Capítulo 25

Soy arrastrada por el pasillo contrario al ala de habitaciones, trato como puedo de no moverme y dejarme llevar por el demonio que ha usurpado el cuerpo de Samuel.

El aire cosquillea en mis extremidades, lo que me avisa que he llegado al exterior, abro los ojos lentamente y la calle se deja ver. Estamos justo en la entrada trasera de la universidad lo sé porque aquí se escabulló Azzio la última vez.

Jezabel suelta un largo bufido y me tira al suelo como si fuera un costal de papas, la distancia no es mucha pero al caer contra el pavimento siento un crujido y ruego que no sea un hueso roto, me duele el impacto pero es medianamente soportable.

–Que desperdicio de energía llevarla hasta acá. ¡Salgan, sabandijas!

De pronto las pisadas estruendosas se oyen como un compás, la presencia nueva viene acompañada de una putrefacción intensa que choca con mis fosas nasales y produce arcadas que como puedo controlo para no delatarme.

Para este momento me remuevo porque es imposible quedarme quieta y seguir pretendiendo que estoy inconsciente. Pero lo que consigo es que Jezabel golpee con su pie mi estómago y me deje sin aire.

Ruedo sobre mi misma en el frío cemento mientras ella ríe, cual niño que disfruta matar una hormiga.

La vista borrosa apenas me permite distinguir el conjunto de criaturas espantosas: Pies inmensos y babosos, acompañados de brazos extremadamente largos que terminan en jarras filosas y negras como el petróleo. La piel se mira brillosa, tanto que solo se puede hacer referencia a la baba.

No vienen solos, sobrevolando hay una cantidad increíble de ángeles, no puedo contar cuántos, sus alas prominentes, de un hermoso tono oscuro igual a la que Azzio solía tener, todos miran hacia abajo, rodeando a Jezabel como una manada a su rey.

Me incorporo sorprendida, logro sentarme con esfuerzo, los golpes me han dañado y no tengo fuerza suficiente.

Parece como si este fuera el momento, después de tantas cosas que he pasado, esta vez no creo poder salir ilesa.

–¡Mi ejercito! Levantándose frente a mí, fieles a su reina. –Exclama, y las criaturas que asumo son demonios lanzan un aullar estridente.

Los ángeles por el contrario no se ven igual de animados, uno de ellos, de cabellera pelirroja, aterriza en el suelo con gracia, cual bailarín experimentado y encara a la mujer con un aire receloso.

–Debo recordarte que no somos parte de tu ejército, hicimos un trato y nos prometiste que el ángel de la muerte estaría aquí.

Los ángeles negros corean de acuerdo. La mujer demonio se acerca a él con esa sonrisa que atemorizaría a cualquiera, ella solo la utiliza como método de intimidación. –Oh Joel. Estoy al tanto de nuestro trato ¿Por qué crees que está aquí el aclamado sello celestial?

Ella hace un ademán hacia mí y el pelirrojo entonces me ve, sus ojos se ven oscuros por la noche y al hacer contacto con los míos brillan, la chispa del reconocimiento es clara en él pero yo nunca lo he visto antes.

–Esa chica de ahí es la clave para que Azael se presente, y con él aquí tendremos el anillo de almas.

Frunzo el ceño, el vago recuerdo de la joyería que adorna el dedo corazón de Azzio viene a mi mente, esa que capturó al caído que me amenazó en el callejón.

¿Para qué quiere Jezabel ese anillo?

Ella avanza entre los demonios con una soltura que solo caracterizaría a un noble, hace una mirada de reconocimiento, dando a entender que los observa a todos, un movimiento clásico de un orador experimentado, toda ella es manipulación –Desde ahora no seguiremos las reglas, las crearemos...

La multitud esta vez se une con un grito al aire, me sorprende que nadie haya salido a averiguar qué es lo que ocurre a estas horas de la noche, pero la calle solitaria parece el perfecto escenario, detrás de la universidad no hay ni una sola vivienda, es solo terreno sin construir y las partes traseras de edificios comerciales.

