11. Renuncia.

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Let It Burn – Citizen Soldier


—Felicidades. Has completado tu rehabilitación.

Finalmente me fue entregada mi arma final. El bastón que habían adaptado para mi y que le serviría como arma en mi misión. Mi última misión. A partir del día siguiente, empezaría a acomodar las condiciones desde el mundo real para llevar la misión a cabo, y tendría que afrontar las realidades de la desaparición. Pero él aún existía, en un mundo lejano a este, un mundo paralelo al que él había huido después de quedarse con sus poderes y resolver varios aspectos de su vida. Y yo iba a ir a buscarlo. Iba a despedirme de mi mundo para ir tras él y recuperar lo que perdí. Un mundo lejos del círculo de ambos. Un mundo donde yo no era nadie y él lo era todo.

Pero era un mundo al que iba a llegar. Si o sí. Incluso si él no estaba en ese sitio, tenia que ir ahí. Tenía que encontrar la respuesta a la cantidad de preguntas que se habían formado. Encontrar las piezas que se perdieron, las que hicieron que todas esas predicciones acabaran mal.

—A partir de mañana empieza tu misión de recuperación. Nos alegra mucho ver que te has recuperado, y que tu herida ha sanado casi del todo, a pesar del rastro de la cicatriz. Estás encargada de recuperar esos poderes y de poner todo en orden nuevamente.

Miré mi ropa. Yo ya no podía transformarme. Y mi ropa de entrenamiento había desaparecido, y ahora tenía mi nueva ropa: la de combate. Unos pantalones de combate, una chaqueta de combate y una blusa básica por debajo, además de sus botas y el logo de las guardianas. Giré el bastón entre mis dedos. No iba a ser lo mismo que una espada.

—Buena suerte.

—Una cosa — frené el movimiento del bastón y lo mantuve fijo en mi mano —. Que sea la última vez que me hacen esto.

Las superiores se miraron entre ellas. Chelsea y la superior a cargo de su recuperación también se miraron una a la otra.

—No. Que sea la última vez que nos hacen esto.

—¿Disculpa?

—Cuando conozca a mi tercer protegido, si es que lo conozco, quiero hacerlo como una persona normal. Quiero estar con él como una persona normal. No como una luchadora.

El silencio reinó en el lugar un momento.

—Aleja-

—¡Fui asesinada! ¡Hasta me desmayé en el mundo físico! ¡¿Creen que esto es un chiste?! ¡¿Qué diablos creen que les hacen a las personas?!

—Los hacemos mas fuertes.

Solté una risita y miré el bastón. De verdad estaba cansada de esto. Si no hubiera estado de misión, probablemente Damián y yo habríamos podido ser amigos mas fácil, sin mis estúpidos miedos de alterar su mundo de por medio.

—Mi misión final. Que esta sea la última vez.

—Alejandra, las batallas en la vida nunca terminarán.

—Lo sé. Pero las enfrentaré a mi manera. ¡No a la de ustedes!

>>No es solo lo que me hicieron a mi. Es lo que le han hecho a las personas que fueron expuestas a esto. Personas que yo misma tuve que esforzarme para que olvidaran. Para... que vivieran en paz. Muchas veces... pasando sobre mí. También han lastimado a Damián con esto. No ahora, pero en el pasado. Ahora él está bien y se ha convertido en el villano por alguna extraña razón. Ni siquiera sé que va a hacer cuando me vea. ¿Su confusión lo llevará a destruirme de nuevo?

El silencio era espeso. Hablaba en serio. Aunque les daban armas a las personas para luchar contra los problemas, también las alejaban de sus sueños. Las convertían en luchadoras que solo vivían al servicio de los demás. En alguna especie de soldados. De algo estaba segura: las personas normales también luchaban contra sus problemas, y no necesitaban ser pisoteadas o cargar una espada para lograrlo.

—Una vez traiga a Damián, esto se acabó.

—Sabes que no puedes renunciar. Tienes una condición de liberación.

Ah, la condición. Se dice que para que una luchadora sea liberada del frente de batalla se debe cumplir una condición. Todas las luchadoras tienen condiciones diferentes. En mi caso, es encontrar el amor verdadero. Un amor romántico.

—Una condición que se cumplirá cuando ya sea liberada. Y no es una orden. Es una petición. Ustedes tienen el poder. Les devolveré sus poderes... y no quiero saber nada más.

Nadie dijo nada. Las superiores nunca habían liberado a nadie de esa forma, o al menos no que se supiera. Pero yo solo quería vivir en paz. Una vez que Damián estuviera de regreso y libre de sus poderes, quería ser alguien normal. Alguien a quien Damián no tuviera motivos para señalar. Alguien que no fuera considerada rara por la gente. Alguien que pudiese convertirse en una persona de mundo. Quería poder ser quien se me diera la gana.

—Después del tercer asesinato... yo no voy a regresar. Y ya van dos.

—Aleja-

—Prométanmelo. Y solo así les daré lo que quieren.

—¿Vas a cortar la línea de sucesión de Anabell?

Chelsea me miró.

—Anabell no quería esto. Ni Amelia, ni Sara—dije, mencionando a mis antepasadas. Todas ellas habían muerto en batalla —. Ninguna de ellas... quería morir así. Todas ellas solo querían estar con las personas a las que amaban. A mi ya me lo arrebataron, así que acaben con esto. Si quieren busquen a alguien que sea mi sucesora. Pero déjenme a mi y a los que me rodean, por fin en paz. Varios de ellos han sido amenazados por oscuros. Y esto debe terminar.

Yo era una guardiana, uno de los cargos mas respetados entre las luchadoras y quería renunciar a semejante cargo. Quería renunciar a mi lugar como luchadora. Pero eran conscientes. Sabían que la razón por la que una persona se convertía en un luchador de un frente de batalla nunca traía un trasfondo bueno detrás. Era solo un medio para luchar contra la oscuridad. Pero con el tiempo, podrían terminar atrapadas y nunca salir. Ahora yo estaba pidiendo el fin del camino: mi libertad. En realidad, puede que muchas luchadoras odiaran serlo. Anabell también quiso ser normal alguna vez, pero fue asesinada.

—No te volveremos a llamar hasta la aparición del tercer protegido. Si traes a Damián de vuelta y le quitas lo que robó.

—¡Pero-!

—Serás libre temporalmente. Hasta que encontremos la forma de asegurar tu liberación definitiva. Pero tú cumple con tu parte. Pueden pasar dos o tres años hasta que el próximo protegido aparezca, tiempo suficiente para encontrar como liberarte. Cuando lo conozcas... serás una persona normal. Pero si tu no cumples, olvídalo.

Chelsea se paró a mi lado y me puso una mano en el hombro. Eso era algo. Si encontraba la forma de que Damián recordara, de que las cosas regresaran a su curso, yo podría vivir como una persona normal.

Se acabaría la pesadilla.

Se acabaría la enfermedad... tal vez para siempre.

Y tal vez, solo tal vez, Damián me recordaría y él estaría de vuelta.

—Tal vez deberían hacerle algo a mi profesor de mañana—mencioné, recordando los preparativos del plan — Si él no acepta será mas difícil hacer esto.

—Veremos que podemos hacer al respecto.

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