1. Sueños

Juvia

No estoy muy segura de cómo llegué a este lugar, mucho menos de lo que ocurre a mi alrededor; tan solo sé que la presencia frente a mí provoca un terror que me invade por completo.

Me es imposible descifrar lo que es en realidad, pero, a pesar de tener una silueta humanoide, estoy segura de que es algo más; no solo por el aura pesada y repulsiva que emana, eso es lo de menos cuando detallo un par de cuernos que surgen de su cabeza, y dos enormes alas de murciélago en su espalda.

Soy consciente de que el lugar está en ruinas y hay fuego propagándose sin control, pero eso deja de importarme cuando el ser frente a mí gira su cabeza y me atraviesa con sus ojos de un inhumano color escarlata. Cada célula de mi cuerpo pide a gritos que ponga la mayor distancia posible entre él y yo, pero soy incapaz de mover un solo músculo, permanezco congelada en mi lugar aún después de que comienza a batir sus alas para aproximarse en mi dirección a una velocidad impresionante. Estoy preparada para una envestida de su parte, sin embargo, nunca la recibo, él no llega a tocarme, pero aquel movimiento consigue sacarme de balance, haciéndome caer de espalda hacia un vacío que no había notado hasta que comienzo a descender.

El miedo es tan grande que ni siquiera soy capaz de emitir un pedido de auxilio. Esto parece el fin, siento que en pocos segundos impactaré contra el suelo. Me rindo ante la inevitabilidad de ese hecho hasta que consigo verlo a lo lejos, una figura tan rápida que solo la percibo como un borrón que se acerca cada vez más.

A diferencia del anterior, quien se acerca ahora produce un efecto completamente diferente. Aún no ha llegado, pero puedo sentirlo, es cálido, de alguna forma trae paz y me hace sentir segura. Estiro ambas manos en su dirección y él hace lo mismo. Está a punto de alcanzarme, cuando un sonido irritante y repetitivo suena junto a mi oído, trayéndome a la realidad.

Me pesan los párpados, y tardo algunos momentos en hallar la forma de acabar con el sonido producido por mi teléfono. Una vez hecho esto, me froto los ojos y me siento sin dejar por completo la comodidad de mi cama o dejar de pensar en el sueño del que acabo de despertar.

Ese ha sido solo uno de muchos.

Desde que me mudé a la ciudad para estudiar, no he pasado una sola noche sin tener al menos un sueño que se asemeje a ese. Siempre es lo mismo, un ente aterrador que me ataca de una forma u otra, para que luego aparezca aquel salvador de cabello negro, cuyo rostro nunca consigo identificar. Por supuesto que siempre hay variaciones, la duración, el lugar, el monstruo que me ataca, la forma en que lo hace, el final de los acontecimientos; pero en esencia, solo es más de lo mismo.

No le he hablado de esto a nadie, después de todo, ¿por qué tomarse en serio un montón de sueños tan absurdos?

Aunque, por otro lado, me inquieta un poco que esto no haya cambiado para nada en los cuatro meses que llevo aquí, y para ser sincera, siento que no consigo dormir bien debido a esos sueños, a pesar de que ya debería estar acostumbrada para este punto.

Restándole importancia a aquel pensamiento que me asalta cada mañana, me dispongo a levantarme para arreglarme e ir a estudiar, cuando recuerdo algo muy importante, "no tengo que estudiar hoy". Había olvidado por completo desactivar la alarma, pero lo cierto es que ya estoy en vacaciones.

La alegría por poder descansar se va de inmediato cuando recuerdo lo que eso significa. Una de las condiciones para que me permitieran venir a estudiar a Magnolia es que consiguiera un empleo durante las vacaciones, aunque fuera de medio tiempo.

Tratando de convencerme de que esto no será tan malo como pienso, me las arreglo para estar presentable en media hora, lista para salir. El día está bastante soleado, así que eso ayuda un poco a levantar mis ánimos una vez que estoy fuera.

Lo admito, hoy no es mi día de suerte. He pasado casi todo el día preguntando por los anuncios que había visto por allí, pero no he tenido suerte con ninguno, principalmente por la falta de experiencia. Estoy en una cafetería, tomando un refresco para relajarme un poco, cuando algo del otro lado de la calle llama mi atención; es un chico increíblemente atractivo que se podría decir que me tiene hipnotizada desde la primera vez que lo vi.

Tiene el cabello negro y alborotado, sus ojos grises son penetrantes y le dan un aura misteriosa, es alto y a pesar de la ropa se nota que tiene un cuerpo atlético y musculoso. En su frente hay una cicatriz, pero eso no le quita nada de atractivo, es más, le da un toque de peligro que lo hace aún más llamativo, un detalle que no arruina para nada su rostro que parece tallado por los mismos ángeles. Ni siquiera me he atrevido a dirigirle la palabra, pero lo cierto es que estoy loca por él, mi vecino.

