Capítulo 16
Siempre pensé que exageraban las escenas en las películas, cuando el enfoque y la cámara te hacían sentir que la tensión en el ambiente era tan densa y palpable que podías cortarla con tijeras, claro hasta este momento...
Fui capaz de percibir la rigidez en el agarre de Elihad, y el aliento de Azzio cerca de mi nuca.
Un lado de cada luna.
Había una batalla de miradas silenciosa entre ambos, el tipo que esperabas en un duelo, no sé si era mi mente o el calor del collar, aun así parecía que todo se había detenido y hasta podía ver las partículas de polvo volar en cámara lenta frente a mí.
Azzio lleva su mano a mi cintura, pegándome a su pecho, sus dedos se deslizándose hasta llegar a la altura de mi vientre y se quedan ahí, instalados, imponiendo una distancia significativa entre el rubio y yo.
Una amenaza implícita, una advertencia, enmarcando la frase: "Es mía" sin tener que pronunciarla.
Las personas que prestaban atención al intercambio del italiano y el rubio, jadearon, como prediciendo que de haber un movimiento en falso se desataría una pelea.
Y yo tenía el mismo pensamiento.
Así que para calmar al ángel, coloqué mi mano encima de la suya, en señal de reafirmación, pronto, sentí sus músculos relajarse un poco, una sonrisa de autosuficiencia antes de que sus labios dejaran un beso en mi mejilla, el contacto lento y suave me causo escalofríos, él miraba fijamente a Elihad mientras lo hacía.
–Estás hermosa. –Me dijo cerca del oído, depositando un beso por mi cuello, haciendo que imágenes de nuestra noche compartida revolotearan por mi cabeza, sentí cosquillas, pero el hecho de que Elihad observara cada acción me cohibía.
Sonreí, girándome para enlazar mis brazos en su cuello, tratando de ignorar la rojez en mis mejillas y cortando la interacción, había un dejo amargo en mi garganta, un tipo de incomodidad en el estómago que se asentaba y no podía dejar pasar.
Sentía una especie de culpa, pero...¿de qué?
–¿Qué hacías con ese imbécil? –Preguntó.
Y es que me di cuenta de Elihad, rodeándonos y marchándose de la pista de baile, Azzio me miraba, pero yo evitaba sus ojos verdes, era incapaz de mentirle y la verdad ni yo conocía la razón por la que estaba ahí.
Evalué mis opciones para cambiar de tema, pero todo lo que giraba mi mente era hablarle del sueño que tuve, de cómo vi a Teresa y a Elihad, del llamador y sus visiones, pero como dije, quería que mi "normalidad" durara al menos una noche por eso, lo que salió de mi boca fue muy distinto.
–¿Por qué has demorado tanto en venir?
Alzó una ceja –Me he tardado porque fui por un traje de último momento... –Sonaba avergonzado de admitirlo. –Quería verme bien para ti –Dice, y el sentimiento de culpa vuelve. –Aunque no sabía que sería un baile de máscaras.
–Ni yo, Nina lo olvidó.
Me miró con el ceño fruncido. –¿Qué pasa?
¿Acaso ese te hizo algo?
Niego. –No me ha hecho nada, solo bailábamos.
Ahora levanta ambas cejas con molestia. –No sabía que tú y él fueran tan íntimos.
El sarcasmo de su voz fue más que intencional. –No es eso...solo me obligó prácticamente.
–¿Cómo te obligó?
–Bueno...
Pero me interrumpe. –Porque te vi muy tranquila la verdad, en cualquier momento pudiste haberte alejado.
Lo que más me perturbó de aquello es que... estaba en lo cierto, si baile con Elihad es porque una parte de mi así lo quiso.
–¿Estas molesto conmigo?
Con ojos atormentados parecía que estaba recordando algo doloroso, evitó verme.. –No, solo quiero saber que pasa por tu mente. Elihad no es de fiar, después de lo del club, pensé que no entenderías.
Le sonreí apenada. –No tienes de que preocuparte.
Pero aquello había sido una gran mentira y el llamador lo delató, su brillo amarillo, el tono de la piedra citrina envuelta en plata y oro blanco; destelló con fuerza. Al principio pensé que por mis mentiras, así de paranoica me estaba volviendo, pero entonces, de la mano de Azzio, al dar un giro por la balada reparé en Madyson, quien en una esquina de la sala nos observaba, un rastro de humo verde salía de sus manos, apenas perceptible por la escasa iluminación.
Elihad llegaba a su lado con prisa, sosteniendo sus manos, vi su expresión de reproche, la necesidad, la malicia y en breves segundos el rostro de Mady no parecía el suyo, por un momento la cara que se deslumbró fue la de la rubia que acompañaba a Azzio aquel día, la primera vez que estuve en La cueva.
No me di cuenta que estaba apretando los puños. –¿Qué pasa?
–La rubia.
–¿Qué rubia? ¿Nina?
