Capítulo 1

Mis pisadas son rápidas en la calle abarrotada, el centro está lleno de locales y eso significa gente. Muchas personas enérgicas corriendo para hacer sus compras de la semana, las fiestas apenas y comienzan pero la muchedumbre no pierde tiempo, todos desconociendo los misterios que deambulan a su par.

Una vez dentro de la tienda de baratijas, las campanillas de la puerta suenan avisando un cliente, por lo que la abuela Iana se deja ver, parece exaltada con las lentillas en el tabique de la nariz.

La expresión le cambia a una de encanto cuando me reconoce y da la vuelta desde el mostrador hasta donde estoy con un chillido. -¡Mi niña!

-Hola abuela. -Le sonrió de vuelta abiertamente mientras ella me chequea con la mirada, desde siempre fue así; Atolondrada, mística y vivaz. Creyendo que de verdad tenía poderes psíquicos, aún cuando la verdadera hechicera terminé siendo yo.

O lo era, antes.

-¿Y esa sorpresa? ¿Cuando llegaste? ¿Qué tal el campo? ¿Has comido?

Me río mientras paso un brazo por sus hombros. -¡Vamos abuela! ¿tantas preguntas para una sola chica?

Suelta una carcajada como diciendo "'no tiene remedio" y noto los mechones grises que escapan del moño en su cabello, parece más cansada y lenta, los años le afectan y las arrugas antes pequeñas parecen surcos en su piel. Trato de no demostrar el acongojo en mi corazón, tantos años distanciada de ella cuidando los archivos en la iglesia me han hecho a penas darme cuenta del abandono a la única familia que me queda.

La abuela me cuenta como le va en la tienda, los problemas del negocio ya que no es muy rentable con tantos escépticos a su "don". Me dice lo bien que ha estado tejiendo que ya su perrito chihuahua tiene una colección de suéteres. Yo me censuro al hablar, le doy detalles que me prometo recordar acerca del "campo" en donde estuve estudiando botánica, para no decir que fui partícipe de una batalla y casi muero este mismo otoño

Entre plática y plática en la pequeña bodega de atrás, el tiempo y el chocolate caliente pasan a montones. Hasta que cual gato, el vello en mis brazos se eriza al sentir una presencia ya familiar. Parece un escalofrío pero te deja este vacío en el estómago como cuando te despiertas una mañana hambrienta.

Mi abuela no lo nota así que me excuso para ir al baño, en el pasillo me desvío para ir al frente de la tienda donde está el recibidor. Ahí parado frente a la puerta que no sonó, está el ángel.

Admiro la manera en la que todo parece detenerse en su presencia, las partículas de polvo que se paralizan para dejar que la imagen de Azzio brille sin ninguna interrupción.  El castaño lleva el cabello más largo de lo que acostumbra y se me hace como una eternidad la última vez que le vi, sosteniendo a la chica que ama.

-Irisiana. -La voz ronca pronunciando mi nombre es apenas una caricia leve para mi oído. Me pierdo en el iris esmeralda que me enfoca y me obligo a volver a tierra.

-Azael. -Él frunce el ceño ligeramente mientas avanza, sus pasos no se sienten. Sigiloso y encantador.

Lleva su mano derecha a la nuca rascando esa zona con incomodidad. -Me disgusta ser llamado así, preferiría que me dijeras Azzio. Como siempre...

Asiento lentamente. -Pero Azael es tu nombre y no deberías despreciarlo por haber sido pronunciado en labios venenosos.

Niega lentamente, me he salido por la tangente pero es inevitable. -No es cuestión de eso, Jezabel ya no es mi cruz. Azael es el nombre de un ángel y me temo que deje de considerarme uno en el momento en el que me convertí en la muerte.

Suspiro, las piernas me tiemblan pero embozo una sonrisa. -Bien Azzio. -Remarcó para su preferencia. -¿Qué es lo qué haces aquí? No pensé que creyeras en videntes.

Mi comentario le saca una carcajada seca y apenas es que puedo notar las ojeras que enmarcan sus ojos y los pómulos angulosos. Luce más humano que nunca, da pequeños pasos cerca de mí a una altura que me hace levantar la mirada para poder hablar.

