17. Devil slayer

Juvia

—¿Qué? —la pregunta sale por sí sola, ¿se supone que esas cosas en algún momento fueron como Gray y Jellal?

—Así son las cosas —reafirma lo dicho con visible incomodidad—. Y si ese en verdad era Lyon, entiendo por qué le afectó tanto.

—Sigo sin terminar de entender, ¿quién era Lyon? —tengo la sensación de estar haciendo demasiadas preguntas, pero él está siendo bastante accesible, así que debo aprovechar.

—Él solía ser discípulo de la maestra que le enseñó a Gray a controlar su magia; luego de que ella muriera, Lyon le echó toda la culpa y comenzó a odiarlo. Supe que cayó poco después de Gray, pero no tenía idea de que había terminado así. Considerando que parecía conservar algo de identidad, esto debió ser algo reciente, un siglo, tal vez menos.

—No tenía idea —digo, procesando todo lo que ha dicho. Dejando de lado el recordatorio de la diferencia en su percepción del tiempo y la mía, enterarme de estas cosas me ayuda a comprender mejor porqué Gray es como es.

Un momento.

Si un ghoul es lo que pasa cuando... ¿entonces lo de antes...?

De por sí, el pensamiento que cruza mi mente me provoca náuseas y dispara un escalofrío por mi espalda.

—Espera, ¿eso significa que hace rato Gray estaba...? —soy incapaz de terminar la pregunta, pero parece ser suficiente para que entienda hacia donde quiero llegar.

—¿Qué? No. No, claro que no —se apresura a aclarar y agradezco que haya entendido sin tener que decirlo directamente—. Gray es un caso especial, lo que le pasó es algo muy diferente, de lo contrario no hubiera podido salvarse de ninguna manera —Bueno, admito que me calma un poco el hecho de que eso no fuera una opción, pero me sigue inquietando lo que pasó—. Ya que parece que él nunca te contó mucho, intentaré ser breve. Gray es lo que se conoce como Devil slayer, básicamente está hecho para cazar demonios —hace una corta pausa—. Lo que hace su magia es convertir partes de su cuerpo en las de un demonio.

—¿Y eso funciona? —cuestiono con algo de preocupación.

—Es combatir fuego con fuego; es la opción más riesgosa pero también la más efectiva en esos casos —calla por algunos momentos antes de humedecerse los labios y continuar—. Un ángel tiene la energía celestial para mantener en equilibrio la luz y la oscuridad en su interior sin problemas, la cuestión es que, como un caído, él ya no tiene la misma capacidad de usar su poder antes de llegar a un punto sin retorno. Es por eso que debe venir de vez en cuando para ser purificado.

—¿Y qué pasaría si llegara a ese punto? ¿Si se convirtiera en un demonio?

—Sería como un niño con una bomba atómica. A la larga podría conservar rasgos de su personalidad, pero en el futuro inmediato perdería todos sus recuerdos, destruiría todo a su paso hasta toparse con algo más fuerte que él que le enseñe cuál es su lugar; pero si pasó lo de hace rato con una transformación incompleta, si se convierte del todo podría llegar a ser más peligroso que END.

—Eso suena horrible —comento, lamentando haber hecho esa pregunta. Ahora estoy viendo muy diferente la forma en que actuó cuando se encontraba en ese estado, esa mirada, lo que hizo; me asusta pensar que podría quedarse así para siempre, ¿será que esa chispa de razón que vi en ese entones desaparecería para siempre?

No sé en qué momento me habré quedado dormida, pero me apena a niveles estratosféricos haberme despertado con la cabeza sobre el hombro de Jellal y con su chaqueta cubriéndome. Lo primero que hice fue disculparme al menos diez veces y a él parece no importarle en absoluto, pero sigo roja como un tomate por la vergüenza.

Cuando supero un poco el trauma y estoy consciente del todo, me doy cuenta de que ya deben faltar unos pocos minutos para que amanezca y que de no ser porque tenía encima la abrigada prenda de mi acompañante, estaría emparamada hasta la médula.

