9. Preocupación
Juvia
Solo consigo ver un borrón luminoso cuando intento abrir los ojos. Debo parpadear unas cuantas veces para acostumbrarme a la luz, y es hasta entonces que me doy cuenta que lo que está frente a mis ojos es una bombilla.
Me encuentro recostada sobre una superficie blanda y cómoda, que rápidamente identifico como una cama, aunque me sobresalto un poco al notar que no es la mía.
Le doy un recorrido al lugar con la mirada, pero por mucho que lo intente, no logro reconocer este sitio, lo cual solo consigue inquietarme más a cada segundo que pasa. Sin embargo, el alivio llega a mí junto con lo último que pasó antes de caer inconsciente, en el instante que identifico al joven, con su cabello negro algo húmedo, sentado a mi derecha.
—Tranquila, es normal que te sientas algo débil —dice al notar que he despertado. Es cierto, Erza rechazó a Gray y luego desapareció; entonces comencé a sentirme mareada y perdí el conocimiento—. No intentes levantarte muy rápido. Ya vengo, iré por algo de agua.
Dicho esto, se pone de pie y sale de mi campo de visión antes de que pueda responderle algo.
Trato de sentarme en mi lugar, pero moverme me cuesta más de lo que esperaba. No me duele nada, pero siento que todo mi cuerpo pesa el doble de lo que lo hace normalmente.
Más o menos en el tiempo que me toma cambiar de posición a una sentada, Gray regresa con un vaso de cristal lleno casi hasta el borde en una mano. Él me lo ofrece mientras se sienta en el mismo lugar que antes, y yo no dudo en aceptarlo y beber casi todo de un solo trago, tengo la boca seca por completo.
—Lo siento —se disculpa, rompiendo el silencio. No tengo idea de porqué lo hace y supongo que se me nota en la cara, porque no tarda en aclararse—. No pensé que pudieras completar la invocación en tu primer intento; aún para alguien con experiencia no es fácil conseguir un cuerpo físico, la voz o presencia sí, pero... —hace una corta pausa— no quería exigirte tanto, con esos resultados debes estar agotada, lo hiciste muy bien.
Debo admitirlo, eso no lo esperaba.
Por un momento eso en verdad me alegra, sin embargo, esta alegría se esfuma cuando recuerdo que al final eso no ha servido de mucho. Que ella ayude hubiera sido el mejor de los casos, pero dejó bastante claro que no piensa apoyarnos de ninguna forma; es más, con lo poco que interactuaron tengo entendido que ella solo ve a Gray como algo casi despreciable.
—¿Tú estás bien? —No pretendo presionarlo sobre el tema de END, así que considero mejor esto, recordando los momentos antes de caer inconsciente—. Te vi sangrar de la nada.
Un gesto incómodo se dibuja en su rostro y aparta la mirada al escuchar aquella pregunta.
—Esperaba que no lo notaras —deja escapar un suspiro, negando con la cabeza. Parece que va a decir algo más, pero se arrepiente y comienza a rascarse la cabeza con ansiedad. Siento que, sin querer acabo de tocar un tema sensible.
—No quiero forzarte a hablar, tal vez en otro momento...
—No lo haces —me interrumpe con la vista clavada en un punto frente a él—. Es solo... —se calla de golpe al no encontrar las palabras; luego de pasarse una mano por la cara con aire derrotado, vuelve a clavar sus ojos grises en los míos—. Todo este tema es demasiado frustrante.
Luego de esa oración se instala un largo silencio sepulcral. En verdad creo que no está dispuesto a romperlo, cuando comienza a hablar en una calma que suena demasiado ensayada.
—Sé que apenas tienes ideas de estas cosas, así que doy por sentado que no lo sabes, pero siendo un caído solo puedes esperar que todos te detesten.
Siento que algo se quiebra con esas palabras.
¿Entonces es por esto que se comporta de la forma en que lo hace? ¿Es por eso que siempre parece a la defensiva? ¿Solo espera que todos lo odien sin razón alguna?
Estoy por replicarle algo, al menos quiero que sepa que estoy de su lado, pero continúa antes de que pronuncie una sola sílaba.
