11. Olvidar

Juvia

Aquel día la tensión era palpable en el ambiente desde el momento en el que desperté. Nubes oscuras cubrían el cielo y la ansiedad crecía en mí a cada minuto que pasaba, sentimiento que solo empeoró una vez que Gray y Jellal partieron en completo silencio.

Aún si Gray no me hubiera advertido sobre salir, ni siquiera lo habría considerado. Ese demonio me aterra en formas que no termino de comprender, sin contar que el desagradable encuentro del día anterior me dio pesadillas por una semana completa.

Pocas veces me he sentido tan aliviada como cuando un par de horas después volví a ver pasar a un chico de ojos grises sin ningún daño aparente; sin embargo, ese alivio fue reemplazado por una sensación desagradable cuando, luego de preguntarle por lo que había pasado, de sus labios no saliera más que un "no lo sé" sin siquiera mirarme antes de pasar de largo.

Por un momento llegué a sentir que comenzaba a acercarme a Gray, de veraz, había llegado un momento en el que sentía más confianza de parte suya e incluso me seguía la conversación; el problema es que a partir de ese día hemos vuelto al punto inicial. Hemos vuelto al punto en el que se comunica con monosílabos e intenta evadirme siempre que tiene la oportunidad.

Y bien, supongo que eso sería todo en cuanto a ese tema. En cuanto a lo demás, en verdad tengo suerte de que mi trabajo como salvavidas de piscina solo sea en las mañanas y que el verano atraiga a bastantes personas por esos lados, porque de ser otro el caso, dudo que fuera capaz de poner un pie fuera del edificio; no es que haya tenido más incidentes, aquel de los ghouls fue el último, pero con eso tuve más que suficiente por una vida y odio admitirlo, pero estos días he estado considerando seriamente la opción que Gray me dijo.

No quiero olvidar todo lo que sé ahora, de alguna forma este asunto ha hecho al mundo más especial, más emocionante, sin contar que ni en mis más locas fantasías hubiera pensado que tendría por vecino un ángel caído, a pesar de que este sea un tsundere; sin embargo, ya no estoy segura de que esto compense lo malo. Primero END y ahora estas cosas que parecen la mezcla de un animal con rabia y la niña del exorcista... simplemente no puedo seguir así, con miedo de salir a la calle por la posibilidad de encontrarme un monstruo; si tan solo desaparecieran mis recuerdos, todo volvería a la normalidad, podría seguir con mi vida aburrida y tranquila, salir con mis amigos y observar de lejos a mi misterioso vecino sin involucrarme en nada peligroso.

Entre más lo pienso, más me convenzo de que es la mejor opción. Después de todo, él lo dijo, los humanos no estamos hechos para estas cosas.

Han pasado tres semanas desde que Gray tuvo su encuentro con aquel demonio, tres semanas desde la última vez que hablamos en toda la extensión de la palabra, tres semanas en las que he reunido el valor para cortar con esto de una vez por todas.

Ya está, estoy decidida, no puedo arrepentirme ahora. He tenido tiempo suficiente para convencerme de que esto es lo mejor tanto para mi tranquilidad, como para la del chico de ojos grises que está tras la puerta que no me he atrevido a tocar. Estoy resignada; después de todo, cualquier cosa que pude tener con él jamás ocurrirá fuera de mi imaginación, no fuimos hechos para estar juntos, al menos no en esta vida.

"Vamos, Juvia, es ahora o nunca, sabes que esto es lo mejor" intento animarme internamente sin mucho éxito. Acepto que tengo algo de miedo, tampoco es que me emocione la idea de que alguien esté escarbando entre mis recuerdos, pero supongo que es la única manera de terminar con todo esto.

Finalmente consigo reunir el impulso para tocar la puerta, y lo termino haciendo con más fuerza e insistencia de lo que pretendía.

