Capítulo 17
Parecía que la noche estaba consciente de los sentimientos que apresaban al ángel, ya que se mostraba sin estrellas, con un frío característico invernal. El demonio Yiath le acompañaba con cautela, la cabeza gacha entre las calles de mala muerte en las afueras de Cevale. La zona tenía abundantes murales pintados con toda clase de groserías, el bullicio de las peleas era el sonido de fondo habitual, y uno que otro campanear de vidrio a causa de las botellas rotas.
Él demonio menor caminaba varios pasos delante de Azzio, conocía mejor como llegar al destino, su fétido olor ondeaba el aire como si se tratase de un aura.
–Es ahí... La fábrica de arroz, tiene años abandonada.
El moreno frunce el ceño, la fachada deteriorada y decadente de la fábrica Hanz de arroz, activa su memoria. Muchos años atrás, cuando el alma de una pequeña niña le llamaba desesperadamente.
Un presunto incendio no detectado a tiempo tomó la vida de los trabajadores del lugar, ese día la hija menor de los Hanz se había pasado por el negocio, apenas entró, la explosión arrasó con ella, carbonizándola viva. La única razón por la que Azzio recolectó su alma fue porque habían hecho un pacto con un demonio, y este se las había cobrado al no ser honrado con su paga.
No había vuelto desde entonces, pero los escalofríos le subían por la espina dorsal, recordaba haber pasado días con aquella sensación de asfixia y dolor inmediato en el cuerpo, ese olor a carne quemada. De pronto sintió arcadas.
–¿Y bien? ¿Vamos a entrar o qué? Me tienes aquí como un prisionero. –El demonio se cruza de brazos.
Azzio reprime el malestar viéndole con fastidio, Yiath no era el usual lacayo sin cerebro, se le podía decir que contaba con sentido de razón, aunque no fuese el mejor.
Acomodando la chaqueta de cuero en sus hombros se abre paso por las puertas traseras de la fábrica. De este lado el pasto está muy alto y ya completamente seco, una hectárea de tierra sin construir y las enredaderas se trepan por las ventanas rotas y todos aquellos espacios y recovecos. Las ratas recorren el lugar con rapidez y el demonio luce contento con ese hallazgo, se inclina a capturar una que cruza por el pastizal, sostiene su cola mientras esta se queja y chilla, es gris, grande y con unos espantosos ojos de color rojo sangre, Yiath se la lleva a la boca y la traga, luego se gira con una sonrisa espantosa.
–Comida fresca...
Azzio por sobre toda la repulsión le indica que avance, dobla la puerta de metal chamuscado, rechinando. El interior de la edificación luce aterrador, y el golpe de vapor crea un contraste significativo con el frío exterior. El sudor en sus espaldas se transforma en agua helada, Yiath se mueve como una gacela, a pasos de pluma con la ventaja de la perfecta vista nocturna que el ángel carecía.
Azzio extrae un encendedor de sus jeans y lo alza, la débil luz del fuego crea un ambiente caliente semi-luminoso, fácilmente podría usar sus poderes e iluminar con la energía celestial pero prefería conservar sus fuerzas para lo que se avecinaba. Ambos se detienen a pocos metros del marco de una puerta cerrada, frente a ellos en un parpadeante color café -el tono exacto de la sangre seca- yacen innumerables símbolos como espirales que coronan el arco; Lo que da a entender que han llegado al lugar correcto.
Los portales del infierno varían siempre de ubicación, no son fáciles de hallar, solo los demonios conocen los trucos de su movilización. Después de todo son los principales usuarios de los mismos, las alimañas cargadas de malas intenciones. En el exterior se oye el soplar de vientos violentos, el sacudir de las estructuras viejas provocan la ilusión de un tornado en las calles, avisando a penas un clima pesado, sin embargo Yiath tiembla.
La criatura de piel verde luce extraña, ansiosa, pero el ángel no se concentra demasiado en su actitud, su principal foco bloquea todo aquello que no sea dar con Alessia, la incertidumbre es suficiente para que logre colapsar, su mente no puede dejar de registrar el hecho de que no es capaz de sentir el palpitar del crucifijo que ella porta en su cuello.
Yiath tartamudea al hablar: –L-la única forma de pasar ahora es derramando la sa-angre de un demonio en el símbolo espiral.
