12. Huye
Azael. Sus ojos. La mujer tras de nosotros. De espaldas. Su cabello negro, sus brazos pálidos, el vestido andrajoso, la luz de la vela...
Nunca antes había sentido verdadero peligro por mi vida. Por mí misma. Sumada una profunda desconfianza hacia todo el mundo.
Lo único que pienso es en que debo huir.
Hasta que una corriente de aire gélido atraviesa mi piel y el horror termina por apoderarse completamente de mí.
-Maria... Sangrienta-escucho farfullar a Azael.
Quien luego me mira a mí y la llama de la vela se apaga.
Sumergiéndonos a ambos en absoluta oscuridad.
Es cuando sé que debo hacerlo.
Huir.
Aunque eso implique tener que pasar alrededor del chico que me trajo hasta acá y me encerró, llamando a un demonio.
Si mi vida fuese una historia de wattpad, seguramente los lectores se estarían preguntando "qué carajos le pasa a esta chica que recién llega a la escuela, sabe que todos están loquitos y aún así decide encerrarse en el baño de un piso inhabilitado con un chico completamente freak, bajo la promesa de que llamarán a un espíritu".
Pues, en mi defensa, puedo invitar a esas personas a imaginarse a sí mismas en una situación así. Completamente sola en un lugar potencialmente peligroso, con la única esperanza de encontrar a alguien dispuesto a ayudar.
Y que es terriblemente atractivo. Júzgame de loca pero es similar a Damon Salvatore, quizá a los diecisiete años: quijada cuadrada, cabello negro, ojos claros sumamente preciosos. Y con intenciones de ofrecer ayuda.
Si a las lectoras de mi vida le sucediera algo así, pensarían que se sacaron la lotería.
Pero no, chicas.
Hasta en la vida real, los chicos guapos son también los más problemáticos.
Nunca será demasiado tarde para escapar.
Azael no se opone, solo dice:
-¡Dónde vas!
Lo sorteo en cuanto obstáculo, abro la puerta y salgo corriendo a tientas en medio de la oscuridad, palpando alrededor en busca de luces o algo que sea útil. Lo único que quería hacer era conseguir una maldita tabla de ouija para corroborar si verdaderamente pude contactar con mi hermana o si fue un vil engaño.
Pues, luego de la mujer que apareció con la oración, las fuerzas sobrenaturales ya se ganaron un punto en su favor.
Me choco con algunas cosas de la sala de profesores, intentando inútilmente rastrear la luz.
-¡Azul, dónde vas!-escucho la voz de Azael tras de mí mientras encuentro por fin la puerta. No ha de estar él muy lejos.
-¡Aléjate de mí!-más que una orden acaba de sonar como una súplica.
-¡No voy a hacerte daño!-promete.
Pero no le creo.
-¡¿Y por qué no enciendes a luz?!
No responde.
Una vez que salgo, cierro de un portazo y me aventuro en el pasillo corriendo a grandes trompicones por la dirección en que llegamos, guardando la esperanza de que nadie se haya dejado una pelota de béisbol tirada en el suelo o similar.
-¡AZUL!
¡POR LAS BARBAS DE LUCIFER!
Otros pasos percibo caminando en la dirección por la cual corro.
Me detengo de inmediato.
-¡AZUL! ¡¿Estás acá?!
Es Ángel.
Otro peligro potencial.
De pronto mil ideas horribles se cruzan en mi cabeza.
Parecía ser que Azael no le caía bien, pero ¿y si fue todo un teatrito mientras que el verdadero objetivo era secuestrarme? O algo parecido.
¡Qué quieren de mí!
-¡Azul!
Esta vez la voz viene de Azael, algunos metros tras de mí. Está corriendo. Me han acorralado, las opciones se terminan.
Mi reacción de escape primera es agolparme contra una puerta al costado, encuentro la manija, la giro y consigo entrar.
No es mala idea prender la luz, pero por suerte, la manija tiene cerrojo redondo, lo paso y quedo encerrada. Algo podré hacer. Hasta que recuerdo mi móvil. Lo saco y miro alrededor. Encuentro la perilla de la luz e intento encenderla, pero capto que si lo hago, será el perfecto anzuelo para que me atrapen.
Entonces miro alrededor. Hay mesas, sierras, clavos, trozos de madera, aserrín... Estoy acá. El taller del que Azael me hablaba.
Donde hacían las tablas. Rastreo en todas las direcciones hasta que contemplo una estantería con cajas. Hay tierra y telas de araña, pero, en cuanto me acerco a dichas cajas, encuentro con que las cosas han sido revueltas.
Hay tablas.
Las saco. Algunos de hecho son tableros de ouija, en otro de los empaques está la tablilla, o el "ojo" necesario para jugar.
Pero hay más.
Hay cuadros.
Los saco uno a uno y dejo encendida la linterna del móvil.
Voy dejando los cuadros sobre la mesa, uno al lado del otro. El taller está repleto de interesantes pinturas con un estilo antiguo.
Hay damas, caballeros y familias en sepia, blanco y negro, más tonos similares. Mi corazón se encoge al notarlo. Las cabezas son de animales.
¿Qué diablos sucede aquí?
De pronto escucho un ruido dentro de la habitación.
Miro alrededor.
Despliego la luz de la linterna por todas partes.
Y de manera instintiva, lo primero que hago es alumbrar la puerta.
Que está...
...abierta.
-Bú.
Miro a mi costado.
Ángel me cubre la boca y me empuja hacia atrás.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top