Capítulo 6
Azzio levanta el crucifijo del suelo, negando en desagrado. –Sabía que habías perdido esto. –Con un movimiento suave, se acuclilla frente a mí, colocando el collar en mi cuello; Un escalofrío se instala por mi cuerpo apenas roza la piel.
–¿Estás bien, Alessia? –Pregunta, en esos segundos, en todo lo que soy capaz de concentrarme es en las majestuosas alas de colores disparejos que se encogen en su espalda, desapareciendo de la misma manera fugaz que cuando salieron a la luz.
Pronuncia mi nombre varias veces, trayéndome de vuelta a la realidad, enseguida estoy buscando alejarme de él. –¿Qué fue todo eso?, ¿¡Acabas de matar a alguien!? –Llevo las manos a la cabeza solo para sentir como esta retumba, estoy mareada, siento que vomitaré.
Azzio busca sostenerme desde la cintura y es prudente porque estoy a punto de caer. –Como pudiste ver...no era exactamente un alguien a quien eliminé.
–Esto es imposible, de verdad lo es. –Consigo balbucear, mi cabeza va a explotar, el dolor aumenta y ya no tengo fuerza para abrir los ojos.
Apenas y percibo la fuerza de su agarre, la calidez del toque que no debería parecerme cómodo en estas circunstancias. Paso de estar aterrada a no ver ni sentir nada.
–¿Alessia? ¡Estas sangrando, mierda!
No pasa mucho hasta que siento la brisa fría.
El aire acariciando cada centímetro de mi piel.
¿Por qué hay tanto aire?
Mi rostro se siente helado. La incomodidad punzante en mi cabeza me obliga a abrir los ojos pero doy de lleno con oscuridad, parte de mí siente calor, como si estuviese en un abrazo apretado. La nota del aroma masculino que resulta reconfortante.
–No te muevas o caerás.
Abro los ojos nuevamente, sin poder ver nada. El movimiento hace que se mueva la superficie de la que estoy pegada, y pueda notar como se estira la tela de una camisa. Su pecho, estoy pegada a su pecho. Soy capaz de observar la clavícula, la piel con un tono pálido atípico por la poca luz. Su rostro y el cielo nocturno encima de él. Colmado de estrellas. Puedo sentir sus brazos sosteniéndome en mi lugar, abrazada a Azzio mientras sus alas se mueven en las alturas.
Estamos volando...
He decidido que esto es un sueño, una imposibilidad, un sueño del cual disfrutaré hasta que despierte y recobre mis sentidos, porque esto que ocurre ahora no puede ser cierto. Me niego a que el mundo sea fantasioso, a que aquellas historias que se cuentan alrededor de fogatas sean ciertas, porque eso solo aclararía que Azzio en efecto es un ángel, uno poderoso.
Pocos son los minutos que pasan cuando aterriza en el balcón de puertas corredizas, el último piso de un conjunto de departamentos deteriorados.
Se encarga de dejarme en el suelo antes de abrir, me tambaleo por la sensación agobiante en mi cabeza, es difícil deducir en que momento toma mis piernas debajo de sus brazos y me lleva hacia adentro.
A pesar de que mi visión es borrosa, noto el matiz oscuro que envuelve el interior del lugar, olor a pino y menta inunda mis fosas nasales y calma las náuseas. Coloca mi cuerpo en una superficie blanda y me quejo, la nube no es nada comparado con su pecho.
–¿A dónde vas? –Dejó salir, adormilada.
–Recuéstate, ya vuelvo.
Y le obedezco, porque a fin de cuentas esta ya no es la realidad. Cuando vuelve, puedo distinguir el pedazo de tela y la botella de píldoras.
–Toma esto.
Me tiende las pastillas y las tomo sin preguntar, son iguales a las que ingerí en la enfermería por lo que asocio el hecho a que mi mente está tomando escenas reales para crear mi sueño.
Azzio coloca el paño de tela en mi frente y me sorprende la vívida sensación del agua fría, con delicadeza limpia algo de los restos de sangre, observando la herida abierta en toda la raíz de mi cabello, haciendo que luzca rojo en vez de naranja.
–Cierra los ojos. –Pide, no deseo hacerlo, su mirada parece hipnotizante, las orbes verdes brillan de una manera nada habitual y un extraño calor se instala en mi cuerpo.
Los ojos de Azzio son tan expresivos, tan verdes.
como si todas las palabras que evita decir, estuviesen guardadas ahí, en su iris. Acerca la mano a mi herida, rozando apenas, para repetir la tarea de limpiarla. Pero antes de conseguirlo, una luz brillante de color zafiro empieza deslumbrar entre ambos.
Parece latir de entre nosotros, haciéndose potente con cada respiración. Su expresión es de alarma cuando da con mi pecho, el centro de mi cuerpo despide el reflejo como un faro, cegándonos. Sonrió, es increíble.
Estaría atemorizaría en circunstancias normales, si estuviese completamente consiente, si no pensara que todo esto es una alucinación, un truco retorcido pero creativo de mi mente.
Azzio no se mueve, por un minuto parece solo querer verme, tratando de entender mi calma ante la situación, luego, es él quien parece haber visto un fantasma, abriendo los ojos más de lo normal, acariciando mi piel con sus dedos en la coronilla de la cabeza.
Disfruto el tacto suave y caliente.
–Tu herida...
Le miro, se está acercando a mí, logrando que su aliento choque de frente contra el rostro.
...–Tu herida ha cerrado –Exclama, en una combinación entre extrañado y fascinado.
Mis movimientos son lentos pero consigo tocar mi frente, la piel ya no arde, no sangra y no es blanda debido al corte, ni siquiera se nota un relieve al tacto por una cicatriz, es como si nunca hubiese estado ahí en primer lugar.
Dejo escapar una risita tonta. –¡Que increíble sueño!
Azzio me ve, confundido, sin articular palabra. Siento los ojos pesados y el cuerpo adolorido. En algún punto caigo rendida al cansancio, preguntándome si es posible dormir dentro de tu propio sueño.
Y aunque es inexplicable no parece importarme, antes de perder la conexión con el mundo fantasioso, logro escuchar el pesaroso suspiro del castaño. Ese suspiro que anuncia problemas, cosas inciertas, preocupación.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top