13. ¡Forks...ahí vamos!
Pequeños y bajos gemidos escapan de mis labios.
Las penetraciones de Christopher son lentas y delicadas; la calidez que embarga mi cuerpo –por no hablar de su miembro- me hacen estremecer de pies a cabeza permitiéndome disfrutar de sus suaves embistes al tiempo que mis manos recorren la desnudez de su espalda, delineo lentamente las cicatrices de sus omoplatos y una pequeña sonrisa se forma en mis labios cuando me percato de la manera en la que su piel se eriza bajo mi toque. Sus ojos no dejan los míos en ningún momento y cuando las sensaciones que anuncian mi próximo orgasmo se hacen presentes en la boca de mi estómago.
—Libérate.—susurra y lo hago hundiendo en un abismo de placer que me hace delirar. Christopher me besa con amor mientras sigue con sus movimientos suaves hasta que su propio orgasmo se hace presente. Se queda quieto un momento en el que busco su boca para fundirlas en un cariñoso beso antes de que de él se recueste a mi lado cubriendo nuestros cuerpos con la sabana de la cama.
Me acurruco contra su pecho y sus labios se posan en mi frente un segundo.
—Eres increíble…—murmuro.
—Puedo ser un montón de cosas pero increíble nunca.—responde. Me rio en voz baja negando débilmente. Nos quedamos en silencio por largos minutos en donde todo lo que puedo hacer es sentir los latidos de mi corazón acelerados.—Creo que es momento de llevarte a casa…—anuncia.
—No, creo que no.—respondo sin más.
—Skye…
—Papá piensa que me quedaré esta noche en casa de Mara porque se supone que haremos una noche de chicas.—anuncio encogiéndome de hombros.—Así que puedo quedarme toda la noche contigo…
—¿De verdad?—pregunta.
—De verdad.—Los labios de Christopher se posan en mi cabeza una vez más.—Has estado demasiado callado el día de hoy…—hago una breve pausa.—¿Me quieres decir que es lo que pasa?
—En realidad no me pasa nada.—susurra encogiéndose de hombros.—Es uno de esos días en los que piensas que hablar está sobrevalorado…—me echo a reír de inmediato.
—¿En serio?—asiente.
—Creo que tengo que decirte algo antes de que te enteres por cualquier otra persona…—anuncia apartándose un poco de mí para que nuestros ojos puedan encontrarse.—Hoy en la universidad golpeé a Luke…—mis ojos se abren con total sorpresa pero él permanece con gesto neutro mientras sigue estudiándome.
—Eh…—comienzo..
—Pero antes de que pienses cualquier cosa…hay una explicación.—hace una pausa.—La primera es porque es un hijo de las mil putas. La segunda es porque estaba diciendo cosas estúpidas sobre ti y yo obviamente no iba a dejar que él viniese simplemente creyéndose la mierda más grande del mundo y dijera cualquier cosa…estaba ofendiéndote así que le partí la boca…
—Chris…—susurro.—La violencia…
—Sí.—asiente.—Lo sé. Vas a decirme que la violencia siempre genera más violencia pero cuando le dices eso a alguien que lleva toda su jodida existencia viviendo en medio de la mierda créeme que no tiene mucho sentido.—hace una pausa.—No lo justifica, supongo pero no; tampoco tiene sentido así que…solo eso.
Mis ojos siguen fijos en los de Christopher y; una pequeña y lenta sonrisa se abre paso en mis labios.—Te amo.—anuncio finalmente.
Los lindos labios de Christopher se curvan en una amplia sonrisa antes de dejar un largo beso sobre mi boca.—También te amo…—susurra.—Tardé un poco en darme cuenta pero te amo. Así que supongo que ahora tengo que lidiar con eso…
—¿Y es malo?—pregunto.
Christopher acaricia mi mejilla.—Nada que tenga que ver contigo podría ser malo, Skye Levinson…nada.
(…)
A la mañana siguiente cuando abro mis ojos lo primero que encuentro es el lugar en la cama de Christopher totalmente vacío. Me froto los ojos con ambas manos y dejo escapar un pequeño suspiro mientras me incorporo de golpe. Me coloco la camiseta de Christopher y me pongo de pie.
—¿Chris…?—lo llamo con la esperanza de que su voz flote desde el interior del baño pero nada pasa. Camino fuera de la habitación.—Chris…—canturreo pero tampoco hay respuesta. Agudizo mi oído buscando algún indicio de ruido tenue o algo que me indique la presencia de Christopher dentro del departamento pero no hay absolutamente nada.—Christopher, no es gracioso ¿sabes?
