12. Ameonna

Juvia

—Escucha, necesito que te calmes —me dice Gray con toda la tranquilidad del mundo, pero esas palabras no podrían ser más inútiles, estoy a nada de un ataque al corazón, ¿qué demonios es esto?

—¡¿Cómo puedes pedirme que me calme?! ¡¿Qué es esto?! —le devuelvo con un grito que se podría escuchar a unas cinco cuadras, pero eso es lo último que me importa.

—Todo va a estar bien, solo... —él decía, intentando tomar mi mano, sin embargo, se calla de golpe cuando termina atravesándola.

Es una sensación conocida que solo he tenido una vez, durante el ritual fallido; sé que está allí, pero no se debe al sentido del tacto, es algo más, algo que hace que un escalofrío me recorra el cuerpo entero y entre aún más en pánico, si es que eso es posible.

—Escúchame —Gray insiste, pero no tiene caso; en estos momentos mi mente es demasiado caótica para escuchar razones. Miles de preguntas me asaltan a cada instante, consiguiendo que el miedo en mí crezca cada vez más.

Al darse cuenta que con palabras no conseguirá nada, el chico frente a mí ahueca mi rostro con sus manos tan frías como el hielo. Lo normal sería decir que es desagradable e intentar apartarme cuanto antes, sin embargo, un alivio abrumador me llena cuando me hago consciente de que me está tocando. Más allá de un pensamiento ridículo que hubiera pasado por mi mente en cualquier otra situación, la tranquilidad se ha acercado a pasos agigantados con el simple hecho de que no me haya atravesado como antes.

—Quiero que te concentres en mí, ¿de acuerdo? No pienses en nada más y escucha —dice sin despegar sus ojos de los míos o moverse un milímetro. Quiero responderle, asentir al menos, pero no soy capaz de hacer nada más que intentar escucharlo por primera vez desde que esta cosa comenzó—. Sé que estás asustada, no comprendes lo que te está pasando; pero debes saber es que no es nada malo, es parte de tu naturaleza.

—¿Qué...? —mi voz sale tan inestable que apenas la reconozco, mientras que el nudo en mi estómago parece tensarse aún más.

—Tenía pensado buscar otra forma de decírtelo, esperar al momento correcto, pero esta situación lo cambia todo —hace una corta pausa que ni me da tiempo para procesar lo que dice antes de soltar la bomba sin ninguna anestesia—. La verdad es que no eres humana, al menos no por completo.

¿Qué está diciendo? Esto no puede ser cierto, no puede ser cierto, no puede ser cierto, me repito una y otra vez que lo que dice no puede ser verdad, debe ser una equivocación.

—Puede que tus padres sean completamente normales, pero un antepasado tuyo fue algo más que un humano —sé que está intentando evitar que entre en pánico, pero una vez más parece que mi corazón quiere hacer un agujero para salir de mi pecho, solo me gustaría salir corriendo de aquí; la única razón por la que no lo hago es que mis piernas siguen sin responderme—. Eres lo que se conoce como ameonna, todo esto es parte de...

Esa palabra. Esa maldita palabra se queda resonando en mi cabeza, impidiendo que comprenda lo que dice a continuación.

—No digas más —lo callo con una voz temblorosa a más no poder, bajando la mirada; por alguna razón, en los últimos momentos mis ojos se han repletado de lágrimas. Él dice algo que ni siquiera intento comprender, hasta que lo corto de tajo, apartando sus manos—. ¡Cállate! —le grito, volviendo a clavar mis ojos en los suyos, que ahora lucen más que confundidos, mientras que termino derramando un par de lágrimas que limpio de inmediato—. Por favor, no más; ahora solo quiero ir a casa —digo con toda la firmeza que puedo imprimir, pero que termina sonando más a una súplica asustada.

—Está bien —asiente luego de pensarlo un poco—. Por ahora, intenta levantarte, ¿de acuerdo? —pide con calma, extendiendo hacia mí su mano completamente ennegrecida por las marcas en ella. De inmediato obedezco, pero una vez más, termino atravesándolo—. Tranquila —indica al ver que la angustia vuelve a apoderarse de mí—. Inténtalo las veces que lo necesites, estaré a tu lado todo el tiempo que haga falta.

Muerdo mi labio inferior para no dejar escapar cualquier incoherencia que estuviera pasando por mi mente y trato unas cuantas veces más, hasta que consigo tocarlo como una persona normal, lo cual me alivia y emociona en partes iguales.