No tengo que esperar mucho tiempo antes de escuchar movimiento del otro lado de la puerta y encontrarme de frente con un ángel caído con la camisa negra a medio abotonar, que me observa con una mezcla entre sorpresa y confusión con la cabeza ligeramente ladeada; tal vez pensaba que ya lo iba a dejar en paz, llevaba un buen tiempo sin venir.

—Gray... —mi voz sale apenas audible, no entiendo por qué de repente estoy tan nerviosa, pero ahora mis manos no pueden dejar de temblar y mi mente se ha vuelto un borrón confuso. Él, por su parte, no deja de verme en silencio con esos penetrantes ojos mientras frunce un poco el entrecejo.

—¿Pasa algo? —pregunta con un tono gélido, recargándose en el marco de la puerta.

—Sí... quiero decir, no... es más bien... —siento que mis palabras salen tres veces más agudas y rápidas de lo normal, ¿qué rayos me pasa? Su mirada no hace más que aumentar mis nervios, debo verme en verdad ridícula ahora.

De acuerdo, tengo que calmarme, ya estoy aquí.

Respiro profundo un par de veces, organizando un poco mejor mis ideas para tratar de sacar algo coherente esta vez.

—Gray, pensé en lo que me dijiste —hago una pausa, procesando lo que estoy por decir—, sobre lo de borrar mis recuerdos.

En cuanto pronuncio la última palabra, él parece entenderlo todo por el gesto que se marca en su rostro.

—¿Entonces quieres hacerlo? —su pregunta suena más como a una afirmación, lo cual es algo bueno, porque solo tengo que asentir, eso me facilita las cosas—. De acuerdo —esboza una suave sonrisa—. Al final eso es lo mejor.

—Eso espero —bajo la mirada e intento sonreírle también, pero sé que me ha salido fatal—. ¿Cuándo podemos hacerlo? —vuelvo a levantar la mirada.

—Ahora mismo tengo tiempo, así que lo mejor será hacer esto de una vez. Dame un minuto, solo debo ir por un par de cosas —y antes de esperar siquiera una respuesta, da la vuelta y regresa al interior de su apartamento. De acuerdo, tengo el presentimiento de que quiere hacer esto antes de que pueda cambiar de opinión, será una preocupación menos para él.

Mientras lo espero, me llama la atención que lo que antes era un espacio prácticamente vacío ahora esté repleto de cosas, y cosas raras, objetos a los que no les puedo encontrar forma de nada conocido, además de unas cuantas pilas de libros que parecen del año cero; me asusta pensar en cuál será la razón de todo esto, pero la única explicación en la que puedo pensar es que esto se debe a cierto demonio de cabello rosa del que, por fortuna, no he vuelto a saber nada.

Siento que no ha pasado más de un minuto, cuando Gray vuelve a entrar en mi campo de visión con una mochila colgándole de un hombro. Ahora es oficial, no hay vuelta atrás.

—¿Qué hizo que te decidieras? —Gray decide romper el silencio luego de unos cinco minutos de haber salido, trayéndome de regreso al mundo real. Considerando que no es la persona más conversadora que conozco es algo extraño que haga esa pregunta, pero igual le agradezco, esto se estaba poniendo incómodo.

—Yo... no quiero seguir viviendo con miedo —respondo con una tranquilidad inesperada, contrastando con el manojo de nervios que era hace un rato—. No es que quiera olvidarlo todo, hay cosas que me gustaría conservar, pero lo he pensado más de lo que imaginas y llegué a la conclusión de que no es algo que valga la pena.

Él no responde nada, solo se limita a asentir con una expresión indescifrable antes de devolver su mirada al camino frente a nosotros.

—Gray —lo llamo al cabo de algunos momentos, haciendo que voltee una vez más—. ¿Exactamente cómo va a ser? ¿Te olvidaré y todo lo que ha pasado estas semanas? —puede que hubiera sido mejor hacer esa pregunta antes, tampoco sé cuál podría ser mi reacción al darme cuenta de que de la noche a la mañana ha aparecido una laguna de tres semanas en mi cabeza.