—A un ángel no le cortan las alas por cualquier cosa, es un castigo que solo se da por el peor crimen que se podría cometer, la traición —hace una larga pausa que permite que sus palabras se asienten. Apartando la mirada una vez más, continúa—. Tanto para ángeles como para demonios, la lealtad es algo que importa más que cualquier otra cosa; ya que los caídos somos traidores, dependiendo de quien lo vea, es peor tratar con nosotros que con un demonio —se detiene por un momento, llevando su mano derecha a su hombro, como si quisiera tocar el lugar en el que se encuentra una de sus cicatrices—. Otra de las condiciones que trae el castigo es no poder desobedecer, o siquiera pensar en desafiar a un ángel. Ellos tienen control total sobre nosotros; de haberlo querido, Erza pudo matarme con solo pensarlo.
De acuerdo, ahora comprendo un poco mejor porqué Jellal estaba en contra de la idea de pedirle ayuda, es decir, si se comportó de una forma tan despectiva con Gray e incluso lo lastimó, no imagino qué hubiera hecho con él, a quien, al parecer le tiene alguna clase de rencor.
—Sé lo que piensas sobre mí, se nota en la forma en que me ves —sigue, luego de algunos momentos. Está bien, estoy siendo demasiado obvia, lo admito—, así que lo mejor para todos es que vayas sacándote esa idea de la cabeza. Ya no soy un ángel, no lo he sido desde hace mucho tiempo; además de Jellal, ni siquiera los de mi clase me toleran al menos un poco. Prácticamente cualquiera es un enemigo en este momento, por eso me preocupas; aunque no nos conozcamos mucho, no soportaría la idea de que una persona inocente salga lastimada por mi culpa.
Al terminar se hace el silencio, mientras que Gray no deja de sostenerme la mirada.
—En verdad agradezco tu preocupación —digo luego de lo que me ha parecido una eternidad—. Pero ¿no deberías cuidar más de ti mismo? —pregunto, estirando una mano para alcanzar la suya, sin embargo, él la retira antes de que siquiera lo roce, dejándome una sensación de vacío en el estómago.
Considerando lo que ha dicho, es un hecho que debe saber defenderse para haber llegado hasta aquí por su cuenta, pero lo que no deja de inquietarme es que, al menos, en las dos ocasiones que le he visto luchar, terminó con heridas que mínimo lo mandarían al hospital una semana si fuera un humano normal. No sé si le haya estorbado, tenga una mala racha o qué sé yo, lo único que tengo seguro es que no es sano para él seguir como ha estado hasta ahora.
—No te preocupes por mí, acabar conmigo es más difícil de lo que crees —una débil media sonrisa tira de sus comisuras, pero se nota tanto que es un gesto ensayado, que tengo ganas de gritar, sé que con lo que dije causé que volviera a poner aquella barrera a su alrededor, ya no dirá nada más sobre él, al menos no por el momento porque no pude decir algo más inadecuado; y lo más frustrante es que no comprendo en qué me equivoqué, no comprendo en lo más mínimo al hombre con mirada perdida que tengo en frente.
Cuando reviso la hora en mi teléfono son casi las tres de la madrugada y he sido incapaz de dormir un momento en toda la noche; es más, no tengo sueño en absoluto porque no puedo dejar de pensar en lo que ha pasado hoy.
Erza.
Sin duda era impresionante en más aspectos de los que puedo mencionar, solo recordarla hace que me sienta algo intimidada, aunque, lo que resultó más desconcertante de conocerla fue darme cuenta de la abismal brecha que los separa a ella y a Gray. Me duele aceptarlo, pero, a su lado él solo se veía como una sombra. Antes no tenía ningún punto de comparación, incluso diría que aparentemente se encuentra en mejor estado que Jellal, que es lo más cercano a él.
Luego de verla a ella, cómo debería ser un ángel en realidad, mi perspectiva ha cambiado casi por completo. Sigo manteniéndome firme a que es el ser más atractivo que haya visto en mi vida, pero en cuanto a todo lo demás...
Su piel es tan pálida que le da un aspecto casi enfermo -aunque no sea la más indicada para meterme con eso-, su cuerpo no está frío o caliente, mientras que la calidez de Erza llenó el lugar en un momento, sus ojos, a pesar de que me encanten, lucen opacos, tristes, vacíos, como si faltara algo en su interior. Aun considerando todo esto, luego de estarlo pensando, la diferencia más marcada que pude encontrar es la energía que transmite cada uno.
Aún no puedo describir lo que sentí cuando ella apareció, pero por poner un ejemplo, no dudaría un segundo en lanzarme por un precipicio si ella dice que me atrapará, confiaría en ella a ciegas a pesar de ver lo que hizo con Gray y no entiendo por qué; mientras tanto con él, la cosa es bastante diferente, es un hecho que es confiable, pero no está ni cerca de Erza. Hay algo en ella que me recordó a él, pero era muy leve; así mismo, es imposible no notar la oscuridad que carga, sin llegar ni por asomo a Gajeel o END, pero como lo veo, es como si estuviera justo en el punto medio entre algo divino y algo demoníaco, un ser que no pertenece a la luz o la oscuridad.