La parte de ponerme en pie al final no resulta tan complicada como lo imaginaba luego del esfuerzo que representó tomar algo con la mano; lo mismo aplica para caminar, los primeros pasos se sienten algo extraños, pero poco después es como si todo hubiera vuelto a la normalidad.

Bueno, al menos la parte de controlar esto no parece muy difícil... aunque me gustaría no volver a experimentarlo, pero supongo que Gray podrá explicármelo todo cuando esté más calmada y con humor para procesar este asunto.

"Un momento, ¿cómo es que está tan seguro de todo esto?" aquel pensamiento repentino me obliga a detenerme de golpe en mi lugar.

—¿Todo anda bien? —pregunta, revisándome de pies a cabeza con la mirada al notar que ya no estoy andando.

—¿Lo sabías? —pronuncio en un susurro que apenas yo misma puedo escuchar con la mirada clavada en un punto fijo en el suelo.

—¿Puedes repetirlo? No entiendo.

—Sabías de esto —le reclamo con una seguridad que no había encontrado desde hace bastante, viéndolo de nuevo—. Tú sabías que yo no soy... —soy incapaz de pronunciar lo siguiente, así que decido reformularlo— sabías que todo esto podía pasar en cualquier momento, ¿no es así?

El chico de cabello negro hace evidente su sorpresa, abriendo la boca para después arrepentirse de lo que sea que fuera a decir. Después de algunos momentos en los que recupera la compostura, obtengo la respuesta que quería y a su vez no quería escuchar: "sí".

—¿Desde cuándo? —siento que algo se rompió, pero me obligo a preguntar de igual forma.

—Desde la primera vez que fuimos con Porlyusica —suelta luego de dejar escapar un suspiro tenso—. El cristal de hielo que te di... —hace una pausa— no se hubiera derretido en las manos de un humano.

—¿Y no pensabas decírmelo? —algo de ira comienza a filtrarse en mi tono, todo este tiempo me estuvo ocultando algo tan importante.

—Hice lo que creí correcto —replica sin dejar su estado de calma, lo cual solo termina por alterarme más.

Una cosa es que no quiera contarme sobre él o su pasado, pero esto es algo que me afecta directamente, esa no es ninguna excusa.

Doy un par de pasos hacia atrás de forma mecánica y luego otros más, no puedo creer que me haya ocultado esto a propósito, peor aún, que por lo que dice me da la sensación de que nunca hubiera hablado si algo como esto no hubiese pasado.

—Eso no te corresponde a ti.

—Solo intenta escuchar —insiste, acercándose y tratando de tomar mi mano, pero, por primera vez, me alegra que haya terminado atravesándome.

—Déjame sola —niego con la cabeza antes de dar la vuelta y salir corriendo a quién sabe dónde, no me importa, todo lo que quiero es alejarme de todo.

Escucho una voz grave pidiéndome que me detenga, pero la ignoro por completo. Siento pasos detrás de mí, pero no volteo, solo me subo en el primer autobús que veo sin siquiera preocuparme por saber a dónde se dirige. Una vez arriba y habiendo tomado un asiento, me atrevo a mirar hacia atrás, topándome con un chico que se ha rendido en la tarea de seguirme, al cual pierdo de vista después de la primera curva.

Al final decidí bajarme unas cuatro paradas después, ya que comenzaba a alejarme del área que conozco de la ciudad; lo único que podría empeorar más este día sería terminar perdida, es decir, incluso ha comenzado una lluvia que solo tiene cara de empeorar.

Todavía no tengo ningún animo de regresar a casa, así que me limito a sentarme en un banco cercano a un enorme árbol; no consigo refugiarme del todo de la lluvia, pero al menos se reduce hasta que deja de importarme.

Me siento herida, traicionada, de repente parece que he vivido en una mentira y sigo sin poder dejar de lado el enojo que le tengo a Gray.

"¿Qué se supone que tengo que hacer ahora?" me pregunto a mí misma, abrazando mis piernas y dejando que las lágrimas que contenía se liberen, nunca me había sentido tan perdida y en verdad me gustaría poder hablar con alguien, pero la única persona con la que lo podría hacer me estuvo ocultando esto desde hace más de un mes.

No tengo idea de cuánto tiempo paso así, y para cuando vuelvo a ser consciente de mi alrededor, la lluvia se ha reducido a una suave llovizna. Estoy considerando seriamente regresar a casa antes de que se haga demasiado tarde, pero de un momento a otro siento que algo afilado se posa en mi cuello, mientras que una presencia desagradable y abrumadora aparece detrás de mí, ¿cómo no me di cuenta de eso antes?

