Capítulo 21(Tercer desafío)
El próximo sitio al que fui llevada después de quedarme a oscuras, era un campo de trigo. Parecía el lugar donde cultivaba la gente con la que vivía anteriormente, los humanos. Cada sitio me recordaba al pueblo, a su gente... A John. Me costaba reconocer que todo aquello había sido destruido junto con él. Pero la melancolía no me impediría continuar.
Caminé por allí, el trigo se separaba del suelo para volar hasta cielo. Las hojas de aquella planta dorada se me enganchaban en mi pelo y armadura, y, al apartarlas, se iban hacia no-sé-donde. A lo lejos, vi a un animal y fui volando hacia él. ¿Podría ser un caballo? Los humanos los utilizaban para el cargamento y para pasear montados en éste. Al verme, se alejó un poco, asustado. Aterricé y alargué mi mano hacia su hocico.
—Tranquilo... No quiero hacerte nada... Ven aquí... —intenté ganar su confianza.
La criatura se acercó un poco y restregó su cabeza en mi mano cariñosamente. Sonreí y me acerqué más a él. Era robusto y alto. Sus patas eran bastante fuertes y parecía que ya había sido montado anteriormente.
—Me pregunto qué les pasaría a tus dueños...
Observé su pelaje, un marrón muy claro cubría todo su cuerpo. Por el hocico, sus patas y su crin, tenía un color más oscuro que el resto. Le acaricié y movió la cola contento. Me fijé que en uno de sus muslos había una marca, como si le hubieran clavado algo ardiendo para hacérsela. Después, toqué su lomo y me invitó a montarme en él. Yo acepté y torpemente me subí. Me costó un poco, pero lo conseguí agarrándome a su cuello. Comenzó cabalgar, me pareció algo maravilloso. Era la primera vez que montaba en un animal. Corría velozmente y me llevó hacía un lugar donde había más como él.
Vi caballos de muchos colores, con distintas alturas y aspectos, algunos eran aún muy pequeños. Mi nuevo compañero relinchó contento y los demás le imitaron.
"Creo que es el jefe o el líder de esta manada" —pensé.
Había muchos como aquella criatura. Pero, ¿dónde estaba mi enemigo? Ese demonio... siempre con lo mismo, tardaba una eternidad y detestaba esperar.
"Maldito demonio. ¿Qué haces para tardar tanto? Serás...".
—Que impaciente eres —me contestó.
"No recordaba que podías saber lo que pensaba."
Preferí callarme y acariciar al caballo.
—Me imagino que te lo estás pasando bien... Pero este lugar no fue creado con ese fin. YO soy el que tiene que divertirse. A tu próximo enemigo se le conoce como el minotauro. Cuidado con sus cuernos, son letales y además es muy bruto, no te asustes por su tamaño. ¡Qué comience el combate!
Gruñí y abracé al corcel. El suelo tembló, todos los caballos se alteraron, excepto mi compañero. Éste relinchó, los demás caballos se dieron la vuelta y huyeron. Mi compañero, que ahora era mi montura, se giró y quedó paralizado, yo estaba distraída mirando como huían el resto de la manada. Una vez se fueron todos, me giré y lo vi aterrorizado.
—¿Qué te ocurre? —pregunté preocupada.
Cuando miré al frente, contemplé que había un monstruo enorme, por no exagerar. Estaba cubierto de pelo, tenía pezuñas en lugar de pies y dos enormes cuernos asomaban por su cabeza. Parecía una persona mezclada con un toro, o eso parecía. Mi caballo relinchó asustado y le di una señal para que escapara.
—¿Qué demonios? ¿Qué aberración de enemigo me has traído, demonio asqueroso? —grité furiosa.
—Ahórrate los insultos y los gritos, ángel. Los necesitarás para cuando se acerque tu fin. ¡Jajajaja!
—Joder... —llevábamos un rato huyendo, mi caballo se estaba debilitando.
—¿Estás bien? Creo que ya es hora del enfrentamiento. ¡Vamos, da la vuelta y ve hacia él!
Éste se negó y retrocedió asustado. El minotauro, o como se llamase, se acercaba más a nosotros. El pobre caballo relinchó de nuevo y esta vez levantó las patas delanteras.
—¡No hagas eso! —solté antes de caerme. No pude agarrarme, y fui de cabeza al suelo—. ¡Ay! —lamenté la caída—. Podrías no haberme tirado, eh... —dije mientras me rascaba en el lugar de la cabeza donde me golpeé.
Me puse en pie lista para combatir. Sentí que algo me agarraba. Di la vuelta y vi que el caballo estaba mordiendo mi capa.
—Tranquilo —le acaricié la crin—. No me va a pasar nada. Ahora vete con los tuyos, te necesitan.
