2. Damián.
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The Day That Never Comes - Metallica
Cuando Damián apareció, no lo hizo como protegido. Yo era una universitaria con problemas, y aunque había logrado amigos en este nuevo mundo, todos eran personas de encierro. Creí que eso era suficiente y las cosas parecían bien, pero en realidad todo eso era una farsa. Mi opinión de las personas de mundo estaba bastante neutralizada, ellos vivían en su mundo y yo en el mío. Tenía amigos pero ellos también sentían rechazo hacia las personas de mundo. Mi aparente necesidad por ser como las personas de mundo estaba neutralizada.
Pero yo seguía teniendo problemas. Problemas que solo una persona de mundo podría saber como solucionarlos.
La prueba de que yo no estaba bien llegó en una clase, y aunque Damián estaba allí, yo aún no era del todo consciente de la importancia que su existencia implicaría de ahora en adelante. Todo se desencadenó por una estupidez visto a los ojos de una persona de mundo.
Odiaba los exámenes en parejas. Me obligaban a buscar a otra persona para relacionarme, aunque lo mas probable es que esa persona me rechazara. En la generación actual, la cantidad de personas de mundo superaba con creces a las personas de encierro. Por eso, en mi salón, tal vez el 95% de ellos eran personas de mundo.
Claro, no todas las personas de mundo se llevaban bien entre ellos, pero las diferencias que hubiesen entre ellos ya eran por cosas triviales y humanas.
Durante los tres primeros exámenes había encontrado de alguna forma personas de mundo que se hicieran conmigo. Pero en el último examen, esos compañeros solo voltearon la cara cuando buscaron parejas diferentes. Y ahí estaba yo, causando lástima de nuevo.
—Alejandra, el examen es demasiado grande para ti sola.
Y ahí estaba yo, en plan ¡¿y qué quiere que haga, señora?! Pero lo que mas odiaba eran las miradas de la gente. De la profesora cerca de mi puesto, mirándome con lástima. De nuevo. Era lo único que yo sabía causar, lo único que había causado a lo largo de los años. Lástima. Desde el colegio, e incluso desde antes, había visto esa mirada en la cara de las personas muchas veces. En mis padres. En mis tíos. En mis profesores. En mis compañeros de clase. Una y otra y otra vez.
—Lo haré sola —murmuré.
La gente alrededor empezó a vacilar. Me llevé las manos a la cabeza y la apreté con fuerza.
Cállense. ¡Cállense! ¡Ustedes no me conocen en lo absoluto!
Aunque Damián estaba viéndolo todo desde una esquina, no hizo nada. Yo no era de su interés.
Damián es una persona de mundo. Pero en ese entonces, yo no lo sabía. Y aunque no me conocía, eso fue suficiente para que empezara a retener mi nombre.
La aparición de Damián comenzó a tomar impacto cuando me lo encontré en el bus. Me dije a mí misma que a ese hombre lo conocía. Se me hacía familiar, y aunque sentía ganas de sentarme a su lado y presentarme, nunca lo hice. ¡Sería raro! ¿O no? Pero verlo en el bus no fue suficiente, sino que había algo alrededor de él. Por alguna razón siempre nos movíamos hacia los mismos sitios de la universidad, veíamos las mismas clases y por razones que no entendía, tendíamos a tomar las mismas decisiones.
Me lo encontraba hasta en la sopa.
Ese semestre decidí adelantar una materia del último semestre, pensé que nadie me seguiría hasta ahí. Pero él tomó la misma decisión.
Según Chelsea, nuestros patrones de pensamiento eran parecidos, lo que hacía que tomáramos decisiones muy parecidas. Aunque no pensábamos de la misma forma y éramos muy opuestos, había algo que nos hacía muy similares. Fue entonces cuando me empezó a llamar la atención. Pero algo si tenía claro: él no tenía absolutamente ningún interés en mi. Aun así, había algo raro.
No sabía que era una persona de mundo, pero me di cuenta un día que lo vi fumarse un cigarrillo. Otro amigo de él se acercó y empezó a fumar a su lado, y empezaron a hablar y reírse. Los vi entre ojos. En una mesa mas lejana de la mía, y aunque ellos estuviesen fumando a mi lado, se encontraba el resto de nuestra clase. Había pasado toda la mañana tratando de acercarme, pero no había podido.
Que patética era. En cambio él era increíble.
