4. Débil
Juvia
No termino de comprender lo que pasa, pero ya me estoy arrepintiendo de haber venido, es más, ¿cómo es que se me metió en la cabeza que seguir a Gray sería una buena idea?
Él mismo me lo dijo en varias ocasiones, intento advertirme que acercarme a él sería peligroso, pero fui demasiado terca para escucharlo, y algo me dice que se refería a este tipo de cosas.
Jamás había visto a ese chico de cabello rosa frente a nosotros, pero hay algo en él que hace que quiera salir corriendo; este deseo se hace aún más fuerte cuando noto que Gray intenta interponerse entre él y yo con un leve temblor en sus manos.
Tiene miedo. El chico que hace unos días enfrentó a un Gajeel poseído sin una pizca de duda, ahora tiene miedo del sujeto que tiene en frente.
—¿Qué pasa, no me presentas a tu amiga? —el desconocido decide romper el silencio con una voz arrastrado y sonrisa ladeada, sin quitar sus ojos de mí. No sé lo que tiene, pero su sola presencia me hace querer vomitar.
—No tengo nada que ver con esta mujer —dice, frío. Siento que me dolería un poco en circunstancias normales, pero casi podría asegurar que solo lo hace para mantenerme fuera de esto—. Supe que me estabas buscando. No sé lo que quieras, pero no es conveniente para nadie involucrar mortales en esto; déjala ir, arreglaremos esto a solas.
Una carcajada escalofriante brota de la garganta del desconocido de cabello rosa. Se pasea de un lado a otro en la entrada al callejón, momentos antes de que lo pierda de vista. Lo siguiente que sé es que hay algo aprisionando mis brazos a mi torso, mientras un roce caliente pasa por una de mis mejillas.
Mi corazón late tan rápido y fuerte, que puedo escuchar mi pulso a toda velocidad detrás de mi oreja. Me cuesta respirar, e incluso pasar saliva se ha convertido es una tarea casi imposible. A pesar de que la presencia junto a mí esté a una temperatura extremadamente alta, hay un escalofrío que me recorre el cuerpo completo, así como las náuseas han incrementado hasta su punto máximo en los últimos momentos.
No quiero solo quedarme quieta, esperando a que me haga quién sabe qué, pero soy incapaz de moverme un milímetro, tengo la sensación de que este sujeto podría matarme con solo pensarlo, aunque tenga una apariencia común y corriente.
—Eres terrible mintiendo, siempre lo has sido —su voz ronca suena a pocos centímetros de mi oído, pero sé que tiene su atención en Gray a pesar de no verlo directamente; de la misma forma, sé en qué momento gira en mi dirección, causando que de un respingo en mi lugar—. No está mal para ser humana.
El dedo que desliza por mi mejilla está tan caliente que siento que quema, ahora no soy capaz de contener un grito agudo y corto, que le saca una risa suave al chico junto a mí.
Jamás había tenido tanto miedo, pero ahora solo me queda ver con una mirada suplicante a Gray, que es la única persona que podría ayudarme ahora. Mi mirada se empaña y sé que las lágrimas comienzan a acumularse cuando veo en su rostro una expresión arrepentida y angustiada.
—Ella no ha hecho nada, por favor no la metas en esto —pide en un tono firme, pero cargado de preocupación—. Natsu...
Gray se calla de golpe al mismo tiempo que soy liberada y cedo ante el temblor en mis piernas, cayendo de rodillas. El alivio que me llena se va tan rápido como aparece, con la imagen de Gray contra un muro con el chico que parece llamarse Natsu atravesando su pecho con una mano.
—Te lo he dicho cientos de veces —murmura con una voz varios tonos más grave que la que había usado hasta ahora, antes de arrojar al chico de cabello negro contra el suelo, generando un horrible crujido que me hace pensar que pudo fracturarle algo— ¡No vuelvas a llamarme así! —su voz truena en el lugar, dejando un eco resonando en las paredes.
