Capítulo 17

Apenas las palabras salieron de mi boca se sintieron como una condena, lo más similar a cadenas de acero forjado que me dejaban en claro una cosa: Estaba jodido.

Había vivido una infinidad de situaciones horribles a lo largo de mi existencia, pero esta en especial parecía una de las peores, el hecho de presenciar la decepción y el dolor apoderarse de Alessia, su rostro pasando de preocupación a una mezcla de asco en menos de un segundo.

Podía imaginar sus pensamientos, escenarios en donde yo la abandonaba y besaba a otra mujer a sus espaldas.

La traición que debió sentir porque estuve con ella...

Sé lo que debe sentir, conozco bien lo que es ser traicionado, esa experiencia se la debo a Jezabel.

Llevo mi mano a la frente, apenas mi cerebro reacciona voy detrás de ella,  por poco perdiendo la oportunidad de ver la estela esmeralda que dejaba su vestido de noche.

Parecía una princesa, irremediablemente hermosa, y odiaba saber que por mi culpa ya no estaba disfrutando de su primer baile.

Tenía que aclarar las cosas con ella, debía hacerlo, era lo único que tenía en la mente. Me abrí paso por entre las personas, empujando a los cuerpos que seguían bailando en la pista pero justo al pasar por la salida, fui detenido por un par de brazos flacuchos.

–¿A dónde con tanta prisa?

La castaña me miraba con intriga, frunzo el ceño desconcertado, si mal no recuerdo su nombre es Madyson, aun así, el toque en mi piel deja una escamilla picosa, como hiedra venenosa.

–¿Perdona?

Su sonrisa parece felina, curvada y... me recuerda a Irisiana. Es el tipo de mueca que adquiría al transformarse en gato, como cuando me ayudaba con los archivos de la iglesia...

Es entonces que la imagen clara ocupa mi mente, los rasgos finos de una rubia con anteojos de pasta. –Iris...¿Qué mierda?

La sonrisa se ensancha, afirmando mi suposición.

–Hey...baja la voz, no quieres hacer un escándalo con toda esta gente ¿cierto?
Apenas quepo en mi asombro.  –¿Qué es lo que estás haciendo, Irisiana?

Rueda lo ojos, atándose a mi brazo cual serpiente. –Teniendo un poco de diversión, Azael. –Ríe. –No te mataría intentarlo de vez en cuando.

Se burla, aprieto su brazo ejerciendo presión, siento la sangre hervir. –No me haces daño a mí, este no es mi cuerpo. –Sonríe nuevamente, de forma más amplia, casi sádica.

–¿Qué mierda te pasa? ¿Cómo te crees con el derecho de usar un cuerpo así? ¿Qué quieres, joder? ¿Por qué estás haciendo esto?

–¿Qué por qué lo hago? Veamos –Logra zafarse de mi agarre, con una mirada de odio indiscutible. –Me usaste para tu pequeño juego de detective, para abusar de mi magia. De nuevo, aun cuando no la tenía y eso podía costarme lo poco que me quedaba.

<<<Me dejaste sola en tu apartamento por días sin preocuparte, te besé ¿y para qué? Solo para que me devolvieras el beso y luego actuaras asqueado...¡Te consolé, te escuche llorando por la maldita Alessia y a la primera oportunidad que tuviste me diste la espalda! –Aun en el cuerpo de Madyson, todo lo que dice corresponde perfectamente a ella, las expresiones, la manera mordaz de hablar.

Irisiana solo me mira fijamente, coloca su índice en mi pecho, la uña clavándose. –Dime quién de los dos es el villano aquí.
Dejo salir el aire que estaba sosteniendo, pero no me deja hablar, me interrumpe: –¡A eso llamo yo una distracción!

Qué..

Enseguida caigo en cuenta, veo a mi alrededor, notando la ausencia de Elihad en el salón, de él y de la compañera de cuarto de Alessia, que tampoco se ve por ningún lado.

¡Maldición! He caído, solo me estaba deteniendo para que él ganara ventaja, ni siquiera pierdo más tiempo demostrando lo cabreado que estoy, salgo de inmediato en dirección a la salida, ya para este momento son muchas las miradas que me he ganado.