—No es algo tan simple como eso —explica—. No me olvidarás o a las personas que conociste como Jellal o Porlyusica, mucho menos las cosas que has vivido últimamente —hace una breve pausa, apartando la mirada y bajando su tono—, eso incluye a END —. A ver, a ver, un momento; se suponía que tenía que desligarme de todo este asunto de lo sobrenatural, pero ¿ahora está diciendo que incluso voy a recordar a ese aterrador demonio? En cualquier caso, es como si ahora tuviera un signo de interrogación pegado en la frente, porque continúa con su explicación: —Borrar más de la cuenta no es bueno para una persona, se da cuenta de que hay algo mal y a la larga regresa al punto de partida, solo sería una pérdida de tiempo, es por eso que solo se eliminará la parte sobrenatural; lo que Jellal y yo somos, la razón por la que tu amigo enloqueció esa vez, entre otras cosas, todas las situaciones que sean demasiado para darles una explicación lógica se pondrán borrosas y no serán más que un sueño extraño al que apenas podrás darle forma y, eventualmente olvidarás del todo, como cuando invocaste a Erza. Todo volverá a la normalidad y podrás seguir con tu vida tan tranquila como hasta hace unas semanas.

Muy bien, tal vez si me hubiera dado la versión extendida de lo que pasará, no me lo hubiera pensado tanto para decidirme, todo suena cada vez más perfecto. Bueno, puede que recordar a END no estuviera entre mis planes, pero si lo entendí bien imagino que permanecerá en mi cabeza como un delincuente cualquiera, nada que no se pueda encontrar en cualquier lugar del mundo.

El resto del camino lo sentí más corto y relajado, y apostaría que eso se debe a que el miedo previo se ha desvanecido casi por completo. Una vez más, mi acompañante no es el ser más amigable de la tierra, pero apostaría a que está de buen humor, aunque lo tenga bien camuflado.

Luego de entrar a la propiedad de una forma que me sigue pareciendo no muy legal, esperamos unos minutos a que la mujer mayor que vive en el lugar aparezca ante nosotros con un humor que ahuyentaría al alma más valiente, cosa a la que Gray parece estar acostumbrado; una vez que este último explica la situación, la bruja se lo llevó para hablar en privado de quién sabe qué. Cuando regresa, Gray dice que acepta la tarea a cambio de algún favor que luego le cobrará, pero no da un solo detalle de lo que hablaron.

Debo aceptar que me siento algo inútil mientras ellos hacen los preparativos, pero aparentemente esta ceremonia es mucho más delicada que la invocación de hace unas semanas, así que prefieren hacerlo todo ellos mismos; al menos puedo decir que lo intenté.

—¿Para qué es el pentagrama? —pregunto con genuina curiosidad a la dueña de la casa mientras ésta revisa las repisas de un viejo librero con libros en un estado que me hace pensar en los que vi en casa de Gray más temprano. Ya que lo pienso, ella pudo habérselos prestado, él no parece estar interesado en tener muchas cosas, menos estos libros que algunos tienen cara de poder deshacerse con solo mirarlos.

—Niña, miras demasiadas películas —dice sin darle mucha importancia ni dejar lo que está haciendo—. Los pentagramas no se dibujan para invocar demonios como ustedes piensan. Sirven para muchas cosas, pero en este caso su propósito es aislar la energía como un escudo bilateral; dentro de poco vas a estar totalmente vulnerable mental y espiritualmente, y créeme, no vas a querer que algún ente se entrometa cuando llegue ese momento.

Está bien, todo parecía demasiado perfecto hasta el momento, sabía que esto debía tener alguna clase de riesgo. Sin embargo, que alguien tan desconfiado como Gray se ponga en manos de esta mujer, solo puede significar que sabe muy bien lo que hace.

