1.

Elsa.

Flashback.

—¿Entonces el capuchino es tu favorito? —cuestionó Jack observando lo que había pedido. Asentí esbozando un leve sonrisa—. Lo tendré en cuenta y vamos, sonríe en grande. Deberías presumirla, es muy hermosa.

Rápidamente me sonrojé y giré mi cabeza buscando con qué distraerme para que él no viera mi rostro.

—Lindo sonrojo —volví a mirarlo—. Me alegra haberte conocido, no miento. No todos los días tienes una cita con la chica más linda de la librería y aparte la imagen de la Universidad.

—Gracias por los halagos, supongo —recogí un mechón de mi cabeza colocándolo detrás de mi oreja.

—Eres muy tímida, suerte que soy un extrovertido que adopta a introvertidos —reí levemente y eso hizo que él sonriera.

Y de nuevo, volví a perderme en esos ojos azul zafiro; eran brillantes y tan profundos que fácilmente pueden hipnotizar a quien los vea.

Tal vez aceptar esta cita fue la mejor decisión que he tomado en mucho tiempo.

Fin flashback.

—Lamento la tardanza —Jack se disculpó tomando asiento delante de mi—, ¿Capuchino, eh? Es tu favorito.

—Gracias por recordarlo —comenté sin dejar de darle vueltas a la taza.

—Acabemos con esto rápido —suspiró — tengo cosas que hacer.

—¿Cosas qué hacer o ella te espera? —cuestioné logrando que él bufara.

—Por favor, no empecemos a pelear ¿Quieres? —noté que cruzó sus brazos—. Me está esperando, en realidad ella está haciendo algunas compras mientras estoy hablando contigo.

Auch.

—No les quitaré más tiempo —dije tratando de evitar que se notara el dolor en mi voz—. Te pedí charlar por última vez, pero veo que no estás en condiciones para hacerlo —Jack iba a hablar pero levanté levemente mi mano para indicar que seguiría hablando—, así que solamente entregaré unas cosas y no me vuelves a ver nunca.

—No entiendo para qué quieres hablar, es decir, esto acabó hace mucho y lo sabes —resopló recargando totalmente su espalda en la silla.

—Jack, para ti es sencillo que lo digas; pero para mi es una pesadilla que está torturándome y hago lo posible para ponerle fin... —sentí mi labio temblar—. Tenía la esperanza de que si hablaba contigo sobre lo ocurrido, tal vez... Solo tal vez, mi mente lo asimilaría mejor.

—¿Estás diciendo que quieres que repita todo lo que sucedió? —cuestionó enarcando su ceja, yo respondí asintiendo y tomando un trago de mi café—. No voy a hacerlo. No ayudaré a que sigas lastimándote, dejemos esto, es absurdo.

Desvié mi vista observando lo que se reproducía en la pantalla de la cafetería. No podía creer que en este mismo lugar tuvimos nuestra primera cita y aquí es dónde estemos terminando. Los lugares guardan tantos recuerdos, posiblemente nunca regrese a esta cafetería y es una lástima, el café es realmente bueno.

Intenté que el sentimiento no me invadiera, estoy haciendo todo lo posible para no romperme frente a él, pero rápidamente me regañé a mi misma por reprimir mis propias emociones. Debo dejar de hacer esto, no más.

—Que considerado eres preocupándote por mí y sinceramente es algo hipócrita de tu parte. ¿No quieres lastimarme más de lo que estoy? Creo que lo hubieras pensado antes... —sentí que Jack se removió incómodo en su silla y simplemente tomé aire enderezando mi postura—. No voy a obligarte a hacerlo. Traje algunas cosas que con toda honestidad no fui capaz de botarlas a la basura —del suelo tomé la bolsa que había cargado desde el departamento y lo puse delante de él—, espero que tu tengas el valor de tirarlas, ya que esto no significa nada para ti.

—Elsa... —murmuró abriendo la bolsa.

—Es una pena que hayamos terminado de esta manera... Había mejores formas ¿No lo crees? —me levanté de mi asiento—, espero que en ella encuentres todo lo que yo no fui para ti... Ojalá nunca tengas que pasar por eso, adiós Jack. Ah, y no te preocupes por el capuchino, ya lo pagué.

Lo miré y por última vez hicimos contacto visual. Recuerdo haber escuchado a alguien decir que sabes todo por lo que está pasando la persona con solo verla a los ojos; Jack solo tenía confusión y vergüenza. Ojalá él pudiera ver el dolor que me está destruyendo.

