El despertador sonó, cómo siempre, reconozco este lugar perfectamente, se dónde estoy y la confusión es más grande.

¿Que pasó?.

No puedo preguntarme  o recordar otra cosa.

Las blancas paredes de mi habitación se tornan negras, de un momento a otro dos alas planteadas se incrustan, todo da vueltas, las luces se apagan pero hay un pequeño destello en medio de la pared.

¿Un collar?

Sigilosamente voy hacia el destello, es atrapante. Al estar cerca de él puedo ver un collar, como el que tenía con Arthur, no puedo leer bien el nombre, las letras están muy pequeñas; intento agarrarlo pero me es imposible.

Las alas comienzan a brillar y por reflejo conecto las mías con las de la pared.

La luz regresa.

Las alas se tornan negras.

El collar desaparece.

Siento algo pesado en mi y como siempre tocó mi cuello pero esta vez hay algo diferente.

Asustada lo agarro y por fin leo lo que dice en el collar.

Arthur.

¿Cómo puede ser posible?

¿No se había destruido?

- Ángel...

Volteo rápidamente y lo veo.

¿Es un sueño acaso?

Está parado frente a mi, con sus alas negras, con su... Collar.

No puede ser.

- Arthur...

Es lo único que puedo pronunciar para ver esa hermosa sonrisa en su rostro de nuevo.

- Te extrañé Ángel.

- Y yo a ti mi Arthur.

Y lo abrazo como si no hubiera un mañana.

- No te dejaré ir, no de nuevo.

- No me iré, te lo prometo.

Y es todo lo que necesito para derramar mis lágrimas.

Él volvió.