5.
Olvidé mencionar en las notas de la historia que al ser un AU iba a modificar las edades xd.
Canónicamente Elsa y Anna se llevan 3 años, aquí en este AU decidí que ellas se llevarán 6 años de diferencia.
Actualmente Elsa cuenta con 27 años mientras que Anna cuenta con 21 años. Por esa razón, Anna aún sigue estudiando la universidad mientras que Elsa es totalmente independiente.
→Jack y Elsa son de la misma edad, no más para aclarar.
Pd. Te odio wattpad por quitar la mayoría de los guiones largos.
Elsa (9 años).
Mi hermana Anna cumplía tres años y mis padres habían organizado su cumpleaños en grande. Sus amigos y empleados estaban aquí en mi casa festejando a Anna.
—¡Agnarr, es igual a ti! -uno de los amigos de papá gritó enfrente mío-. De las dos, ella es muy parecida a ti -el amigo de papá veía a Anna comer su pastel en el comedor.
—Es claro que iba a ser igual a mí, es mi única hija -escuché a mi papá-. Elsa... Elsa es un caso especial.
—Vamos hombre, Elsa también tiene algo tuyo -su amigo me miró y saludó sonriendo-, claro, de no ser por el cabello.
—Dejemos este tema en paz ¿Quieres? -miré a mi papá y él volteó a verme, parecía enojado por la forma de sus cejas.
Miré mis manos y decidí subir a mi habitación, cuando papá me mira de esa manera prefiero alejarse porque suele enojarse bastante conmigo y luego él y mi mamá pelean muy fuerte
(...)
—¡Llegué! -avisé entrando a la casa, claramente no recibiría alguna respuesta pero me veía en la necesidad de informar mi llegada.
—¡Elsa! -escuché un grito del cuarto de la lavandería. Mi hermana de tres años vino corriendo y noté que estaba llorando.
—Anna ¿Por qué lloras? -dejé mis cosas y me puse a su altura, ella llegó agitada y con los ojos hinchados-. ¿Mamá dónde está?
—Eta en tabajo -dijo tomando bocanadas de aire-. Elsa... M-mis alas...
—¿Qué suceden con ellas? -miré su espalda y noté que por primera vez en días ella no llevaba sus alas de hada. Las ha usado desde que las recibió de regalo en su cumpleaños.
—Mamá... L-lavó mis alas -volvió a llorar con fuerza y se abalanzó a abrazarme-. Son mi-mías, y-yo las quiedo aquí -sobé su espalda.
Suspiré mirando inconscientemente al techo, realmente no podía hacer nada. Ella no se detendrá hasta tener de nuevo sus alas y seguramente mi madre dejó a Anna sola para evitar situaciones como estas.
Realmente no me sorprende.
Miré a un lado mío y vi la bolsa de galletas que había comprado antes de llegar a casa, me costó los ahorros de dos meses. Tal vez a Anna le gusten y deje de llorar y estar triste por sus alas.
—¿Te hará feliz comer galletas? -pregunté y Anna se separó de mí con un brillo en los ojos y su boca abierta.
—¿Galleta? -preguntó juntando sus manos.
—Mjm, compré galletas de camino a casa ¿Gustas acompañarme a comerlas? -le invité y ella asintió rápidamente limpiando sus lágrimas con la manga de su suéter-. Vamos a la cocina.
Fuimos a la cocina y una vez ahí comenzamos a comerlas no sin antes acompañarlas con un vaso de leche. Había pasado la hora de comida, así que esto sería el postre de Anna.
—Galleta, galleta -Anna taradeó con la boca llena. Reí al verla y cuando tragó el bocado me miró señalándome con una galleta-. ¡Edes una galleta! -gritó.
—No soy una galleta, soy tu hermana y me llamo Elsa -corregí recordando la amenaza de mi madre, no debía dejar que Anna tuviera esos comportamientos porque podrían perjudicarle a la larga. No quería un regaño.
—¿Y si te digo galleta? -Anna infló sus mejillas sin apartar la vista de mí-. Mamá no va a sabel -juntó sus dedos índices y los miró.
—No quiero tener problemas con mamá... -Anna se quejó-. Agh, bien, pero que no se entere nadie ¿Lo prometes? -la miré y ella asintió rápido.
—Lo pometo, pol la galita -levantó su dedo meñique, enganché el mío con el suyo.
(14 años)
—¡Elsa! ¡Galletita! -mi cuerpo se movió y al abrir los ojos vi a Anna encima mío-. ¿Por qué no dejas de dormir? ¡Papá y mamá jugaron conmigo en la nieve!
