Capítulo 10

Si ignoramos a mi mente confundida y a las miradas recurrentes de desprecio por parte de Leticia, podríamos decir que tuve la primera cena teóricamente agradable en días.

Aunque comí por inercia, estaba alegre se que Samuel pareciera el de antes, no siempre pero en instantes cuando hablaba y relajaba los hombros, se iba ese porte decadente y moribundo, dejando de monopolizar su existencia.

Y si bien una parte –muy grande cabe destacar- de mí, estaba completamente en contra de ir al club "La cueva", otra estaba curiosa y deseosa de respuestas.

No entendía cual era el afán de ir, o que conversación tan importante debía darme Elihad, si bien la última vez que estuve allí había sido suficiente.

No quería ver al ángel rubio, sobretodo porque su imagen se repetía todo en mi mente, al mismo tiempo que la pregunta de si lo que experimenté fue un sueño, alucinación o habría alguna explicación distinta que tendría lógica.

El pequeño pinchazo en mi dedo no estaba como para comprobar nada, ni una sola prueba tangible más que mi vago conocimiento de la línea que separaba lo real de lo ficticio.

De camino lo único que logré hacer fue pensar en todas las dudas que tenía, y sentirme insegura de si mi atuendo común de leggings y suéter sería muy informal.

Samuel siguió la misma rutina de la última vez, sin embargo, en lo que las puertas de madera se abrieron, se acercó mas de lo normal, actuando de escudo entre los cuerpos danzantes y yo.

El desenfrenado ambiente no era mi sitio ideal, pero ya me había acostumbrado, desde el comienzo del semestre me hallaba siempre en lugares que no iban conmigo, así que me había amoldado a prácticamente no tener elecciones, por más patético que sonara.

Todo era música alta, un sin fin de luces y el incomporable olor a alcohol, se sentia el típico desenfreno de los universitarios, la vibra desinhibida y fugaz, libre de preocupaciones; A medida que avanzábamos me trate de imaginar a mi misma en esa posición, en la de una chica normal sin nada a lo que temerle, sin buscar respuestas, feliz, que solo disfrutara del presente y su mayor conflicto dividiéndose entre buenas calificaciones y problemas amorosos.

Y aunque en lo del amor tampoco me iba tan bien, preferiría mil veces cambiar mi vida por eso: Tranquilidad.

–¿Estás bien?

Aparentemente mis contrariadas emociones se reflejaban en mi rostro por lo que para acallar las suposiciones de Samuel, le di una sonrisa falsa hablando por sobre la música – Si, todo bien. Tal vez me cayó mal la comida. –Le dije.

Asintió mientras me guiaba con su mano en mi cintura. Parte de mi cuerpo se sentía como una antorcha encendida, adjudicaba el calor a la masa de personas pero al prestar más atención me di cuenta que era el llamador, el molestoso accesorio tenía una tendencia a calentarse como el infierno en mi cuello, pero sin deja ninguna marca, parecía un segundo corazón, que palpitaba con el aviso silencioso de algo, una advertencia.

Y no fue hasta que estuve frente a las escaleras que no podía olvidar, que fruncí el ceño, el recuerdo de Azzio tan cerca de la hechicera rubia.

Respire profundo. ¿Qué es lo que hacia aquí de nuevo?

–No quiero estar aquí, me equivoque, no debí haber venido. Ya te he dicho que no vale la pena.

Pero Samuel no me escucha por la música o desea no hacerlo, en cambio empieza a subir sin percatarse de si yo le sigo el paso o no, por un momento me planteo el irme sin ser notada pero me quedo estática cuando en la cima de las escaleras, justo detrás del cordel del área VIP, esta Elihad, observándome con ojos curiosos y una ceja alzada, el ángel me da una pequeña sonrisa y siento como se abre paso en mi mente para hablarme lentamente. –¿Qué pasa Alessia? ¿Quieres huir?

Estoy tentada a decir que si, a irme de una vez y hasta correr en dirección al arcángel Miguel, ponerme un moño de regalo y decirle que de una vez termine con mi vida.

Pero me distraigo lo suficiente como para lograr responder algo, Elihad está desplegando sus alas en el balcón de la sala privada, un par de alas blancas, inmaculadas, perfectas y majestuosas, el tipo de alas increíbles que solo he visto en Azzio.

