Capítulo 15

Doy la vuelta en mis talones apenas la frase sale de su boca, miro hacia él en la considerable diferencia de altura, su ceño fruncido y el punto tenso en su mandíbula delatan el descontento.

–Ha estado días en la academia...¿Cómo es que lo notas ahora?

Niega. –No la he visto antes, al menos no en su forma real.

Hemos estado alerta, en caso de que la supuesta aparición de Francesca -El demonio- que Azzio había estado rondando, volviera. Lo que nunca esperamos es que no se hubiera ido en primer lugar.

–¿Crees que es el demonio que la asesinó?

–Casi seguro, los demonios pueden cambiar su apariencia, hacerse pasar por otros.

Sus palabras se asientan en mi cerebro, aunque se se ve tranquilo, es obvio que quiere atravesar la habitación y acabar con esto. Hasta yo quiero lo mismo.

Nuestros pasos se hacen más lentos al terminar la balada y tengo que sostenerme de él para no tropezar cuando nos movemos lejos de la vista de la gótica. Estoy hecha un manejo de nervios y es evidente.

–¿Qué haremos?

–Si te ha estado acosando es porque sabe algo, y generalmente los demonios no trabajan por sí solos, son más que todo ayudantes de trabajo sucio.

–¿Sabes a quién está ayudando?

–Tengo varias ideas.

Bufo. –Azzio este no es el momento para que me des verdades a medias, mi vida está en juego.

Sus ojos conectan con los míos de nuevo, todo este rato ha seguido los pasos de la gótica con la mirada, como un sabueso. Parece que le he ofendido, porque aquella sombra de altanería se refuerza en él.

Oh...Lo tengo muy presente, Alessia. La cosa está en que no puedo soltarte el árbol genealógico de todos los ángeles, nombrarte a cada demonio y suposición que tenga en la mente ¿comprendes?

–Tampoco tienes que ser un imbécil.

Me sonríe irónico. –Ese soy yo, el imbécil ángel de la muerte. ¿Pensé que ya lo sabías?

Le miro un segundo, se que está frustrado. Al final de cuentas toda esta situación es porque decidió salvarme. Y aunque quisiera acabar con el demonio...No puede hacer nada frente a tantas personas. Entiendo porque actúa así, entiendo que está molesto. Yo estoy aterrada, pero no pienso quedarme a su lado mientras se comporta como un idiota. Más allá de todo, esperaba contar con que fuera sincero. ¿Cómo puede mantenerse callado a estas alturas?, ¿Qué más puede haber en mi vida que no sea lo que pensaba?

Me alejo de él, avanzando sin decirle palabra. El vestido hace ondas a mi alrededor al moverme, como un oleaje oscuro. Tengo que darle crédito; es un vestido hermoso. Alcanzo a escuchar a lo lejos el quejido fastidioso de Azzio. Ubicándome en la mesa de refrigerios, la única cosa positiva de la noche es atascarme de minis sándwiches fríos.

Miro por encima de mi hombro, fácilmente podría abandonar el baile, pero no estaría segura. Lo mejor era permanecer a la vista, y tener ojos en ella. Pero mientras más detallaba mi alrededor, no había señales de la gótica ni de Azzio. Solo alcanzo a divisar a Leticia y Samuel bailando animadamente una de las canciones ruidosas. El rubio hace contacto visual conmigo y le sonrío -tratando de calmar mi acelerado corazón- llevando la limonada a mi boca.

Tal vez se haya marchado...Tal vez se fue y Azzio está tras ella.

No tardo en oír por sobre la música el silbido burlón a mi lado. Azzio.

–Si vienes a decir algo más, espero se trate de una buena disculpa. –Le digo sin girarme.

–¿Disculparme? ¿Eso debería hacer, sellito?

Le encaro en el momento que clava sus uñas en mi brazo, su fuerza es increíble para lo pequeña que luce pero no me parece extraño teniendo en cuenta que es ella, el demonio. Apenas su toque se instala en mi piel siento náuseas, el rechazo instantáneo de asco. Busco a Azzio con la mirada, tentada a gritar, seria imposible escucharme por sobre la música. ¿Dónde está?

–No trates de gritar, me tomaría un segundo matarte.

–¿Por qué estás haciendo esto? –Mi voz es apenas un susurro.

Adopta una sonrisa burlona que luce en realidad aterradora. –Digamos que me dan asco los nefilim, y tú eres el peor que puede existir.

Puedo ver ahora con dificultad destellos de piel verde opaca, escamosa, ojos inyectados de sangre. Su verdadera forma. Supongo que solo yo soy capaz de verla, los alumnos a mi costado bailan despreocupados mientras ella hunde sus uñas -garras- más a fondo en mi carne, estoy segura que me está cortando.

El trayecto parece eterno, choco con algunas personas, entre ellas Samuel, le doy una mirada suplicante al rubio, que tiene una expresión que solo puede interpretarse como confusión. No tengo el suficiente tiempo para hablar cuando ella me empuja hacia el fondo, las luces se atenúan como por inercia, dejando el salón más oscuro, avanzando a la terraza. No sé en que momento han dejado caer la gran cortina de terciopelo pero ahora el exterior está cubierto por la tela, es como si nadie prestara atención. ¿Dónde está la magia del sello cuando en realidad la necesito?

Le toma segundos arrastrarme por el espacio abierto de las puertas corredizas, la música aumenta su volumen y es que caigo en cuenta de mis sospechas. Hechizados. Leticia lo dijo una vez; Todos parecen hechizados.