—Oh... ¿Lo dices en serio? -pregunté recibiendo un "sí" alegre de Anna- ¡Eso es genial! ¿Lo disfrutaste?
—¡Sí! Pero me hiciste falta tú -se quejó.
Traté de calmarla diciéndole que estaba demasiado cansada por la escuela. No sabía cómo explicarle a mi hermanita que papá y mamá no soportan verme y que en realidad no me permiten participar en actividades como estas con ellos.
—¡Anna! -escuché a mi padre gritar, entró a mi habitación y nos miró-. Baja a desayunar, tu madre está esperando -cuando me miró me senté en mi cama y su semblante se volvió serio-. También el tuyo -lo vi cerrar la puerta.
—¿Por qué papá es así contigo? -preguntó Anna tomando mi mano y haciéndome bajar de mi cama.
—No lo sé..., ¿Sabes qué? no te preocupes por mí -le sonreí acariciando sus trenzas.
Bajamos a desayunar, tomé mis platos y me senté a un lado de mi madre. Anna se sentaba en medio de mis padres, ambos parecían felices pero en realidad yo no podía olvidar como ayer en la noche se peleaban. De nuevo por mi culpa.
Anna no era como ellos y espero que nunca lo sea, a sus cortos ocho años ella era muy diferente a mis padres. Papá es muy cortante conmigo y mamá apenas puede verme. ¿Motivos? Para ser sincera no lo sé, nunca he sabido por qué ellos son así. ¡Los padres deben querer a los hijos! Al menos eso me dicen en mi escuela.
(15 años).
—¡No puedes dejarme, tenemos a las niñas y no puedo con ambas! -nuestros padres discutían enfrente de nosotras en plena cena. Anna se apegaba a mí y yo la rodeaba con mi brazo para luego acariciar su cabeza, odia los gritos y ruidos fuertes.
Lo que odiaba de sus discusiones era que después tendría que calmar a Anna. Mi hermana detesta que ellos peleen, tengo que subirle los ánimos leyéndole algún libro, jugando con ella o comprando galletas. Hay ocasiones en las que debo dormirme con ella porque no logra conciliar el sueño.
—En realidad solo tendrás que preocuparte por Elsa, los gastos de Anna los cubriré con la pensión -las palabras de mi padre hicieron que mi madre volteara a verme con odio.
Al menos agradezco que me mirara con odio, bien podría golpearme. Supongo que es un punto positivo en todo esto, nunca me ha golpeado, pero sus simples miradas de desagrado eran suficientes.
—No me mires con esa cada de confusión, Elsa. Sabes que por tu culpa estamos así -desvié mi mirada y apreté mis labios para no contestarle- ¿Te comió la lengua el gato? ¡Habla!
—¿Qué quieres que diga? -murmuré sin mirarle-. Te he pedido perdón muchas veces y dices que eso no funcionará... -miré mis manos-. Puedo... Puedo conseguir dinero si hago trabajos extra en la escuela...
—Ahí tienes tu solución -exclamó mi padre-. Iduna, ambos sabíamos que esto llegaría y sabías de Sara desde hace mucho. Ella no tiene problema con convivir con Anna y hacerse cargo los días en que me pueda dar el juez para verla, puedes estar tranquila en eso.
Mi madre no dijo nada, tan solo gruñó y siguió mirándome con recelo.
No tengo la culpa ¡Yo no pedí ser así!
(19 años).
—¡Anna, date prisa! —gritó mi madre desde la planta baja— ¡Tú padre ya vino por ti! Esta niña, nunca está a tiempo.
Hubo un silencio hasta que mi madre se posó delante de mí. Dejé de comer para mirarla.
—Sirve de algo y ve con tu hermana, la quiero abajo en dos minutos o su padre se pondrá histérico —su tono era frío conmigo. Asentí sin decir alguna palabra y subí a la habitación de Anna, ella estaba extendiendo su cama.
—Anna, mamá está a punto de explotar y tu no bajas -reclamé entrando a ayudarle—. Entra a vestirte, yo recogeré tu cuarto.
—¡Gracias, gracias! —Anna besó mi mejilla y corrió al baño a cambiarse.
—Yo te dije que limpiaras tu habitación ayer para que no tuvieras que hacerlo hoy, sabías que venía Agnarr —mencioné recogiendo su ropa sucia del suelo.