Detengo mis pasos delante de la pequeña mesa del comedor detectando sobre la superficie una diminuta y arrugada nota blanca. La tomo entre mis manos solo para descubrir una sola palabra plasmada de ella.
Perdóname.
Y entonces mi corazón se rompe.
Me echo a correr hacia la habitación para buscar mi ropa y colocármela lo más rápido que soy capaz y aunque mi cerebro lucha por comprender el mensaje para nada claro y el dolor sigue presionando mi pecho me las arreglo para ser veloz. Tiro del pomo de la puerta del departamento y cuando abro me encuentro con la mirada de Zabdiel que me contempla fijamente.
—¿Skye?—susurra pero no responde.—¿En dónde está Christopher?—habla.
—Yo…—niego sintiéndome
completamente llena de frustración.—No lo sé. Esta mañana cuando desperté no estaba en el departamento, sólo encontré una nota sobre la mesa del comedor que dice que lo perdone.—hago una pausa.—No entiendo nada…no entiendo que es lo que está pasando…
—Mierda…—murmura.
—¿Zabdiel…?—comienzo.—¿Me puedes decir que está pasando?
—No lo sé.—responde.—Se supone que Christopher…—niega lentamente.
—¿Christopher, que?
—No lo sé.—repite.—Trataré de llamarlo a su celular y…
—Dime que es lo que está pasando.—mi voz sale con más autoridad de la que alguna vez creí ser capaz de ejercer. Sus ojos oscuros me contemplan fijamente como si estuviese tratando de adivinar mis pensamientos.—Por favor…
—Ve a casa, Skye…—susurra él.
—Zabdiel…
—Solo ve a casa…
Sus palabras son claras pero mis pensamientos están lejos de serlo. Zabdiel se marcha con pasos apresurados dejándome de pie en la puerta sin saber que hacer realmente.
Christopher bien podría estar cerca pero algo dentro de mí me dice que eso no es así. Que él en serio se ha ido porque si no lo hubiese hecho entonces no habría razón en el mundo para que estuviese pidiéndome perdón.
(…)
—Esto te ayudará.—anuncia Mara entregándome una humeante taza de té.
—No quiero nada.—respondo sin más.
—Skye…—protesta.—Tienes que calmarte un poco. Sé que sientes dolor pero no puedes encerrarte en tu propio mundo y fingir que nada de lo demás existe…
—Es que no entiendo por qué Christopher se fue…—murmuro.—Solo estaba esa estúpida nota donde me decía que lo perdonara…
—Claramente no merece un perdón.—decide Penny.—Dios ¿Por qué siempre los guapos terminan siendo unos imbéciles hijos de puta?—reclama.
—Penny, basta.—responde.—No es momento.
—Es que realmente no puedo terminarme de creer que Christopher al final de cuentas haya terminado siendo igual que Luke.—anuncia poniéndose de pie.—Los dos son unos hijos de puta que solo buscaban un buen polvo, perdón por la palabra.—hace una pausa mientras me mira.—Para después mostrar quienes realmente son…
—No estás ayudando, Penny.—agrega mi rubia amiga.
—Bueno, sí.—asiente.—No estoy ayudando pero eso realmente no quita el hecho de que esto sea verdad.
—Bien, pues supongo que si eso era lo que Christopher buscaba entonces ya lo consiguió.—decido.—De todas manera en algún momento él tenía que volver a casa, sólo estaba por ese intercambio…
—Mira…las vacaciones de invierno comienzan un par de semanas…—murmura Mara.—Y creo que deberíamos hacer un viaje…
—La verdad es que no me siento con ánimo alguno de viajar a ningun lado.—murmura.
—No viajaremos a cualquier lado.—decide la pelirroja. Mis ojos se encuentran con sus ojos azules y una sonrisa maliciosa aparece en la comisura de sus labios.—Iremos a Forks...
—¿Qué?—cuestiono.
—Dios, nunca habíamos tenido tanta conexión.—comenta Mara.—Pero Penny tiene razón.—asiente.—Iremos a Forks y buscaremos a Christopher y después tú podrás pedirle una maldita explicación sobre lo que realmente pasó porque si ese estúpido cree que puede aparecer en tu vida y después marcharse como si nada.—hace una pausa.—Y también si quieres partirle la cara puedes hacerlo sin ningún remordimiento…
—Totalmente de acuerdo.—anuncia Penny cruzando sus brazos por encima de su pecho.—Ahora lo que tienes que hacer es quitar esa carita y pensar cosas positivas…
—Estoy enamorada de Christopher Vélez. El mismo Christopher Vélez que se ha esfumado de la nada y que me ha dejado una estúpida nota diciéndome que lo perdone sin darme algún tipo de explicación o al menos haberme dado una pequeña pista por mínima que fuera de lo que pensaba hacer. ¿Eso te parece bien como para pensar en cosas positivas?—reclamo mientras más lágrimas escapan de mis ojos.
