11. Hitler era un hijo de puta.

—¿Qué dioses haces acá?—cuestiono apenas mis ojos caen encima de la figura de Richard que permanece con la cadera apoyada en la barra de las bebidas.

—¡Que gusto verte, Christopher!—responde sin más.

—Te hice una jodida pregunta…

—Los humanos al menos saludan antes de ir directamente al grano ¿no?—pregunta divertido pero me muevo de mi lugar ni un solo centímetro.—¿De verdad quieres que te diga a que he venido aquí…?—cuestiona sin dejar de mirarme.

—¡Sígueme!—le ordeno. Una sonrisa socarrona aparece en sus labios. Me giro sobre mis talones y camino con pasos apresurados esquivando a cada cuerpo que se atraviesa en mi camino sabiendo de sobra que él está siguiéndome.Lo conduzco por las escaleras que llevan a la azotea y cuando finalmente llegamos todo lo que puedo hacer es mirar a mi alrededor. La vista es espectacular, hay que admitirlo.—¿Me vas a decir que es lo que estás haciendo aquí?—cuestiono de nueva cuenta.

—Creo que sabes de sobra que es lo que estoy haciendo aquí…—responde irónicamente.—Él está enfadado. Quiere saber qué es lo que está pasando contigo  y con Zabdiel que no han vuelto a casa…pero sobretodo, quiere saber de ti…

—No volveremos.—anuncio sin más.

—Ah, claro.—hace una pausa.—Seguramente se pondrá feliz por saber que sus amiguitas han hecho que ahora sean unas buenas personas de buenos sentimientos de mierda y que quieran quedarse con esas niñitas bobas… ¡Por el infierno, no me hagas reír!

—Hueles a sexo…—anuncio ignorando sus palabras.

—No estoy para juegos, Christopher…—advierte.

—¿Penny…?—cuestiono alzando una ceja.—Déjame ver si estoy entendiendo que es lo que está pasando…tú viniste  a Stowe para darnos un mensaje pero en el proceso te follaste a Penny…

—Algo de diversión y de perversión nunca viene mal a nadie ¿Verdad? Pensé que tú mejor que nadie lo sabría, ya sabes…has estado con cientos de mujeres siempre por diversión y buen sexo ¿Cuál es la diferencia entre los dos?—murmura encogiéndose de hombros de manera despreocupada.—¿Y no es eso precisamente lo que tú estás haciendo con Skye? ¿Una virgen? ¿En serio?

—No te incumbe…—respondo sin más.

—Claro…—asiente.—Puedes  hacer y decir cuántas cosas quieras, Christopher. Los dos sabemos que te enamoraste de esa chiquita. Hasta acá puedo percibir tu bondad...—se burla.

—Cierra la maldita boca y deja de decir estupideces. No hay en mí ni un solo gramo de bondad…—le espeto con sorna aunque en el fondo sé que estoy mintiendo pero admitirlo en voz alta es algo que definitivamente me asusta como la mierda.

—Creo que sabemos que mentirme no te sirve de nada.—hace una pausa.—Soy igual que tú. Puedo percibir tu jodida esencia y sé perfectamente bien que dejaste que esa chica te cambiara…puedes meterte en sus bragas cuantas veces se te dé la gana pero ella se metió una sola vez en tu jodido corazón y ahora no sabes cómo lidiar con eso… ¿me equivoco o no?

—Dile que no lo volveré.—decido.—Ni Zabdiel ni yo lo haremos así que pierdes el tiempo en quedarte acá. Ve y dile que solo nos hará volver muertos, no de otra manera…

—¿Por qué insistes en hacer esta estupidez?—cuestiona el pelirrojo.—¿Por qué diablos insistes en retarlo? Sabes que con la mano en la cintura terminará con ustedes…y después a ellas les hará daño porque eso es lo que él sabe hacer. Caímos por él. Nos arrancaron las malditas alas por él y parece que te da lo mismo…

—Los ángeles fuimos hechos para ser seres bondadosos ¿no? Fuimos hechos para servir a Dios…

—No me hagas reír…—se burla.—Caímos porque queríamos más. Caímos porque seguimos sus órdenes. Caímos por codicia. Caímos por desobediencia. Caímos por lujuria y la lista podría seguir…¿En dónde quedó la bondad? En el momento en el que nos arrancaron las alas nos convertimos en demonios y llevas ese jodido recordatorio en la puta espalda…—hace una pausa.—Y estás acá…

—Y no me iré.—le recuerdo. Richard suelta un suspiro y niega.

—¿En dónde putas dice que los demonios pueden sentir amor…? El  puto amor no está hecho para nosotros…

—¿En serio quieres seguir toda tu jodida eternidad siguiendo sus órdenes?—cuestiono sin dejar de mirarlo a los ojos.—Nos desterraron, sí. Pero ahora somos libres. Somos libres del cielo. Somos libres de la presión. Yo soy libre. Soy libre de Forks y de todo lo que tenga que ver con un jodido ángel caído…

—¿Ya le contaste a Skye que viniste desde Forks solamente porque querías follar con ella para hacerla caer en el pecado…y después corromperla?—pregunta sin dejar de mirarme.—Porque podría hacerlo en este mismo momento para que ella finalmente se decepcione de ti y te marches de una puta vez…

—Tú no vas a hacer eso.—decido.

