20. Favor

Gray

—¿Qué te hace pensar eso? —pregunta Jellal luego de haber considerado lo que dije hace algunos momentos; ya no suena tan escéptico como antes.

—El tratado no había sido consolidado cuando caí; no alcancé a formar parte del pacto, así que en teoría podría romper todas las reglas si quisiera.

—Ningún caído en su sano juicio incumple las normas, estando a merced de los ángeles es una sentencia de muerte. Hasta los demonios son conscientes de ello.

—¿Y si no está en su sano juicio? ¿Y si además de eso la demonización ha ido suficientemente lejos para que el control de los ángeles deje de surtir efecto? —me provoca náuseas solo pensar en la opción, pero me obligo a permanecer firme.

—Si te convirtieras en... —Jellal se calla a sí mismo de golpe; lo piensa un poco antes de reformular su oración—. Si aceptaras la propuesta de Zeref, recuperarías tus poderes, incluso podrías obtener más de lo que tenías en un principio, pero si tu mente continuara como ayer, serías terriblemente influenciable; en el peor de los casos hasta terminarías haciendo lo que él quiere sin necesidad de que mueva un solo dedo.

—Los ángeles se verían en la obligación de intervenir, lo cual le daría derecho a Zeref de hacer lo mismo.

—Deshacerse del contrato y ganar un nuevo recluta, matar dos pájaros de un tiro.

—Y lo único que pondría en riesgo sería un demonio sin control que no le tiene ninguna lealtad —supongo que eso sería todo. Ambos pasamos un rato en silencio, dejando que se asienten las palabras.

—Poniendo las cosas así, tu teoría no suena tan disparatada —Jellal es quien decide hablar primero—. Puede que la situación sea más complicada de lo previsto, pero si tienes razón, podemos tomar medidas de precaución, intentar ganar algo de ventaja —hace una breve pausa en la que su determinación parece flaquear—. Aunque imagino que ahora mismo no estás en condiciones de pensar con cabeza fría.

Odio admitirlo, pero tiene razón, ni siquiera entiendo cómo llegué a pensar en lo que dije hace un par de minutos; habrá sido un golpe de suerte o algo así, porque en verdad me cuesta pensar con claridad.

—Ve a descansar —recomienda Jellal en tono duro pero comprensivo—. Llámame cuando tu mente haya vuelto a la normalidad... o bueno, normal para tus estándares. Mientras tanto yo seguiré intentando lo que pueda por mi lado, ¿de acuerdo?

—Seguro —asiento, esbozando una sonrisa que no hubiera podido salir más forzada—. Nos vemos luego.

—Adiós —se despide, aunque antes de irse añade—. Y recuerda que puedes decirme si algo va mal, estamos en el mismo barco, puedes apoyarte en mí tanto como sé que yo puedo hacerlo en ti.

No tengo tiempo para responder a eso, ya que se marcha en cuanto termina de hablar.

Sé de lo que habla, sé que puedo confiar en él ciegamente y que cualquier resentimiento que le tuviera, ahora está enterrado bajo tierra y olvidado, sé que no hay nadie que me entienda como él, pero también sé que él nunca pasará por lo que viví ayer.

"Pero él pasaría por algo peor si se desvía del camino" sugiere una voz en mi cabeza.

Es cierto, sé que no soy el único con preocupaciones, y no imagino lo que él sentirá ante la posibilidad de terminar como Lyon; lo de ayer también debió afectarle a Jellal, puede que incluso más que a mí, aunque no lo demuestre en absoluto y es algo que nunca sabré porque respeto que hay cosas que prefiere guardarse; aun así, me gustaría hacer algo por él, que se desahogue por una vez en la vida.

Han pasado algunos días desde el incidente y todo parece fluir con normalidad, tanto que hasta parece sospechoso.

Detesto admitirlo, pero Laxus en verdad hace bien las cosas cuando se lo propone, no recuerdo la última vez que pasé más de dos días consecutivos sin tener que ver esas marcas y ahora llevo casi una semana en perfectas condiciones. Tal vez debería hacerle caso al viejo de una vez y dejarlo descansar de esa tarea, que parece aborrecer casi tanto como yo.

