Capítulo 24
Ellipsism: Trata de la tristeza de no tener la capacidad de conocer el cómo terminará una historia.
Un giro, una oportunidad inesperada. Cuánto le toma a tus enemigos percibir la vulnerabilidad de un momento, anudar la soga y atarla a tu cuello, en un segundo estas colgando de ella.
Es imposible que no me embargue la tristeza y la confusión, aun con la carta de la única figura que interpreté como materna en mi mano.
Me duele chocar de frente con otra realidad, con el hecho de que Teresa no era humana, que también era una jugada más de Azzio Di'Magro.
Aquel Ángel de la muerte que me ha cuidado desde bebé y que ahora no recuerda quien soy, ese que me hizo enamorarme perdidamente y luego me bajo de golpe, me tumbó de la nube en la que el mismo me subió.
Puedo ver sus acciones como bondadosas porque Teresa siempre estuvo ahí para mí, velando por mi bienestar en aquel orfanato, sin embargo apreciar todo desde este nuevo punto de vista, donde su interés es por el poder que poseo y no por quien soy.
Eso me destruye.
Estoy cansada de ser una energía que amenaza al cielo.
Las lágrimas calientes rozan mis mejillas con rapidez y tengo culpa.
¿Desde cuándo no veo o hablo con Teresa? Simplemente me olvidé de ella por todo esto, sin pensar que pertenecía al problema desde el inicio, deseo gritar, romper lo que esté a mi alcance hasta hacerlo trizas.
No puedo con la presión, con el horrible sentimiento, mi garganta se cierra como si un fierro ardiente se clavará ahí. Y no puedo más, me rindo.
No quiero ser el sello celestial, no quiero lidiar con esta presión en mi adolescencia, quiero ser alguien normal, sin ángeles y demonios que quieran acabar conmigo.
Por primera vez hago frente al hecho de que mi existencia solo trae problemas.
Mi única razón de buscar una salida a todo, por más patética que sonara: Era Azzio.
Él, la excepción a la regla, quien se mantuvo a mi lado sin importar lo que ocurriera, protegiéndome siempre que era asechada por las complicaciones.
Sin darme cuenta Azzio se convirtió en uno de mis motivos para seguir. Después de que todo mi mundo colapsara y mis sueños se vieran insignificantes, Azzio Di'Magro me alentó a seguir adelante, fue mi pilar en la tempestad.
Dicen que en las situaciones de peligro, el amor es más propenso a surgir, yo me enamoré de Azzio desde que cruzó miradas conmigo, desde que experimenté ese kilig al hablar, el misterio que arropa al ángel fue lo que me atrajo hacia él, pero ver quién era...Me hizo darme cuenta que hay tanta humanidad dentro de su corazón que ninguna parte demonio pudo borrar.
Entonces de inmediato sé que hacer.
Sé que desear, que pedir.
Azzio no me recuerda...Teresa puede que esté muerta y solo es cuestión de tiempo para que yo me le una.
Retiro el llamador de mi cuello y lo sostengo en mis manos, la esfera delicada tintinea ligeramente.
Los detalles de flores entrelazadas en dorado forjado, la delicada cadena en cuencas que se mira tan elaborada. Es absurdo percibir como en un objeto se guarda tanto poder.
A penas decido concentrarme y dejar que la energía salga de mí, los golpes en la puerta suenan con insistencia.
Frunzo el ceño, el reloj de mesilla de noche indica las 11:49 pm, a esta hora nadie debería vagar por los pasillos.
Con paso corto avanzo hacia la puerta, colocó de nuevo el collar en mi cuello y lo guardo entre mi suéter color vino. Cuando estoy frente a la madera es que recuerdo lo ocurrido con Francesca y detengo mi mano en el pomo.
–¿...Quién es?
–¡Soy yo, Samuel! –La voz del rubio se escucha urgida y aun cuando tuvimos una discusión es inevitable que me preocupe. –¡Es sobre Azzio, es urgente!
¿Azzio?
Los latidos de mi corazón aumentan y no dudo en abrirle la puerta. De inmediato me enfrento con la mirada azul celeste de Samuel, el tono delicado y brilloso que ahora se ve extraño. –¿Qué pasa con Azzio? ¿Dónde está?
–Ha regresado esta noche, se encuentra en el dormitorio ¡Debes venir! Todo lo que repite es tu nombre, cosas sobre ti.
Y por supuesto estoy a punto de ir tras él es solo que...–¿Dice cosas sobre mí? ¿Cómo recuerdos?
Samuel asiente, estirándose para tomar mi brazo. Por acto de reflejo me alejo. Es imposible que Azzio me recuerde así como así y menos vendría a la academia sin pasar por mi cuarto si es que me buscara con urgencia.
El rubio me mira con sorpresa, indignado por no dejar que me toque. –Sam...tú sabes que Azzio no recuerda.
Entonces abre y cierra la boca, pensando en que decir, frunzo el ceño, esto es extraño, mucho.
Y es cuando su careta se rompe y la sonrisa de animal venenoso se ensancha por su rostro, es sumamente anormal, al estilo del gato de Cheshire. Sus ojos dejan ver un rojo sangre en vez del amable tono de azul.
Mi mente caótica de por sí registra el peligro, mi primer instinto es cerrar la puerta, lo que no puedo hacer porque su pie se interpone y me hace retroceder.
Lo que se supone que es Samuel me jala del cabello con firmeza haciendo que un grito de dolor escape de mí, pataleo y golpeó su cuerpo desde atrás con mis piernas pero no logró herirlo, ni se inmuta. Pronto se vuelve más agresivo aprisionándome con su brazo libre, mi pecho es aplastado y apenas puedo respirar.
–Calma sello celestial, ahora si me obedecerás.
