22. Llamada

Gray

Pasados algunos momentos, miro de reojo a la chica junto a mí, la cual se encuentra boquiabierta y con cara de que le he dado la sorpresa de su vida. No puedo solo dejarla con la información a medias, así que, una vez más aparto la mirada para continuar.

No pienses mal de ella —aclaro, considerando los posibles escenarios que puede estar montándose en la mente ahora—. Lucy hubiera sido incapaz de hacer algo remotamente incorrecto, no imagino lo que pensaría de haber visto en lo que se convirtió Natsu... me desvío del tema, el caso es que ella recibió el maleficio de un demonio.

—¿Pero eso qué tiene que ver con él? ¿Cómo es que terminó...? —deja la pregunta a la mitad, pero sé a la perfección a lo que se refiere.

—Eso pasó porque el muy idiota puso sus sentimientos por encima de la razón —suelto con más dureza de la que pretendía; intento buscar un tono más tranquilo antes de continuar—. Tenía el juicio nublado, fue incapaz de razonar cuando Lucy comenzó a mostrar síntomas. Él estaba dispuesto a cualquier cosa con tal de no perderla, así que no tardó en buscar a Zeref, ofreciéndose a cambio de que éste asegurara que ella volvería a estar bien; Zeref aceptó el trato sin pensarlo, sin embargo, no cumplió con su parte, la asesinó frente a los ojos de Natsu —hago una corta pausa—. Ese fue el detonante que provocó su demonización. Lo último que supe fue que enloqueció por la transformación, Zeref notó mi presencia entonces, así que tuve que irme. La siguiente vez que vi a Natsu fue doscientos años después en una batalla, para entonces ya era el demonio que conoces.

Dejo que las palabras se asienten un buen rato, en el que ella tampoco se atreve a intervenir. En realidad, contar esto ha sido más sencillo de lo que esperaba, supongo que en gran parte se debe a que ya le he hablado de temas más delicados.

—¿Entonces lo hizo por amor? —ella pregunta al cabo de algunos minutos con un tono que no me molesto en descifrar.

—Ridículo, ¿verdad? —suelto una risa carente de gracia—. Lo dio todo cuando era más que evidente que no conseguiría nada. Pasé muchos años tratando de comprenderlo, pero al final me di por vencido.

—Hay cosas que no se pueden entender si solo las ves con lógica —dice, posando su mano sobre la mía; por un momento me llega el impulso de apartarla, pero lo reprimo y la verdad no sé por qué—. Y eso es algo que he tenido presente cada día desde que te conozco. Puede que lo que es natural para otros, para ti sea absurdo hasta que abres un poco la mente.

No puedo negar que lo que dice tiene sentido, aunque la parte de abrir mi mente nunca funcionó para este tema; por mucho que intenté ponerme en su lugar, jamás estuve remotamente cerca de entenderlo, solo fue algo absurdo, lo mire por donde lo mire.

—Puede que tengas razón, pero de igual forma no tiene caso pensar en eso, ya no hay nada que se pueda hacer, él está perdido desde hace mucho.

Sé que sueno demasiado pesimista, pero solo es la verdad, además me gustaría dejar ese tema atrás. De momento, lo único que me inquieta con respecto a eso es el hecho de que él haya venido al mundo mortal justo cuando la reencarnación de Lucy aparenta la misma edad de cuando murió, es una coincidencia demasiado grande para ser solo eso, debe haber algo más.

Para bien o para mal, aquella conversación no pudo alargarse más, debido a un mensaje de Jellal que indicaba que tenía el rastro de una grieta energética. Eso solo podría significar problemas, así que acudí lo más rápido que pude; sin embargo, no resultó ser más que un nido de diablillos atraídos por un peine maldito. Aquel tema no representó mayor problema, nos deshicimos de aquellos demonios menores en cuestión de minutos y luego me encargué de llevar el peine al templo para que lo exorcizaran.

En parte es un alivio que no fuera mayor cosa, ya que una grieta hubiera sido mucho más problemática con la cantidad de demonios que pudieran usarla para llegar al mundo mortal; pero por el otro lado, me sigue inquietando la forma en que escaparon END y Metalicana del inframundo, es preocupante que no hayan dejado ningún rastro. Si es algún ritual especial, otros deben conocerlo también, lo que les daría la oportunidad de venir al mundo mortal a su antojo sin ser detectados; la única otra opción que se me ocurre es que tengan algún brujo que los ha estado invocando; la cuestión es que tendría que ser uno muy poderoso si puede traer el cuerpo físico de un demonio como END... no, aun si ese fuera el caso, sigue habiendo algo mal, debe haber un detalle que se me escapa, pero, ¿qué es?