-Después de la pelea desapareciste. Me dejaste preocupado pero pensé que todo se debía a la impresión de perder tus poderes, por eso no me moleste en seguirte. -Cada palabra me sabe amarga. ¿Por qué no lo dice? ¿Por qué no admite que en el segundo en el que el sello revivió, él ya me había echo a un lado?

-¿Y entonces qué haces aquí ahora?

-Necesito de tu ayuda.

Juego con la comida ayudándome del tenedor, la ensalada de atún me parece tan apetecible como enfrentarme a una jauría de animales feroces.

La cabeza me da vueltas, mis miedos y la poca certeza de seguridad junto con el vacío en el estómago es cada vez más grande.

-¿Estás bien?

Miro a la recién llegada frente a mi mesa, Madyson lleva el cabello castaño atado en una cola de caballo y una expresión de simpatía no tan típica en ella.

-Si... solo que el atún no es mi favorito.  -Ella suelta una risa leve mientras se sienta frente a mí en la mesa. Madyson es amiga de Nina, mi nueva compañera de cuarto, no hemos hablado mucho pero su compañía es grata.

-Te entiendo, yo odio el calamar, pescado, todas esas cosas, pero por fortuna no venden esas "exquisiteces" en la cafetería.  -Arruga la nariz en señal de desagrado y lleva un bocado de lasaña a su boca. Me mira con ojos verdes, motas marrones claras en su iris, y automáticamente me recuerdan a alguien.

Trago grueso mientras finjo una sonrisa y me rindo frente a la ensalada. No la comeré. Me enfoco en el libro que deje a mi lado, falta poco para terminar el semestre y que den las vacaciones por fiestas, pero el profesor de historia piensa que es el momento perfecto para un examen.

-Oye... sabes no quiero incomodar ni nada pero oí que Azzio canceló el semestre.  -Su mueca es sincera pero la sola pregunta me revuelve aún más el estómago.

-Si.  -Contesto apenas con una mentira que ya me he aprendido.  -Problemas familiares.

Madyson forma una semi O con sus labios y asiente, engullendo su comida con gusto.

Yo por otro lado trato de concentrarme en el libro pero no puedo. No es hasta que por pura curiosidad, deslizo mis dedos en las páginas como suelo hacerlo al estar distraída, es solo un roce pero una imagen inmediata viene a mí. Como si fuese una memoria real (porque está ambientada en una época que sucedió mucho tiempo atrás)

Mi yo del recuerdo lleva un vestido color vino muy entallado de los que llevan corsé y bordados a mano, el que usaría una reina. Mi cabello cobrizo rozaba mis caderas con soltura y se balanceaba debido al trote, estaba corriendo, acelerada y asustada a la misma vez.

Un pasillo oscuro que era interminable, no podía ver su final pero sabía, algo me lo decía que cuando terminara el pasadizo, encontraría algo que en verdad ansiaba.

Y cuando frunzo el ceño y mi vista vuelve a enfocarse en la realidad. Madyson me pregunta qué me ocurre. Y Nina llega a la mesa con un sándwich de albóndigas.

Niego lentamente y trato de ignorar lo extraño que acaba de ocurrir.

A las once menos cuatro llamó de nuevo, el número sale ocupado como si no perteneciera a nadie. Justo como siempre lo hace, suspiro para devolverle el móvil a Nina. Ella me mira preocupada y yo solo finjo de nuevo que estoy bien.

En realidad estoy molesta, sumamente enojada. Azzio lleva desaparecido prácticamente dos semanas. Tan pronto como le enseñé la nota que dejaron en mi puerta me dio la espalda.

Quise pensar que todo era por el estrés, que era un gigantesco dolor de cabeza tener que lidiar con amenazas sin sentido luego de lo que habíamos atravesado.

Pero el hecho de que se haya ido sin decirme nada... ya no se que pensar.

Me recuesto en la cama de una plaza tratando de calmarme, la carta que recibí hace días está ahí en la mesilla de noche, burlándose de mí. Como un recordatorio constante de que de nuevo amenaza contra mi vida un ser que no creía existía y para colmo mi padre.

-Oye no te desanimes, seguro está muy ocupado con su familia.  -Nina se posiciona en un costado de mi cama y me brinda una sonrisa amable que trato de corresponder. 

