ÁNGEL

El peso en su espalda era mucha por mantener. Una persona tiene problemas pero por más muchas que tenga, siempre tendrá aquel peso cuando se adentra al mundo real, donde cada uno debe depender de uno mismo, sin ayuda, sin amigos, sin familia...

Sin nada.

Sólo él y el mundo era lo único que necesitaba, admitía que el principio de todo se desarrolló, por más difícil que fuera él lo superaría sin dudar.

Ahora tenía todo lo envidiable; casado con una mujer que atraía a cualquiera y lo eligió sólo a él, una empresa la cual el manejaba, y todos los lujos que el podía ofrecer sin dudas a alguien. Su madre en cambio, era su adoración, le daba todo lo que necesitara sin rechistar. Si ella lo quería se lo daría. Julissa, su querida y adorada madre era la única persona la cual podía estar más libre pero sin dejar su mirada sería desde aquel cambio.

No había sonreído desde antes de su graduación, ni en su boda, ni en nada más.

No como antes él solía hacerlo con naturalidad.

Tenia todo. Fama, dinero y esposa. La felicidad que todo ser humano quiere, sin embargo, el no la tenia. No necesitaba cosas para serlo, su esposa la amaba, eso sí. Pero no era ella quien le podría brindar la felicidad que había prometido el día en que sus vidas se juntaron hasta su muerte y después de ella.

Había alguien más quien podría dársela...pero era demasiado tarde para regresar en el tiempo y volver a rehacer todo lo malo que le había hecho.

Tanto en cuerpo como alma.

Podía admirar las personas de la recepción recibirlo con gusto mientras sólo decía "Buenas noches" al pasar. Entró al ultimo piso, que era todo de él, siendo recibido por una mujer rubia con una bella sonrisa. Agradecía al tenerla ahí, si se juntaron fue porque ella era la única quien lo quizo con todo y defectos que nadie más hizo a excepción de su madre. Ademas...tenían algo en común...

Extrañaban a la misma persona...y tal persona fue quien las unió.

Era cierto que aquel, fue el más decisivo en la relación, fue el primero en enamorarse y el primero en verlos juntos...a los tres en uno mismo.

Podría hasta decir que lo extrañaba más que nadie, pero seria mentir, ya que su amado esposo era el peor cuando se trataba de él.

Deshizo la corbata roja que poseía el castaño para darle al fin aire, le saco su saco negro para colocarlo en el perchero y asi dirigirse a la habitación para por fin tener un descanso.

-Fue un día difícil por lo que veo...Tu madre me lo contó.

-Ahora no quisiera hablar de eso.

Asintió la ojiceleste para entrar al baño con su ropa interior y pijama para darse un baño y asi cenar.

Derramó un par de lágrimas las cuales seco rápidamente negando, debía ser fuerte. Por ella, por Freddy...por su amor.

Por él...

Mientras pensaba como hacerlo sin dañarse en el intento, el otro ojiceleste se quitaba sus costosas zapatillas junto con los zapatos de su esposa para colocarlo en el cuarto del armario. Suspiró con pesadez mientras negaba lo organizada que era ella.

Por eso se enamoró y sigue con ella...tenían demasiadas cosas en común para ser igual tan opuestos.

Sintió ora punzada en su pecho, era la quinta vez en el día y le llegaba a preocupar, pero no queria pensar en las consecuencias de no ir con un doctor ya. Simplemente no volvería al lugar quien le quito aquella oportunidad. Y por más que doliese no queria recordar que también el puso su parte en eso.

Por la simple razón que no volvería a ese horrible lugar quien lo marco para siempre.

Se abrió la puerta dejando ver a Joy con una pijama simple, siempre fueron así, simples pero elegantes en su forma.

Aunque no lo mostraría sonrió internamente por la imagen, su amada pequeña era tan tierna.

-¿Piensas entrar?

Asintió para tomar sus cosas y antes de entrar al cuarto del baño acarició las claras hebras de la menor viendo su sonrojo aparecer entre aquellas esponjosas mejillas.

