13. Promesa

Juvia

No sé si sea su repentino cambio de ánimo, esa mirada aterradora, su cercanía, o el presentimiento de que END me tiene -y a todos los demás- en la palma de su mano; el caso es que este demonio me inspira un terror abrumador con solo estar aquí y apuesto a que ni siquiera se está esforzando en ser intimidante.

—Llevo poco en la ciudad y no tengo mucha suerte conociendo personas; sé cosas sobre ti, ahora sabes algo sobre mí, así que propongo que seamos amigos, ¿estás de acuerdo? —dice sin expresión alguna. Estoy tan asustada ahora que solo me queda contestarle con un "sí" tambaleante, mientras le rezo a todas las deidades existentes que me ayuden—. Bien, entiendes rápido —sus labios se ensanchan levemente en una media sonrisa—. Somos amigos, cuando los amigos se hacen promesas deben cumplirlas; prometes no volver a dirigirle la palabra a ese caído, ¿verdad?

—Sí —asiento igual que antes.

—¿"Sí" qué? —pregunta, haciendo más presión con su mano.

—Lo prometo, estaré lejos de Gray —respondo con lágrimas amenazando con salir de mis ojos.

—Eso es, es una promesa —amplía su sonrisa—; mientras cumplas tu parte seguiremos siendo amigos, los amigos no se lastiman entre ellos, así que no te haré ni un rasguño y podrás irte tranquila, todos ganamos —de repente, todo rastro de buen humor en su rostro parece desvanecerse una vez más. No sé qué me asusta más, su lado alegre-sádico o el tranquilo, tal vez sea el repentino cambio entre uno y otro—. Pero recuerda, no debes traicionar mi confianza, si rompes tu promesa, no podemos seguir siendo amigos; así ya no podría garantizar tu seguridad. Además, me aburro bastante, en esa situación consideraría darle una visita a tu hermanita, tal vez ella podría ser mi nueva amiga.

Es como si todo el tiempo se hubiera detenido junto con mi corazón en el mismo instante.

"¿Cómo es que sabe sobre Wendy?" Esa pregunta es todo lo que ocupa mi mente ahora. No lo entiendo, apenas he llamado a casa desde que salí a vacaciones, a lo mucho dos veces a la semana ¿qué tanto me ha investigado este demonio? ¿Por qué le importa tanto que me aleje de Gray?

No, eso no importa, estamos hablando de la seguridad de mi hermana; da igual el motivo que tenga, ahora no puedo hacer más que obedecer lo que me pida. Confío en Gray más de lo que me gustaría admitir, pero soy plenamente consciente de sus limitaciones, al lado de END no sería más que un cachorro intentando luchar contra un lobo; él no puede hacer nada en esta situación.

—Ah, y una cosa más —añade, poniéndose de pie y dando la vuelta antes de decir en un tono con el volumen apenas suficiente para que lo pueda escuchar: —Ni una palabra de esto a nadie, recuerda lo de la confianza—. Dicho esto, un par de alas gastadas se despliegan a su espalda y comienzan a sacudirse, haciéndolo desaparecer en cuestión de segundos, tal como la anterior vez.

No sé cuánto tiempo me quedo mirando al último punto en el que vi al demonio; me gustaría decir que intentando buscar una solución para todo esto, pero lo cierto es que mi mente se ha quedado totalmente en blanco por lo que pudieron ser minutos. No puedo hacer nada, intentar cualquier cosa sería demasiado arriesgado, en especial considerando que me ha estado observando sin que lo sospechara o Gray al menos sintiera su presencia -aunque llegados a este punto, dudo que me comentara si fuera así-. Muy a mi pesar, lo único que puedo hacer ahora es obedecer.

Una vez que llego al piso en el que vivo, me encuentro con una escena que consideré como posibilidad, pero en serio, en serio no quería que ocurriera. A un par de metros de la puerta de mi departamento se encuentra un ángel caído de cabello negro con cara de haber estado esperándome sentado en ese lugar todo este tiempo, al que no tengo la menor idea de qué decirle.

