Capítulo 34✔️
Narrador Samantha Romanoff
Descansar, sí claro; se dice fácil, pero no es así. Al menos no cuando estás tratando de asimilar tanta información junta. A esto se refieren que la curiosidad mato a gato.
Mi curiosidad ya fue saciada, creo que puede comprender un poco más la forma tan seria de mi padre. Nuestra historia familiar esta llena de muertes y traiciones, entiendo perfectamente por que me ató con Drag, pero eso no significa que lo perdone.
Solo me imagino la cara de An, cuando le cuente todo, su cabeza explotará, así como la mía en este momento. Tengo una costumbre un poco obsesiva y es el de hacer listas, para así no olvidar las cosas o darle un orden en cuanto a prioridad se trata, y esta no será la excepción.
Para iniciar, la Junta, sin duda apoya a el Fantasma; ellos quieren la cabeza de mi padre; y no los culpo, a veces yo también quiero matarlo, pero esto es diferente; Drag está condenadamente guapo, y si no me controlo, mis hormonas ganarán y yo perderé en el abismo de sus ojos grises. Debo organizar a los nueve integrantes restantes, como posibles amenazas.
Joder ya sueno como todo una mafiosa
No, sólo sueno como alguien que no quiere morir, aunque no niego que me gusta esta sensación de adrenalina
Creo que no me vendría mal un baño con agua caliente. Procedo a desvestirme en el cuarto, pero no preveo que alguien entre al cuarto. Medio desnuda cojo lo primero que veo y dirijo mi vista a la puerta. Por suerte es la tal nana de Drag, la que aparece en mi vista.
— Oh, lo siento— dice apenada.
— Tranquila. No ha pasado nada.
— El señor me envía a decirle que la espera en su despacho.
¿Justo cuando voy a bañarme? Debe ser una broma. Él mismo dijo que descansara. Un momento...
— Disculpe, ¿me podría decir la hora?
— Claro, son las 06:18pm— sonríe y se retira.
Mierda, ¿tanto tiempo me quedé pensando?
Vaya que no escatimo en tiempo a la hora de pensar. Me vuelvo a vestir apresuradamente. Al finalizar bajo y por milagro doy con el dichoso despacho. Decido entrar sin anunciar mi llegada, y al hacerlo me encuentro con cuatro sujetos con aspecto de matón, aunque no por eso se veían mal. Uno más bello que el otro, al primero que detallé fue a Damián, luego Alexander, seguido de Vianko y por último Drag, admito que me demore más en él, hasta que un sonido me distrajo de mi embelesamiento.
— Bueno ya que llegaste podemos empezar con esto de una vez, ¿no lo crees, Samantha?— dice Drag de manera muy seria, ahí me doy cuenta que volvemos a ser la heredera y su prometido, y no los dos que éramos hace unos minutos.
— Sí— digo sentándome en uno de los sofás de la esquina. Veo que hay un mini bar y me dirijo a él. Sin embargo Drag, detiene mis pasos.
— Oh no, no tomarás más. No hasta que sepas controlarte y que hayas aprendido tu lección.
Lo miro con ganas de matarlo. La tensión es palpable. Hasta que Damián interviene.
— Bueno Müller, ¿qué era eso tan importante que nos tenías que decir?
— Sí señor y, ¿por qué tiene que estar ella?— dice Vianko, lanzándome una mirada de pocos amigos.
Pero, ¿y yo qué le hice para qué me mire así?
— Simple. Ya conozco la identidad del Ángel de la Muerte— dice Drag, con una sonrisa que podría derretir el Polo Norte.
Y entonces cuatro hombres sonríen, tres disfrutan de la noticia, dos me miran y sólo uno me ignora.
— ¿Quién es?— dice Damián, aunque por su tono deduzco que sabe que soy yo.
— Sí señor, ¿quién es el bombón?— dice Alexander. Aún se le nota el rasguño, sin embargo, él no me mira como si quisiera matarme.
— Sí señor. ¿Quién es la zorra? ¿Ya la hizo suya?— dice Vianko, muy despectivo.
Drag no dice nada, sólo observa mi reacción. Y lamentablemente caigo en su juego. Mi lengua empieza a moverse antes de que pueda pensarlo mejor.
— Debería mejorar su vocabulario— digo mirándolo, corrijo retándolo.
— Mire señorita— dice entre dientes— Sinceramente no sé qué tiene que ver usted en esto. Pero lo mejor en estos casos para alguien como usted...— dice mirándome con reproche— Es quedarse callada, como la muñeca que es.
¿Y si me desahogo con este idiota?
Dudo que alguien se oponga
— Me incumbe, porque esa "zorra"— digo haciendo comillas— Soy yo.
Silencio, eso es lo que hay en el despacho por unos dos minutos, más o menos. Hasta que la risa de Vianko interrumpe el momento.
— ¡Ay por favor! Ni siquiera sabes de qué estamos hablando— dice mofándose de mí.