Rechazó mi orden con la cabeza.
—Está bien, pero aléjate un poco. No quiero que te hiera.
Asintió y se alejó unos pasos. Yo abrí las alas y planeé hacia la bestia. Saqué mi espada, que suplicaba por ser despertada. Lo hice y ataqué. Con el primer ataque sólo le corté un poco de pelo. Notó mi presencia y lentamente se giró hacia mí. Tenía ventaja, ya que yo tenía más velocidad al ser más pequeña. Esquivé sus puños y le di una patada en el brazo. Después, di vueltas alrededor de él, mareándose. Cayó al suelo, pero consiguió cogerme de un ala antes de derrumbarse. Me golpeó varias veces contra la superficie y luego me lanzó al aire. Di unas vueltas mientras intentaba estabilizarme y volví a atacar. El monstruo consiguió levantarse. Recibió un corte de mi espada en su cara, gimió y movió la cabeza dolorido. Bufó mientras me miraba furioso. De notaba que estaba enfadado.
Intenté herirle otra vez. Le hice un montón de cortes por todo su cuerpo.
Mientras le rajaba, procuraba no ser golpeada, aunque recibí algún que otro puñetazo. No eran muy rápidos, pero eran muy potentes, lograban lanzarme lejos de él. Los dos estábamos heridos y el cansancio de ambos era cada vez mayor. Desvié la mirada hacia el caballo para asegurarme de que estaba bien.
Suspiré y le saludé con la mano. Empezó a relinchar asustado, como si quisiera decirme algo.
—¿Qué pasa?
Éste levantaba las patas delanteras y las bajaba. Cuando me di la vuelta, el minotauro me derribó de un empujón. Mi cuerpo quedó inmovilizado.
El monstruo me dio una patada con una de sus pezuñas y rodé por el suelo. Eso dolió. Sabía que iba a perder. Me agarró con una de sus manos y me apretó para aplastarme. Saqué mis manos e hice lo posible para poder soltarme. Conseguí escapar, mi enemigo movió la cabeza para herirme con los cuernos y los esquivé por los pelos. Sin embargo, la segunda vez no pude esquivarlos, me clavó uno de ellos en el costado. Chillé como nunca antes lo había hecho, estaba agonizando, el dolor que sentía era atroz. Mis alas se debilitaron y me precipité contra el terreno. Escuché relinchar a mi caballo. Cerré los ojos y apreté los dientes intentando aguantar el dolor. Me percaté que me estaba desangrando. La armadura estaba completamente destrozada, tenía un enorme agujero. Menos mal que la armadura ha resistido parte del ataque, de lo contrario ya estaría muerta.
El minotauro se acercó lentamente al lugar en el que estaba tumbada e indefensa. Levantó una de sus patas para aplastarme y la bajó sin piedad. Cubrí mi cara, estaba preparada para ser aplastada, pero sólo noté el suelo temblar. Aparté las manos y vi que el caballo me tenía cogida por la capa y me arrastró lo más lejos del combate.
—Tú... Me has salvado.
Me subí a sus lomos y dio vueltas alrededor del monstruo.
—Cuando te avise, llévame hasta su cabeza —le susurré.
Éste lo captó y siguió cabalgando.
Mostró valentía y estaba dispuesto a ayudarme a ganar. Se enfrentó cara a cara al minotauro y me puse de pie en su lomo. Silbé para darle la señal y el caballo levantó su grupa, impulsándome. Revage estaba ya estaba ardiendo, lista para destrozar.
Le corté parte del hocico, y luego, corté su cabeza en dos. Sus sesos se desparramaron por la superficie e hice un gesto de asco de los desagradable que era ver aquello.
Aterricé, respirando aliviada. El minotauro había sido eliminado y yo había ganado. Fue un adversario duro de matar.
El combate tenía sus consecuencias, comencé a tener mareos y a vomitar. Mi cabeza daba vueltas, me desplomé contra el suelo. Me limpié la boca con la capa y el caballo me lamió la mejilla. Le acaricié y le dije:
—Ya es hora de que regreses, caballo. Gracias por tu ayuda. Ve y cuida de los tuyos —tras despedirme, se marchó galopando.
—Mmm... Tienes suerte. Era uno de mis monstruos más fuertes. Enhorabuena ángel. Has superado la prueba por muy poco. Ese caballo te ha sido de gran ayuda, si no lo hubiera puesto ella... Pero quedan muchos enemigos con los que luchar.
—No era muy fuerte de digamos... —comenté mientras me recuperaba.
La armadura volvió a estar en perfectas condiciones, las heridas se curaron, incluso el agujero provocado por los cuernos de esa bestia. Me sentía como nueva.
—El siguiente desafío te espera.
Me levanté, guardé mi espada y fui cambiada a otro lugar.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top