2. Cicatrices

Juvia

De repente es como si el tiempo se detuviera, nadie mueve un músculo o pronuncia una sílaba. No tengo duda de que Gajeel ha perdido la razón, pero tengo que convencer a Gray de que debe haber otra solución.

—No te metas, esto no es algo que puedas comprender —me ordena el chico de los ojos, de nuevo grises, con un tono helado que me hace tragarme todas las palabras en las que ni siquiera había pensado.

Una vez más, él gira para darle lo que creo que es el golpe de gracia, sin embargo, su ataque es interceptado con el brazo que aún le queda.

Gray intenta forcejear, pero Gajeel es mucho más fuerte, y termina arrojándolo contra un árbol a unos cuantos metros, generando un gran estruendo. Por un momento temo que no pueda volver a levantarse, pero lo consigue con dificultad visible. Esto es malo, no puedo evitar notar cómo sus movimientos son más lentos que al comienzo, cosa que Gajeel aprovecha tanto como puede, considerando su extremidad faltante.

Me cuesta seguir la pelea, tanto por la falta de luz, como por la velocidad a la que se desarrolla; ni siquiera podría atreverme a afirmar quién de los dos va ganando. Lo único que tengo claro es que hace unos momentos la prenda superior de Gray ha sido removida, dejándolo semidesnudo.

El lado bueno de esto es que eso parece haberle dado más libertad de movimiento, de forma que creería que ha recuperado el ritmo que llevaba al inicio.

En cuestión de segundos, nuevamente consigue desestabilizar a Gajeel, dejándolo tumbado en el suelo justo antes de poner un pie sobre su pecho para evitar que se levante.

Ambos tienen la respiración agitada, y mantienen su posición por algunos momentos; entonces mi vecino comienza a pronunciar cosas a toda velocidad, de las cuales no alcanzo a entender nada en absoluto. Gajeel se retuerce en su lugar, suplicándole que se detenga con aquella voz distorsionada. Suena más allá de lo aterrado y cada vez se mueve con más violencia, pero sus intentos por liberarse no podrían ser más inútiles.

No comprendo lo que está pasando. Para este punto, ya no estoy tan segura de no estar en uno de esos extraños sueños; ahora mismo quisiera ayudar a Gajeel, pero al mismo tiempo me asusta siquiera pensar en lo que intentaría hacer una vez que se libre del chico sobre él.

En cierto momento, Gray levanta una mano sobre su cabeza, empuñando lo que creo que es una daga que no tengo idea de dónde sacó. Quiero gritar, pero entonces recuerdo lo que pasó antes y mi voz se atasca en el nudo que se acaba de formar en mi garganta. No puedo hacer nada, estoy temblando de pies a cabeza y no consigo pronunciar una sílaba, ni siquiera cuando veo que aquel con el que estaba tan tranquila hasta hace unos minutos, es apuñalado en el pecho.

Es como si el tiempo se detuviera junto con los frenéticos movimientos de Gajeel. Lo único que me confirma que sigo atada a la realidad es la humedad en mis mejillas que han traído las lágrimas involuntarias que no se detienen.

Ahora mismo no sé si llamar a un hospital, para ver si pueden hacer algo, a la policía, porque creo que acabo de ver un asesinato, o a un psiquiátrico, para que me puedan aclarar si toda esta sucesión de eventos inverosímiles ha sido real o tan solo estoy perdiendo la cabeza.

No tengo control sobre mi propio cuerpo cuando comienzo a avanzar en su dirección, siento como si estuviera viendo una película en lugar de estar viviendo esto.

Estoy aproximadamente a dos metros del cuerpo inmóvil que yace en el suelo, cuando una mano helada se envuelve alrededor de mi brazo. Su frío y firme tacto me trae de vuelta a la realidad, permitiéndome detenerme. No me hace falta voltear en su dirección para saber que se trata de Gray; él dice algo, pero no escucho más que un murmullo inteligible que ni siquiera estoy segura de querer atender. Sin embargo, un tirón fuerte hacia atrás es suficiente para desestabilizarme y hacer que le ponga atención.