Sin darme cuenta, he regresado al lugar donde vivo casi de forma automática. Una vez dentro, decido tomar una ducha para ver si consigo relajarme un poco y despejar la mente al menos por un rato. Mientras estoy en ello, de repente se me cruza por la cabeza la imagen de una caja con una cantidad exagerada de adornos para el tamaño que tiene. Con lo de la supuesta grieta lo había olvidado, pero ahora que todo está en calma, al fin puedo comprobar si lo que pensaba era correcto.

Al salir de la ducha no me complico demasiado, limitándome a secarme un poco y ponerme un pantalón cualquiera antes de dirigirme al punto en el que había dejado la caja que trajo Juvia hace poco más de tres horas. En cuanto la abro me encuentro con una variedad de lo que imagino que son dulces, a los que soy incapaz de ponerles un nombre. En el fondo siempre supe que terminaría exagerando la cosa, aunque admito que consiguió medirse en cantidad.

"De acuerdo, esto es solo una prueba, no debo ilusionarme por una remota posibilidad" me digo mentalmente mientras reviso por encima el contenido de la caja. Al principio considero probar el que es igual al del otro día, pero al final me inclino por una galleta; sería lo mejor por cuestiones de investigación, además que me siento algo culpable por dejar que las otras se echaran a perder.

Me obligo a dejar de pensarlo de más y solo me llevo una a la boca sin expectativa alguna, sin embargo, es tal como el otro día. No puedo mover un músculo, tal vez ni siquiera respirar luego de sentir el sabor dulce deshacerse en mi boca. Con esto me llega una sensación extraña que no consigo procesar en absoluto, por lo que termino soltando una carcajada sin entender la razón.

—¿Qué se supone que significa esto? —me pregunto en voz alta, poniendo una mano sobre mi cabeza antes de notar las lágrimas que se han escapado sin permiso.

Es cierto, mi teoría resultó ser correcta; el problema es que lo más seguro es que esto me haya dejado más preguntas que respuestas. Por primera vez en muchos años, tal vez, solo tal vez, considere darle mi esperanza a una oportunidad, volver a convencerme de que aún no está todo perdido.

Esta es una noche tranquila, han pasado tres semanas desde aquel día y las cosas fluyen con tranquilidad. Es cierto que las apariciones de seres demoniacos siguen más altas que de costumbre, aunque nada en especial para preocuparse más allá de la extrema discreción de END; con lo tranquilo que ha estado, casi parece que nunca hubiera llegado al mundo mortal.

En cuanto a todo lo demás, nada que destacar. Todo el tiempo he estado en contacto con Jellal en busca de una pista de lo que pueda estar sucediendo en realidad, en lo que hemos fracasado por completo hasta el momento.

Por otro lado, en cuanto a la enérgica chica que se ha acercado muchas más veces de lo prudente, ella sigue como si nada hubiese pasado, acudiendo a mí para informarme de cualquier avance que va notando. De acuerdo, si esta fuera una situación normal hasta intentaría alegrarme por ella, porque en verdad ha avanzado bastante en poco tiempo, sin embargo, ese no es el caso, seguimos sin tener la seguridad de que Natsu no haya vuelto a seguirle el paso y es imposible llegar a tenerla, así que me sentiría más tranquilo por ella si dejara de venir cada dos días. Viendo su entusiasmo por aprender, llegué a pensar en la posibilidad de pedirle a Porlyusica que le ayude un poco, pero esa idea se esfumó cuando caí en cuenta que eso podría poner en peligro a la anciana si es que END sigue a Juvia, no puedo hacerle eso cuando me ayuda cada vez que lo necesito solo a cambio de que la proteja.

Me encontraba tan perdido en mis pensamientos y las luces de la ciudad, que no me percaté de una presencia que se acercó demasiado. Vuelvo al mundo real con todas las alarmas encendidas en cuanto siento algo rodearme el torso. Me mentalizo para defenderme y luego atacar lo que sea que tenga detrás, hasta que consigo distinguir una voz aguda y angustiada.

—Por favor no lo hagas —dice. Al girar con un poco más de calma, me encuentro con una chica con la que estoy bastante familiarizado, aferrándose a mí con todas sus fuerzas y hundiendo su cara entre mi ropa.

¿De qué está hablando? ¿Acaso pensó que de nuevo estoy fuera de control o...? Un momento, ¿ella pensó que yo estaba a punto de...? No puede ser.

—N-no tengo en mente nada de eso, no es lo que piensas —tartamudeo levemente en un intento por despegarme de ella, pero se aferra como un maldito koala.

De acuerdo, ahora que analizo la situación, si puede darse para malentendidos que esté a la orilla de la terraza de un edificio de quince pisos, sentado en la barra que impide que alguien caiga al vacío.

—¿Tú... entonces qué estás...? —ella pregunta al cabo de unos momentos de verme fijamente, aunque la preocupación sigue tiñendo su expresión.