Paso así toda una semana. Nada sonrisas por parte del mayor, pequeñas platicas que solo recurrían al un "¿Ya comiste?" "Deberíamos cenar." Y "¿Cómo está tu madre?" Porque si, ellas eran la causa del que ambos sigan en pie emocional, física y psicologicamente.

Pero lo que llegó a preocupar a Joy fueron los dolores en el pecho del mayor, eso sucedía entre las cenas y en las despedidas de la mañana antes de que se marchasen a su trabajo. Y por más que dijiera que fuera a ver un doctor sabía claramente la respuesta de Freddy. "-No..." algo que sabe que heredó de su terco padre (Según Julissa) y él.

-Te digo que por favor vayas Freddy -le dijo sin usar su característico "Osito" en la oración. -, todo esto no es normal.

-Tranquila cariño, estaré bien...-intento de tranquilizarla viendo el fracaso de aquello, su esposa seguía mirándolo preocupada. Alejo un mucho de su frente y la beso en esta.-. Anda~

-Te llamare constantemente, si no contestas alguna, dejaré mi trabajo en segundo plano para ir contigo. -Si. También era terca ella.

-No dejes tu trabajo por mi -negó, viendo el puchero de la menor quien tenía sus mejillas infladas también. Aplastó estas viendo el rostro de Joy fruncir el ceño. -, no quiero ver que la mejor abogada pierda su trabajo por mi.

-Por más que mejor sea, no evitare preocuparme señor Fezbear.

-Yo tampoco por usted señora Fezbear. -volvió a besar su frente, aún sin sonreír y desaparecer de la vista de la rubia.

-Por favor...no te vayas con esa condición.

Susurró con dolor, tenía un horrible dolor en su pecho para no pensar lo peor, recordó aquel día en el que visito a su suegra para almorzar algo hecha por ellas, cuando un tema salió a la luz.

-Mi esposo falleció por un paro cardíaco.

-¿Enserio?- preguntó dejando su té en segundo plano.

asintió. -El problema en el, corazón es hereditario en la familia de mi esposo, pero esto no solía pasar desde el padre de Freddy.

No queria ni siquiera pensar en la posible posibilidad que había en donde Freddy haiga heredado aquello.

Si eos era, entonces...

Solo pediría que él fuera quien lo recibiera en aquel bello lugar donde todos llamaban cielo.

Por qué si, Joy consideraba a Freddy un ángel el cual necesitaba descansar en el lugar donde provino, donde Dios lo envío hacia aquella mujer que es su madre Julissa quien lo crío y cuidó y aún lo sigue haciendo.

Pero ahora volvería.

O eso pensaba ella.

La noche había llegado, y Freddy se dirigía a su hogar en su auto.
Sintió de nuevo aquella punzada en su corazón para color su mano en su pecho, esta era la octava vez que ocurría en el día, pero había llegado tan fuerte que su mano lire se sujeto fuertemente en el volante para salir disparado hacia una esquina donde el auto revolco haciendo que chocase su cabeza en el volante para que al final saliera sangre por está.

Abrió un poco lo ojos por el duro golpe, pero cuando proto los abrió volvió a cerrarlos por el nuevo dolor en su pecho, sintió que el aire se acababaria pronto, sus reparaciones eran agitadas, escuchó las sirenas de una ambulancia o policía que para su último suspiro, su mano dejará de apretar su saco y dejarla caer el frío cristal del auto el cual se había roto.

¿Todo terminaría así?

¿Ya se había acabado todo?

¿No volvería abrir los ojos?

No lo sabía...

°

°

°

Sintió una luz cegarle aún con los ojos cerrados, los abrió de a poco para que no lo deja se ciego o algo por el estilo.

Miro a su alrededor, esperando que talvez, y sabia lo talvez haiga sido un sueño, no queria ni siquiera imaginar que estaba en un hospital. Pero fallo, estaba todo su alrededor en penumbras. Tocó su frente esperando una cicatriz o marca por el golpe. Nada.

Se había esfumado.

