𝟏𝟎
La falta de tiempo en el lugar, su inmutable calma que anteriormente le traía paz mental ahora era lo que lo estaba desesperando, necesitaba ver al castaño otra vez, quería volver a ver su rostro lo había dejado realmente mal y dolía porque... Ya nada era como antes.
Su realidad poco a poco se iba quebrando, pequeñas grietas frente a sus ojos iban creciendo alargándose como serpientes en el desierto haciendo su camino entre toda sus memorias. Lo que supo, lo que sabía y lo que sabría ya no se veían en una misma línea, ahora eran millones de hilos que que desencadenaban hacia lo desconocida oscuridad ¿o luz? Ya no tenía certeza de nada, ¿por qué surgían tantas dudas de repente? ¿Qué había hecho en su mente ese humano?
Se acostó en la suave grama mirando al cielo extendiendo su mano frente a sus ojos dándole "forma" a la luz entre sus dedos. Lo único que tenía seguro el albino, era el creciente sentimiento en su corazón por el castaño, apenas.
Que complicado era sentir.
En otro lado estaba Shinji con su angustia, miedo y tristeza ante la posibilidad de sentirse atraído por un hombre en una familia en la que apenas sentía que podía respirar. Tenía miedo de todo, entre tantas posibles respuestas (rechazos) y uno que otro destino fatídico.
Los sentimientos de ambos eran complicados, ambos con mismo valor.
El día siguiente, a una hora razonable Ikari decidió visitar a Kaworu en el camino se hacía varias preguntas acerca del misticismo que rodeaba al albino, pero al tenerlo al frente, de pie con algo que decía que estuvo esperando por él todo ese tiempo se quedaron viendo el uno al otro sin hacer nada en realidad, no sabían qué decir ni qué hacer ninguno antes si quiera había coqueteado en sus vidas. Fue un largo momento de silencio hasta que Kaworu decidió romper el hielo. — ¿Cómo te fue hoy? ¿Estás bien, desayunaste? — Más que educación al albino genuinamente le preocupaba el día a día de Shinji. A lo que el castaño no se esperó esa pregunta, sonaba como si realmente desera escucharle. — Sí, ¿y tu? — Nagisa respondió con un "hm" que Ikari no supo que quiso decir pero no insistió.
El silencio se hizo presente de nuevo pero esta vez temporal. — El agua parece serena pero nunca se sabe realmente lo que pasa en su fondo o cuán resistente será su superficie, pero en algún momento reventará. Fluye y se desaparece pero hay algunas que no, hay unas que son quietas lo suficiente para dejar crecer criaturas bajo su manto. — Miró el lago unos momentos desviando su mirada a su acompañante. — Al igual que el corazón, el agua está lleno de misterios y puedes reflejar lo que llevas dentro en cuántas cosas quieras a tu alrededor ¿pero podrás descifrarlo? — En sus ojos veía una melancolía que arrastraba desde pequeño, que ya era parte de él algo que no se iría tan fácilmente pero Kaworu amaba la luz que vio en ellos en su primer encuentro. Nadie podría saber qué tanto deseaba mantener esos ojos brillando.
Se levantó ofreciendo su mano para ayudar a Ikari, diciendo: — Yo estoy aquí para ti, Shinji, presumo que al igual que éste lago me quedaré esperándote aunque, igual que todo también tengo enigmas en el fondo; enigmas que quisiera descubrir a tu lado.
— El castaño lo miró unos segundos tomando su mano para levantarse. En ese momento algo despertó en el interior del joven. — Yo... Yo debo resolver los míos solo... — Lo soltó perezoso como el viento lleva una hoja sonriendo muy levemente. — Lo haremos por separado. — Con eso se alejó dejando a un solo albino desolado. —
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