Comencé a observarlo, y casi que no fue de manera intencional. Pero ahora que su existencia era clara para mi, no era tan difícil fijarse. A medida que lo observaba, me di cuenta que él era como una versión super mejorada de mí misma. Era capaz de hacer todo aquello que yo no podía hacer. Persona de mundo, falta a clases pero siempre saca buenas notas. Fuera de eso, diferente a las otras personas de mundo, no parecía sentir recelo por las personas de encierro. Lo había visto con un par de personas de encierro, acercándose amablemente. Pero por alguna razón, fui la única persona de encierro de la clase a la que nunca se acercó.
Pero él era increíble. Podía hacer grandes cosas, se llevaba bien con las personas, y a pesar de ser una persona de mundo no perdía la esencia de sí mismo.
Quería acercarme. Quería decirle hola.
Pero yo no era como él. Las personas de mundo solían rechazarme. ¿Cómo iba a ser su amiga si siempre las personas como él me habían rechazado a lo largo de los años? Eso sin contar que mis amigos tampoco tenían buena imagen de ese tipo de personas. Acercarme a él indicaría una fusión entre las personas de encierro y las personas de mundo, porque mis amigos y los suyos... bueno, eso iba a ser difícil.
Las personas eran complicadas.
Y por otro lado, yo no parecía tener las capacidades suficientes para involucrarme en el mundo de las personas de mundo. Si estos no me aceptaban y yo tampoco tenía la habilidad, ¿que tantas probabilidades había? Fue así como terminé decidiendo que nunca me acercaría a Damián. Me mantendría alejada de él hasta que el destino me obligara a separarme de él. Aunque ni siquiera estaba a su lado. Porque para mi, todas las personas están destinadas a desaparecer.
Fue entonces que me enteré de que Damián sería mi nuevo protegido.
—No lo entiendo —le decía a Chelsea aquella tarde. Damián estaba en las mesas del fondo, mirando algo en su teléfono —. Él no parece tener ningún problema. Todo lo contrario, es un tipo impresionante. ¿Por qué alguien como él necesitaría protección?
—No lo sé—estuvo de acuerdo Chelsea —. Pero si lo asignaron como tu protegido, alguna razón han de tener.
—No tiene sentido. Yo soy la que tiene problemas, no él. Y ahora que soy su guardiana, significa que me voy a encariñar con él.
Chelsea se cruzó de brazos.
—¿Y quien dice que no te has encariñado con él ya?
Miré mi mano en ese entonces y la apreté en un puño, tratando de no dejarme consumir por la incertidumbre. Damián había sido elegido como protegido por alguna razón, pero yo ni siquiera podía acercarme a él. Además, para ser honesta, él me daba algo de miedo. Era una persona de mundo pero no solo eso, sino que estaba a otro nivel. Era obvio que Damián era el tipo de persona que podría enfrentarse al mundo sin temer. No estaba segura de poder seguirle el ritmo. Y eso era frustrante.
¿Por qué los oscuros irían tras alguien como él? No tenía ninguna debilidad de la que pudiesen aprovecharse.
Pero Chelsea tenía razón en una cosa. Yo había empezado a quererlo. No románticamente, pero lo quería. Y cuando menos me di cuenta, estaba dispuesta a enfrentar a quien fuese con tal de mantenerlo a salvo. Pero yo no era nadie para él, y probablemente nunca lo sería. Quería acercarme, con tanta fuerza que dolía.
Con los días, ese sentimiento fue aumentando. De una u otra forma, a veces me miraba. Era extraño, no sabía si era cosa de mi cabeza. Incluso a veces en el bus me veía, aunque de vez en cuando. Esas miradas trataban de decirme que no me rindiera, o esa era la impresión que me daba. Él no quería que me rindiera. Me gustaba pensar que en el fondo, en alguna parte de su interior, confiaba en que yo lo lograra. Pero eso era ridículo, nunca habíamos hablado.
Pero entre tantos días de tormenta y desesperación, su mirada era lo único que me mantenía de pie. A veces parecía tan real, que no podían ser imaginaciones de mi cabeza. Y hasta el día de hoy, sigo sin saber si solo eran cosas de mi cabeza, o él de verdad me miraba y confiaba en que yo también tuviese éxito. Fuese como fuese, sabía que en el fondo era una persona maravillosa, y confiaba en que alcanzaría el éxito siempre, siempre que se lo propusiese.
El solo verlo esforzarse y hacer cosas grandes, hacía que yo también quisiera ser alguien grande. Verlo ser libre me hizo querer ser libre también.
Él era el héroe no declarado de mi historia. La joya que yo debía proteger.
Pero le tenía miedo. Le tenía miedo a su mundo. Él podía rechazarme, y sus amigos también lo harían.
Era la guardiana de un protegido al que no me podía acercar.
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