— Claro que sé de qué hablan— me doy la vuelta levantando cuidadosamente mi camisa, dejando al descubierto mi tatuaje, además de lanzar una patada al estómago de Vianko.
Lo siguiente que ocurre es increíble, dejo mudo y tirado en el suelo al idiota de Vianko, Damián mira sonriente a su jefe, como que si ya supiera de esto, Alexander, está complemente impactado y Drag está muy feliz y satisfecho, y eso lo sé por como sus ojos brillan.
— Imposible— es lo único que alcanza a decir Vianko después de recuperar el aliento.
— Más te vale que no te vuelvas a meter conmigo— digo amenazante— Total, ya sabes que me sé defender muy bien y que me encanta la sangre— él sólo asiente.
— Es un placer conocer a la dueña de mis fantasías— dice Alexander. Pero enseguida escuchamos un gruñido de Drag.— Lo siento señor. Sólo quería mostrar mis respetos hacia su prometida.
— Menos mal, y yo soy el Perro— dice Damián riendo.
— Oye, quiero disculparme por lo que te hice en la cara— digo mirando a Alex.
— ¿Qué? ¿Ésto?— se señala la leve cicatriz— Esto no importa. Es como una firma, creo que soy uno de los pocos que puede afirmar que su heroína favorita me lo hizo.
— Perdónalo a veces actúa como un niño— dice Damián— Por eso no te preocupaste por ella cuando supimos de la pelea con María. Realmente eres un afortunado— dice mirando a Drag.
— Correcto. Y ya qué todos dejaron sus niñerías. Quiero que quede claro que ella— dice señalándome— Con o sin máscara es MÍ MUJER. Y su deber de ahora en adelante será vigilarla y cuidarla cuando yo no esté cerca. ¿Entendido?
Todos asienten, incluso yo. De verás que Drag cuando quiere puede volverse un demonio o un ángel, imagino que de allí su apodo. Total el Diablo antes de ser diablo, fue un ángel.
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Tres días han pasado desde el incidente en el despacho de Drag, ninguno de los trabajadores ha vuelto a hablarme; María ni se me acerca, cuando me ve parece que yo fuera un espanto, mejor; la nana de Drag me trae normalmente la comida para así evitar inconvenientes ¿con quién? no sé; y a pesar de dormir en la misma cama con Drag, él no se ha mostrado irrespetuoso, incluso agarra algunas almohadas y las pone como barreras; ¿mi padre?, bien gracias, el sólo aceptó que me quedara aquí con Drag sin ningún problema; An, bueno él quiere venir a verme, es más, lo ha intentado, pero no lo dejan.
Por eso agradezco a los dioses, que mi desastrosa semana con Drag y su séquito se acaba hoy, nuevamente retomo mi vida, tanto como Samantha y como Ángel.
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Por obra y gracias del espíritu santo, mi uniforme aparece en la cama cuando salgo del baño, después de una larga y refrescante ducha.
— Veo que estás de buen humor— dice Drag con el dorso descubierto. Aún no me acostumbro a esta vida prematrimonial
— Sí, por fin hoy vuelvo a mi casa— digo abrochando mi bata de baño, pues lo menos que quiero es quedar desnuda frente a él.
A pesar de que entre nosotros no ha habido ningún tipo de contacto, las miradas y comentarios doble sentido son el pan de cada día. Entro al vestidor y procedo a arreglarme, cuando por fin quedo conforme con mí ser, salgo y veo que no hay nadie nuevamente.
Salgo del cuarto y me dirijo al comedor donde ya está puesto el desayuno. Me siento y observó que Drag no se encuentra en él, me extraña ese hecho, pero no le hago caso, él con su vida puede hacer lo que quiera. Nana aparece acompañada de otras personas de servicio y ponen la mesa para seis personas, lo cual sí me sorprende, y no puedo evitar preguntar.
— Buenas, disculpe— me dirijo a ella— Pero, ¿por qué hay seis puestos?
— Buenas, mi niña— dice dulcemente— El señor ordenó que se sirvieran seis platos.
— ¿Algún problema con eso?— interviene Drag, mientras se sienta a la cabecera de la mesa.
— No, sólo tenía curiosidad. Saliste muy rápido del cuarto hace un rato— digo tranquilamente.
Nada va a arruinar mi día, ya lo decreté y así va a ser.
— Buenas buenas, familia— entra sonriendo Damián— ¿Cómo está nuestra peleadora estrella?
— Buenas, Damián— digo devolviendo la sonrisa— Muy bien. Pero te agradecería que mantuvieras en secreto mi identidad— termino guiñándole el ojo.
— Cuenta con ello muñeca. Ah hola, Müller— dice mirándole.
— Más o menos, ¿cuál es esa confianza con mi mujer?
— ¿Tan temprano y ya peleando?— aparece en esta ocasión, Lobo.