Estaba a punto de señalar a la chica que parecía ser una groupie de Azzio hasta que escuché el nombre de mi amiga.
–Nina...¿Nina, dónde está?
El moreno me miro extrañado
–No la vi cuando llegue.
Tragué saliva, nerviosa.–Dime una cosa. ¿Qué posibilidad hay de que tu amiguita, la hechicera, recupere su magia?
–¿A qué se debe esa pregunta?
Ahora es Azzio quien luce nervioso. –Contéstame.
–Alessia...Irisiana tuvo indicios de magia luego...
–¿Luego?
–Luego de que algo pasara y después de eso no la he vuelto a ver. Se fue del departamento pero supongo que su magia pudo haber regresado...
Frunzo el ceño, la manera en la que dijo "Algo" no me gusto para nada.–¿...Qué algo pasó como para despertar su magia?
Él se rasca la nuca, incómodo. –Había bebido...No significo nada, fue ella quien lo hizo.
Me aparto de él, no puede ser... –¿Qué hizo?
Lo vi, me brindo esta mirada de arrepentimiento, esa que me destruyó el alma por dentro.
No quería saberlo, no quería escucharlo, pero, necesitaba. –Me besó...–Y justo cuando no pensé que dolería más: –Y yo le devolví el beso...
Las palabras me hicieron temblar, sacudir todo mi ser en un involuntario choque eléctrico, sentí como si mi sangre estuviese hirviendo, Azzio me hablaba, me tomaba de los hombros pidiendo que le escuchara pero yo solo veía hacia la nada, con el sonido en mis oídos completamente aislado, reemplazado por la nota del pitido que acallaba mi alrededor, me aparte de su lado, olvidando lo que había visto, olvidando que Nina no estaba y que Madyson...¿Qué pasaba con Madyson?
¿El mal? El mal siempre está.
El mal habita en cada uno de nosotros, en una escapada, en un demonio, en un padre ausente, en un mundo desconocido, en un beso, en una traición.
El mal es el alimento que glorifica a los 'Buenos'
Salí de allí con rapidez, sin importarme que llamara mi nombre o que me observaran irme, salí de ese salón sintiendo que me habían apuñalado en el pecho.
"Me besó, y yo le devolví el beso"
Me ardía.
Caminé todo el trayecto hasta los baños del segundo piso, ya que sabía que estarían solos, admire mi reflejo en el espejo, había tenido el suficiente auto control para no derramar las lágrimas en mis ojos todo el trayecto, pero ahora, caían sin reparo por mis mejillas, de pronto me sentí sumamente estúpida, en un vestido escarlata, con rizos hasta mi espalda. ¿A quién quería engañar?
Sentía asco de que hubiera estado conmigo luego de besarla a ella.
Me sostuve del lavado, mientras el collar quemaba de nuevo, abrí la llave del agua para refrescarme pero el chorro se congeló, como si el tiempo se hubiese detenido.
Abrí mucho los ojos, a mi lado en el espejo había un hombre.
Su rostro era hermoso, como una escultura cincelada y perfecta, su cabello tan negro como la noche y una mueca tanto atractiva como tenebrosa en sus labios, era el mal personificado, sus ojos pasaron de un negro hueco a un color rojo, brillante como el vino recién servido. La piel entre blanca y tostada se estira en una expresión de asombro. –Sello...Hasta que tengo el placer de conocerte.
¿Sello?
Le miro, en el espejo, aun cuando él parece el atrapado sé que soy yo quien está en desventaja.
Titubeo en shock cuando su cuerpo se escapa un poco del marco del espejo.
<<–No te preocupes, yo tampoco tendría mucho que decir de tener a Lucifer mismo en persona.
¿Qué?
–Verás...Hasta hace poco me eras muy útil, pero las ineptas de mis demonios no cumplieron su labor antes de que... ¿Resusitaras? –Se encoge de hombros, como si la plática fuera una informal discusión de amigos. –Supongo que eso sí que cabreó al creador, tiene una tendencia a ser egoísta en esos aspectos. –Me guiña un ojo con picardía. –Zharick, Jezabel, destruidas e incapaces. –Suspira. –¡Que cierta la frase de si quieres algo bien hecho, mejor hazlo tú mismo...! Así que, ¡Aquí estoy!
Me sonríe. De pronto sale del espejo completamente como si este fuese un portal y es que tengo que retroceder en mis pasos, helada hasta los huesos del miedo. Lucifer...me acorrala, mi espalda contra la pared de azulejos.
–Dime Sellito. ¿Es acaso un llamador lo que veo en tu cuello?
Como si hubiese sido invocado, la luz de la joya es vibrante y se abre camino por entre el pequeño espacio entre ambos, me ciega, exigiendo que cierre mis ojos.
No obstante, me doy cuenta que la penumbra nos ha envuelto, ni una sola gota de luz alrededor.
Silencio y oscuridad.
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