A los pocos minutos de aquello, el rubio de hace unas horas aparece ante nosotros para anunciar que el chico de cabello negro ha despertado siendo el de siempre. Jellal pretende mostrarse calmado, pero es evidente que está aliviado y feliz de que su amigo esté de vuelta; en cuanto a mí, bueno, ni siquiera intento ocultarlo, prácticamente salto en mi sitio al escuchar la noticia.

Luego de dirigirme una mirada extrañada, el tipo rubio regresa por donde vino sin añadir nada más.

—Ve —dice el chico del tatuaje rojo, señalando el templo con su cabeza.

—¿Tú no quieres verlo?

—Sí, pero no tengo ánimos para tolerar los regaños de Laxus, así que paso —niega con un gesto de desagrado. Bueno, con lo que vi anoche comprendo su punto de vista. Al notar que sigo dudando, él insiste—: Adelante, literalmente tengo todo el tiempo del mundo para hablarle una vez que salga. Aprovecha el momento para preguntarle todo lo que quieras, te lo dirá.

—¿Cómo lo sabes?

—Lo conozco, ya te lo dije —guiña un ojo con una media sonrisa, lo cual me hace sonreírle de vuelta antes de ir. Me alegra que se tengan el uno al otro, me da la sensación de que por mucho que pase el tiempo nunca se quedarán solos del todo.

Gray

No podría sentirme más desorientado al despertar. Antes de que mis ojos consigan darme una imagen nítida, una ráfaga de gotas de agua en la cara termina por despertarme por completo.

La alarma en mi sistema me obliga a levantarme, pero me lo impiden las cadenas que me inmovilizan de manos y pies. ¿Qué está pasando? Ni siquiera puedo recordar qué hice para terminar así. Miro alrededor tanto como puedo desde mi posición y no consigo reconocer el lugar, sin embargo, todo comienza a cobrar sentido en cuanto reconozco al hombre que permanece de pie a poco menos de un metro.

—¿Laxus? —pronuncio y me odio por sonar tan adormilado— ¿Qué pasó?

—Parece que has vuelto a ser el idiota de siempre —evade mi pregunta. Lo bueno es que al menos ha decidido quitarme las absurdas cadenas.

—¿Y bien? —insisto cuando se ha encargado de la última cerradura. Sigo esperando mi respuesta.

—El caído de la marca en el ojo y una humana te trajeron convertido en demonio —suelta con la seriedad y poco tacto que son característicos de él—. Pasaste tres horas gritando como niña poseída hasta que los signos desaparecieron por completo.

Tal vez fuera el hecho de que acabo de despertar o que simplemente no esperaba algo así como respuesta, no tengo idea, el caso es que siento esas palabras como si hubiera sido arrollado por un camión.

Al volver a observar las marcas de zarpazos sobre la mesa en la que estaba, éstas cobran un significado muy diferente al de hace unos segundos. "¿Yo lo hice?" Me pregunto mientras paso mis dedos por los agujeros sin terminar de creer lo que acabo de escuchar. Sé que alguien como él no tiene razones para mentirme, pero en el fondo sé que lo cierto es que no quiero que sea verdad.

Paso así un rato sin importarme que Laxus se haya ido de la habitación, estoy más en otro lado que en el mundo real, pensando en las opciones de las que dispongo, que no son muy alentadoras. Si ya llegué a ese punto una vez, puede repetirse en cualquier momento y eso no lo voy a permitir, no puedo dejar que todo termine así.

Ya ni sé para qué hago esto, no tengo una sola razón además que estoy más desesperado que nunca; por primera vez en siglos, me pongo de rodillas para rezar.

"Sé que hace mucho que no hago esto. Ya no recuerdo la forma adecuada, así que solo voy a ser sincero" murmuro, cerrando los ojos.