—Déjalo —demanda sin permitir que una sola emoción se asome por su rostro. Simplemente no tengo palabras, él acaba de apuñalar a alguien más y ahora pretende que solo lo deje como si nada, no puedo hacer eso.

—¿Lo mataste...? —mi voz suena en un susurro inestable y a pesar de que no quiero, aquella pregunta suena como una afirmación.

—Él estará bien —responde sin cambiar su expresión—. Solo regresa a tu casa e intenta olvidar lo que viste hoy.

Su tono es duro y la iluminación hace que su gesto luzca más siniestro de lo que en realidad es. Hasta ahora, el hombre frente a mí no ha sido más que un misterio, un misterio con el rostro más atractivo que haya visto; desde la primera vez que lo vi, quise saber más sobre él, pero ahora que tengo mi primera interacción real con él, todo lo que quiero es poner la mayor distancia posible entre él y yo. Tengo la sensación de que el chico que no ha soltado mi brazo es aun más peligroso que el que ahora está en el suelo.

—¡No hay forma en que pueda olvidar lo que acaba de ocurrir! —me aparto de él, liberándome de su agarre—. ¡¿Cómo puedes decir que estará bien?! ¡Vi con mis propios ojos cómo lo apuñalabas!

Tengo el presentimiento de que estoy levantando demasiado la voz, creo que cualquiera que vaya pasando podría escuchar con claridad lo que digo. Por un momento pensé que eso alteraría al chico de ojos grises, o al menos conseguiría que él intente algo para callarme, pero en su lugar no pierde la calma ni un poco, diría que se ve casi aburrido con la situación.

Estoy por protestar algo más en su dirección, cuando un movimiento en mi vista periférica me deja petrificada en mi lugar; juraría que acabo de ver a Gajeel levantándose.

No lo comprendo, temo voltear a ver, pero de igual forma me obligo a hacerlo; entonces confirmo que no ha sido solo una mala broma por parte de mi mente.

Está de pie, con la mirada perdida en el vacío y lo primero que noto es que sus ojos han vuelto a su color normal. Luego de detallarlo un poco mejor, me doy cuenta de que no tiene un solo rasguño y, por mucho que me cueste creerlo, sus dos brazos están intactos; ahora parece que la única víctima de la pelea anterior es su vestimenta, que se ha rasgado en varios puntos, entre ellos su pecho, donde estoy segura de que fue apuñalado.

Quiero decirle algo, lo que sea, al menos preguntarle si está bien, pero no soy capaz de pronunciar nada incluso cuando comienza a alejarse a paso lento pero decidido.

—Estará bien —Gray repite, haciendo que me sobresalte en mi lugar—. Este lugar no es seguro, te acompañaré hasta donde haya más personas.

—¿Qué acaba de pasar? ¿Qué le hiciste? —mi voz suena más inestable y aguda de lo que esperaba, pero parece no importarle, de hecho, parece que ni siquiera le importan mis preguntas, porque comienza a caminar.

No es que quiera estar con él en este preciso momento, pero después de todo lo que ha pasado en este lugar, lo último que quiero es quedarme sola, así que lo sigo.

—Espera —le pido cuando lo alcanzo, pero no me hace caso—. Por favor —insisto, tomando su mano y consiguiendo que se detenga.

—Escucha, porque odio repetir las cosas: Lo mejor para ti es que olvides lo que viste, te aseguro que tu amigo volverá a la normalidad para la mañana, y si llegas a decir algo de lo que pasó a alguien más, te tomarán por loca, así que, entre menos sepas del tema, mejor —suena duro y en cuanto tiene la oportunidad, se libera de mi agarre, pero siento que hay un destello de preocupación en su mirada.

—Pero...

—No está a discusión —me corta con brusquedad, pero sigo sin moverme.

—Es que vivo en la dirección opuesta —el silencio se hace una vez que pronuncio esas palabras. Momentos después, continúo—. De hecho, vivimos en el mismo edifico, somos vecinos.