Con eso en mente, en cuestión de pocos minutos me encuentro recostada sobre un pentagrama con un montón de símbolos y detalles que no entiendo en absoluto y que, la verdad ni me esfuerzo, después de todo, este es el tipo de cosas que olvidaré para mañana.

—Gray —la mujer de cabello rosa lo nombra luego de haber esparcido algunos polvos de varios colores por la habitación—. Sal de aquí, te diré cuando puedas volver.

El chico permanece estático en su lugar por algunos momentos, frunciendo el ceño y apretando visiblemente la mandíbula; luego de verme por un momento y dejar escapar un suspiro, se retira sin pronunciar una palabra.

¿Qué le sucede ahora?

Como sea, no tengo tiempo para pensar en eso, ya que después de haber esparcido algunos polvos más (algunos sobre mí), Porlyusica se arrodilla detrás de mi cabeza con un enorme libro con las páginas amarillentas entre sus brazos.

—No perderé mi tiempo explicándote porque igual lo olvidarás, así que esto es todo lo que tienes que saber —dice, acomodando mi cabeza en la posición que debería estar. Esto no me gusta, solo puedo ver el techo—. No hables, no te muevas, ni siquiera abras los ojos, solo debes mantener la mente lo más despejada que puedas y quédate quieta sin importar lo que sientas o escuches, no dolerá nada, es como irte a dormir. Probablemente no despiertes hasta dentro de unas horas, pero ya todo habrá terminado.

—De acuerdo —asiento antes de cerrar los ojos.

—Dudo que lo necesites más adelante, pero te devolveré el brazalete de Gray cuando todo termine, no quiero que interfiera.

Quiero decirle que no, no quiero separarme de él, pero por alguna razón soy incapaz de hablar. Odio la sensación una vez que lo retira de mi muñeca, como un vacío en el estómago, aquella sensación de peligro recurrente ahora se ha multiplicado. No había notado cuan apegada estaba a ese objeto hasta ahora, en realidad nunca me lo quité desde que lo tengo... hasta ahora.

Un par de manos delgadas y cálidas se posan a ambos lados de mi cabeza, mientras una voz que ahora siento desconocida pronuncia palabras que no entiendo a toda velocidad.

Siento un gran calor que surge en mi cabeza y se extiende hacia todas las partes de mi cuerpo a gran velocidad; la humedad en las palmas de mis manos y que me baja desde la nuca no se hace esperar y me indica que ahora debo estar sudando como un caballo; sin embargo, esto no dura, de repente siento como si hubiera entrado a una piscina fría, mientras que las palabras externas son amortiguadas al punto de ser casi inaudibles.

Una vez más puedo ver el techo, sin embargo, lo más extraño es que estoy segura de que aún tengo los ojos cerrados, puedo sentir mis párpados cerrados sobre mis ojos, aunque no podría decir lo mismo del suelo sobre el que estoy, es como si estuviera flotando. En cuanto a las manos en mi cabeza, sé que están allí, de alguna forma lo sé, pero no siento presión alguna que venga de ellas.

Recién recuerdo que se supone que debería despejar mi mente, pero con tantas sensaciones en tan poco tiempo es complicado. Bien, seguro todo esto es lo que debe pasar, solo tengo que dejarme llevar.

...

—Despierta —escucho una voz masculina a lo lejos mientras bailo en el limbo de la inconsciencia.

—¿Me escuchas? —ahora es una mujer, suena un poco más clara, pero no encuentro la voz para responderle.

—¡Oye, despierta! —Esta vez lo reconozco, es la voz de Gray, suena preocupado.

"Algo va mal" me dice mi subconsciente. En definitiva, algo va mal, se supone que solo despertaría sin tener idea de esto, pero la alarma en las voces en mi alrededor me indica que el ritual no ha resultado como debería.

Poco a poco vuelvo a la realidad y todo comienza a tomar forma cuando esta vez sí abro los ojos.