Abro los ojos en sorpresa como es que...
–¿¡Samuel reacciona, quien te obligo a hacer eso!?
Él ríe, y su risa me aterra a niveles extraordinarios. –No es Samuel con quien hablas querida. –El cambio radical en la voz hace que escalofríos se instalen en mi espalda.
Ese tono, el mismo tono aterciopelado y femenino que logré escuchar cuando el demonio Zharick me llevo al infierno, aquella mujer que habló con Azzio como si le conociera desde hace siglos.
Jezabel.
Esta vez, conociendo que me enfrento a un demonio, pretendo luchar tanto como pueda y atesto golpes al azar que no caen a su cuerpo para mi desgracia. Su agarre arde en mi cuero cabelludo y trato de girar pero la fuerza que ejerce es imposible de escapar.
–¡Ya basta niña! –Termina por golpearme en la cabeza con fuerza, está exasperada y sé que pretende que cese mi lucha.
No entiendo cómo puede usar el cuerpo de Samuel... Y lo que menos deseo es que otro inocente sufra.
Caigo al suelo aturdida por el golpe, sé que Jezabel desea que me rinda así que le dejo creer que estoy inconsciente.
Tengo razones para dejar que haga lo que desee, ya no quiero seguir en este juego del gato y el ratón.
Pero si me iré, lo haré como yo lo desee, le daré utilidad a mi título de sello celestial de una vez por todas, aun si no sepa cómo terminará todo esto.
Irisiana me sostiene para no caerme, la verdad siento que todo a mi alrededor se mueve. Las señales van y vienen como si el destino de Alessia fue interrumpido. Coloco la mano en mi frente en busca de que se calmen los mareos.
–¿Qué ves? ¿Qué pasa?
Se muestra preocupada, posiblemente porque yo nunca había perdido la compostura. Sus ojos destellan tratando de leerme, como hechicera que es, no respeta la privacidad mental, pero el brillo en sus pupilas se apaga y la expresión insatisfecha ataca sus facciones.
–No puedo ver que pasa...
Asiento, sabiendo que ese sería el resultado.
Irisiana vuelve a mirarme fijamente, utilizando su poder para leerme, y fracasa de nuevo.
Poco a poco siento como mi cuerpo se estabiliza. Necesito ir en busca de Alessia de inmediato.
–Tienes un bloqueo poderoso, hay una parte de tu mente a la que ni tu puedes acceder...–Me dice y yo solo me levanto dándole una mirada despreocupada de conocimiento.
–Lo sé hechicera...Es obra del sello. Necesito irme ahora... –Aunque se me cierre la garganta logro soltar: –Ella está en peligro.
–¿Qué? –Parece que sus ojos saldrán de las cuencas. –Se supone que solo percibes el llamado de almas. El sello no puede morir, sino yo también muero ¿de qué hablas?
Avanzo por entre los stands de libros con rapidez, el polvo revolotea mientras ella es un caos de preguntas detrás de mí. Me detiene por el abrigo y me giro bruscamente.
–Joder que tengo que irme.
–¡No entiendes! La visión, el don del ángel de la muerte: Si sientes su llamado es porque murió, pronto hasta tu morirás.
Río sin ganas –El destino ha cambiado, puedo verlo porque tengo una conexión con ella...Pero de igual manera me necesita. –Cuando llego al tramo de escalones, subo deprisa, parte de mi aliviado y aterrado al mismo tiempo.
No sé cómo puedo temer tanto de alguien del cual solo se su nombre.
–¡Espera!
Giro violentamente en su dirección. –¡¿Qué mierdas quieres Irisiana?!
–Esa es la cadena que te ata, el bloqueo, tú la amas y ella ha bloqueado esa parte de ti... –Parece tan enfocada, como si aquello fuese un acertijo, consigue enervarme la sangre. –¿por qué lo hizo?
Mi pulgar e índice van al puente de mi nariz en una plegaria por paciencia. –No la amo, no recuerdo ni un tercio de lo ocurrido con ella. Solo sé que borro mi parte demoniaca...
Ni siquiera parece perturbada por mi revelación, ella niega, subiendo los escalones hasta mí.
–Tú crees que no la amas porque no la recuerdas ¿Tan tonto te has vuelto Ángel? Uno creería que las figuras divinas serían más inteligentes.
<<¿Qué te dice tu corazón? Estás que corres, dejando todo por ir con el sello. Se ve que la amas con una fuerza que ni tu creías tener.
Irisiana entonces se adelanta a mí y se gira en los talones, salgo junto con ella sin mediar palabra, lo que me ha dicho se asienta en mi cerebro como una canción que no logro olvidar.
La hechicera cierra la puerta detrás de nosotros, uniendo sus manos en un compás de ondas centelleantes, profesa uno de sus encantamientos para que le sea imposible a alguien entrar.
–Necesitamos un portal, de otra forma será muy tarde para cuando lleguemos.
Estoy de acuerdo con ella y también muy aturdido para detenerla cuando traza un rombo que deja un halo brillante de amarillo oro, parecen cascadas doradas que dejan ver al otro lado, la imagen del ala de habitaciones en la academia.
No lo pienso dos veces cuando atravieso el portal, Irisiana detrás de mí.
Las campanas de la iglesia se escuchan de manera estridente una vez que traspasamos, la medianoche se hace notar con las tonadas, la hechicera cierra el portal justo en el pasillo.
La bruma fría crea escalofríos en la piel de la chica conmigo, quien mira mal a su alrededor, sé que la puerta entrejuntada en ese corredor es la de Alessia.
La pequeña línea de luz es como un trazo en un dibujo, no necesito nada más, la ausencia del palpitar en mi corazón me avisa que ella no está. Y percibo lo que Irisiana también.
–Aquí hubo presencia infernal.
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