—¡Lo siento! En verdad, lo siento —escuché detrás de la puerta—. Hoy papá y Sara me llevarán a la feria que se instaló ¿Quieres acompañarnos? —Anna abrió la puerta y asomó su cabeza por el marco,
—Me encantaría, pero recuerda que ellos solo vienen por ti y yo debo ir a mi trabajo y regresar a casa para mis tareas —respondí mirándola—. Si puedes, tráeme algo, lo que tu quieras -le sonreí levemente.
—¿Lo que quiera? —asentí—. Bien.
Ella terminó de vestirse, bajó corriendo de las escaleras. Tomé las cosas que ella había olvidado en su habitación, salí y mientras yo bajaba las escaleras, ella se despedía de nuestra madre. Corrió hacia el auto de papá y le perseguí con sus cosas.
—Anna, olvidas algo —le llamé.
—¡Mis cosas! -gritó arrebatando su bolso de mis manos-—. Lo siento, prometo salir más temprano la próxima vez.
—Tengo la cabeza por otros lados -ella se rió-. Debe ser la etapa de los trece años —me reí levemente. Cada que cumple años ella dice que está en la etapa de esos años, es algo divertido escucharla.
—¡Elsa, qué hermosa trenza! —Sara gritó bajándose del carro para abrirle la puerta a Anna y que ella subiera— ¿La hiciste tú?
—Sí... Llevo practicando un tiempo —jugué con la punta de mi trenza. Llevaba dos meses usándola, me parece increíble que apenas alguien la notara.
—Chica, te queda genial —Sara sonrió. Anna se despidió de mí y subió al auto—. Adiós, es una lástima que no puedas acompañarnos —Sara alzó la mano y se despidió de mi madre que nos miraba desde la puerta y después subió al auto.
Suspiré cuando vi el auto partir. Mis padres se habían divorciado hace unos cuatro años y la única custodia por la que pelearon fue por la de Anna. Yo me quedé a custodia de mi madre.
Fue algo triste conocer las razones por las que son así... No sé que hacer, nunca pedí nacer con mi cabello platinado y mi tez pálida...
Mis padres eran un gran matrimonio hasta que yo llegué, mi padre pensó que sería igual a mi madre o a él, pero cuando notó que era pálida y platinada simplemente pensó que era el resultado de un engaño de mi madre, aunque físicamente soy igual a ella y tengo algunos rasgos de mi padre.
Por esa razón, el matrimonio de ellos se volvió en una mezcla de desconfianza y rencor; al nacer Anna, las esperanzas de que esa unión no fuera a romperse aumentaron pues mi hermana es igual a mi padre, tiene el mismo color de cabello, sus mismas expresiones y realmente parece hija de ellos dos.
Anna recibió toda la atención desde el momento en que nació, jamás le tuve envidia y nunca la odié, pero me dolía pensar por qué ellos actuaban diferente conmigo. Anna estaba rodeada de abrazos, besos y los tres jugaban cada tarde, mientras que yo debía pasar encerrada en mi habitación estudiando o realizando cualquier actividad para no molestarlos.
Al momento en que ellos se divorciaron, me tuve que ver en la obligación de realizar trabajos de pocas horas o cobrar por tareas para poder aportar con dinero a la casa, aunque ahora que lo pienso mejor, trabajaba para mantenerme a mí. Anna recibió pensión y de ese dinero mi madre tomaba algo para pagar servicios de la casa, así que en realidad yo misma pago mi hospedaje.
Entré a la casa cerrando la puerta y mi madre me miraba desde el sofá.
—¿Esperabas que te llevarán? —preguntó con una sonrisa burlesca.
—No, no lo esperaba —respondí—. Es una pérdida de tiempo para mí pensar que ellos podrían llevarme, además tengo cosas más importantes por hacer en este momento que ponerme a llorar por una simple salida a la feria —mi madre frunció el ceño.
—¿Cosas más importantes? ¿Cómo cuáles? ¿Tú tonta carrera mediocre? —cuestionó y apreté mi mandíbula—. No me sorprende que hayas escogido esa carrera, tu cerebro no llega para más.
—¿Es mi problema, no? Nunca te importó lo que hacía ¿Por qué ahora te interesa lo que estoy estudiando? —le reté.
—Sabes lo que hablarán las personas, se burlarán de que mi desafortunada primogénita decidió estudiar lo relacionado al marketing, comunicación y blah, blah —hizo pinzas con su mano burlándose.
—Que yo recuerde, nunca me presentas como tú hija frente a tus amigos. No te debería preocupar si ellos se enteran —sin que pudiera decir alguna otra palabra, subí rápido a mi habitación para poder prepararme para mi trabajo.