No estoy segura de lo que ha pasado, pero al hacerme más consciente de mi entorno, tengo la sensación de haber pasado de verano a invierno en un milisegundo, este lugar está helado y tengo la necesidad de abrazarme a mí misma, sentándome en mi lugar.

Para cuando levanto la mirada, me encuentro con dos pares de ojos cuya expresión no puedo descifrar en absoluto.

—¿Qué pasó? —pregunto con un hilo de voz y temblando de pies a cabeza por el frío, incluso puedo ver una nube de vapor saliendo de mi boca cuando hablo.

—El procedimiento falló —dice la mujer con un tono neutro. Eso presentía, pero aún es decepcionante escucharlo, ¿habrá sido mi culpa? ¿Hice algo que no debía? —Se hizo todo al pie de la letra, no es tu culpa —aclara como si me hubiera leído la mente, antes de dirigirse a Gray—. Ya te lo había advertido, no funciona con...

—Ya no importa —el chico la corta de tajo con la mirada clavada en un punto en el suelo.

—Gray, sabes que...

—Lo sé —la interrumpe de nuevo—. Pero ahora no es el momento —le dirige una mirada asesina que la deja callada y paralizada en su sitio... ya me perdí en esta conversación—. ¿Puedes pararte? —esta vez se dirige a mí, visiblemente más tranquilo, pero la tensión en él se hace notar.

—Me siento algo mareada, pero creo que sí —omito el hecho de que me estoy congelando porque presiento que no tiene el mejor humor posible y estoy segura que ese detalle es cien por ciento cosa suya.

—Nos vamos ahora —sentencia ates de empujar la puerta congelada para destrabarla y cruzarla.

Aún sigo bastante confundida, pero igual decido obedecer; espero que me dé una buena explicación para esta escena que se ha montado.

—Mocosa, olvidas algo —dice Porlyusica con el brazalete en su mano cuando estaba a punto de irme.

—Gracias por todo, lamento haberle hecho perder el tiempo —me disculpo, tomando el objeto.

—Solo ve asegúrate de que ese idiota hable, todo es culpa suya.

—Está bien —asiento antes de ir tras él, alcanzándolo en la puerta—. ¿Qué tienes? ¿Qué fue todo eso? —no lo pretendo, pero suena como a un reproche. En serio que este es uno de esos momentos en los que me gustaría poder ver qué hay en su cabeza, a veces hasta pienso que tiene doble personalidad.

—No es tan simple, ¿de acuerdo? Necesito pensar, ahora solo vamos a casa —desacelera un poco el paso e intenta parecer más relajado, pero aún quedan rastros de ira en su tono.

Olvido lo que iba a responderle antes de siquiera abrir la boca cuando noto que se me ha caído el brazalete. Que raro, estaba segura de que me lo había puesto y esto nunca pasó en las semanas que lo he llevado.

Como sea, no le doy mucha importancia y lo recojo para devolverlo a su sitio mientras sigo caminando... o al menos los pocos pasos que alcanzo a dar antes de tropezarme con mis propios pies, ¿por qué tengo que ser tan torpe cuando estoy con él?

Intento pararme lo más rápido que puedo para disimular y mantener al menos algo de dignidad, pero no puedo hacerlo, mis piernas no consiguen responderme. ¿Por qué no me responden?

—¿Todo está en orden? —Gray se gira hacia mí y por primera vez en un largo rato, está con la guardia baja por completo.

No puedo hablar, no puedo moverme, apenas pretendo procesar lo que estoy viendo. Un escalofrío me recorre la espina mientras mis pulmones dejan de funcionar y siento que el corazón se me va a salir del pecho. Esto no puede estar pasando, no tiene ningún sentido.

—Gray...

—¿Pasa algo? —se agacha junto a mí, de nuevo usando ese tono angustiado de antes.

—¿Qué me está pasando? —apenas puedo pronunciar sin apartar la vista de mis manos, que se han vuelto totalmente traslúcidas.

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