Abrí mucho los ojos, cerciorándome que nadie más estuviese viendo aquello, girando la cabeza hacia todos lados como una desquiciada.

Por suerte las personas bailaban como si nada, completamente ausentes a lo que ocurría por encima de ellos.

–¿¡Estás loco!?
Pero solamente se rió, mostró una sonrisa amplia, y casi parecía un modelo de comercial, aquellos que así vendieran el producto más inservible, lo comprarías solo para tratar de verte como él.

Elihad batia sus alas con calma, con una lentitud única, casi hechizante. Entonces como si se tratara de un acto de magia el Dj cambia la música de una tonada rítmica a una pasiva y las luces se atenúan hasta ser simples destellos de color que impiden ver con claridad.

Paso de ver bien a estar prácticamente ciega, me aferro de la barandilla de metal en el principio de los peldaños, sintiendo una ráfaga de aire y el sonido hueco de un aterrizar, frente a mí, ahora está Elihad, con una sonrisa marcada y pequeños hoyuelos.

Nadie se percata de las monstruosas alas perfectas a los lados, las cuales pronto comprime, el llamador en mi pecho se calienta aún más y su mano va a mi espalda baja, me acerca lo suficiente para susurrarme al oído. –¿Loco? ¿Te parezco alguien que está loco? O será que el hecho de que no terminas de comprenderme lo que me hace parecer tan insensato.

La respiración se me corta por segundos, no se que responder, ni se que se supone que estoy sintiendo en este momento. –¿Qué debo comprender?

Alza una ceja. –Solo deseo ayudarte, no tienes que temer de mí solo porque tu novio Azael no es capaz de hacer lo que yo sí.

–Azzio no es mi novio. Y no me quiero ir por lo que él diga, no confío en ti.

–Samuel confía y es tu amigo. Además estoy seguro de que tu novio no sabe lo que yo sí.

–¡Que no es mi novio, joder! Si tanto sabes porque no terminas de decirlo y ayudas como tanto proclamas que puedes ayudar en vez de jugar conmigo. 

Elihad aprieta el agarre en mi espalda acercándome más a él, soy capaz de sentir su aroma, es dulce como caramelo.

–Si estuviese jugando contigo, créeme que los dos ganaríamos. –Me guiña un ojo, acercándose lo suficiente como para que su aliento se mezcle con el mío. –Lastimosamente, no me gusta no ser correspondido.

Se aleja apenas como para que no se toquen nuestras narices. –Eres libre de irte, pero no te lo recomendaría, Azael ha sido un cliente frecuente desde tu última visita. –Se toca el mentón en un gesto pensativo. –Tal vez esperando a que vuelvas ¿no crees?

Pero no contesto, la mención de Azzio hace que la piel se me erice y retroceda. Aún así, Elihad permanece inmóvil. –Siendo sincero no pensé que regresarías después de la forma en la que te fuiste.

A duras pena y asiento. –Solo estoy aquí porque Samuel prácticamente me obligó.

–¿Ah si? –Vuelve a alzar una ceja, retándome, sin embargo su expresión cambia cuando la vista detrás de mí parece ser algo que atrae su atención. –Esto será interesante...

Al principio no entiendo porque dice aquello, hasta que el empujón hace que me suelte y trastabillé a pocos centímetros lejos de él.

–¡Suéltala, imbécil!

La orden es inminente y agresiva.

Mi mente, necia y obstinada deshecha la idea de que pertenezca a él, a pesar de que el tono es el mismo y sería incapaz de confundirlo.

Giro lentamente, por entre la oscuridad que absorbe y las luces latentes, me doy cuenta de que estoy en lo cierto, la voz proviene de Azzio.

El moreno se cuadra, alto e inminente retando a Elihad, su mirada clara ahora luce como gemas de ónix. –Aléjate de ella.

Ni siquiera me mira, muy enfocado en el odio que le tiene, lo toma del cuello de la camisa, levantándolo con fuerza suficiente como para arrojarlo a la pared más cercana, justo al pie de las escaleras, la música se detiene y las personas miran asombradas el intercambio, sin embargo a Azzio parece no importarle.