Siento que cada vez que me encuentro con él, solo termino con más preguntas que al comienzo. Me encantaría preguntarle sobre su caída, cómo se siente en realidad siendo lo que es, quién se supone que es ese tal Silver que mencionó Erza, y muchas cosas más; sin embargo, es tan cerrado que es imposible hacerle cualquier pregunta personal.
Según dijo, la única forma de terminar así es cometer traición; no he podido dejar de darle vueltas a eso, en que debió haber hecho algo en verdad terrible para que se pueda justificar un castigo así.
Odio que mi mente me lleve a desconfiar de él, pero se vuelve inevitable entre más lo pienso y comienzo a imaginarme posibles escenarios con él traicionando a sus iguales, que confiaban en él.
No, esto está mal.
No debería estar dudando de alguien que no ha hecho más que protegerme sin motivo alguno desde que nos conocimos oficialmente. A pesar de que me encantaría saberlo, no importa qué haya hecho en el pasado, por sus actitudes estoy segura de que está más que arrepentido. Tarde o temprano encontraré la forma de preguntarle, hasta entonces confiaré.
Los días siguientes no han sido muy agitados, aunque mentiría si dijera que todo ha vuelto a la normalidad. En cuanto a mí, no he tenido problemas mayores aparte de lo que quiero considerar pura paranoia.
¿Conocen esa sensación de que los observan pero al voltear no hay nadie?
Pues se está convirtiendo en algo frecuente para mí. No importa que sea día o noche, que esté sola o acompañada, es una inquietante sensación que se repite más a cada día que pasa, que no me deja olvidar que en veinticuatro horas se termina el tiempo que aquel demonio le dio a Gray para pensar la supuesta oferta de la que no ha querido hablarme; de hecho, ni siquiera ha querido contarme sobre el plan para detener al demonio, y comienza a inquietarme que la razón sea que no tiene ninguno.
Él, por su parte, hasta ahora no ha tenido ningún encuentro que comprometa su integridad, pero a su vez, luce más estresado conforme se acerca la fecha límite que puso END. Hace un par de días hizo las paces con Jellal, como había dicho, pero eso no logró calmarlo en lo más mínimo.
Ahora mismo voy de regreso a casa, luego de una película con Levy, Lucy y Cana, la cual ha servido para descansar mi mente durante un par de horas. Me hubiera gustado pasar un rato más con ellas, pero escapé del lugar en cuanto pude al ver a Gajeel, que parece que ahora está saliendo con Levy.
Sé que se supone que ha regresado a la normalidad, Gray ya me ha aclarado varias veces que no fue él quien estaba esa noche; sin embargo, eso no consigue que deje de sentir repulsión cuando está cerca, que olvide el miedo que me hizo sentir el demonio en su interior esa vez; así que he decidido que lo mejor para mi salud mental es evitarlo del todo.
Un escalofrío me recorre la espina cuando pongo un pie fuera del centro comercial y me abrazo por acto reflejo. No había pensado la hora a la que saldría, pero no me importa mucho, considerando que vivo a un par de calles del lugar.
De nuevo aparece la sensación de ser vigilada, lo cual me hace apretar el paso de inmediato. Intento convencerme de que solo estoy paranoica, cuando un tacto firme en mi hombro hace que mi corazón se detenga antes de comenzar a latir a mil por hora.
—Creí haberte dicho que evitaras salir de noche, en especial sola —la familiaridad de aquella voz hace que me calme casi al instante, girando para encarar a un chico de cabello negro con aspecto de no haber dormido en una semana.
—¿Qué haces aquí? —es lo primero que se me ocurre preguntar, aún aturdida.
—El brazalete —señala el objeto mencionado, al cual sinceramente no había tenido mucho en cuenta estos días—. Detectó algo, hay que ir a un lugar seguro, o al menos concurrido, cuanto antes.
Estoy por protestar que hay personas caminando en todas direcciones a nuestro alrededor, cuando me doy cuenta de que parecemos estar en un pueblo fantasma. ¿A dónde fue todo el mundo? Por aquí pasan cientos de personas todo el tiempo ¿qué está pasando?
Ni siquiera he podido pronunciar una palabra, cuando el ángel caído comienza a guiar mi camino de regreso a casa a paso apresurado; o al menos es así hasta que la poca calma que había reunido, se desvanece.