"Ya no sé qué más hacer, lo he intentado todo durante estos mil doscientos años, seguí cumpliendo con el que siempre fue mi trabajo, pero parece que nada es suficiente. Estoy desesperado, necesito una señal, al menos una pista de cuál es el camino correcto, lo que sea. No quiero terminar como mi padre; ese es el único miedo que he tenido desde que vi en lo que se convirtió" mi voz suena tan inestable que se entrecorta y debo apretar mis manos en puños para disimular el temblor. "Cada vez me convenzo más de que Erza y Metalicana tenían razón y nada me aterra más que eso así que, por favor, por favor, necesito la fuerza para resistir a esto, necesito saber qué es lo que estoy haciendo mal para poder arreglarlo. Si no me has abandonado por completo, dame una señal de que aún tengo esperanza. Si no es así, lo mejor será darle fin a esto de una vez por todas; prefiero morir hoy siendo yo a vivir una eternidad como un demonio".

Ignoro la cantidad de tiempo que paso sin moverme de mi posición, sin mover un músculo, ni siquiera tengo idea de lo que espero con esto, sé que nadie me responderá a algo como eso. Solo permanezco aquí, esperando a que un milagro ocurra porque siento que voy a colapsar si eso no pasa.

O al menos es así hasta que siento una presencia en la puerta. Mi primer pensamiento es que Laxus ha regresado por alguna razón que desconozco, sin embargo, me doy cuenta de lo equivocado que estaba cuando me encuentro con una chica a la que no esperaba ver nunca aquí.

¿Cuánto lleva ahí? ¿Habrá escuchado algo? No, más importante, ¿qué rayos hace en un sitio así?

Al hacerme esas preguntas es como si mis recuerdos se dispararan, las imágenes de anoche al fin comienzan a surgir en mi mente. Es cierto, le pedí a Jellal que la vigilara ya que se encontraban en el mismo lugar y después fui para intentar arreglar las cosas, pero no consigo recordar qué pasó después.

—¿Gray? —ella pronuncia mi nombre con una sonrisa cargada de una mezcla de emociones que no consigo descifrar.

—¿Pasa algo? —pregunto confundido. Por regla general ella es bastante fácil de comprender, pero esta vez parece la excepción.

Sin responder ni dar ninguna clase de aviso, ella se encarga de eliminar la distancia que nos separa y antes de que me dé cuenta, me rodea con sus brazos en un gesto que era lo último que esperaba en estos momentos. En un comienzo tenía ganas de apartarla, pero ese deseo se desvanece en cuanto recuerdo lo que es tenerla así. En verdad se siente cálida y hay algo en ella que consigue traerme calma.

—No sabes cuánto me alegra que hayas vuelto —dice en un susurro apretando un poco más su agarre.

Me da algo de miedo preguntar, pero de igual forma lo hago—: ¿Exactamente a dónde fui?

Para mi sorpresa, es ella quien rompe el abrazo, apartándose en cuanto hago la pregunta.

—¿No recuerdas lo que pasó? —pregunta, frunciendo el entrecejo en señal de confusión, a lo que niego con la cabeza.

—Tengo claro hasta que nos vimos e intentaste irte. A partir de ahí todo está borroso; imágenes y sonidos inconexos, una que otra sensación, pero eso es todo —la chica ante mí asiente con cara de que debe anunciar la muerte de alguien. Eso no hace más que incrementar mi mal presentimiento—. Tú lo viste todo, ¿no es así? ¿Podrías contarme cómo terminé aquí?

La expresión que pone ante esa pregunta indica a gritos que no quiere hablar sobre eso, lo cual me hace reconsiderar esperar para hablar de esto cuando vea a Jellal. Estoy por retractarme, cuando ella toma asiento en la mesa sobre la que desperté.

—Creo que es mejor que te sientes —recomienda, apartando la mirada. Una parte de mí no quiere enterarse de nada, solo pretender que no pasó nada fuera de lo común anoche además de un episodio de amnesia; sin embargo, decido hacerle caso al lado que me obliga a enfrentarme a la verdad y me siento junto a ella.

Pasan algunos momentos en los que el silencio solo consigue aumentar la tensión del momento; dejo que ella sea quien lo rompa en cuanto esté preparada y, cuando menos lo espero, comienza a hablar con la mirada perdida.