Cevale nunca se vio tan espeluznante.

Si bien me encuentro aterrada en mi lugar, sé que debo cambiar mi estrategia, hacer un plan, lo que sea que haga ganar tiempo. Podría tratar de derrotar a Jezabel con mis poderes que no se controlar. Pero... Ir en contra de un batallón de seres místicos ya se sale de mis manos.

Me siento acorralada y cuando el bullicio se detiene me percato de que viene hacia mí, en el cuerpo de Samuel luce como una pesadilla, habla como ella y todos la reconocen, pensaran que solo usa un simple pedazo de carne como transporte pero para mí, el que mi amigo sea utilizado de esta forma me inquieta, aunque Samuel me desespere, lo que menos deseo es que salga herido.

–Es hora de que hagas tu debut niñita. –Me dice, entonces extiende su palma frente a mí y cierra los dedos con violencia, sin importar la distancia significativa que nos separa, la acción hace que me deslice a toda velocidad hasta llegar a sus pies, aun sentada en una forma incomoda por el dolor en mi cuerpo.

Me siento congelada en mi lugar cuando Jezabel me toma por la cabeza, los pulgares a ambos lados de mi sien. El movimiento brusco me taladra el cerebro pero luego todo lo que veo es blanco.

Lo siguiente es muy difícil de explicar, es como saber que alguien escarba en tu mente, como tener propio conocimiento de que hacen estragos con tu cabeza y no poder ahuyentar a quien te causa tanto dolor.

Sin embargo me suelta, frustrada no parece conseguir lo que necesita y soy capaz de distinguir mi alrededor de nuevo. La mujer demonio sostiene su propia cabeza como si le hubiesen golpeado y cuando levanta la mirada, el odio es todo lo que se percibe.

–¡Tu pequeño pedazo de...!

No termina su arrebato porque es interrumpida, la voz es fuerte y a la vez delicada, la autoridad se siente de inmediato: –¿En verdad crees que tu... una simple criada de lucifer puede contra una fuerza tan poderosa como el cielo?

De pronto todo es silencio.

Se podría soltar una aguja en el suelo y esta se escucharía al caer.

Jezabel luce asombrada, todos en su entorno en realidad.

Giro la cabeza para ver a quien es el autor de todas las expresiones anonadadas y mi mandíbula casi cae al suelo.

El profesor suplente está frente a nosotros solo que extendiendo unas alas magníficas, un poco más grandes que las de Azael, de un blanco hueso, con destellos que hasta parecen dorados.

Su cuerpo emana esta luz leve que se despliega como si fuese energía. Es la imagen que esperarías cuando alguien te cuenta acerca de las apariciones celestiales de medio siglo.

Da pasos cortos hacia el centro sin siquiera verse perturbado por la cantidad de "cosas" que están ahí.

–Presenta tu forma real, ex reina del infierno. –Con solo hablar el cuerpo de Samuel cae al suelo, como si se hubiese desmayado, más no impacta, la misma energía lo sostiene suspendido en el aire como una cama imaginaria.

En pie queda la verdadera presencia del demonio, el vestido que lleva ahora es un negro total, pero su cabello azulado sigue igual.

Sin embargo ella solo se mantiene en pie, barbilla alzada, sin dejar que el "profesor" se acerque más a mí, yo que me he vuelto una espectadora, una figura ajena a mi cuerpo.

Ni pensar en mi ángel puedo, solo deseo que todo acabe de una vez.

–Sabes que no ganarás, Gabriel. Perderás esta pelea y yo saldré victoriosa porque a fin de cuentas todos sabemos que hasta ustedes juegan con demonios a espaldas de su adorado creador.

El profesor suplente, que ahora comprendo se llama Gabriel, niega con la cabeza, su silueta danza de un lado al otro. –Estás equivocada, si bien algunas veces puede que el creador no observe lo que hacemos porque confía en nosotros...siempre está al tanto de las infracciones cometidas contra el cielo y ahora que sabe de la presencia del sello, de la traición de Miguel. Vengo como su mensajero a ofrecerte redención con tal de que detengas esta absurda cacería de almas.