Estoy pagando un precio bastante alto y tal vez no estaría haciéndolo si nunca me hubiera enamorado de aquellos ojos de ángel como todos lo llamaban. De ángel no tiene nada.

Dejé de verlo y abandoné la cafetería sintiendo como si algo dentro de mi cuerpo estuviera faltando, finalmente había terminado todo, no quedaba nada.

Caminé por unos minutos hacia el departamento, entré en él y dejé caer mis cosas al suelo. Recargué mi espalda en la puerta tomando una fuerte bocanada de aire para después soltarlo lentamente.

—¡Hey! ¿Cómo estuvo todo? —Anna salió de la cocina, dirigí mi mirada hacia ella—. Ouh... Entiendo, fue más difícil de lo que pensabas.

—Se acabó —musité—. Todo terminó, Anna... —sentí una rara sensación en mi mandíbula y mi vista comenzó a nublarse—. Está hecho...

Reprimí algunos sollozos tapando mi boca con una mano y caminé torpemente a la habitación.

—¡Elsa! —Anna fue detrás de mí.

—¡Déjame en paz! —cerré la puerta una vez que entré a la habitación—, ahora no Anna... Por favor...

—Como tu digas. Estoy contigo, si necesitas cualquier cosa puedes contar conmigo, no voy a dejarte sola hermana —escuché a Anna detrás de la puerta para después alejarse.

Quité mis zapatos, cerré las persianas y me recosté en la cama. Dejé que todo esto que me consumía fuera expulsado y qué mejor que hacerlo llorando.

¿Qué hice mal? ¿En verdad soy la culpable? Oh dios, si tan solo hubiera sabido hablar o establecer una mejor comunicación esto no estaría pasando. ¿Acaso no me amaba tal y como soy? ¿O es acaso que soy lo peor que puede existir y él tan solo me soportaba?

Golpeé un par de veces mi cabeza, otra vez estoy sobrepensando, hacer esto es malo, es malo. No debo hacerlo ¡Pero no puedo parar! ¡Estúpidos pensamientos! Sentí la opresión en el pecho y mis manos comenzaban a temblar, no otra vez.

—¡A-Anna! —grité lo más que puede, sentí que el aire empezaba a faltar— ¡A-Anna!

Miré el techo e intenté poner en practica los ejercicios de respiración para calmarme. Escuché el portazo y rápidamente los brazos de Anna me envolvieron cubriéndome con una de las sábanas.

—No quiero esto... No quiero más, basta... —murmuré ocultando mi rostro. Anna empezó a sobar mi espalda—. A-Anna, lo arruiné, y-yo tengo la culpa de e-esto.

—Estoy aquí, no pienso dejarte. Hagamos lo de siempre, respira conmigo —intenté seguir el ritmo que Anna había marcado en su respiración—, lo haces muy bien galletita.

Sonreí levemente sin parar en la respiración. Anna me dice galletita desde que tiene tres años, fue de una tarde en que llegué a casa con una bolsa de galletas que compré con mis ahorros, ella estaba llorando porque no estaban secas sus alas de hada y mi mejor solución fue compartir mis galletas con ella. Desde ese día, Anna siempre me conocía como galleta y no como Elsa, se quedó como un apodo entre nosotras cuando comenzó a llamarme por mi nombre.

Pasaron unos minutos y logré calmarme por completo.

—Gracias... —dije en bajo y miré a Anna. Ella me dedicó una sonrisa cálida.

—No tienes que agradecer, iré a hacerte un té y me quedaré contigo toda la noche.

—Tienes que irte a casa con mamá... —miré que ella salió de la cama—, no quiero que tengas problemas...

—Hablaré con ella, me importa cómo te sientes y no me iré hasta que llegué Mérida. No quiero que estés sola, no hasta que tú lo pidas y cómo no lo has hecho, me veo en la tarea de quedarme contigo —levantó sus pulgares y salió de la habitación.

(...)

—¡Mi amor, ya estoy en casa! —escuché el grito de Mérida. Cubrí mi cabeza con la almohada y en seguida la luz de la ventana fue una molestia para mí— ¡Qué mejor manera de iniciar la mañana con los rayos del sol, la contaminación impregnando nuestros pulmones y el molesto ruido de la ciudad!

—¡Mérida! —reñí dando la espalda a la ventana. Me dolía horrible la cabeza y apenas podía abrir los ojos, estaban muy hinchados.