Choco contra las barandas de roca lisa, aterrizando en mis rodillas. Oigo el crujido de la tela desgarrándose, el peso del vestido es suficiente como para que pierda el equilibro.

–Vamos, Balar. ¿Es necesaria tanta agresividad?

Inmediatamente me oriento en dirección a la voz, la mujer que emerge de la oscuridad está en perfecta postura, con un vestido negro traslúcido que la arropa como un velo. Parece la verdadera ilusión de la muerte, con un aire poético que solo un artista puede admirar. Su poca ropa deja partes de piel expuestas, para no decir que roza la desnudez. Es inquietantemente hermosa y extraña, la tez de un color azul violeta, semejante a la de un cadaver.

–Zharick. –Le responde la gótica entre dientes. –No hay que subestimar lo que pueda hacer.

La mujer ríe, acercándose como si flotara, pero no está tocando el suelo. Si está flotando.

–Mírala. –Dice, señalándome con un dedo muy delgado y puntiagudo. –Está temblando de miedo.

El demonio sonríe, acercándose para sujetarme por los brazos y ponerme frente a la mujer. Sé que debería tratar de zafarme del agarre pero me encuentro muy aterrada como para hacer algo, siento el calor instalarse en mis venas, más no sé cómo utilizarlo.

...–Debo admitir que estoy decepcionada... –Emite un sonido de desaprobación, alzando mi barbilla. Su toque también me enferma. –No pensaba que el sello tan bien cuidado...Sería esta niñita. –La repugnancia y condescendencia son una cachetada, grita hostilidad detrás de su fachada tranquila. –Mucho gusto Sello, yo soy el demonio mayor: Zharick.

Demonio mayor.

–¡Aléjate de ella! –El grito retumba, obligándolas a verle. Suelto un suspiro de alivio cuando veo al ángel agitando sus alas desde el inicio de la barandilla.

Azzio está ahí, con las extremidades de colores disparejos sobresaliendo de la camisa de vestir, se mantiene suspendido en el viento, con una expresión de puro odio en su rostro. Sería incapaz de acostumbrarme a verlo así, me parecía demasiado fantástico el concepto completo de un ángel.

–Te juro que si no la dejas ir te mataré, Zharick.

Ella suelta una carcajada. –¡Azael!, ¡Habías tardado en aparecer! Pensé que esta vez tampoco vendrías, como cuando matamos a tu amiga. ¿Recuerdas? El ángel guardián...Creo que su nombre era Teresa.

¿Teresa?

¿Qué...?

Todo sucede muy rápido, Azzio parece cobrar una posición defensiva, la voz de la gótica resuena potente, parece una lengua extraña la que llega a mi oídos, pero es tan estruendosa como una explosión que consigue marearme, mis náuseas aumentan y apenas puedo mantenerme en pie, sus dedos siguen apretándome y el calor de la energía amenaza con salir en mi defensa, siento como si mis venas ardieran, iluminándose en un azul neón vibrante.

–¡Pequeña perra! –Se queja el demonio soltándome como si le quemara.

Trastabillo unos pasos cuando Azzio se enfrenta a Zharick, los golpes son fuertes, no sé qué esperaba pero ciertamente no una pelea de esa magnitud, cada estocada dejaba un contacto de chispas brillantes. Haciendo cortes en sus pieles. Demonio mayor. Eso debe significar una desventaja para él, tal vez ella sea más fuerte.

No se que hacer cuando Balar se recompone, siento el corazón en mi garganta cuando veo como la mujer está sobre él. –¡Azzio cuidado! –Dejó salir un jadeo cuando una de las garras de Zharick roza su ala blanca.

Del corte limpio empieza a chorrear sangre y tengo que sostenerme a mí misma de lo mucho que tiemblo. Estiro los brazos tratando desesperadamente de que la energía celestial se materialice nuevamente, necesito hacer algo.

–Lo feliz que seré cuando te maten. –Sisea Balar, buscando inmovilizarme; Al mismo tiempo la luz azul libera la tensión en mi cuerpo, el golpe la obliga a retroceder, cayendo por la terraza apenas sosteniéndose de uno de los montículos de cemento. Utilizo toda mi fuerza para pisarle, haciendo que sus dedos se suelten y caiga hasta abajo, su cuerpo suena grotesco al aterrizar sin vida en el pavimento.

–¡Alessia, entra! –Grita Azzio.

Apenas puede volar bien, con un ala caída mientras Zharick parece enfurecida, luchando con una fuerza casi pareja.

–¡No te dejaré!

No tengo idea de cómo sigo en pie, quiero ayudarle. No puedo dejarlo solo. El rostro preocupado de Azzio me hace querer hacer algo, la sangre en sus alas me aterra, él me mira implorándome con la mirada que entre, que huya.

Zharick se desvía en el aire para evadirlo y en un segundo me tiene prisionera. Trato de aplicar la fuerza de la energía pero ataja mi cuello con su mano, e inmoviliza mis brazos con la otra, clavando los dedos puntiagudos, las garras que decoran como cuchillos, una de las puntas en mi cuello. Azzio parece que no puede respirar al verme.

Por primera vez le veo indefenso, angustiado.

–Mírala bien. –Dice ella, apretando con más fuerza mi rostro, por favor, por favor necesito la energía. –Porque no la volverás a ver.

Nos envuelve en una especie de bruma de humo que parece tragarnos, Azzio cae al suelo sangrando. Lo último que veo es el cuerpo del demonio desde las alturas, antes de que todo sea oscuridad.

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