Detrás de él, gritan "Pelea, Pelea" y se escucha el crujir del vidrio cuando Elihad se levanta, aterrizó en una botella y ahora no solo huele a sudor y euforia.

Yo me siento en mi epitome de inutilidad mientras estoy en una esquina observando todo impresionada, sin saber que hacer o decir, quedo incluso mas aturdida cuando Samuel desciende del área VIP, su compostura y semblante nada similares al anterior, de pronto se ve demacrado e incluso más moribundo, casi como..

Pero la idea no se forma en mi cabeza porque Elihad camina furioso hacia Azzio para golpearle, por un segundo todo parece en cámara lenta, como el Ángel danza en contra de Azzio, con ferocidad y rabia desbordande, Azzio no solo lo esquiva sino que logra tomarlo del cuello nuevamente, cual muñeco de trapo y hacer que todo su cuerpo choque con la tabla de controles en la pista de baile, el Dj sale de la cabina pálido.

Elihad está sangrando demasiado, tanto que falla en levantarse, Samuel fiel a su protector trata de tomar ventaja de la distracción de Azzio y es cuando detalló el brillo de una cuchilla en su mano.

De pronto reacciono, parece una emboscada, de la nada los nervios en mi cerebro me empujan como una locomotora y me descongelo de mi lugar, mientras el calor del collar llamea entre mis clavículas corro hacía Azzio, el una vez angel de la muerte, no se que intento hacer mas que seguir el instinto de protegerle, mi corazón late desbocado mientras todos en el club dejan salir un sonido de impresión...Cierro los ojos y espero el pinchazo, la cuchilla entrar en mi piel y perforarla, espero el sonido sordo de la fuerza junto con la energía demoníaca que cada vez debilita mas el cuerpo de Samuel...pero no llega, no siento el impacto y cuando abro los ojos me doy de frente con una potente luz dorada, un hilo semejante al oro que brilla con intensidad inigualable dejando a todos sumamente en shock.

El llamador en mi cuello se levanta como si tuviera vida propia y crea un escudo de luz alrededor de Azzio y de mí, impidiendo el daño.

Hasta yo estoy anonadada cuando de pronto el material cae en mi cuello como si fuese una pieza de joyería normal, anulando la luz.

Elihad se tambalea, recostado de la pared, viéndome fijamente y al collar, que me apresuro a ocultar dentro de mi camisa. Samuel me mira con una expresión indescifrable mientras el cuchillo se desintegra en su mano y le quema la palma.

Esta vez su mirada es de odio. –Después de todo estás dispuesta a perder tu vida por la de...él.

Me dice aquello como si fuese el peor de los insultos, dándome la espalda y saliendo de ahí rápidamente, quiero gritar su nombre pero es cuando poco a poco y con los mejores dotes de actuación Elihad se levanta y empieza a aplaudir, todos le miran como si estuviese demente, las personas no saben que hacer e inclusive Azzio solo me mira a mí, puedo sentir su mirada quemando en mi nuca.

–¿Qué tal les ha parecido el show? –Entonces es que empiezan a reir creyéndose la jugada. –Esperamos no haberlos espantado con los efectos especiales pero queríamos avivar la chispa de La cueva

Seguido de esto empezó la ronda de aplausos y la constante habladuría. Varios "Estuvo impresionante" y "Me lo he creído todo"

Elihad apenas y me mira, y en un pestañear ya no está. Lo tomo como la señal para reunir la valentía necesaria para encarar a Azzio.

Está muy cerca de mí, parece abatido, triste, le brillan los ojos aun debajo del creciente tono rojizo de los golpes, tiene un labio partido y cortecitos mínimos, y es como si la fracción mas estúpida de mi me dijera: "No puedes dejarle asi."

Soy capaz de oír a Elihad en mi mente. –Él es como un niño, solo regresa cuando alguien más quiere jugar con sus juguetes...Nos veremos muy pronto, Alessia.

Vuelvo a levantar la mirada a donde estaba hace minutos, de nuevo me encuentro con un espacio vacio y a los demás como si nada hubiera pasado, siguiendo su noche.

Azzio me toma de la muñeca y me suelto de su agarre. –Alessia yo...

–No. No digas nada, solo vámonos.

Y esperando que no cambie de opinión, nos encaminamos a la salida.

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