—A quien quiero engañar, odio levantarme, odio las mañanas; pero con tal de venir a ver a mi mejor amiga soy capaz de hacer un maratón a las cinco de la mañana —Mérida molestó sacudiendo mi cuerpo.

—¿Ah si? —cuestioné quitando la almohada de mi cabeza— ¿Harías eso por mí?

—Creo que exageré, pero haría grandes cosas por ti —ella subió su cuerpo al mío aplastándolo—. Anna acaba de irse, al parecer quiere llegar antes de que la demonio se enteré que pasó aquí contigo.

—¿Tan temprano es? —la aventé y me senté en la cama quitándome las sábanas.

—Yup —acomodó su ropa y me miró—, ¿No dormiste nada, verdad?

—Tal vez dos horas... —respondí encogiéndome de hombros.

—Fue algo, Anna me contó lo que fuiste a hacer y no te pediré detalles si es que no los quieres dar, solo quiero que sepas que cualquier cosa yo te apoyo —sonrió—. Lo único que no permitiré es que te hundas en depresión.

—No quería abrumar a Anna con mis problemas, tiene suficientes cosas de la universidad cómo para preocuparse por mí y tu tienes demasiado trabajo... No es para tanto lo que sucedió... —recibí el impacto de una almohada— ¡Mérida!

—No Elsa, basta de reprimir tus emociones y de poner a otros como prioridad. Tendremos cosas que hacer, pero siempre estaremos para ti en cualquier situación. Deja de decir que tus problemas no son para tanto —reclamó amenazándome con la almohada.

—Trató de evitarlo, es muy difícil... —revolví mi cabello y suspiré—. Le entregué las últimas cosas a Jack y no pude hablar más con él. Ella no estaba ahí pero tenía bastante prisa, ella estaba cerca de ahí haciendo otras cosas —resumí mi encuentro con Jack.

—Es un imbécil —gruñó colocando sus dedos en el puente de la nariz—, en verdad ese hombre me sorprende cada día, no entiendo cómo Hiccup soporta ser su amigo.

—Tal vez como amigo es diferente, no lo sé... —miré hacia la ventana.

—Hombres tenían que ser —murmuró molesta y reí levemente por su rostro—. Supongo que el lado positivo de todo esto, es que botaste cosas que te ataban a él, es solo una mala racha, estarás bien.

—Ojalá tengas razón —miré el armario y luego a Mérida— ¿Podrías hacerme un favor? —ella asintió—. Dentro de ese armario, tengo un vestido azul... no pude deshacerme de él porque es bastante lindo como para botarlo por un simple recuerdo, pensaba en dártelo y que lo llevaras a la venta de garaje de aquella señora que conoces.

—Le diré que te aparte tu dinero —comentó levantándose para caminar hacia el armario.

—Olvida la paga, la señora lo necesita más que yo —abracé mis piernas y miré como sacaba el vestido. Salió un rato de la habitación y volvió a regresar.

—Como tu digas, jefa —imitó el saludo militar.

Reí levemente y revisé mi teléfono, el contacto de Jack aún no estaba bloqueado, podía ver su foto de perfil. Estaba acompañado de aquella persona, ambos sonriendo y de fondo era la tienda de helados que solía visitar con Jack.

—Es hora Elsa... —Mérida se sentó a lado mío—. Sé que duele, pero es lo mejor.

—Tienes razón —hablé con un hilo de voz. Con mis malos temblorosas, presioné el contacto de Jack para después bloquear su contacto— ¿Tengo que borrar su número?

—Fueron demasiadas cosas por hacer, Elsa. Por ahora estás bien —pasó su mano por mi cabello como si acariciara a un perro—. Será en otra ocasión.

Asentí levemente.

—¿Me das un abrazo? Lo necesito... —dejé el celular en la mesa de noche y jugué con mis manos.

—Te daré los abrazos que necesites —rápidamente me abrazó y apegué mi cuerpo a ella. Dejé escapar algunas lágrimas con cada pensamiento que venía a mi mente, aunque no deseaba llorar, no ahora.

Esto es horrible.

/////////////////////////////

¡Hola! ¿Cómo están? 

¿Les gustó o mejor me dedico a la fisioterapia de lleno? 🧍🏻‍♀️

Es broma pero si quieren no es broma. Bueno, las notas y advertencias ya las di y no pienso repetirlas. Espero disfruten este fanfic tanto cómo yo lo he hecho planeándolo, ya necesitaba escribir algo triste NAJSNA

Sale bye y gracias por leer <3

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top