Quiero ayudar a Gray, al menos intentarlo, pero acercarme siquiera un poco me aterra en formas que no termino de comprender, me odio por no poder hacer nada aun cuando el chico de cabello rosa lo levanta por el cuello. Gray pone ambas manos sobre el brazo que lo sostiene, pero no forcejea, no hace más que mantenerle la mirada con sus ojos violeta, cargados con una mezcla de ira, miedo, y unas cuantas emociones más que no consigo identificar.
—¿Qué es esto? —el tono burlón regresa a Natsu, pero sigue habiendo algo tenso en su voz—. No puedo creer que estés tan débil, la última vez pudiste congelarme sin problemas, pero ahora apenas consigues bajar mi temperatura un par de grados —echa hacia atrás su mano libre, tomando impulso para darle un golpe, sin embargo, no llega a hacerlo, tan solo se queda estático por algunos momentos antes de chasquear la lengua y dejarlo caer—. La oferta de la última vez sigue en pie. Búscame en una semana, es tu última oportunidad.
Sin añadir nada más, un par de enormes alas de murciélago se despliegan de su espalda. Ni siquiera tengo tiempo para procesar lo que veo, pues sus alas comienzan a moverse a gran velocidad, despegándolo del suelo para sacarlo de mi campo de visión en cuestión de segundos.
No tengo tiempo para quedarme impresionada, no teniendo a Gray en este estado; tengo que ayudarlo, esta vez no son simples rasguños, necesita ayuda profesional ahora.
—¡Gray! —me precipito hacia él y le ayudo a levantarse al ver que le está costando trabajo— ¡Tenemos que conseguirte ayuda rápido!
Siento que mi corazón se ha detenido y palidezco al notar el flujo de sangre que brota de su pecho; entonces recuerdo cuando ese chico, demonio, o qué se yo, lo atravesó. Tenemos poco tiempo, muy poco.
Él no responde nada, se limita a apoyarse en mí y llevarse una mano a su herida. Parece que no tiene heridas en las piernas, así que no es tan difícil caminar, aunque con la cercanía puedo notar cierta dificultad para respirar, así como le cuesta mantenerse consciente. Es hasta ahora que lo tengo así de cerca que veo las marcas rojas en su cuello, estoy segura de que son quemaduras.
Salimos del callejón y nadie aparte de nosotros parece haber notado lo que pasó, todo sigue normal, las personas caminan de un lado a otro, casi ignorándonos. ¿Cómo es que nadie nota que estoy casi cargando a un chico gravemente herido?
Estoy comenzando a desesperarme, nadie parece querer ayudar, y siento que el chico de cabello negro pesa más a cada segundo, no sé si sea porque me estoy cansando o porque está perdiendo fuerza, pero preferiría que fuera la primera.
Finalmente aparece un taxi vacío, que no dudo en detener. Primero ayudo a Gray a subirse y luego doy la vuelta para entrar por el otro lado.
—Por favor al hospital más cer... —le pido al taxista, antes de ser interrumpida por la voz de mi acompañante.
—Hospitales no —dice, metiendo su mano a un bolsillo.
—¡Gray! —me da igual que la última vez no haya sido para tanto, su vida está corriendo peligro, no puede ser tan irresponsable— ¡No puedes...!
—A esta dirección —me ignora por completo, entregándole un trozo de papel arrugado al conductor.
—¿E-está herido? La señorita tiene razón, debería...
—Solo conduce —lo corta con un tono glacial, fijando sus penetrantes ojos violeta en los del hombre, quien posa su vista en el camino y pisa el acelerador sin replicar, visualmente intimidado, mientras que yo no puedo dejar de preocuparme por el chico a mi lado.
—Si no vamos a un hospital —me atrevo a romper el silencio después de un rato—, ¿entonces a dónde vamos?