Al comienzo es un gruñido animal casi imperceptible proveniente de un rincón oscuro, pero el repentino estallido de un foco de luz cercano me hace asociarlo de inmediato con lo que sucedió durante la pelea con Gajeel.
Me tiemblan las piernas a más no poder, no podría dar un paso sin derrumbarme, y el miedo se intensifica al ver lo que parece una sombra enorme, abalanzarse en nuestra dirección.
Gray me grita algo, pero soy incapaz de comprenderlo, lo siguiente que sé es que ambos terminamos en el suelo gracias a él, esquivando el ataque de lo que sea esa cosa que pasa de largo y termina despedazando a un pobre perro callejero que estaba en su camino. Siento que mi boca se llena de un líquido amargo y me lagrimean los ojos, estoy a punto de vomitar, pero no puedo despegar la vista de esa criatura con forma humanoide a no más de diez metros de distancia, no puedo dejar de detallarla.
Es humanoide, sí, pero deforme a niveles que nunca pensé que podría ver. Sus piernas parecen más bien las patas de algún canino por la forma en que se tuercen, su posición jorobada permite que sus brazos, largos, irregulares y terminados en garras, se arrastren por el suelo. Está cubierto por una especie de niebla negra que no permite verlo a detalle y desprende un hedor putrefacto, como el de un cadáver que lleva varios días en descomposición.
De repente voltea en nuestra dirección, ofreciendo un vistazo escalofriante de una cabeza carente de ojos, con algo similar a una nariz achatada, y varios colmillos amarillentos, de los que cuelga un trozo de carne fresca, chorreando sangre.
No tengo idea de cómo volví a ponerme en pie, mucho menos cuando volvimos a ponernos en marcha, con Gray casi llevándome a rastras, pero en cuanto vuelvo a la realidad, doy mi mayor esfuerzo para seguirle el paso.
El aire frío me quema la garganta con cada inspiración desesperada, cada vez me cuesta más respirar y la desesperación se abre paso cuando noto que esa cosa nos está siguiendo a una velocidad preocupante, a este paso nos va a alcanzar.
—¡Sigue corriendo! —exclama de repente.
No tengo idea de a dónde me dirijo, eso es lo que menos me importa ahora, lo único que ocupa mi mente es la sensación de soledad al dejar de sentir a Gray junto a mí.
Quiero voltear, necesito saber qué está haciendo, pero me mantengo firme a su petición y continúo... o al menos hasta que lo que aparece en mi campo de visión me obliga a frenarme en seco.
Es otro, aún más monstruoso que el anterior, más grande y con grotescos apéndices ubicados en su torso.
No lo pienso un segundo y doy media vuelta para alejarme lo más que pueda.
Reaccioné tarde, no regresé a tiempo y está a nada de alcanzarme. Casi puedo sentir esas afiladas garras sobre mí, cuando surge un destello casi cegador de mi muñeca... no, del brazalete.
Veo hacia atrás, comprobando que esto ha dejado momentáneamente inmovilizada a esa cosa; quiero gritar de alegría, hasta que noto que en realidad ese mini ataque ha hecho poco más que darme algunos segundos y enojar más a la criatura.
Antes de lo que esperaba, vuelvo a encontrarme con Gray, quien ha dejado a sus espaldas un alto muro de hielo, detrás del que supongo está la otra criatura. De igual forma y sin perder un momento, hace un movimiento extraño con sus manos, enjaulando al instante a la que me estaba siguiendo.
Comienzo a pensar que todo está terminando, cuando de otro movimiento, el chico de ojos grises crea sobre nosotros algo que me hace pensar en un iglú sin salida ni entrada.
Hace tanto frío que puedo ver mi aliento, pero no parece afectarle al chico junto a mí; en su lugar, se quita la gabardina que traía y la pone sobre mí, cubriéndome desde la cabeza hasta los tobillos. Entonces volteo hacia él, confundida.
—Esto no va a aguantar para siempre, así que cuando llegue el momento no hagas un solo ruido, tampoco te muevas —dice, apresurado y con la respiración agitada. No termino de procesar sus palabras, cuando un sonido como de cristal rompiéndose en el exterior hace que me salga un grito corto e involuntario.
Un destello de alarma aparece en los ojos grises con violeta del chico frente a mí y lo siguiente que sé es que me cubre la boca y nariz por completo, mientras que su otro brazo me sostiene pegada a él con firmeza. Entonces el domo que nos separa del mundo exterior comienza a agrietarse.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top