Intento llegar cuanto antes a mi destino para no tener que enfrentar a Gray, pero en medio de mi torpeza termino tirando las llaves al suelo cuando estaba por abrir ¿por qué? En serio ¿por qué ni en esta situación puedo coordinar como alguien normal?

Me dispongo a recoger el llavero, pero antes lo alcanza una mano grande y cubierta por marcas negras. Mi instinto me lleva a levantar la mirada, sin embargo, me obligo a contenerme, no sé qué terminaré haciendo si lo veo a los ojos ahora. Él me entrega el objeto sin pronunciar una palabra y al recibirlo, no tardo en volver a la tarea de poner esta puerta entre los dos. Sabía que no sería tan simple, pero igual una punzada me atraviesa el pecho cuando su pie impide que cierre por completo.

—¿Podemos hablar? —pregunta, con un tono algo distinto al que suele utilizar.

—Déjame cerrar —mi voz suena más temblorosa de lo que esperaba y los ojos me vuelven a picar. No puedo derrumbarme frente a él, no sin terminar contándole todo.

—Sé que estás molesta. Lo admito, cometí un error, pero si me dejas explicar... —para ser sincera, lo que se estuvo guardando Gray dejó de ser relevante desde que apareció ese demonio en mi campo de visión; de hecho, ya no me siento molesta hacia él en absoluto, pero si lo evito y dejo de hablarle, esa será la única explicación que podrá darle. Tal vez sea lo mejor, tal vez incluso END esperó a que tuviéramos una discusión para aparecer y hacer que esto parezca natural, la verdad no podría importarme menos.

—Gray —lo interrumpo—. Por favor vete, no me hagas esto más difícil—. ¿Por qué justo ahora tuvo que sacar su lado amable? Ni siquiera puedo verlo de frente desde donde estoy, pero me hago una idea de la expresión que debe estar poniendo ahora, y eso no hace más que terminar de revolverme el estómago, realmente lo que más quisiera en este momento es poder decirle todo; desahogarme, porque sé que él es el único ser con el que podría hacerlo.

El silencio que le sigue a mis palabras es pesado y se me hace eterno, a partir de cierto punto podría llegar a pensar que se ha ido, pero es delatado por la parte de su zapato que sobresale del espacio entre la puerta y la pared.

—¿Segura que quieres estar sola ahora? —pregunta con la voz ligeramente enronquecida.

"No" es la primera palabra que cruza mi mente, lo último que quiero en este momento es quedarme sola con un demonio absurdamente peligroso que tal vez me siga.

—Sí —me obligo a asentir con el tono más estable que consigo.

—De acuerdo —dice luego de otro silencio similar al anterior, aunque un poco más corto—, si es lo que deseas, voy a respetarlo. Cuando estés lista ve a buscarme, te diré todo lo que quieras —. Al terminar esa oración, puedo ver como se asoma por la puerta un objeto al que no tardo en reconocer y que estuve extrañando hace unos minutos—. Se te cayó cuando comenzaste a correr. Por favor tómalo, aunque no arreglemos las cosas, me sentiré más tranquilo si lo llevas.

"Si tan solo supiera lo que pasó mientras no lo tenía" pienso para mí misma, dudando si tomarlo o no. Una parte de mí grita por hacerlo y de paso tratar de explicarle toda la situación, pero la otra, la racional dice que ese demonio no es de los que ladran y no muerden, y que debo cortar con toda relación con Gray ahora mismo. No sé si es por fortuna o desgracia, pero al final gana la segunda voz, no puedo arriesgarme y a mi familia de esta forma.

Con mucho dolor, cierro la mano que sostiene el brazalete y la empujo hacia afuera.

No tengo idea de lo que pase por su cabeza o lo que haya dado a entender, pero unos pocos segundos después dejo de sentir resistencia en la puerta y termino cerrándola sin querer, justo antes de escuchar pasos alejándose del otro lado.