En realidad, no sé mucho sobre él, apenas que su nombre parece ser Gray, y eso por conversaciones que he escuchado casualmente. No lo veo relacionarse mucho con las personas además de un chico de cabello azul con un extraño tatuaje rojo cerca de su ojo derecho, que supongo que es su amigo. Desconozco a lo que se dedique, pero sea lo que sea, lo mantiene fuera de casa la mayor parte del tiempo, y eso solo hace que me sienta aún más intrigada por él.

—¿Has considerado hablarle en lugar de quedarte viéndole como una acosadora? —la voz masculina a mi derecha hace que me sobresalte en mi lugar. Volteo a ver, mientras que un sonrojo se apodera de mi rostro. No tardo en reconocer al chico que ahora parece hacer un esfuerzo sobrehumano por no soltar una carcajada, Gajeel. Es un compañero de la escuela. A pesar de que tengo entendido que también está estudiando en Fairy tail, tan solo lo he visto unas pocas veces desde que nos graduamos, generalmente junto a Levy, una de las primeras amigas que hice en la universidad.

—N-n-no es n-nada de eso —tartamudeo a la defensiva, provocando que la risa que él intentaba contener, se libere.

—Deberías ver tu cara —ríe, antes de sentarse junto a mí, un poco más calmado—. Entonces, ¿a quién espías?

—No estaba espiando a nadie —aparto la mirada, haciendo un puchero.

—¿En serio? —pregunta, con aire divertido—. Porque me parece curioso que sigas bebiendo de un vaso que terminaste hace más de cinco minutos mientras ves la ventana como si estuvieras desvistiendo con la mirada a alguien.

Siendo sincera, no me había dado cuenta de que había terminado hasta que él lo menciona, lo cual consigue ponerme algo más nerviosa.

—¿Quién es el que está espiando ahora? —le devuelvo lo primero en lo que pienso.

—Eso depende de la perspectiva —se encoge de hombros, restándole importancia—. Como sea, parece que no has cambiado. ¿Cómo anda todo?

Al final, resultamos hablando un largo rato. Parece que él no tenía nada más que hacer, y esto me sirve para sacar de mi cabeza el fracaso que ha sido este día.

Hace unos minutos anocheció y considero que ya es hora de regresar a casa. Me sorprende un poco que Gajeel se ofrezca a acompañarme, pero igual lo agradezco; lo cierto es que detrás de esa apariencia de delincuente, se encuentra un chico bastante agradable.

Estamos cruzando un parque, que queda a un par de calles de donde vivo, cuando de repente se acercan dos sujetos que no se ven para nada amigables. No tardo en notar que uno de ellos sostiene una navaja en su mano, mientras que el otro no necesita ningún objeto para intimidar, su tamaño me hace pensar inmediatamente en un oso, por lo enorme que es.

—Ya saben qué hacer si no quieren salir lastimados —amenaza el tipo de la navaja, acercándola peligrosamente a mí. No puedo dejar de temblar con violencia, pero me dispongo a obedecer; después de todo, lo material se puede reemplazar, está bien mientras no nos hagan nada. Estoy por sacar la mano de mi bolso, cuando el comentario de Gajeel me deja helada.

—¿Y qué pasa si no queremos?

—¿Qué estás haciendo? —le pregunto, alterada y nerviosa.

—Entonces vamos a tener problemas —dice el sujeto enorme, agarrándolo del cuello de su camisa... ¿qué es lo que pretende?

—¡No me pongas esa asquerosa mano encima! —exclama, chocando con fuerza su antebrazo contra el del sujeto que lo está sosteniendo. No tengo idea de lo que debería hacer ahora, y mucho menos cuando me doy cuenta de un horrible crujido, que es seguido por un grito proveniente de la garganta de ese hombre. Me cuesta creerlo, pero parece que el chico que me acompaña le ha roto el brazo. Ni siquiera tengo tiempo para procesar eso, cuando Gajeel le da un puñetazo en el pecho que, increíblemente, lo manda volando unos cuantos metros hacia atrás.

Alguna vez escuché que cuando las personas están en un momento de crisis, pueden sacar una fuerza sobrehumana que en circunstancias normales no tendrían, pero no estoy segura de que esto sea a lo que se refieren.

—¿Q-quién eres? ¿C-cómo hiciste e-eso? —tartamudea el tipo de la navaja, apuntándole ahora a Gajeel con un brazo tembloroso. Yo, por mi parte, no puedo moverme un centímetro de mi lugar, creo que ni siquiera puedo respirar como se debe.