Él despega sus ojos de la ventana para voltear a verme; pasan algunos momentos antes de que suelte un suspiro y se acomode en su lugar. No me pasa desapercibido que parece ya no estar sangrando, o al menos no tanto, aunque me preocupa que las quemaduras en su cuello están adoptando un color más oscuro, para este momento se han vuelto casi negras.
—Ya debes haberte dado cuenta de que no soy normal; un médico se daría cuenta al instante, eso solo significa problemas —dice, considerablemente más calmado que la última vez que habló—. Vamos con una de las contadas personas en las que confío.
Por un lado, me alegra ver que acepta que necesita ayuda, y por el otro me causa cada vez más curiosidad cómo será esta persona; dudo mucho que sea su amigo y puesto que no lo he visto interactuar con nadie más, es un completo misterio para mí.
—¿Te duele mucho?
—En realidad no —niega. A pesar de que luzca tan lastimado, no se siente como si lo dijera para parecer rudo, le sale demasiado natural—. De hecho, soy insensible al dolor... y otras cosas más —durante la última frase aparta la mirada y baja la voz, pero alcanzo a escucharlo a la perfección. De repente alcanzo a ver algo melancólico entre las tonalidades grises y violetas de sus ojos, y eso me recuerda lo poco que lo conozco, no tengo la menor idea de qué sea eso con lo que está cargando, no tengo la menor idea de cómo intentar consolarlo sin sentirme como una intrusa en su vida—. Ya habrá un momento para hablar de eso. Te debo algunas explicaciones.
No me atrevo a decir nada más en lo que queda de camino, que no es mucho. Después de que Gray indicó el destino, se encargó de pagar, a pesar de que dije que yo lo haría. Ni siquiera me fijo en el entorno al bajar, ya que voy dispuesta a ayudarlo a andar de nuevo, a lo que se niega rotundamente.
Es cierto que ya está algo recuperado y más en el mundo real que cuando subimos, pero sigue siendo incapaz de dar más de un paso estable, así que me aseguro de sujetarlo a las malas.
—¿E-esto no es ilegal? —pregunto, algo nerviosa al ver que nos está guiando a una esquina de la malla que cerca el patio de una pequeña cabaña. Para completar, en la malla hay un letrero que dice claramente "No pase".
—Lo sería si no tuviera permiso —dice tranquilo, empujando un espacio roto por el que se podría decir que me fuerza a pasar—. Tranquila, no hacemos nada malo; protejo este lugar, a cambio me hace favores como este todo el tiempo.
Bien, admito que eso me calma un poco, pero sigo sin estar del todo tranquila.
En cuanto cruzamos el pórtico, Gray no duda un segundo en tocar la puerta con más fuerza de la que esperaría de alguien en su estado.
Pasa alrededor de un minuto y comienza a inquietarme la idea de que el dueño de este lugar no esté en casa. Por fortuna, no debemos esperar mucho más antes de ver el movimiento de la puerta abriéndose.
Nos topamos de frente con la imagen de una mujer de edad avanzada, es alta y delgada, y su cabello rosa pálido está atado en un peinado. Admito que no es exactamente lo que esperaba, pero si Gray confía en ella, debe ser por una buena razón.
—¿Otra vez? —la mujer se dirige al chico junto a mí, el cual se limita a asentir con la cabeza. Esto solo me hace preguntarme cuántas veces lo habrá visto llegar así.
La mujer mueve su cabeza en negativa. Momentos después, levanta un bastón y golpea a Gray en la frente; no fue nada fuerte, sin embargo, lo deja inconsciente, causando que se desplome en el suelo sin que pueda sostenerlo por un solo segundo, es demasiado pesado para mí.
Estoy por preguntarle qué le hizo, cuando chasquea sus dedos y se da la vuelta, entonces el chico inconsciente comienza a ¿levitar tras ella?
Hasta ahora pensaba que lo más extraño que vería este día es un sujeto con alas, pero esto no está lejos.
—Cierra la puerta —indica ella. Tardo un poco en darme cuenta de que me habla a mí, pero decido no pensarlo mucho y obedecer.