(20 años)
—¡Qué lo disfrute! Fue un placer atenderle —sonreí entregando la bolsa de libros al cliente.
—¡Siempre tan amable, Elsa! —gritó emocionado y se alejó.
Me dejé caer en la silla, amo mi trabajo de medio tiempo en la librería. Entran demasiadas personas, siempre estoy al corriente con libros nuevos y cuando los libros no se venden por mucho tiempo me los dan de regalo.
La otra parte positiva del trabajo, era la paga y me daba suficiente para repartir en casa y en mis estudios y en algunos lujos para mí.
—Disculpe, ¿podría atenderme? —una voz me sacó de mis pensamientos. Me levanté de la silla y lo miré.
—Bienvenido ¿En qué puedo ayudarle? —sonreí mirándole.
—Estoy en busca de estos libros —me entregó una hoja de papel con el nombre tanto del libro y del autor—. He estado recorriendo todas las librerías y ninguna los tiene disponibles, me urgen para mis clases.
—Espere un momento —revisé en la página que tenemos para buscar todos los libros. Ingresé los datos y me encontré con la mayoría disponible—. Estás de suerte, tenemos los primeros tres y el último nos llega en estos días —le miré-. Se los mostraré.
—Joder, muchas gracias —entrecerró los ojos acercándose a mí— ¿Elsa? —noté que leía mi gafete de empleada. Asentí—. Lindo nombre.
—Gra-gracias... —titubeé sonrojándome un poco. Aclaré mi garganta—. Están por acá.
Lo guié a la sección que necesitaba.
—Así que estudias veterinaria -comenté tomando los libros que pedía—. Debe ser cansado.
—Muchos dirán que lo es, pero me encanta mi carrera, los desvelos y el agotamiento es algo que vale la pena cuando haces algo que te encanta —dijo con una sonrisa.
—Entiendo ese sentimiento —me reí en bajo y le mostré los libros—. Por favor verifica que sean los que necesitas.
—Por supuesto que lo son, me acaban de salvar, estoy agradecido —me reí negando con la cabeza— ¿Dije algo gracioso?
—Hablaste como los alienígenas de Toy Story —comenté entre risas y él se unió conmigo—. Lo siento.
—Está bien, lo dije sin pensar —ambos dejamos de reírnos y el chico fijo su vista en mí.
Lentamente se acercó a mí y colocó un mechón de mi cabello detrás de mi oreja. Mi rostro estaba más allá del rojo e independientemente de ello, no pude evitar observar sus ojos azules. Eran muy hipnotizantes.
Una sonrisa apareció en su rostro y se alejó lentamente de mí.
—Sabía que te había visto en algún lado. Eres la imagen de la universidad ¿Cierto?, estás en el programa que hace la escuela ¿Arendelle, cierto? —asentí levemente—. Soy Jack Frost, un gusto.
Extendió su mano y la observé por un momento. Si las cámaras revisan que estoy haciendo esto con un cliente me terminarán corriendo.
—Un gusto, Jack... Discúlpame, pero debo trabajar —rasqué mi nuca nerviosa— ¿Llevarás los libros? —él asintió—, pasa a la caja para hacerte tu cobro —apreté mis labios y caminé lo más rápido que podía a la caja.
—Si te invito a salir ¿Aceptas? —dijo Jack al llegar a la caja.
—No debería hablar esto en el trabajo —murmuré registrando el código de barras del libro y haciendo la cuenta.
—Por eso mismo te invito a salir para que hablemos fuera de tu trabajo ¿Qué dices? —insistió.
—¿Salir con un desconocido? —enarqué mi ceja mirándolo de reojo— ¿Seré tan loca para aceptar eso?
—No soy un asesino —bufó.
—Eso diría un asesino —molesté. Indiqué la cantidad a pagar y él empezó a buscar entre su cartera.
—Estaré viniendo las veces que sean necesarias para que me aceptes una cita —entregó el dinero—. Solo te pido un café, si después de eso no quieres verme yo lo respetaré.
Suspiré antes de entregarle sus cosas y el cambio.
—Lo pensaré —le miré y le dediqué una sonrisa—. Fue un placer atenderte, Jack.
—Gracias, Elsa —sonrió y caminó para salir de la librería.
Que encuentro tan... peculiar.
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¡Hola! ¿Cómo están?
Si pude actualizar Martha.
En fin, espero les haya gustado <3
Los quería invitar a que leyeran un OS que publiqué en un libro aparte, si gustan leerlo ahí está en mi perfil <3
No hay más que decir AJABSJA
Sale bye, los tkm <3🤙
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