Pero bueno, eso será un problema para más adelante, de momento me concentraré en lidiar con otro tema que es tan ajeno a mí como incómodo.

Lo único que tenía claro desde un principio era que la mejor excusa para ir directamente con Juvia sería ayudarle a instruirse un poco con respecto a sus potenciales habilidades, sin embargo, no tengo idea de qué diré luego de haber terminado con eso.

Al llegar al bloque en el que reside actualmente es imposible ignorar cierta energía negativa que prevalece en el lugar. Es cierto que el ambiente suele ponerse algo pesado en las escuelas y en general sitios con humanos demasiado estresados, sin embargo, esto es diferente, hasta cierto punto se siente sobrenatural. No me gusta nada, pero me mantendré en silencio con respecto a eso hasta comprobar que haya una amenaza real.

Durante sus semanas de ausencia casi conseguí olvidar lo enérgica que es esta chica... casi. Al comienzo me tomó desprevenido su abrazo de saludo, pero más temprano que tarde recordé que su comportamiento sigue siendo exactamente el mismo que cuando éramos vecinos.

—¿A qué viniste? ¿Todo anda bien? —pregunta con una amplia sonrisa, aunque su energía se ve mermada al pronunciar la segunda pregunta.

—Sí, nada de lo que debas preocuparte —por ahora—. Noté que la otra vez parecías bastante entusiasmada con la idea de aprender magia, así que te traje algo con lo que puedes comenzar —explico, ofreciéndole el viejo libro que traje conmigo, el cual toma para observarlo por encima y ojear algunas páginas—. Es sobre meditación, no es muy entretenido, pero es sencillo para comenzar y te servirá si quieres seguir avanzando, además partir de ahí es lo más seguro para todos.

Ella en un comienzo luce confundida, sin embargo, es cuestión de unos pocos segundos para que esboce una sonrisa, estrechando el libro contra su pecho.

—Gracias, significa mucho para mí —agradece con una calidez que de alguna forma consigue subirme el ánimo; no hay razón, solo me gusta verla así, emocionándose por cualquier pequeñez.

Concéntrate, Gray.

—No es nada, en serio. Sé que no es lo que te había prometido, pero te servirá para entretenerte mientras el ambiente sea peligroso.

—Para ti puede ser nada, pero yo lo siento como un gran paso. En verdad lo aprecio —ensancha un poco su sonrisa, ladeando la cabeza.

Pasan algunos momentos de silencio que ninguno se atreve a romper hasta que comienza a tornarse algo incómodo, entonces decido que tengo que dejar de darle tantas vueltas al asunto y solo decir lo que tengo que decir.

—Esto no tiene mucho que ver, pero hay una cosa que quería preguntarte —no quiero continuar con esto, menos ahora; siento que va a parecer que solo intentaba hacer un favor esperando algo a cambio, pero no es así. Sí, admito que usé el momento como excusa para acercarme, pero de igual forma tenía pensado darle toda la ayuda que pudiera para que gane un poco de confianza en sí misma y deje de ver todo como un mundo desconocido—. Bueno, es más algo que quería pedirte, pero solo es una tontería, no quiero forzarte de ninguna forma —esto es incómodo, terriblemente incómodo. Odio pedir favores y no recuerdo la última vez que le había pedido algo que no sea de vida o muerte a alguien además de Jellal y Porlyusica, no tengo la suficiente confianza con esta chica para sentirme cómodo en esta situación.

—¿En serio está bien todo? Estás actuando extraño —ella pregunta con un gesto confundido y la verdad no la culpo, debo estar haciendo el ridículo.

—Sí, es solo... —es solo que aparentemente olvidé cómo hablar con coherencia. "Vamos, solo dilo" me digo internamente, tomando un par de inspiraciones profundas—. Mira, no sé si recuerdes el postre que hiciste alguna vez cuando vivías en el edificio.

—¿Te refieres al cupcake que te di aquella vez? —pregunta, levantando una ceja en señal de confusión.