Ella ríe, con suma gracia y los demás se le unen, la única diferencia es el conjunto de ángeles negros que ahora han bajado y se sitúan alejados de los demonios, viéndolo todo, se nota en sus caras que están listos para irse a cualquier inconveniente.

–¿Redención? ¡Ja! Hace más de un siglo deje ir el amor por la inmortalidad, me entregué al infierno por poder, fui la reina y luego destituida por una incompetente que no pudo retener el sello ni siquiera dos días. ¿De verdad tu Dios cree que me rendiré? ¿Qué abandonaré todo por lo que he trabajado? Pase años creando un ejército de demonios sin cerebro que me siguieran como perritos falderos, me drené de poder para otorgarle alas a los caídos e investigué todo acerca de la vida que llevaba el mismo ángel que amé hace ya una eternidad. ¿Y sabes? Sigue siendo tan estúpido como cuando lo conocí, enamorarse de ella...–Me señala de manera despectiva pero Gabriel solo le mira fijamente, no repara en mí. –De la humana más poco llamativa y estúpida del mundo. Una chica huérfana con problemas de confianza y cero actitudes sociales, debo agregar ¡Lo único que la hace interesante es que su madre se cogió a un arcángel! Para su desgracia eso solo la hace un blanco más para los problemas ¿no es así Alessia? No me rendiré, esto ya es personal.

Gabriel da un paso adelante, la energía que parece salir de él va creando un escudo que no había notado sino hasta ahora, me rodea como una burbuja.

–Lo único que veo es a una mujer que nunca debió formar parte de este mundo...Si bien el sello es una amenaza tú no tienes poder en decidir sobre qué hacer con ella.

Jezabel ruje, cual animal enjaulado y le dice algo más al arcángel pero la voz en mi cabeza es la que me impide oírla.

Alessia

Me llama, y me encuentro desarmada.

¿Azzio?

Miro a todos lados pero no logro dar con él. Miles de rostros desconocidos enfocados en la discusión que cada vez se acerca más a una pelea.

Azzio ¿dónde estás?

Estoy aquí, no puedo salir ahora necesito que hagas algo. Todo saldrá bien, te lo prometo: No dejaré que te hagan daño.

Solo quiero que esto termine, por favor solo dime cómo puedo hacer que termine.

Alessia, necesito que te concentres... Gabriel no durará mucho y eso disgustará mucho al creador, no lo podrán matar porque no son igual de poderosos que él pero sé que Jezabel piensa debilitarlo lo suficiente para que se marche.

¿Qué hago? No sé qué hacer tengo mucho miedo

Estoy contigo, no permitiré que te hieran te lo juro, Alessia.

Dime que debo hacer.

Suspira, puedo oírlo suspirar, me cuestiono si tal vez estoy alucinando pero si mi mente juega conmigo de esta forma la dejaré, ya no tengo nada que perder.

Usa tus dedos para tocar la energía que te rodea, trata de enfocar tu propio poder junto con el de Gabriel arcángel, piensa en liberación, en que la amenaza sea eliminada. Concéntrate, imagina una gran ola de agua que arrasa con todo lo que te atemoriza.

Confió en ti, Alessia. Por favor trata, no puedo sin ti.

Y tan pronto llega la voz, se va.

No cuestiono sus palabras.

Jezabel se prepara para atestar su fuerza contra Gabriel y no lo pienso demasiado.

Si alguna vez me sentí capaz de hacer algo fue ahora, soy el sello celestial, tengo un poder por el que todos tiemblan, ya va siendo hora de que le dé un uso digno.

Entonces estiro mi mano para tocar la especie de burbuja, cierro los ojos concentrándome todo lo que puedo, mi mano que se ilumina de un potente azul neón, tan brillante que molesta en mi vista, de pronto todo es silencio, jadeos de impresión, pienso en lo que Azzio me dijo, de verdad ruego porque mis amenazas se evaporen, que sean exterminadas, trato con todo mi corazón que ya no haya nada que me persiga, que me dañe y dañe a mi ángel.

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