43. Tiktoker
Minder High
Alumna: Kevin Warner
Uno, dos, tres, cuatro. Giro, giro, vuelta y media.
Ay, no a la derecha.
De nuevo, uno, dos...
-¿Nueva coreo, Kev?
Ariadna entra en el cuarto y me interrumpe mientras estoy frente al espejo intentando hacer un challenge de tik tok dance.
Pero la muy idiota podría haber causado un caos, si el vídeo hubiera sido un live, me lo hubiera arruinado todo.
-¿No te enseñaron a golpear, boba?-me quito los auriculares con la música.
-Lo siento, esta es la habitación que nos toca compartir a las tres del grupo.
-No me lo digas, largo.
-Pero...
Ella cierra la puerta y pasa hasta el aparador.
-Buscaré pijama y dormiré en otra parte. Qué rayos.
Ella sigue hasta terminar lo suyo, lo busca y sale por la ventana. Yo vuelvo a verme en el espejo y le sonrío a mi cabello azul, últimamente habérmelo teñido fue la mejor decisión, he subido más de cien seguidores desde entonces.
Es que si estás scrolleando el inicio de tu feed y de pronto te encuentras a una chica de pelo como el mío así toda diosa, lo primero que piensas es "Wao, Angie Velazco me sigue en tik tok", pero no, dah, ¡soy yo!
Así que vamos de nuevo.
Sin embargo, se me sale la cámara y devuelve el inicio, perdiendo así la primera parte del vídeo.
En su lugar se ha puesto uno bien feo de una chica bien fea que está en una tienda cantando o imitando mejor dicho "bienvenido, qué le doy". Por favor, por esa idiotez le han dado cien mil likes, debe tener seguidores que no saben de la calidad. De la buena.
Necesito rivotril.
Saco el tik tok un momento y reviso mi cartera. No me ha quedado. Pero sí sé dónde hay y es el botiquín de emergencia con seguro, llave a la que tengo acceso con una copia porque mi papá es socio fundador de esta academia y paga mucho dinero para que yo pueda venir cada verano con beneficios particulares. O acaso se piensan que la gente me ama sólo por mis seguidores en instagram. Bueno, sí, también, no todo es mérito de mi familia, también yo tengo muchísimo talento. No es fácil tener que mantener activos a todos esos seguidores atentos a mis redes.
Guardo el móvil y salgo del cuarto, dirigiéndome por el pasillo de la residencia de mujeres hasta las escaleras que bajan los pisos.
Sin embargo, capto algo extraño al pasar por una de las aberturas.
Entorno los ojos y contemplo que da a la oficina central con la casa donde el director y la profesora Waisman viven dentro del campus.
¿Pero qué sucede?
Hay dos perdedores en la parte de abajo, escondidos tras un arbusto mirando hasta el otro extremo de la casa.
También echo un vistazo donde estos se dirigen y capto una luz encendida en la planta alta de la casa.
Descubriendo así que las luces identifican a una silueta imposible de confundir. Mi angelito está ahí, ¿saltará por la ventana?
No.
En su lugar, arroja algo hasta abajo.
A las manos de alguien que lo recibe y le da un Ok en señal de que salga.
Azael.
Caray, es Azael quien luego va hasta los perdedores ocultos tras los arbustos. Que son...¿Rasta? ¿El compañero de habitación de Ángel? O de su antigua habitación, todos sabemos que ser hijo del director implica tener una para él solo.
Pero también está con Azul.
¿Así se llamaba esa, verdad?
Pero, ¿qué hacen a estas horas de la madrugada corriendo por el predio, en los alrededores de la casa del director?
Sigo observando. Esto no quedará así.
Hasta que sucede algo. Las puertas traseras del garaje se abren, por todos los cielos, que el Rubius los perdone, ¿adónde se creen que van?
¡CARAY! ¡LA CAMIONETA DEL PROFESOR!
De pronto la sacan. Ángel es quien baja la portezuela y lo próximo que veo es la manera en que se van todos hasta el exterior de Minder, lugar donde vivimos en cuarentena para que la gente normal no descubra que hay gente muerta aquí.
Y ellos están a punto de violar las normas, los secretos, nos están exponiendo a todos.
Las puertas se abren.
Y ya no están.
¡¿Qué acaban de hacer?!
No puedo quedarme aquí de brazos cruzados, no señor.
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#ÁNGEL
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https://youtu.be/SpvwnZMaOs0
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