Ya está, lo hice. Debería al menos sentirme aliviada porque cumplí mi parte y se supone que aquel demonio no me hará nada, sin embargo, todo lo que me ha quedado es una sensación de impotencia e incertidumbre que me abruma por completo.

Me desplazo como un zombi sin siquiera procesarlo hasta llegar a mi cama, entonces una nueva oleada de lágrimas que no sabía que me quedara todavía, comienza a derramarse. Ahora es oficial, este día no pudo ser peor.

No puedo seguir así, no sería bueno en ningún sentido. Sería incapaz de andar evitando a mi vecino para siempre, no sirvo para eso. Por eso, luego de meditarlo hasta la madrugada, he llegado a la conclusión de que lo mejor para mi estabilidad mental es regresar con mis padres al menos hasta el final de las vacaciones, ya después veré qué hacer, si en verdad estaría bien regresar.

Lo primero que hice esta mañana fue llamar para asegurarme que estuvieran allí (lo único que me faltaría es cambiar de ciudad para terminar igual de sola, pero en otro lado), lo cual por fortuna es así, además que se tomaron bastante bien la noticia y sin hacer preguntas; aunque ya que lo pienso, tendré que inventar una buena justificación para querer regresar de un día para otro, cuando supuestamente estaba tan feliz en este lugar.

Una vez que tengo mis maletas hechas, no me queda más que darle un último vistazo al lugar en el que estuve viviendo casi medio año. Por un doloroso momento recuerdo aquella vez que metí a Gray casi a la fuerza para tratar sus heridas... me pregunto qué estaría haciendo ahora si tan solo hubiera decidido no salir ese día, lo más seguro es que no me hubiera involucrado en todo esto; estaría tranquila, disfrutando de mi tiempo libre y observando de vez en cuanto al sujeto misterioso que vive en el apartamento de al lado. En verdad odio que las cosas se hayan complicado tanto.

De acuerdo, es oficial, tengo la peor suerte de todas. No puedo creer que al salir al pasillo lo primero que hago es toparme con Gray. Quiero que la tierra me trague, no tengo idea de qué hacer, cómo actuar, ni siquiera soy capaz de verlo a la cara. Estoy considerando seriamente la opción de pretender que he olvidado algo y devolverme, pero mi mente queda en blanco cuando el chico de ojos grises solo pasa de largo sin detenerse o pronunciar una sílaba. Apostaría a que ni siquiera me dirigió la mirada, pero fui incapaz de mirarlo directamente, así que no tengo la seguridad.

Quiero suponer que solo quiere ser consecuente con lo que dijo ayer y darme mi espacio hasta que yo sea quien decida dar el primer paso, pero sé que no es tonto y es más que evidente que llevo equipaje para una en verdad larga temporada, así que no debe tener ningún problema con que solo escape de todo. Ya que lo pienso, tal vez él pueda pensar que es lo mejor, no ha hecho más que decirme que debo alejarme de él.

Como sea, no puedo quedarme plantada en medio del pasillo para siempre, lo mejor será apurarme para llegar antes de que se me haga muy tarde.

Por fortuna, para variar, no tardo en conseguir un autobús y ubicarme en un buen asiento junto a la ventana. El viaje dura poco más de media hora, así que ni me molestaré en buscar algo para entretenerme en el trayecto, ya tengo suficiente con el caos que es mi cabeza en estos momentos.

Cuando el vehículo se pone en movimiento, me dispongo a mandarle un mensaje a mi madre para indicarle que voy en camino, sin embargo, junto a mi teléfono siento un objeto que no reconozco. Es extraño, nunca pongo nada en el mismo bolsillo que el celular.

Lo más lógico es pensar que terminé metiendo algo a la carrera mientras empacaba y con todo lo que tengo en la cabeza, sin embargo, me doy cuenta de que ese no es el caso en cuanto el pequeño objeto plateado entra en mi campo de visión, el cual me provoca una mezcla de emociones que no soy capaz de procesar.

—Gray —susurro, apretando el brazalete contra mi pecho. En serio, ¿qué rayos es lo que pasa por la cabeza de ese hombre?

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