a Damián. Me mantendría pendiente desde la retaguardia por si los oscuros querían venir por él. Mantenerlo así era simple. Por más de que mis deseos por acercarme a él crecieran por los días, terminé llegando a la conclusión de que no había manera de acercarme a él como una persona normal, simplemente porque me pondría nerviosa y balbucearía como estúpida. Entonces la posibilidad de acercarme normalmente cuando estábamos en el bus estaba descartada.
Yo era muy estúpida para eso. Pensaría que era rara de entrada, y arruinar mi primera impresión con él ya me quitaría las posibilidades.
Que mis antepasadas me perdonaran por tal acto de cobardía. O tal vez no. Mis antepasadas luchadoras habían existido hace mucho tiempo. De la que mas tenía información era de la anterior a mí: Anabell. Una luchadora que murió en el frente de batalla por salvar a su hermanita.
Se dice que una luchadora puede morir tres veces. En la primera vez la luchadora se puede recuperar por su cuenta casi siempre. En la segunda, el golpe es aun mas fuerte y necesitará intervención mas fuerte para regresar.
Pero la tercera es conocida como la muerte súbita. Y muy pocas luchadoras regresan de ella.
Yo había muerto una vez tratando de salvar a Steven. Tras su abandono y la batalla pude regresar, pero me quedaban dos. Miré la espada en mi mano.
¿De verdad era yo la mejor persona para este trabajo?
—¿Voy a tener que repetírtelo otra vez?
—Por favor.
Anabell suspiró.
— Primero, no hay garantías de nada. Y si él resulta ser una persona cruel y desalmada las consecuencias serán catastróficas para ella. Lo entiendes, ¿verdad? Puede usar esa información en su contra.
Chelsea hizo un gesto con la mano.
— Sí, eso ya lo sé. Explícame las reglas, por favor.
— Bueno... escucha, el nuevo año está a punto de empezar. Para lograr lo que te digo primero Alejandra tiene que ayudarse a sí misma antes de poder hablar con él, y me refiero a una ayuda de verdad.
— ¿Te refieres a...?
—Sí. Va a tener que ir al psicólogo.
Chelsea comenzó a negar con la cabeza.
—Créeme, ella no tiene el valor para-
— Lo hará. Va a pasar algo que la obligará a ir —Chelsea frunció el ceño de inmediato, empezándose a preocupar— . Algunos males son necesarios. Solo te digo que pasará algo que le mostrará que ella no está tan recuperada como pensaba.
—¿Y entonces?
—Tendrás que apoyarla. Entonces es aquí cuando empieza el proceso. Las citas con el psicólogo ayudarán a cambiar la mentalidad de Alejandra . Decirle la verdad será una forma de huir de su prisión, pero para eso hay unas reglas. Primero, el plazo límite para decirle la verdad es a inicios de mayo. Segundo, Alejandra estudiará al objetivo en busca de posibles reacciones para determinar si él puede usar esa información contra ella. Además de eso deberá asistir a las citas psicológicas todas las semanas y cumplir con las tareas que el psicólogo le ponga, sin embargo no podrá decirle nada a nadie. También debe asegurarse de que sus movimientos no resulten sospechosos y de que nadie la siga. Por último, él será la primera persona en enterarse de la verdad cuando se la cuente, y después de eso procederá a contarle la verdad sobre ese muchacho a alguien más.
Chelsea se rascó la cabeza.
—Eso va a costar mucho trabajo.
—Lo sé. Pero con los indicios de fuerza que he percibido de la Alejandra del pasado, esta es nuestra mejor catapulta.
—¿Entonces ya no querrá mantenerlo en secreto hasta que deje de verlo?
—No. Ella no va a dejar que la historia de Steven se siga repitiendo. Esta vez va a hacerlo bien.
Chelsea se desparramó en su silla. Alejandra haría eso, ¿uh? Entonces... estaría muy orgullosa de ella. En el fondo ya sabía que ella no podría hacer nada mientras no hiciera algo por ella misma primero, pero esta es una agradable sorpresa. Aunque también le preocupaba.
—¿Y... si sale mal? ¿Y si él riega el chisme?
Anabell suspiró.
—Ella habrá cumplido con su labor. De resto no podrá hacer nada más.
—Sabes que es arriesgado. Puede morir. Ya murió una vez en el frente de batalla y-
—No morirá. Ella va a estar bien... sin importar el tiempo que le tome.
Chelsea suspiró y se puso de pie. No sabía por que Anabell le decía todas estas cosas, porque para empezar, Anabell estaba muerta. Pero después de todo, ella era la antecesora de Alejandra, y tenía el poder del prediccionismo. Debe saber de lo que habla.
—Deseo ser su amiga. Una amiga de verdad, una importante para él que no deseche. Quiero hacer parte de su mundo.
Miré la estrella mas brillante del cielo. Era año nuevo, el momento en el que todos ponían sus expectativas para el nuevo año. Algunos deseaban bajar de peso, otros ganarse la lotería, otros recibir un ascenso, pero lo que yo realmente quería es que Damián me viera y pudiéramos ser amigos. A pesar de la barrera. A pesar de las circunstancias. Quería que él supiera todo lo que había hecho por mí, sin haberse dado cuenta.
No eran imaginaciones mías. Él de verdad parecía darme ánimos de lejos.
En una ocasión se me fueron las palabras durante una exposición. Pero al mirarlo a los ojos, él me miró con fuerza y seguridad. Como si me estuviera diciendo Puedes hacerlo. Pensar en él me ayudó a presentar el trabajo final de otra materia, aunque estaba sola y muy nerviosa. Escuchaba su voz diciéndome que yo era capaz.
Y pensando en eso, pensando en que un día sería tan increíble como él, lo hice.
Muchas de las crisis que había pasado en el año, las había superado por su mirada. Era extraño y perturbador pensarlo, pero cuando se reía con otras personas me daban ganas de poder reír con él también. O de poder hacerlo reír. Y si estuviera mas cerca de él, seguro que llevar mi misión a cabo sería mas fácil. O me gustaba pensar eso. Quería poder estar cerca de él sin tenerle miedo, y sin que él pensara que yo era molesta.
Como amigos de verdad. Como solía ser con Steven, o como era con otros de mis amigos. Debía ser posible. Debía haber una manera.
—Los deseos no se cumplen solo con quererlo.
—Lo sé —le sonreí a Chelsea, mientras regresaba mi mirada de vuelta a la estrella —. Solo necesito el valor de hacerlo.
—¿Y crees que esta vez lo logres?
— Llámame loca... pero tengo un buen presentimiento.
Los fuegos artificiales se escucharon a lo lejos, y mientras mis padres y mi hermano regresaban a la casa, yo me quedé allí mirando el cielo oscuro y estrellado, esperando que existiese una manera de que el mundo real pudiese ser algo mas bonito. Algo mas allá del frente de batalla, los oscuros y todas esas cosas.
En algún mundo, en alguna parte, debía existir la posibilidad de que Damián y yo pudiéramos ser amigos de verdad, mas allá de la universidad. Que saliéramos juntos y podamos reír con otras personas.
El mundo real debía ser mas bonito. En alguna parte.
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