𝟔

Shinji se sorprendió por el toque pero ésta vez se tragó el susto mirando al chico de frente un tanto paralizado, ¿lo conocía? Sentía... Que ya había visto ese rostro antes, en algún lugar pero el recuerdo estaba bloqueado por el ambiente del lugar al que había entrado.

— ¿Estás bien? — Preguntó la amable voz del albino mientras extendía la mano, Shinji de manera dudosa y trémula la tomó para levantarse.
— Sí. Qué... ¿Qué es esto? — Fue directo al punto sorprendiendo al chico. Kaworu no estaba preparado para llegar a esa explicación.
— Te diré cuando estemos ahí.  — Ikari tragó en seco para después soltar sus manos, al entrar en el lugar no pudo creer lo que veía: era un lago, un hermoso lago con arbustos de cerezos, rosas, nomeolvides, margaritas, lirios rosas y blancos entre muchas flores silvestres. La tristeza que pudo sentir fue reemplazada por admiración, no recordaba ni siquiera dónde estaba realmente.

El castaño sonrió con sus ojos aguados sin poder creer el lugar que estaba viendo. La mirada del albino se posó amablemente en él llena de cariño ante la tierna imagen que le había regalado el menor.

El lugar donde las horas pasaban más lento, donde las almas descansaban y Kaworu era el encargado de proteger el lugar como se le había asignado hace varios años atrás.  No era el paraíso ni el cielo, sólo un lugar especial que no tenía cabida en el tiempo ni en el espacio existiendo escondido en el cementerio del pueblo, los vivos no podían ingresar pero el guardián tenía su favorito.
El castaño empezó andar tranquilamente al tiempo que sus tristezas poco a poco iban desapareciendo ocupando todos sus pensamientos la imagen a su frente.
— ¿Cómo te llamas? — El albino ya sabía su nombre, no obstante deseaba escuchar su voz.
— Ikari Shinji, ¿y tu? — El castaño se quitó las sandalias para entrar despacio en el lago cuidando de no resbalarse.
— Kaworu. Nagisa Kaworu. — Shinji no sabía absolutamente nada de todo, pero Nagisa ya lo conocía o al menos alguien muy parecido a él que al igual que ahora habían estado en la misma situación. Se acercó sentándose en la orilla para seguir observándolo estando feliz que Ikari no continuara los cuestionamientos.
Después tendrían más tiempo para conocerse.

Kaworu tomó una pequeña flor azul colocándola en el cabello de Shinji sin que éste se diera cuenta en cuanto jugaba con el agua olvidándose de la depresión que lo seguía constantemente, simplemente viviendo la calma que el lugar le transmitía.

Mientras tanto el festival continuaba, Kaji al igual que Rei se encontraban buscando desesperadamente al castaño al igual que algunas persona que habían visto al chico últimamente escuchando el relato del hombre que accidentalmente el joven le tumbó unos productos. Las personas buscaban con linternas pensando lo peor, Kaji temía que alguien lo hubiera secuestrado para perderse de esa forma mientras Rei pensaba que quizás su hermano fue a hacer una tontería mientras estuvo solo. Ryoji sabía que era grave cuando llevaban una hora buscando a los alrededores e incluso en la playa por si accidentalmente se había ahogado y la mirada preocupada de la menor no ayudaba.
Kaji fue a su casa verificando que si estaba ahí pero encontró (por suerte) unas huellas en la tierra que conducían al oscuro camino a la derecha encontrando la reja del cementerio abierta iluminando con a linterna hasta que entre la espesura del pasto lo encontró durmiendo recostado de un árbol. Kaji lo cargó entre sus brazos notando que extrañamente no había ningún insecto o picadura, lo único extraño era la flor nomeolvides colocada en su cabello.

Avisó a las demás personas que lo había encontrado para después dejarlo dormir en su cama bajo la atenta mirada de Rei que exigió llevarlo al médico mañana.





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