Por un momento no se mueve y la resolución parece golpearlo como una bofetada, pero no se permite mantenerse en ese estado por mucho tiempo. Luego de soltar un suspiro entrecortado, da la vuelta y avanza hacia el lugar correcto. Es hasta ahora que me pongo a pensar que no debe haberme notado en lo absoluto durante los cuatro meses que llevo aquí, a pesar de vivir en habitaciones contiguas... es frustrante.

Siento el alivio llenarme por completo en cuanto llegamos a una acera iluminada y las personas alrededor hacen que deje de parecer que estamos en un pueblo fantasma.

Volteo a ver a Gray, y es hasta ahora que noto cuan herido está en realidad. Además de los escandalosos y profundos cortes en su brazo derecho, hay varias heridas a lo largo de su torso desnudo, el cual no parece tener intenciones de cubrir.

—Estás muy herido, deberías ir a un hospital —sugiero, sin siquiera intentar ocultar la preocupación en mi tono.

—No es nada, solo necesito descansar —niega, y no sé si lo cree de verdad o solo intenta hacerse el tipo duro; es un hecho que resiste muy bien el dolor, pero si no trata esas heridas como se debe, podrían infectarse.

Sin saber qué más decir, me quedo en silencio hasta que llegamos al piso en el que vivimos; entonces, con mi llave ya preparada, me adelanto un poco para abrir rápidamente la puerta del apartamento que estoy rentando. Soy consciente de que el chico de cabello negro me está observando como al ser más extraño del planeta, pero no permito que eso me afecte, ni siquiera cuando tiro de su brazo en mi dirección para hacerlo entrar.

Parece que esto último no pudo tomarlo más desprevenido, porque incluso debe dar un traspié para no terminar cayendo.

—¿Qué estás...? — pregunta, más allá de lo confundido y con un toque de alarma en su tono, pero lo interrumpo antes de que pueda terminar.

—T-tú me ayudaste y ahora estás herido —tartamudeo apresurada, sosteniendo un pequeño botiquín entre mis manos—. Y si dices que no irás a un hospital, al menos puedo intentar hacer algo por ti... por favor, al menos déjame hacerlo como agradecimiento.

Está a menos de un metro de la salida, solo necesita dar un paso para librarse de mí, y por un doloroso instante, siento que va a hacerlo. Mis ojos suplicantes no se apartan de aquella mirada gris, que parece estar escaneándome a detalle. Sus cejas se juntan en un gesto que no consigo descifrar ni un poco, y sé a la perfección que está tenso de pies a cabeza.

Tengo la sensación de haber pasado una eternidad en un tenso silencio, hasta que él da un pesado suspiro y, finalmente, parece relajarse.

—Bien —asiente, aparentemente resignado y apartando la vista hacia un punto en el suelo—. Supongo que no hay problema, si con eso te sientes mejor.

—No tardaré mucho —prometo, esbozando una amplia sonrisa—. Si quieres, puedes sentarte —añado, señalando una silla cercana.

Él lo medita por unos instantes, antes de asentir y sentarse. Estoy comenzando a pensar que analiza absolutamente cada cosa que hace

De acuerdo, en parte es cierto que quería agradecerle lo de antes de alguna forma, pero lo cierto es que no voy a permitir que se vaya de aquí sin darme respuestas sobre lo que ocurrió... lo que sea que haya sido eso.

Para las heridas, decido comenzar por las de su brazo, que sin duda son las más graves, así que remojo un trozo de algodón con alcohol y lo paso con delicadeza sobre las marcas para desinfectar. Admito que me sorprende un poco que no hace gesto alguno de dolor, tan solo se queda mirando un punto en el infinito con una expresión inescrutable, sin embargo, al detallarlo mejor, puedo notar numerosas cicatrices a lo largo de sus brazos y torso. ¿Qué clase de vida tendrá para estar así?

Y, bueno, además de cicatrices, he podido comprobar que mi suposición era cierta, su cuerpo parece tallado como una escultura griega, literalmente está marcado en todos los lugares que un músculo puede marcarse, por supuesto, sin llegar a ser nada exagerado... bien, admito que tal vez eso me distrae un poco... o mucho, entorpeciendo mis movimientos. Vamos Juvia, concéntrate, tengo que conseguir algo de información sobre lo de antes o voy a enloquecer.