Afuera hay un gran contraste, puesto a que todo parece distinto, la música es casi indetectable, con el silencio tenebroso y la luna de linterna al ambiente fúnebre, o tal vez así es que yo lo siento.  No soy capaz de percibir el frío, pero no hace falta eso para saber que está helando.

La academia luce desolada, sin ni un alma en los alrededores. ¿Dónde puede estar? Y sin pensarlo mucho tomo el camino hacia el ala de habitaciones. Deteniéndome cuando veo una cabeza rubia subiendo apresuradamente por los escalones que llevan a los baños.

Elihad.

Le sigo, reprochándome esta situación a mí mismo.

Estoy cansado de este ángel y sus intenciones que todavía no descifro, parece que es un constante que se encuentre donde esta Alessia y que me haya atacado solo es la cereza en el pastel, me disgusta como la mira, la forma en la que nunca se aleja, es como si nada le importara con tal de permanecer cerca.

Avanzo en el trayecto con rapidez hasta que escucho un fuerte sonido seco, el impacto del metal contra el suelo pulido de mármol, por un momento los latidos de mi corazón son como palpitaciones dolorosas, siento el escozor en mi piel; La incomodidad que solo se le describe a los celestiales al estar tan cerca del infierno.

Mi rostro contrayéndose en una mueca de dolor punzante, como puedo me aferro a la barandilla de las escaleras, el olor a quemado como azufre llega a mis fosas nasales. En sintonía, los chispazos de un corte en la electricidad, dejan los pasillos aún más sumidos en la penumbra.

Ajusto mi visión tratando de incorporarme, a duras penas consigo ponerme de pie, como si existiese una barrera maligna que me impidiera continuar, y es que recuerdo: Mis alas...Puede que sea una movida insensata e impulsiva, pero expando mis alas, dejando que sean expuestas en plenitud.

El plumaje disparejo hace acto de presencia, el recuerdo de como mis alas características retornaron, la primera vez que se me otorgaron fue cuando fui condenado a ser mitad demonio. Si este es el caso nuevamente, podría traspasar con ellas como escudo.

Me apresuro por el pasillo, la mitad de mi cuerpo está helada y la otra ardiendo en calor, encuentro al rubio en el baño junto a Alessia, sosteniendo su cuerpo y acunando su cara.

Me quedo sin palabras, su rostro me produce un apretón en el pecho.

No fue sorpresa dar con la cobriza, o verla desde el marco de la puerta llorando sin poder contenerse.

Ella, se sostenía el estómago como si el dolor proviniera de ahí, de alguna forma buscando acallarlo. Sus mejillas se tornaban rojizas y los sonidos entrecortados eran suficientes para saber que algo le había roto, le había afectado hasta los huesos.

Era la personificación de la tristeza.

Por un momento me olvidé el plan que tanto había organizado, olvidé el llamador o la mención de Olivia, en ese instante solo éramos ella  y yo, en una pequeña burbuja donde la observaba desde la distancia con anhelo, con una necesidad increíble y desconocida de consolarla.

Me halle en desconcierto, no sabiendo a que se debía el cambio radical en mis ojos.
Alessia, la chica de actitud altanera y vocabulario mordaz me había puesto en jaque sin notarlo, destruyendo mi control. Estaba dispuesto a entrar, no me importaba su situación con el ángel Azael o el acuerdo con Miguel arcángel.

Mi cerebro ordenó a mi cuerpo de forma instintiva.

Iba a saltar a mi oportunidad.

Hasta que vi la sombra en el espejo, el oscuro porte del único señor de la noche, el primer caído, el rey del infierno.

La miraba como un predador a su presa, con ojos hambrientos.

Ella se apartó, he incluso yo estaba boquiabierto, no entendía en que me había metido, y la presencia de Lucifer me lo dejaba más que claro, este no era un simple trabajo para un arcángel, esto era una batalla de intereses.

Cielo contra infierno.

No era diversión, no era manipulación o ganancia, no era cuestión de alimentar el ego, se trataba de algo más grande que ambos. Por primera vez vi a Alessia por lo que era, un ser celestial, un nefilim.

Por segunda vez en mis milenios, presencié la magia del llamador frente a mis ojos, tomo un segundo que se desplomara contra las baldosas, apenas respirando.

Pensé que el nombre que saldría a ruegos sería el de Azael, pero antes de caer en total inconciencia pudo verme. –Elihad...

Lo tome como una petición, lo tome como un "Quédate"

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