—Grita y te quedas sin cabeza, ¿oíste? —me susurra al oído una voz masculina aterradoramente familiar. Soy incapaz de razonar o mover un músculo, tampoco consigo conectar aquella voz con ningún rostro, o al menos es así hasta que con mi vista periférica diviso unos mechones de cabello rosa, entonces me doy cuenta de que este día sí podía empeorar más, mucho más, ahora la idea de haberme extraviado suena como el mejor de los casos.

—Respóndeme cuando te hablo —demanda, haciendo presión en mi cuello y dándome una punzada que me hace pensar que hizo un corte, por leve que sea.

—Sí, escuché —respondo, cerrando los ojos antes de tragar duro, no puedo dar ningún paso en falso con este sujeto... no, con este demonio.

—Así me gusta —casi puedo ver esa horrible sonrisa en su rostro al escucharlo. A pesar de que ya se ha apartado de mi cuello, no me muevo un milímetro o me atrevo a mirarlo directamente mientras que rodea el banco para sentarse junto a mí con una actitud relajada.

¿Por qué pasa esto? ¿Por qué ahora? ¿Por qué no funciona el brazalete de Gray?

Mientras me hacía la última pregunta, pretendía tocar dicho objeto, eso generalmente me tranquiliza, sin embargo, no encuentro nada en mi muñeca, lo cual solo consigue agrandar el vacío que siento en mi estómago. ¿Dónde lo perdí? ¿Fue en el autobús? ¿Estará por aquí tirado? ¿Tal vez cuando comencé a correr? Eso no importa, cualquiera que sea el caso, ahora solo debo concentrarme en no sacar de sus casillas al demonio a mi lado.

—¿Qué? ¿Te comió la lengua el gato? Nunca dejas de parlotear con el idiota de Gray, aunque no ponga atención —dice con un tono perezoso. Sé que me observa fijamente, pero no quiero cruzar la mirada con esos ojos verdes felinos que sé que tiene.

"Bueno, Gray no ha hecho más que salvarme de cosas como tú desde que lo conozco, mientras que las dos veces que te he visto me has amenazado a muerte, ¿por qué será que no estoy de humor para montar una conversación?" es lo que pienso, pero no me atrevo a decirlo, ya que prefiero mantener mi cabeza pegada a mi cuerpo.

—¿Qué quieres de mí? —finalmente suelto, debe esperar conseguir algo con esto.

—¿Acaso no puedo acercarme a alguien para hablar y ya? Nunca había visto una ameonna en persona, tengo curiosidad —esta vez no he podido evitar verlo de frente. Una de dos opciones, o los chismes en esta ciudad en verdad vuelan, o END me ha estado siguiendo; por desgracia, me voy más por la segunda opción y eso no me gusta nada. Por otro lado, tal vez esta es la primera vez que lo observo a detalle, me sorprende lo humano que luce, no tiene nada que a simple vista lo delate como lo que realmente es, además que esa aura pesada y siniestra que lleva con él—. A propósito, que lluvia tan deprimente; esto es cosa tuya, ¿no? Arréglalo, odio llevar ropa mojada.

—N-no puedo... quiero decir... no tengo nada que ver con el clima —tartamudeo, entre confundida y asustada por su reacción al no poder complacerlo en algo tan absurdo, ¿cómo me puede culpar por un fenómeno meteorológico?

—¿En serio? ¿Nada? ¿Tampoco una tormenta eléctrica? Me gustan los rayos, a veces causan incendios, me gusta el fuego—. De acuerdo, lo único seguro que tengo ahora es que es un pirómano que siento que me va a terminar prendiendo fuego si permanezco aquí más tiempo. Luego de algunos momentos de incomodo silencio, él parece comprender que no tengo ninguna clase de control sobre la electricidad y suspira, echando la cabeza para atrás—. Eres aburrida, ya ni siquiera estás temblando.

De acuerdo, no me di cuenta de cuándo conseguí tranquilizarme un poco, pero sigo estando lejos de alcanzar la calma.

—Como sea, hay algo que hasta una aburrida inútil como tú puede hacer por mí —lo sabía, algo debía querer para haber montado todo esto—. Quiero que escuches muy bien, lo voy a poner simple —dice, sentándose derecho y poniendo su mano caliente en mi mentón—. No vuelvas a acercarte a Gray.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top