Asiento, riéndome para mis adentros porque el ángel de la muerte hace mucho que no tiene familia. Si no me contesta es porque como siempre es mejor desaparecer que decirme lo que sucede. Y ya eso me cansa.

Decidida a confrontarlo me levanto del colchón con la vista de mi compañera en la espalda.  -Daré una vuelta por la academia antes de dormir, ya sabes despejar la mente.

-¿Quieres que te acompañe?

Niego.  -No Ni, gracias pero me vendría bien el tiempo a solas.

Ella me mira comprensiva y vuelve a su cama en donde el ordenador brilla con una película en pausa.

Me coloco los tennis y cojo la llave de acceso del muro para salir, mi plan no es caminar por la AUP, es salir a escondidas para ir al departamento de Azzio.

He tenido suficiente.

Paso a escondidas los guardias de seguridad, añadido muy necesario después de todo lo que ha pasado.

El colgante en mi cuello de alguna manera se siente como si latiera, un corazón extra pegado a mi cuello. Son pocas las veces en la que lo hace pero el llamador me avisa qué hay algo cerca, sin embargo solo veo penumbra, la noche oscura como cómplice de mi escapatoria.

Cuando llego al exterior por la puerta trasera, el único encargado que hay custodiando la salida es un hombre mayor que apenas y se detiene en la silla, tiene los brazos cruzados sobre su pecho y la cabeza cabizbaja, sus ojos se cierran solos, el sueño está por vencerlo pero no parece moverse de ahí.

Miro a mi alrededor buscando algo que pueda servirme como distracción cuando logro dar con una botella de plástico abandonada, la contaminación de los estudiantes jugo a mi favor, entonces calculo un punto más allá de la silla en donde está que me de el tiempo suficiente para salir y la arrojo con todas mis fuerzas, el eco de la botella cae como un ruido sordo en el piso encerado y despierta de sopetón al guardia quien mira a todas direcciones y termina por seguir el ruido con el ceño fruncido. Cuando me da la espalda aprovecho el momento para traspasar las puertas con cuidado de no hacer ruido, el click de cerrojo me alivia, ahora mi problema será entrar.

El aire frío de afuera es molesto, mientras más cerca de las fiestas decembrinas más congelado se encuentra el ambiente. Froto mis manos y apresuró el paso calle abajo, los buses no trabajan a esta hora por ser tan tarde y no estoy de ánimo para seguir caminado en una noche así menos con una amenaza de muerte a mi costa.

Paro el primer taxi que encuentro, por suerte el conductor no parece un maleante, es un hombre viejo que habla rápido y parece más preocupado en llevarme a donde tengo que ir que cualquier cosa, por lo que llego a los edificios en un parpadeo. Le agradezco al señor, pagando con el poco efectivo que gane en las recientes tutorías de carboncillo y salgo.

El conjunto se ve iluminado pero el último apartamento que da a la calle no tiene ni una luz encendida. Me adentro al lobby y espero, el intercomunicador esta apagado y me siento estupida por lo que hago, estoy lista para regresarme cuando una mujer abre la puerta para salir junto con su perro, entonces le sonrió con confianza y ella amablemente deja la puerta abierta para mi mientras susurra un buenas noches.

Tomo el elevador con un presentimiento extraño en el pecho. ¿Alguna vez han sentido que algo malo está apunto de ocurrir pero deciden ignorarlo? Como cuando decimos "Deben ser tonterías mías" Bueno...A veces debemos hacernos caso. Escucharnos evitaría que estampáramos nuestra propia cabeza contra el pavimento, nos ahorraríamos unas cuantas desgracias y corazones rotos.

Esto lo digo porque, cuando toque en la puerta de Azzio, no me recibió él precisamente. Sino un linda rubia vestida de rosa con unas gafas de pasta semi gruesa. Todo estaría bien si no llevara en su mano la camisa del ángel y no lo viera a él en el fondo semi desnudo con su móvil, el que no desea contestar brillando en su mano.

El llamador en mi pecho parece más que un corazón porque ahora solo arde contra mi piel y al igual que la visión frente a mí, dejo que arda, que me lastime.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top