—¿Va a estar bien? —pregunto cuando la mujer se aparta de Gray para lavarse las manos.
—Se ha recuperado de cosas peores, y lo haría más rápido si el muy idiota no volviera a pelear antes de que sus heridas cierren, pero lo conozco lo suficiente para saber que no escuchará por mucho que le advierta —dice tranquilamente antes de secarse las manos.
—¿Y qué hay de sus quemaduras? ¿No hará nada con ellas? —cuestiono, observando las marcas en su cuello que ahora son negras como el carbón. Y no sé si se las haya hecho ese sujeto de cabello rosa, pero hay otras más en sus brazos que se ven muy similares.
—Si te refieres a esas marcas negras, no son quemaduras y a mí no me corresponde tratarlas.
—¿Entonces qué...?
—Eso tampoco me corresponde decirlo si él no lo ha hecho —me interrumpe—. Y si quieres seguir hablando, es mejor que vayamos a otra habitación para no despertarlo, es más agradable cuando está inconsciente.
—E-está bien —tartamudeo y la sigo, ya que ha comenzado a caminar. Nos detenemos en la habitación al final del pasillo, cuyas paredes están casi cubiertas por repisas repletas de frascos de diferentes tamaños y colores. Las dos nos sentamos en unas de las sillas que rodean una pequeña mesa.
—¿Desde hace cuánto lo conoces? —pregunta con un tono inescrutable.
—Somos vecinos desde hace cuatro meses, pero nunca llegamos a hablar hasta la semana pasada —respondo, algo incómoda, no sé a dónde quiera llegar—. ¿Usted lo conoce hace mucho? —no sé de donde salió esa pregunta y me arrepiento al pronunciarla, no se siente correcto preguntar algo así, sin embargo, a ella no parece importarle.
—Debía tener tu edad cuando lo vi por primera vez. Suele irse por largos periodos de tiempo, pero al final siempre vuelve.
Un momento, si ella tenía mi edad, ¿cuántos años se supone que tiene Gray? ¿Cómo es que no ha envejecido?
—Tu reacción me permite ver lo poco que sabes —continúa, calmada. Supongo que la impresión no me permitió disimular en absoluto—. Por eso mismo me intriga que te haya dejado acompañarlo hasta aquí, no lo haría con cualquiera.
Por alguna razón, lo que dice hace que una sensación cálida y reconfortante llene mi pecho, le agrado, o al menos es lo que esta mujer me hace entender.
No puedo quedarme embobada con ese pensamiento, así que me las arreglo para regresar al anterior tema, intentando dejar de lado la emoción.
—¿Intenta decir que él no envejece?
—Es más que eso —hace una pausa—. Ya debiste notar que él no es normal, ¿verdad? —asiento, sin poder reprimir una leve sonrisa al notar que Gray usó casi las mismas palabras cuando hablamos antes—. Él no es un humano como tú o yo.
En el fondo lo sabía, lo sabía desde que comencé a conectar los extraños indicios en sus conversaciones con Gajeel y el tipo de hoy, pero sigue sonando extraño que alguien lo diga en voz alta, se ve tan humano, que no termino de creerlo.
—Si no es humano, ¿entonces qué es? —pregunto, y hay un largo silencio en el que ella parece meditar si es correcto o no decirme, mientras que yo la miro atentamente, esperando a que responda.
—Él es un ángel —suelta de un momento a otro. Entonces siento que el tiempo se detiene.
Si abro un poco más mis ojos, creo que podrían salirse de sus cuencas, así como mi boca se entreabre sin que pueda evitarlo.
Un ángel... todo este tiempo he tenido como vecino ¿a un ángel?
Tengo tantas preguntas ahora que no sé ni por dónde comenzar, sin embargo, siento que todas y cada una de ellas se drenan de mi mente cuando noto a un chico de cabello negro en el umbral de la puerta; no dice nada, tan solo me observa fijamente con una mirada que no consigo descifrar en absoluto.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top