—¿Qué es lo que te da miedo, Christopher?—se queja.—¿En serio te enamoraste tanto de esa humana que no soportas la idea de que ella pueda odiarte?

—¡No te metas en lo que no te importa!—le espeto entre dientes.

—¿Qué no me importa?—se mofa.—Él está volviéndose loco. Nos ha amenazado a todos y me ha encomendado venir acá… ¡Y es tu puta culpa!

—Pues él y tú sólo están perdiendo el tiempo.—respondo sin más.—Ve y dile que no me iré.

—¿Entonces vas a elegir que venga a buscarte él mismo?—pregunta.—Pensé que eras más inteligente, Christopher. Pensé que en serio querías a Skye pero tal parece que no es así, querías un coño para follar; ya lo tuviste.—se burla.—Supongo que sabrás que en el momento en el que Luzbel ponga un pie en Stowe todo se va a ir a la mierda…en especial tu noviecita y la de Zabdiel…

—¿En qué momento te convertiste en el mensajero de Luzbel?—me burlo.—Pensé, ya sabes…que tenías más credibilidad entre los desterrados…pero creo que has quedado reducido a nada menos que un simple mensajero…

—¿Por querer cuidar mi integridad física?—cuestiona.

—No eres más que un cobarde.—le espeto.—Haces esto porque le tienes miedo. Eres un jodido cobarde que le tiene miedo…

—Y por tu puto bien tú también deberías de tenérselo.—responde sin dejar de mirarme.—Deberías de temerle porque estás comenzando a despertar su furia y no vas a poder lidiar con ella…

—Pues no le tengo miedo.—decido.—No estoy enamorado de Skye. No siento amor por ella. No hay una sola pizca de bondad en mi maldito cuerpo. Estoy quedándome acá por mí. Para liberarme de él de la misma manera en la que todos deberíamos de irnos…

—¿Para comenzar con una revolución para la que nadie está preparado?—se burla.—¿Sabes bien que  si hacemos que la furia de Luzbel despierte cosas increíblemente horribles van a suceder? No solo a nosotros. No solo a las chicas. A todos. Toda la puta Tierra va a convertirse en un puto campo de batalla porque eso es lo que él quiere. Quiere que todos estén separados para convertirlos en  personas vulnerables…

—Quédate, Richard…—murmuro pero él no responde.—Quédate en Stowe con nosotros…

—¿Estás sordo?

—¿Por qué le tienes tanto miedo?—reclamo.—¿No te das cuenta que eso es lo que él quiere?

—¿Y si renunciamos a ser caídos entonces que se supone que somos?

—Pues tú: Richard. Yo,  Christopher. Zabdiel, Zabdiel. Somos nosotros mismos. Seremos…

—Seremos monstros viviendo entre los humanos…   

—Eso es lo que hemos sido  y lo que hemos hecho desde el momento en el que nos desterraron.—respondo de inmediato.—¿Y cuál va a ser la diferencia entonces?

—No lo entiendes.—responde.—No entiendes que no será lo mismo para todos. Tú tienes a Skye. Zabdiel siempre ha tenido a Mara. En cada jodida vida de ella siempre la tiene. ¿Y que tengo yo?

—La oportunidad de tener tu libertad y hacer lo que te plazca sin tener que lidiar con él…—murmuro sin más.—Sin tenerle miedo…

—No le tengo miedo.—me espeta.

—Le tienes pavor.—decido sin más.—Solo piénsalo, tienes en tus manos la opción de dejar toda esa mierda de lado y tratar de tener algo bueno. No tiene que ser bondadoso. No tienes que ser bueno. Solo tienes que ser libre, de eso se trata y después decidirás que es lo que realmente quieres pero el primer paso es admitir eso…que lo quieres…

Richard se queda en silencio un largo momento como si estuviese estudiando la idea. Dejo salir el aire de mis pulmones que me quema por dentro esperando que mis palabras hayan hecho que cambiase de opinión pero cuando sus ojos marrón oscuro se posan encima de mí niega un poco y entonces lo sé. Nada de lo que dije ha funcionado.

—Tienes dos días para despedirte de Skye después tú y yo nos iremos a Forks…—anuncia.—Zabdiel puede quedarse, tiene una condena que cumplir pero tú te regresas conmigo…

—No lo haré…

—Él te quiere a ti.—me informa.—Y si para llevar tu trasero de regreso a Forks tengo que matarte, lo haré. Pero vas a venir conmigo y no es una opción…

—¡Eres un hijo de puta…!—respondo.

—¡Hitler era un hijo de puta y aún así nos unimos a él!—me recuerda.—Así que ya lo sabes, Christopher. Ni un día más…
 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top