El sujeto desconocido, que parece tan asustado como yo, se abalanza hacia el chico de cabello negro, poniendo la navaja en dirección a su pecho. Por instinto, me llevo las manos a la boca, sin poder callar un grito corto. Sin embargo, me sorprende no solo el hecho de que no parece haber recibido daño alguno, sino que cuando el arma lo tocó, juraría que escuché el sonido de dos trozos de metal chocando entre sí.

El ladrón ahora parece querer salir corriendo, y con razón. No tengo idea de lo que le esté pasando a Gajeel, pero no creo que sea nada bueno. Aquel intento de ataque parece haber tenido como único efecto poner de peor humor a Gajeel, quien unos pocos segundos después, le da un puñetazo al sujeto junto a él, reventándole la nariz y sacándole unos cuantos dientes en el proceso. No puedo hacer más que contemplar la escena horrorizada; no importa lo que ellos hayan intentado, esto ya es excesivo.

—¿Sabes lo que le hacen en algunas partes del mundo a los ladrones? —pregunta, tomando la navaja que terminó en el suelo después del golpe. Hay algo extraño con su voz, suena algo distorsionada, o para ser más precisa, es como si se mezclara con una segunda voz. El sujeto que, en realidad no comprendo cómo es que sigue consciente después de eso, ahora parece aún más aterrado que antes, solo consigue arrastrarse poco más de un metro hacia atrás, antes de que Gajeel lo alcance y sujete una de sus manos con fuerza mientras que con la otra acerca peligrosamente la navaja, incluso llegando a sacarle algo de sangre. No puede ser, ¿en serio piensa hacer lo que creo?

—¡Ya basta! ¡Ha sido suficiente! —le suplico para que deje en paz a ese sujeto que estoy bastante segura de que ya ha pagado por su crimen—. No hace falta que hagas esto.

De repente se detiene, lo cual me tranquiliza; sin embargo, este alivio se va tan rápido como llega cuando se da media vuelta para ver en mi dirección. Siento un escalofrío recorrerme de pies a cabeza, junto con la impresión de que mi corazón acaba de detenerse antes de continuar su marcha a un ritmo antinatural. Me aterra en formas que no termino de comprender el hecho de que ahora sus ojos se ven completamente blancos.

No entiendo nada de lo que está pasando, de lo que le ocurre al chico con el que hace unos minutos estaba hablando tan tranquilamente, así que, por puro instinto, retrocedo, sin embargo, no soy capaz de dar más de tres pasos antes de tropezarme y caer sin poder evitarlo. En cuestión de segundos, todo en él se ha vuelto aterrador a mis ojos. Si bien, me impresionó ese color blanco antinatural, eso solo fue el comienzo; al observar sus manos, alcanzo a ver que de ellas salen largas y afiladas garras, que dan la impresión de ser metálicas, mientras que la sonrisa sádica que esboza, muestra una hilera de colmillos que parecen ser del mismo material de aquellas garras.

Ahora mismo solo puedo pensar en el horror provocado por pensar en qué piense hacerme si se acerca más. Quiero salir corriendo, pedirle que se detenga, algo, pero no consigo hacer más que volverme un ovillo tembloroso con el corazón a mil por hora. Me gustaría pensar que esto solo es parte de uno de esos sueños que no he dejado de tener, sin embargo, una voz en mi cabeza me dice que esto es completamente real, por absurdo que parezca.

Él se acerca a paso lento, y a pesar de que no tengo nada detrás, nunca me había sentido más acorralada. Cuando está aproximadamente a un metro, levanta uno de sus brazos en el aire, causando que la luz de los faros y la luna se refleje en una zarpa que, sin duda, al menos debe estar cubierta por algún metal.

Siento que algunas lágrimas se derraman por mis mejillas, pero ni me molesto en tratar de contenerlas o limpiarlas. Lo estoy dando todo por perdido, cerrando con fuerza los ojos, hasta que escucho un nuevo sonido, casi idéntico al de cuando ese tipo trató de apuñalarlo. No tardo en abrir los ojos para ver lo que ha sucedido, y no podría sorprenderme más toparme con un chico de cabello negro que viste una especie de bata blanca, conteniendo el ataque de Gajeel con lo que parece ser un bastón de unos dos metros de largo.

—¡Corre! —exclama el chico desconocido, con algo de dificultad. Esa voz me suena de alguna parte, pero no estoy segura de dónde la he escuchado. Ese sujeto me da la espalda, así que no alcanzo a ver su rostro, pero eso es lo que menos me importa ahora. Con el poco valor que he reunido gracias a su intervención, me las arreglo para alejarme unos cuantos metros hasta una distancia que considero segura.

No termino de asimilar lo que está pasando, ¿cómo es que él, que es considerablemente más bajo que Gajeel, consigue contenerlo, cuando ese gorila cayó como si nada? Incluso podría decir que, en estos momentos, ellos están a la par en cuanto a fuerza.