Él señala el símbolo al pie de la puerta, un espiral grande con puntas de la estrella invertida, Azzio levanta una ceja. Como diciendo "Sé las maneras de activar un portal demoníaco."
–¿Crees que no sé cómo entrar a los dominios del infierno? He estado en este mundo miles de años antes de que tu siquiera fueras una sabandija de sangre maldita. –La mandíbula de Yiath se desencaja pero permanece en silencio. –Rasga tu palma, mi sangre no servirá. Solo soy mitad de lo que tú.
Aún con su molesta actitud y ceño fruncido cumple la orden, sus garras hacen una línea recta en la palma de la mano verdosa, líquido espeso de un color negro increíblemente nítido se deja ver. Aprieta su mano cual puño, dejando resbalar unas cuantas gotas que caen con precisión en el símbolo de espiral trazado en el piso.
El ángel guarda en su bolsillo el encendedor, la sangre parece tomar vida propia cuando al tocar el dibujo delinea cada parte del espiral siguiendo sus patrones hasta tocar la última punta de la estrella, frente a ellos al estilo de lluvia torrencial cae del techo alto un velo brillante con destellos rojizos; Los envuelve un calor abrazador, mucho más del que se percibía antes. Ahora con certeza las puertas del infierno se han abierto para ellos.
–Entra tu primero Yiath, recuerda que me estás sirviendo...si das un paso en falso quedarás aquí durante tanto tiempo que mil años serán solo segundos para ti.
El demonio suelta un quejido, encaminándose lentamente a través del portal, desapareciendo en su totalidad al cruzarlo. Azzio le sigue de cerca casi de lleno cuando pasos sincronizados alertan su audición. Obligándole a retroceder. El batir de alas llega a él para erizar los vellos de su nuca. Su cuerpo se tensa, gracias a la poca iluminación que brinda el portal alcanza a detallar los cuerpos que avanzan, no podría calcular la cantidad de ángeles caídos frente a él, pero llamarles ejercito no los dejaría cortos.
Los desterrados de los cielos le observan con furia, no es necesaria mucha luz para reconocerlo, uno a uno se van acercando hasta acorralarlo. El ángel está consiente de que una legión de caídos no se revelaría en su contra, son inteligentes, no actuarían sin tener a un aliado mayor. Su mente trabaja rápidamente, planeando tácticas para combatir o huir, mientras a la vez también colapsa. Si Zharick tiene a Alessia bajo su poder.. ¿Quien más deseaba dañarle como para formar un ejército en su contra?
En el momento que uno de los caídos se apresura hacia él, trata de esquivarle, muy consiente de la herida reciente sin tratar, el movimiento es ejecutado con tal velocidad que apenas el atacante es capaz de actuar, el segundo caído se acerca de frente sin notar el puño iluminado de energía celestial que Azzio proyectaba, impactando en su estómago y desequilibrándolo. Los refuerzos van en su auxilio mientras otros inmortales retroceden, varios ángeles están dispuestos a dar una buena pelea.
Uno de ellos, de cabello rojo y mueca torcida despierta una pizca de familiaridad, los pómulos angulosos parecen cuchillos. Ray, era muy parecido al caído con alas nuevas que iba tras Alessia; Aquella noche, a las afueras del club.
Este le brinda una sonrisa cínica a Azzio, con las alas revoloteando se levanta, el ángel toma ventaja de la impresión para entrar en sus mentes, requiere de demasiada energía para crear la ilusión, logrando entrar en sus cabezas y hacerles creer que han perdido la vista. La confusión se apodera de ellos, mientras que la emboscada se transforma en una batalla entre iguales al no poder reconocerse. La ilusión debería durar lo suficiente para que el ángel pueda salir sin problemas, Azzio corre a través del portal. El pelirrojo es el primero en salir del juego mental, impulsándose en sus pies, vuela por el perímetro jalando de su chaqueta para impedir el paso.
–¡Azael Di' Magro! –Su voz atormentada le produce cólera, con el codo golpea su barbilla y sin lograr liberarse.
La sangre brota por los extremos de su boca cuando se gira, pero ya es tarde, Azael ha traspasado el portal, la mano del caído inerte cae a sus pies dividida por el corte del portal, detrás de la borrosa pared ya no es capaz de ver su expresión de absoluta rabia y el tajo en el brazo que avisa la extremidad arrancada.
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