Capítulo 6
Azzio retrocedió en sus pasos como si lo hubiese golpeado, tal vez ese fue el efecto que tuvieron mis palabras, el de un puñetazo.
Por primera vez en mucho tiempo le vi una expresión de total dolor, le importaba, comprendí, cada una de las cosas que decía le herían pero él no estaba dispuesto a justificarse.
No quería dejar en claro la careta que empleaba y aun así vi por entre las partes rotas lo que sintió.
Azzio lo vio en mis ojos, supo que tuve suficiente, que no hacía falta que dijera nada más, si algo tenía era la capacidad de comprender las cosas que elegía omitir, le había dicho adiós de manera indirecta porque muy en el fondo sabía que no podría despedirme de él, dejarlo ir por completo.
Los dos nos analizábamos en silencio, entendiendo el mensaje de cada uno. A mí ya no me importaba lo que me ocurriera, a él sí, pero no de la misma forma.
Me dolió el corazón o tal vez el fuego del llamador me carcomía, indiferentemente sentía un escozor que subió por mi garganta y me nubló la visión.
Lo amaba, era ilógico decir que no lo hacía, mi amor seguía ahí pero la quemazón de la traición lo superaba.
En ese segundo trate de convencerme que ningún acto de valentía sobrepasaba aquello, ni entregar mi vida, ni pelear y hacer frente a Jezabel, nada de lo que hice como sello reemplazaría el pedirle que se marchara aun cuando lo único que deseaba era retroceder el tiempo a ese momento en el que me decía que me amaba.
No solo estaba destruida, rota en pequeños pedazos de mi misma, sino que no me importaba en lo más mínimo si moría o no, le daría a mi padre la satisfacción de verme muerta y Azzio la despreocupación de seguir en su camino.
Podría tratar de vivir una vida normal mientras pudiera hacerlo. ¿Pero que era normal? Ya ni lo sabía.
Harta de huir, desde ahora me había propuesto ser una Alessia diferente, con un objetivo distinto, una que no fuera ni la sombra de la real.
Y no podría decir si mi decisión era buena o mala.
Pero era una decisión tomada.
Pasadas las 3:00 am escucho el retumbar de la puerta por todo el edificio, no es necesario preguntarme quien pueda ser porque seguramente se trata de él, un escalofrío recorre mi cuerpo y me obligo a ver la luna, llena, redonda, rodeada por estrellas que parecen acompañarla.
No estuvo aquí en todo el día.
El aire me pega en el rostro, estoy en la terraza con una manta sobre mis hombros y una taza del chocolate que me permití comprar ya que prácticamente vivo aquí.
Cuando el ángel entra, se siente el cambio en el ambiente, ese que pasa de ser relajado a cargado de tensión e incómodo. Así ha sido desde el acercamiento en el club nocturno.
Apenas giro para verle siento que el chocolate se devolverá por mi garganta, dejo la taza en el suelo y me acerco a él, que no puede ni consigo mismo, está tambaleándose.
Azzio luce destrozado.
Le ofrezco la manta pero pasa de mí, adentrándose al balcón y dándome la espalda. La chaqueta de cuero se marca con cada movimiento, y con toda la ropa negra parece perderse entre la noche, el único rasgo diferencial entre tanta ausencia de color es el castaño de sus rizos.
Algunas veces –cuando tengo el privilegio de observar seres celestiales tan de cerca.-Me hallo maravillada de encontrar vulnerabilidad y debilidades en entidades que supones son inmortales e indestructibles, casi pareciera un humano cualquiera sufriendo por amor.
Y si bien no quiero tocar justamente ese tema, es imposible ya que al volver junto a él, puedo ver que sus ojos se tornan rojizos de tanto contener las lágrimas. Ojos inyectados de sangre.
–Tu cara grita dolor por todos lados. –Le digo, a lo que apoyado en la baranda que impide que caiga diez pisos abajo me mira.
Los ojos de Azzio son como dos esmeraldas vidriosas, ni jades, ni citrinas, son estas piedras duras y frías que reflejan tantos años, secretos, dolor y sentimientos que es imposible no percibir lo que él siente cuando te echa un vistazo.
Y ahora lo que siento es que está roto.
–La amo...–Suelta atormentado, se deja caer en el piso de la terraza, la espalda contra el barandal y el aire frío revoloteándole los mechones de cabello por todos lados. Varias gotas resbalan por sus mejillas cuando habla y es impresionante y triste verlo tan derrotado.
<<Ella de verdad cree que la traicioné, de verdad cree que la abandoné, que la deje sola y todo lo que he hecho desde entonces es buscar las maneras de ser más fuerte. ¡De encontrar al maldito de Miguel que bien se esconde el condenado!
Lleva las manos a su cabeza y se queda ahí con las rodillas a la altura del pecho y su cuerpo temblando por las sacudidas del llanto.
Entonces, ocurrió muy rápido...como un vaso de vidrio quebrándose en el suelo; Hay cosas que no pueden explicarse ni siquiera en el instante en el que pasan.
No sabría explicar lo que atravesó mi pecho cuando le vi así, fue un vacío que se acentuó completamente ahí como una piedra, tan letal que encendió en mí una llamarada, vibró desde mis pies hasta los dedos de mis manos, la vibración que se parecía mucho a la magia...pero no era posible, había perdido mis poderes el día que el sello "Murió" entonces ¿Por qué el cosquilleo me tomaba por sorpresa y me desestabilizaba? la luz se extendió de entre mis dedos cual halo de perfume envolvente, de un color verde brillante que le hizo levantar la mirada a Azzio e incorporarse. Su expresión al igual que la mía era de desconcierto, se veía confundido, ni imaginar cómo lucía yo.
–Irisiana...tu magia.
Asentí repetidas veces como si eso me hiciera comprender. –¡La-a la siento!
Él tomo mis manos preso de la incertidumbre, el toque hizo que el hilo de color desapareciera, fue momentáneo pero estuvo ahí, fruncí el ceño. –¿Qué fue todo eso?
Negó. –No lo sé. –No me soltó, se mantuvo enlazado, observando mis pupilas detrás del marco de los lentes de pasta. –El mal...está volviendo, como el ciclo que debía cumplirse. Algo extraño está pasando, no se supone que deberías tener tu magia de nuevo.
Le miro mal pero rápidamente explica: –Sabes que tus poderes son descendientes de la oscuridad, del inframundo, de un pecado. Por ello al "irse" el mal del mundo, tus poderes también. Esto solo significa que de alguna forma ha resurgido, estamos en amenaza nuevamente.
Y sí, me siento en amenaza pero de él, su cercanía me aprisiona y me siento atrapada mas no abrumada, su toque sigue en mis manos y...aunque puedo ver el nombre de ella en sus ojos, aunque hace solo segundos me dijo que la amaba...Me siento valiente, la magia retornando a mí sirve de impulso atrayente.
¿Qué puedo perder? Nada.
¿Qué puedo ganar? Mucho.
Desde que el ángel Azael me salvo de la muerte he soñado con reencontrarme con él, verlo convertido en el misterioso Azzio, imponente y apático solo me hizo querer entenderlo más. El lugar que quería en su corazón estaba ocupado pero la pregunta principal era: ¿Siempre lo estaría?
Así que lo hice, me acerque aún más, lo suficiente para que nuestras narices rozaran y guardara silencio, esperé breves segundos en los que no se opuso, tome aquello como una respuesta positiva.
Lo besé.
Uní mis labios con los de Azzio en un beso y fue correspondido.
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