Se tocó su cuerpo verificando estar completo, todo estaba en su lugar. Negó repetidas veces cuando vio un espejo, no podía estar pasando.

Estaba dentro de su mente nuevamente, no lo miraba con temor a volver lo de antes, si no que cuando viera por el espejo no encontrará nada.

Aquel espejo era el que tenia la luz, ahora que lo veía, era una ventana.

La ventana quien separaba a dos seres opuestos.

A dos personas similares.

A dos hermanos.

Se paró lentamente, dio un paso viendo como ondas salieron, como si hubiera tirado una podrá en un charco de agua. Siguio caminando con las ondas esparciendose por todo el lugar (o hasta donde lograba ver su vista) para borrarse lentamente y que nacieran otras.

Tocó el vidrio el cual contenía una grietas, miró con melancolía esta detallando con su mano la superficie.

Llevaba años sin estar ahí.

Sintió sus ojos humedecer para soltar algunos hipidos, cuanto le extrañaba, sus risas, sus sonrisas ladinas y su sarcasmo.

-Freddy.

-¿Fredd?

Volteó su cuerpo lentamente para encontrarse con Fredd fuera de espejo, le veía diferente, una playera negra con las mangas blancas, pantalones negros y tenis rojos, tan juvenil, no se había visto, el mismo había vuelto a ser el chico inseguro de dieciséis años. Pero lo qu más captó su atención fueron aquellos ojos azules como lo de el, era iguales, solo que el cabello d e la persona frente a él estaba as oscuro, llegando ser casi negro.

Sonrió por primera vez en años,  aún con las lágrimas en sus ojos siendo esparcidas por sus mejillas, corrió hacia el hasta estar a unos pasos.

Dos pasos era lo que los separaban. 

-Te ves...diferente.

-Todos cambiamos Freddy.

Asintió. -Te extrañe.

-Wow...nunca me prepare para escuchar eso de ti. Me hubieses avisado con anticipación hace un par de años.

-Par de años...-bajo la cabeza sintiéndose mal. Fue su culpa el haberlo hecho desaparecer.

-Hey...tranquilo -lo tomó de los hombros. -, no te culpes de las cosas que pasaron, ninguno sabía que sucedería. Juro que papá ni mamá tampoco.

-Te extraña.

-No lo creo.

-Si -confirmó. -, eres su hijo de todas formas.

-Lo fui...pero, sabes lo que sucedió.

-Eso no permitió que no te quisiera.- el castaño más oscuro asintió.

Alejó sus años de los hombros del ojiceleste, para comenzar a caminar hacia la ventana.

-¡No! -paro su paso. -¡No vuelvas a abandonarme! Ni a mi...ni a Joy por favor.

-¿Eh? -dijo dudoso mirándolo por su hombro. -. Esperaba a que me siguieras.

-¿Seguirte? -ahora él era el confundido. -¿A dónde?

-Con papá.

-Pero si papá esta...-abrió sus ojos y Fredd extendió su mano mirándolo con todo su cuerpo dirigido a él. -.Fredd, ¿Dices que...?

-¿Quieres venir conmigo? -le interrumpió.

Era cierto que queria, pero ¿Qué pasaría con su madre y Joy?

Pero...después de todo...Fredd estaba ahí, extendiendo su mano hacia él con una sonrisa cálida esperando a que viniera con él... con su padre.

Como siempre quizo.

-¿Eres el cordero por fuera Freddy? -Preguntó. -Tu sabes que tienes aquel lobo que quiere mostrar lo que eres... y no uno malo, si no el ángel que todos tenemos en el interior, mostrar nuestro yo sin preocuparnos de lo que opine los demás... de...

No término de hablar hasta que sintió su mano juntarse con la de Freddy y se abrazado por este.

-Volvamos a casa hermano...

-¿Junto con papá? -Fredd asintió. -bien hermano.

Se abrazaron más fuerte sonriendo mientras más lagrimas salían de aquellos par de ojos azules.

Mientras que una maquina dejaba de contar lo latidos de su corazón.















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