—En realidad solo es una tontería —niego con la cabeza, dirigiendo la vista al frente una vez más—. Me gusta estar aquí, es tranquilo y de alguna forma, cuando estoy en lugares así, cuando observo desde esta perspectiva, hasta cierto punto olvido mis problemas... y siento como si estuviera en mi hogar al menos por unos minutos.

—¿Lo extrañas mucho, el lugar de donde vienes? —ella pregunta luego de dejar que lo que dije se asiente un poco.

—Más de lo que podría expresar con palabras —me sincero sin desviar la vista de un punto en el infinito.

—Lo siento, no imagino lo duro que debe ser para ti.

—No hay nada de lo que debas disculparte, no tienes ninguna culpa —niego, volteando a verla y descubriendo que se ha apartado bastante de la orilla, ¿acaso les teme a las alturas? —Ven —le indico, tomando su mano, a lo que ella obedece, deteniéndose al poner su mano libre sobre la barra de la que ya he bajado—. Es tal vez lo único que compartimos todos los caídos; ya que no podemos volar más, al menos en lugares altos tenemos algo similar, al menos hasta cierto punto.

Ella pasa algunos momentos en silencio antes de responder—: En realidad nunca había apreciado estas vistas, pero admito que todo se ve muy bonito desde aquí. Entiendo por qué te gusta —hace una pausa—. Tus alas... ¿cómo eran?

Debo pasar duro para deshacer el nudo que se ha formado en mi garganta antes de poder contestar a su pregunta. Creí que sería más difícil, pero por alguna razón no me siento tan incómodo con este tema si estoy hablando con ella.

—Eran más grandes que las de Erza —digo con una voz inesperadamente estable. Me gustaría ser más específico, pero para este punto ni siquiera tengo claro el color que tenían, apenas recuerdo su aspecto físico—. Eran fuertes, siempre conté con ellas para volar y luchar. Eran mi orgullo.

—Sé que algún día las recuperarás —sonríe levemente luego de algunos minutos. Soy consciente de que intenta subirme el ánimo, pero lo que consigue es todo lo contrario.

—El optimismo no sirve de nada en mi situación, ni siquiera lo intentes.

—Solo pensaba que...

—Lo sé —la corto con dureza—, pero las buenas intenciones no pueden cambiar el hecho de que ningún caído jamás ha conseguido redimirse. También sé que tienes que terminar de una vez por todas con lo que has estado intentado. No soy como tú; aunque lo quisiera, no puedo darte eso que sé que estás buscando.

—Pero podríamos intentarlo, podrías intentar darle la oportunidad a algo diferente.

—Es que no lo entiendes —replico, sosteniendo sus hombros con mis manos—, no comprendes y ya no sé cómo más decirlo: Yo no soy como tú, no vivimos en el mismo mundo; no puedo experimentar los mismos sentimientos que un humano, ni siquiera los de un demonio. No siento dolor, no puedo distinguir calor o frío, olores, sabores, ni siquiera recuerdo cómo lucen los colores porque llevo demasiado tiempo en un mundo en blanco y negro—. Pasan varios momentos de pesado silencio, ella no pronuncia una sílaba, tampoco se mueve; tan solo permanece observándome con una mezcla entre preocupación y tristeza. Luego de respirar profundo, continúo con algo más de calma, soltándola—. Por alguna razón, no tengo idea de cuál sea, pude volver a sentir un sabor cuando probé lo que preparaste. Fue la primera vez que pude saborear lo que fuera desde hace más de ocho siglos; se repitió de nuevo con lo del otro día, pero solo con eso, con nada más.

—¿Y eso no debería ser algo bueno? —pregunta con timidez luego de algunos instantes.

—Un caído está en el medio de todo, no puede considerarse como celestial ni demoniaco. Recuperar los sentidos significaría que la balanza comienza a inclinarse hacia alguno de los dos lados. Luego del espectáculo de la noche de los ghouls, ¿qué lado crees que tiene más peso ahora?

Mi pregunta la deja callada, lo cual ya esperaba; no tiene sentido seguir discutiendo esto. Por desgracia, la realidad solo puede ser una, considerando lo que tenemos.

De repente siento una vibración proveniente de un bolsillo de mi pantalón. Me obligo a sacar el aparato para revisarlo, topándome con una llamada entrante de Jellal, cosa que no me extraña, considerando que no hay más de cuatro personas que tengan este número.

—Dame un momento, es importante —me dirijo a la chica frente a mí antes de contestar—. ¿Tienes algo? —pregunto apenas presiono la pantalla.

—Te estoy observando —contesta la voz del otro lado de la línea, dejándome paralizado en mi sitio con los ojos abiertos de par en par. Me doy cuenta desde la primera sílaba, ese no es Jellal, quien me llamó fue END.



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