—Hoy no estoy de humor, así que te recomiendo regresar al agujero de donde saliste —amenaza con un tono glacial, aunque no sé qué tan prudente sea eso, considerando lo que tiene en frente.

—Te conozco, Fullbuster, y no te tengo miedo —pronuncia, de nuevo con la voz distorsionada—. Es más, me alegra haberte encontrado; así podremos terminar lo de la última vez como es debido.

—¿Me refrescas la memoria? No reconozco ese disfraz —cambia de posición para sostener mejor su bastón, sin embargo, esto termina en su contra, pues pierde el equilibrio y termina recibiendo un zarpazo en su brazo derecho, que desgarra su ropa y deja tres profundas heridas horizontales, de las que no tarda en salir sangre, manchando su ropa blanca.

Debo taparme la boca para ahogar un grito angustiado. Esto es horrible, y lo peor es que no creo poder hacer nada para ayudarle a ese chico, mientras que él, por su parte, no pierde la calma.

A estas alturas no sabría decir si eso es algo bueno o malo. Es un hecho que puede defenderse, pero no veo prudente subestimar a su oponente, que es lo que me da a entender al entablar una conversación en medio de esto. ¿Sabrá lo que hace o solo está loco?

El ambiente se siente pesado y cargado de tensión. Parece que los dos solo están retándose entre sí por varios momentos que se me han hecho eternos, hasta que un estallido me hace saltar en mi lugar.

Los tres postes de luz más cercanos a ellos explotaron de la nada, dejando el lugar en penumbras. Ahora solo consigo distinguir vagamente un par de siluetas, cuyos dueños no se ven afectados por lo que ocurre a su alrededor.

—Olvídalo, solo conozco a uno de ustedes que maneje hierro —continúa el chico que no ha dejado de forcejear contra Gajeel, momentos antes de separarse y dejar a un lado su bastón solo para abalanzarse una vez más, con una nueva arma que no tengo idea de dónde sacó—. ¿Tanto quieres que vuelva a mandarte al infierno, Metalicana?

¿Metalicana? ¿Por qué llama así a Gajeel? Para comenzar, ¿cómo es que se conocen y ese chico no está impresionado en absoluto por lo que ocurre?

—¿Me extrañaste? —pregunta con un tono burlón el chico que ya no estoy tan segura de conocer.

—En realidad no llegué a pensar en ti durante los últimos trescientos o cuatrocientos años, y así seguirá siendo una vez que me deshaga de ti. Solo necesitaba saber tu nombre y fuiste lo suficientemente estúpido para revelar tu identidad. Supongo que recuerdas lo que ocurre cuando el metal llega a cierta temperatura, ¿verdad?

Sigo sin terminar de entender su conversación o lo que está pasando, pero tengo la impresión de que, por alguna razón, esa frase logró sacar de balance a Gajeel. Ahora lo que creo que es él, toma una postura a la defensiva en lugar de ataque, además que retrocede cada vez más, casi evitando el contacto.

—¡No des un paso más, Fullbuster! —advierte aquella voz distorsionada, sin embargo, juraría que ahora suena diferente, casi con temor.

Casi contradiciendo su orden, el contrario comienza a dar repetidos golpes, turnándolos entre alguna clase de arte marcial, y el uso de su nueva arma, que creo que es una espada.

Esta ráfaga de ataques termina con el chico misterioso sosteniendo los antebrazos de su adversario por algunos segundos, antes de tomar de nuevo la espada que había dejado clavada en el suelo, y con ella golpear uno de los brazos de Gajeel, volviéndolo pedazos.

Inmediatamente él suelta un alarido de dolor estridente, cayendo de rodillas con la respiración agitada.

—Dragneel tenía razón —pronuncia con un tono que me causa escalofríos en todo el cuerpo, seguido de una risa siniestra que causa el mismo efecto—. Cada vez estás más cerca de ser como nosotros.

—Nunca seré como ustedes —susurra con la voz mucho más grave que antes, levantando en el aire su espada y llevándome a pensar en lo peor de inmediato.

Soy consciente de que está fuera de sí, pero sigue siendo mi amigo, o al menos eso espero; no puedo solo quedarme viendo cómo es asesinado.

—¡Detente! —grito con todo el volumen que me da mi garganta ahora. Parece que me ha escuchado, porque aquel chico se detiene en seco, antes de girar levemente la cabeza en mi dirección.

A pesar de la terrible iluminación del lugar, no me cuesta nada reconocerlo al ver su rostro. Su cabello negro y alborotado le cubre la frente, sus facciones siguen siendo igual de perfectas a pesar del ceño fruncido que forman sus cejas, y no me quita de encima sus ojos que ahora dan la impresión de ser de un tono violeta. No tengo la menor duda, es mi vecino, Gray.



















Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top