—De hecho, me lo embarraste en la cara, pero sí, ese —aclaro; me alivia que lo recuerde tan fácil, pero eso no impide que hable como si tuviera un maldito problema mental en la siguiente parte—. Bueno, el caso es... lo que intento decir... me preguntaba si alguna vez vuelves hacer... si es que no te molesta... ¿por favor podrías dejarme probar uno?

Ya está, lo dije. En serio odio hacer estas cosas, ni siquiera me doy cuenta de que había desviado la mirada hasta que termino de hablar.

—¿Entonces te gustó? —pregunta con la emoción que es característica en ella, lo cual me hace verla una vez más para toparme con un par de ojos brillando de alegría... ¿en qué me acabo de meter?

—S-sí —asiento aturdido con un leve tartamudeo, no esperaba esa reacción.

—¿Y las galletas estaban bien? ¿No les puse demasiada azúcar? —Ha comenzado a hablar tres veces más rápido de lo normal y su voz se puso tan aguda que podría dejar sordo a un perro; el indicativo de que su emoción le debe tener nublado el juicio en estos momentos.

—No te preocupes, estaban bien —miento, no tengo el corazón para decirle que las había olvidado hasta hace una semana, cuando las encontré duras como una roca en el cajón donde las guardé.

—¿En serio? En verdad me alegra. ¿Y qué te gustó más? ¿Hay algo en particular que prefieras? Tengo más recetas que...

—Escucha —la interrumpo; debo detenerla ahora porque si no lo hago, seguirá de esa forma a saber cuánto tiempo—, sé que estás emocionada y tienes la mejor intención, pero no tienes que pensar en nada extravagante, estoy bien con cualquier cosa que se te facilite hacer, ¿de acuerdo? No tengo ninguna preferencia.

—De acuerdo —asiente sin borrar su amplia sonrisa. Tengo un mal presentimiento, pero por ahora lo dejaré así.

Es evidente que ella tiene todo el ánimo de extender la conversación hasta el infinito, sin embargo, es ella misma quien la debe terminar al cabo de unos minutos ya que tiene que ir a una clase que según sus palabras "es relleno, pero no puede faltar porque debería repetirla después". No tengo idea de cómo sea el sistema que tengan los humanos para estudiar, nunca me ha interesado, pero no consigo comprender por qué se empeñan tanto en perder el tiempo con cosas inútiles y que no quieren hacer teniendo vidas tan cortas.

Al final, ella logró convencerme de que la acompañe al lugar donde toma su dichosa clase, igual no es algo que me quite mucho tiempo y puedo hacerme una idea del sitio en general, en especial me concentro en el origen de aquella energía perversa que sentí al principio, con lo que no tuve ninguna suerte; tal vez no es para tanto y solo estoy siendo paranoico.

—¡Juvia! —una voz femenina la llama desde lejos; al girar en esa dirección, se hace evidente que se trata de una chica de baja estatura y cabello corto que ahora saluda hacia acá con la mano, gesto que imita la chica junto a mí con el mismo entusiasmo aparente.

—Parece que estarás acompañada, así que me voy —le informo, tratando de aprovechar la oportunidad sin darme cuenta de lo rápido que su amiga se aproximó.

—¿Cómo has estado? ¿No nos presentas a tu amigo? —Oh no, no esto, es justo lo que quería evitar... un momento, ¿"nos"?

Antes no lo había notado, pero efectivamente se encuentra acompañada por otra chica que hasta ahora estaba concentrada enviando una nota de voz por su teléfono. Mi intención era solo decir que tenía algo que hacer, sin embargo, ésta se esfuma cuando detallo un poco mejor a la joven de cabello claro cuyas palabras no logro comprender.

No, esto no puede ser cierto, no tiene ningún sentido.

Eso es lo que me indica la razón, pero todos mis otros sentidos gritan lo contrario; ese cabello, esos ojos, todo en su apariencia coincide con la imagen borrosa en mi memoria, incluso su voz es la misma, no la podría confundir.

—¿Lucy? —pronuncio su nombre, que es lo único que puedo pensar ahora.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top