— Para nada, sólo le recuerdo a Damián, que ella— Drag me señala— Es mí mujer.
— Ah por cierto, disculpa por cómo te traté el otro día. No estoy acostumbrado a que exista otra mujer con nosotros y menos que sepa todo. Es nuevo. Me disculpo— finaliza Vianko, supuestamente arrepentido.
Yo no me trago esas disculpas. Obvio que Drag está metido en esto, y doble obvio que no me la creo
Vianko es muy bueno fingiendo. Debo tener cuidado de él
— Todo olvidado— mentira— Yo no me acuerdo de nada. Es más, ¿cuál es qué era tu nombre?
La cara de todos es un show, me miran como si estuviera loca. Y de un momento para otro, antes de que alguien pueda reaccionar, aparece el último integrante del trío de sombras.
— Hey y ¿esas caras qué?— dice muy jovial Alex.
— No lo sé, sólo sé qué nada sé— digo riendo.
— En serio qué estás muy feliz ésta mañana— dice Drag escudriñándome con la mirada.
— Y bien, ¿ya podemos iniciar el desayuno? Las clases ya van a empezar y no hay tiempo que perder.
En estos días he aprendido que Drag trata a sus sombras, como familia y no trabajadores. Damián sería ese hermano que nunca pierde el control, Vianko el que se mete en problemas y Alexander el que aligera las metidas de pata del otro.
— No aún no— dice con una sonrisa macabra, Drag— Aún falta una persona.
— Buenos días.
— Y ya acaba de llegar.
— Debe ser una puta broma. ¿De verdad ésta cosa comerá con nosotros?— digo sin pelos en la lengua.
— Cariño no le piensas responder a la salvaje esa— dice con una voz tan chillona que por poco y me tapo los oídos.
— Esto se pondrá bueno— escucho que uno de los trillizos dice.
— ¿No vas a defenderme amor?— dice la zorra.
— Sí, Drag, ¿no vas defender a ésa cosa?
— ¡Basta!— dice algo molesto, Drag— Ya me tienen harto ustedes dos. Drag ésto, Drag aquello. Me van a gastar el nombre. Entiendan algo, tú...— señala a María— Sólo eres la puta con la que me acuesto cada que tengo ganas. Y tú...— dice señalándome, mientras sonrió— Sólo eres una niña mimada con un secreto muy jugoso y una herencia muy prometedora. Así qué, ninguna de ustedes tiene derecho a sentirse superior a la otra. ¿Entendido?
María se retira rápidamente del comedor. Los trillizos estaban perplejos. Y yo, no resistí, debo aprender a controlarme un poco. Pero a veces es bueno explotar.
— Perfecto...— digo retirando mi plato y levantándome— Ya que estás haciendo aclaraciones innecesarias— lo señalo con el cuchillo— Te recuerdo que no eres más que un miserable narcotraficante, que se siente impotente porque existe al menos una mujer que se le resiste y por eso crees que dándote de macho alfa, llamarás mi atención. Y otra cosa, si crees que me puedes chantajear a tu gusto porque sabes quién soy, te aviso que puedes decirle a quien te quiera oír que yo soy el Ángel de la Muerte, a fin de cuentas, ¿a quién crees que le creerán, al mafioso o a la dulce niña? Así pues, ándate con cuidado, Müller. No eres el único peligroso en este comedor. Alexander— llamo su atención— Nos vamos al instituto ahora.
Todos estaban en silencio con mi discurso.
Y que agradezcan que no le lancé el cuchillo por bocón
Alexander me sigue a pesar de que Drag nos mira furioso. Creo que no le agrada que den órdenes a sus hombres, lástima él se lo buscó. Ya en el carro, me permito respirar y romper una hoja de mi cuaderno, un método para aliviar el estrés acumulado.
— ¿No cree qué se pasó con lo que dijo allá adentro?— dice tímidamente Alex, mientras que enciende el carro.
Alex me recuerda mucho a mi amigo. Ambos son muy tiernos y para qué negarlo ambos es muy apuestos.
— Para empezar, si vas a ser mi guardaespaldas, porque lo vas a ser; debemos dejar las formalidades a un lado, puedes tutearme— digo más calmada.
— Eh... ¿okey?— dice todo sonrojado ¿quién diría qué los sicarios pueden sonrojarse?— Está bien, pero repito, no crees que te excediste, nunca nadie se ha atrevido a hablarle así a Drag. No quiero ni imaginar de la pobre alma que se atreva a hablarle primero.
— Será porque nadie nunca sobrevivió lo suficiente para hacerlo.
— Bueno, eso sí es cierto.
— Pero, creo que tienes razón... No, él se merece una cucharadita de su propia medicina. Bien bello ya me pegó su bipolaridad.
— Ja ja ja, sabes aún no me creo que esté con mi heroína.
— Bueno, pues disfrútame, que probablemente en la tarde Drag me mate— digo sin más.
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