Me lo cuenta todo con lujo de detalles, comenzando por la forma en que Lyon se acercó y terminando en la parte que me dejaron con Laxus para que se encargara de mí. Al finalizar no sé cómo reaccionar, en parte era de esperarse que algo así fuera el caso, pero sigo sin querer aceptar que esa sea la verdad; me gustaría estar solo, pero al mismo tiempo me aterra la posibilidad de que la chica a mi lado se vaya sin más. Ahora mismo mi cabeza no es más que un montón de contradicciones amontonadas y lo odio, odio no saber qué hacer o decir.

—Pero el lado bueno es que ya todo pasó, los tres estamos bien y eso es lo que importa— intenta animarme. Agradezco su intención, pero en este momento su optimismo equivale a sacar un vaso de agua del mar de preocupaciones que tengo. Sí, es cierto que a ninguno le pasó nada grave, pero ¿qué pasará la próxima vez?

Mientras paso la mirada por todas partes buscando respuestas que sé que no voy a encontrar aquí, apenas lo noto en un vistazo fugaz. Primero pienso que he visto mal, pero mi sospecha se confirma cuando me concentro en el antebrazo de la chica junto a mí. Sin pensar siquiera si es lo correcto, tomo su muñeca levanto su brazo -en lo que se deja guiar con demasiada facilidad-, hasta que obtengo una buena visibilidad de la zona irritada.

—¿Yo te hice esto? —mi pregunta suena más como una afirmación. Ella no responde, se limita a mirarme fijamente con esos enormes ojos, dejando que el silencio responda por ella. Lo sabía—. Lo lamento, en serio lo siento, no hay razón que justifique lastimarte de ninguna forma.

Ya me sentía fatal por lo de Lyon, pero esto se trata de herir a una inocente que ni siquiera hubiera estado allí de no ser por mí.

—Esto no es nada, en serio, estaré bien en unos días —ella trata de minimizar el tema, sin éxito.

—No es por la cantidad de daño, es el acto en sí lo que no me puedo perdonar —refuto, enojado conmigo mismo.

—Gray —me corta, rodeando mi mano con las suyas—, lo que hayas hecho en ese momento no es culpa tuya, no eras tú mismo —hace una breve pausa—. Además, quiero que sepas que yo fui la que intentó acercarse de más y a pesar de eso nunca sentí que tuvieras ninguna actitud agresiva conmigo aún en ese estado... solo lucías confundido y puede que a ti esto te suene como una tontería, pero al verte a los ojos estaba segura de que seguías ahí dentro y que volverías a ser el de siempre en cualquier momento—. Suena y luce segura como pocas veces en lo que llevo de conocerla. Le creo, aunque estoy lejos de confiarme basado en eso—. Confío en ti, probablemente más de lo que confías en ti mismo, y sé que no me harías ningún daño, más con lo que Jellal...

Ella se calla de golpe, su rostro delata por completo que acaba de hablar de más.

—¿Jellal qué?

—E-esto... es que hace rato... —tartamudea luciendo más que incómoda mientras juega con un mechón de su cabello. Por lo general no insistiría en el tema, pero su reacción es demasiado sospechosa. ¿Ahora qué le dijo ese idiota?

Luego de unos intentos fallidos por contestar, ella respira profundo en lo que parece ordenar un poco sus pensamientos antes de confesar con timidez.

—Estuvimos hablando un rato mientras esperábamos que despertaras. En medio de eso, una cosa llevó a la otra y terminó tocando el tema de cuando caíste —la sola mención de esa palabra hace que me tensione por completo, pero la dejo continuar sin interrupciones—; lo mencionó de una forma muy superficial, pero dijo que todo pasó porque era un mal momento y fuiste demasiado amable.

Esto no puede ser cierto. Sin poder evitarlo, dejo que se me escape una risa carente de gracia que deja más que desconcertada a la chica junto a mí.

—Así que eso fue lo que dijo —suelto un suspiro, recuperando la seriedad—. Yo no caí por algo como "ser demasiado amable", lo hice por ser demasiado estúpido. Creo que ya va siendo hora de que sepas lo que pasó.

Me arrepiento de mis palabras en cuanto termino, ¿por qué no cerré la boca cuando estaba a tiempo?


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top