NO ERA LA PRIMERA VEZ que la profesora nos llevaba a lugares arquitectónicos hermosos, pero si la primera vez que un extraño se me acercaba para decirme que un pato en la laguna estaría mejor. No sabía como reaccionar, él solo estaba ahí, con una piel blanca como la nieve, mirándome sereno. . . calmado, y sobre todo. . . despreocupado. Hasta que la profesora demandó:

—Disculpe, señor, le voy a pedir muy amablemente que se vaya, estamos en una clase privada.

Se quedó unos segundos ahi, hasta que se fue con la misma aura. . . pero que rara es la gente.
Regrese la vista a mi dibujo. . . Tal vez y si necesite un pequeño patito en aquella laguna solitaria.