—Dijiste que Gajeel iba a estar bien —finalmente me atrevo a hablar—. Tú sabes qué le pasó, ¿verdad? ¿Qué era? —Él no responde, de hecho, no presenta cambios en absoluto; creería que puede estar muerto de no ser por su respiración. No puede seguir ignorándome todo el rato, tal vez si insisto diga algo—. Sea lo que sea, prometo no decirle a nadie, solo necesito saber qué fue lo que vi y que alguien me diga que sí pasó y no estoy perdiendo la cabeza —pido, tomando una gasa para ponerla sobre la herida y después vendarla.

Una vez que termino de hablar, la habitación queda en silencio casi sepulcral, solo roto por las manecillas del reloj que tengo colgado en la pared de enfrente. Estoy por dar por terminada la parte en la que he estado trabajando, cuando escucho su voz, grave y profunda; sale casi en un susurro, pero el silencio permite entender sus palabras.

—Un demonio —es todo lo que dice, y no podría estar más desconcertada.

—¿Un demonio? —sé que escuché bien, pero no termino de entender lo que dice—. ¿Intentas decirme que Gajeel es un demonio o algo así?

—Él no —niega, manteniendo un semblante sereno—. No es un demonio, pero fue poseído por uno. A juzgar por su fuerza, tal vez llevaba cargando con él unos seis meses —hace una breve pausa, aún sin verme a los ojos, antes de continuar—. No pienses demasiado en eso; me encargué de expulsar al demonio, así que tu amigo estará bien luego de descansar.

Ahora mismo estoy entre confundida y preocupada, mientras que otra parte de mí me dice que el chico frente a mí es un completo lunático que por alguna razón tuvo la misma alucinación que yo.

¿Demonios? ¿Posesiones? ¿No se supone que las personas poseídas gritaban blasfemias en latín y giraban su cabeza como un búho?

Por un lado, quiero echar a este sujeto, que al final es un completo desconocido, para no volver a dirigirle la palabra nunca, pero por el otro, quiero intentar darle sentido a sus palabras para convencerme de que no estoy loca.

—¿Entonces tú eres algo así como un exorcista?

—Es algo diferente, pero esa es la idea —explica, calmado—. Me deshago de demonios, pero normalmente es como lo de hace rato, no es muy parecido a las películas en las que estás pensando.

Por primera vez en un largo rato me dedica una mirada, y no puedo evitar ruborizarme por completo, siento que acaba de leerme la mente.

—No importa que no lo comprendas —continúa, poniéndose de pie—. Créeme, lo mejor es que no te metas en estas cosas.

Quiero replicar algo, pero ahora tengo tantas preguntas en la cabeza, que no consigo formular una oración coherente, aun cuando comienza a retirarse.

—Conozco esa mirada —observa, sin despegar sus ojos grises de los míos—. Somos vecinos, es inevitable que nos encontremos de vez en cuando, pero no intentes ir más lejos, no intentes acercarte a mí, porque sería el peor error de tu vida —parece que lo piensa un poco antes de decir lo siguiente en un tono más bajo—. Gracias por lo de las vendas, podemos decir que estamos a mano.

Luego de decir eso y sin darme un solo momento para pensar en una respuesta, se da la vuelta para salir a toda velocidad; sin embargo, lo que me deja pensando no son sus palabras, sino un par de cicatrices enormes que alcancé a ver solo por un momento. Eran largas y anchas, exactamente iguales entre sí, y ubicadas justo sobre sus omóplatos, no sé si fueran quemaduras, pero juraría que están al rojo vivo a pesar de no habérselas hecho con la pelea de hoy.

Ahora que lo pienso, nunca me dio la espalda hasta ese momento, de lo contrario, estoy segura de que lo hubiera notado, estaba intentando ocultarlas, pero, ¿por qué? ¿por qué se empeñó tanto en intentar que me aleje de él? ¿qué es lo que realmente intenta ocultar?

¿Quién eres en realidad, Gray?





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