—No estás sola, Skye.—hace una pausa.—Sí, sí es una hijo de puta pero no estás sola…nos tienes a nosotros…y vas a tenernos siempre.
—¿De verdad irían a Forks conmigo solo para buscar a Christopher?—me atrevo a preguntar.
—Con una condición.—responde Penny. Mis ojos se encuentran con los suyos una vez más.—Que me dejes pegarle a Christopher tan fuerte que nunca se olvide de mí...
Niego lentamente.—Iremos a Forks…—anuncia Mara.—Solo tienes que tener paciencia…
—¿Qué pasa si te encuentras con cosas que realmente no quieres encontrar?—pregunta en voz baja m amiga pelirroja.
—¡Penny!—exclama Mara.
—Es una opción que no podemos descartar.—responde.—Sino ¿Cómo es que explicas que de repente desapareció?
Mi corazón se hunde dentro de mi pecho y niego un poco porque al final de cuentas ella tiene razón.—Penny tiene razón…
—Pero de todas maneras iremos.—anuncia Mara.—Y lo vamos a encontrar porque lo vamos a encontrar.—decide sin más.
Asiento lentamente.
Y así es como pasan las semanas. Entre ir y venir a la universidad esquivando cualquier encuentro desagradable con Luke que ahora parece haber ensañado conmigo aun así me las he arreglado para mantenerme lejos suyo y para mantenerme con la cabeza fría aunque las ganas de volver al departamento de Christopher para comprobar que él en serio se fue han estado presentes en todo momento.
Lo echo de menos. Mi cuerpo lo echa de menos. Mi cabeza lo echa de menos. Y mi corazón hecho pedazos lo echa de menos.
—¿Estás segura de esto, Skye?—pregunta papá sin dejar de mirarme mientras camino por mi habitación colocando ropa dentro de mi maleta.
—Sí.—asiento obsequiándole una pequeña sonrisa.
—Es solo una viaje.—respondo.—Nada malo va a pasar ¿sabes?—hago una pausa.—Además, te llamaré todos los días para que compruebes que sigo de una pieza…
—Prácticamente vas a ir al otro lado del país.—me recuerda y asiento lentamente.
—Todo irá bien.—anuncio deteniendo mis pasos jugueteando con el anillo de castidad –que no me parece más que una jodida burla- que llevo en el dedo anular.—Solo serán unas semanas…
—Es que no me gusta demasiado la idea de que vayas sola…
—No iré sola.—respondo.—La abuela de Penny vive en Forks ¿Recuerdas? Ella estará con nosotros todo el tiempo…
Papá suspira.—De acuerdo, de acuerdo.—murmura.—Entonces disfrútalo mucho, mi amor.—inquiere.
—Gracias, papá.—susurro.
—¿Segura que no quieres que te lleve al aeropuerto?—niego.
—No te preocupes, la madre de Penny nos llevará y para tu tranquilidad su abuela nos buscará allá.—miento a medias.
—De acuerdo—murmura acercándose a mí para dejar un pequeño beso en mi frente.
—Disfruta tu viaje, Skye…
El sonido del claxon de un auto llena el aire. Me separo de papá y le ofrezco una pequeña sonrisa.—Te amo.—susurro.
—Y yo te amo a ti.—responde.
Bajamos las escaleras con cuidado, me muerdo los labios y cuando salgo de la casa tirando del asta de mi maleta me encuentro con las chicas y la madre de mi amiga que esperan por mí. Saludan a papá agitando sus manos y cuando entro en el auto luego de dejar mi valija en el maletero las dos me miran con extensas sonrisas en los labios.
—¿Lista para la mejor aventura de tu vida, Skye Levinson?—cuestiona la rubia.
Dejo salir un largo suspiro y asiento.—Sí.
—¡Que se prepare Christopher Vélez porque no tiene ni idea de lo que le espera!—se ríe Mara mientras la madre de Penny pone el auto en marcha.
—¡Forks…ahí vamos!
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¡Como ya les había dicho este es el último capítulo de la primera parte de los Caídos! ¡Es una sola historia contada en tres partes (tres libros) así que…nos leemos en Ángel Caído!
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