•ocho•
🔊 I'm so sorry — Imagine Dragons
Me desperté no sabiendo que día era, tal vez lunes, tal vez martes. Daba igual.
Las agujas del reloj apuntaban a las 6:57, hora de levantarse. O no.
En verdad no tenía ganas de ir al instituto esa mañana, si veía a Montgomery o a Alex, sabía que me moriría de la vergüenza.
Miré mi teléfono. Solo había un mensaje del rubio antes mencionado.
ALEX MALFOY ❤
Bryce no estuvo con el resto el sábado. Zach me dijo que mintió por Monty, porque él había salido con Bryce a dar un paseo, pero que ninguno de los dos regresó a la misma hora, ni juntos.
leído a las 7:00
Sara, tenemos un problema.
leído a las 7:00
Varios latidos se interrumpieron cuando lo leí, mis manos sudando como cataratas de angustia y mis ojos mirando de un lado a otro tratando de encontrar una solución de aire.
Me levanté de golpe y me puse a dar vueltas. Puede ser que dejar a Montgomery el día anterior irse de rositas no fuese lo más acertado, pero no lo sabría con certeza hasta destapar todos los misterios e incógnitas que me planteaba en ese instante.
Por otro lado estaba Bryce, el gilipollas del coche deportivo. Él me dio tanta mala espina al conocerle como lo hizo Montgomery.
Me iba a explotar el cerebro de tanto profundizar en algo que me hacía tanto daño y me destruía las entrañas.
Al final conseguí llegar a una conclusión: iría al instituto, aunque solo fuese para ver sus malditas caras de cerdos bastardos y agradecerle a Alex toda su ayuda.
Me di una ducha fría y rápida para deshacerme de mi cobardía y ponerme en marcha. A continuación me vestí tan casualmente como siempre y bajé a desayunar no sin antes coger mi mochila.
En el comedor estaban mi madre y mi hermana. La primera me observaba con notable desaprobación.
Cuando llegué el día anterior a casa ella me cazó como lo hace un guepardo a una indefensa y vulnerable cría de gacela. Poco a poco mi madre consiguió hacerme llorar, más incluso que antes. Sus voces y gritos aún rebotando en mi mente como una pesada pelota de malos recuerdos.
Retiré mis ojos de los suyos. Estaba enfadada con ella por no entenderme y hacerme sentirme como un trozo de mierda.
Entonces me fui a la cocina a comer algo. Como todas las mañanas agarré mi bol de leche y cereales y lo llené con ambos ingredientes acompañados de unas galletas.
Rápidamente me terminé el desayuno y huí de mi casa únicamente despidiéndome de Lydia.
•••
Llegué al Liberty High para encontrarme un burullo de personas alrededor de lo que parecía una pelea.
Casi sin pensarlo me dirigí allí.
Me hice paso con dificultad entre la gente, que como monos de circo sin cerebro se quedaban al margen vociferando mientras dos personas se golpeaban sin detenerlas.
Cuando vi quienes eran los luchadores me quedé en "shock". Alex y Cruz.
– ¡Parad! – exclamaba una y otra vez, ya que las masas no me permitían acercarme para separarlos.
– ¡Alex! – él me miró, tirado en el suelo recibiendo puñetazos sin ninguna expresión de oposición o dolor.
Cuando iba a abalanzarme sobre el imbécil de Monty llegó por fin el Señor Porter, el tutor y orientador de la escuela.
Casi sin mucho esfuerzo logró pararles y el grupo de espectadores se fue dispersando.
Yo estaba a un lado viendo como los dos se llevaban una bronca mientras me fijé en como Cruz salió ileso de la pelea y Alex casi parecía un saco maltratado de boxeo.
– Señor Porter. – le llamé antes de que entrasen al centro.
– ¿Qué pasa Honeycut? – se giró hacia mí con cara curiosa.
– Si usted quiere puedo acompañar a Standall a la enfermería. – me ofrecí, aunque realmente buscaba un interés, más bien una respuesta.
– Claro. Alex, Sara te llevará a ver a la enfermera mientras yo llevo a "este" a mi despacho. Luego hablaré contigo también. – dijo mirando de reojo a Cruz.
Entonces emprendimos camino. Sus pies arrastrándose contra los sucios suelos del pasillo como mopas que los limpiaban al pasar. Podía fijarme en una pequeña cojera en su pierna izquierda, así que me puse a ese lado para ayudarlo a sostenerse.
– No tenías porqué. – me dijo sin levantar la vista hacia mí, sus ojos seguían centrados en algún punto infinito.
– ¿Qué ha pasado? – pregunté sin demora, mejor ser directa y no andarse con rodeos.
– Montgomery y yo nos hemos peleado. – obvió lo obvio.
Bufé con exasperación y cansancio, por fin llegando a la enfermería.
Lo senté en uno de los bancos amarillentos, que en algún punto de su vida solían ser blancos, pero que ahora por el desgaste se veían menos cuidados.
Alex se mantenía cabizbajo, evitando el contacto visual y dando largos suspiros.
– ¿Me vas a decir qué ha sucedido de una vez? – insistí perdiendo la poca paciencia que lograba juntar.
Inspiró y exhaló por última vez antes de confesarlo.
– Es solo que no estaba de humor y Montgomery se propuso desafiarme.
– ¿Solo eso? – no me creía esa excusa, no quería, porque pensaba que se peleó por mí y eso, de alguna forma, me hacía feliz.
Él asintió sin mucho ánimo, su respiración volvió a ser lenta y profunda convirtiéndose en el único sonido de la sala.
Pronto llegó la enfermera, la cual no parecía muy contenta.
– Tú. – señaló a Alex. – Ven conmigo.
El rubio se levantó tan rápido como su maltratado cuerpo se lo permitió, mientras yo lo observaba irse y entrar en la oficina.
•••
Llegó el mediodía cuando menos me lo esperaba. Aún no había hablado con Alex desde que lo dejé con la enfermera, y quería saber qué tal le había ido con Porter.
Paseaba por el vecindario cuando me despisté y acabé cerca de una casa de arquitectura moderna y con una gran piscina, probablemente de dueños ricos.
Oí el ruido de unos motores tras de mí y al girarme pude comprobar que se trataba del coche deportivo del niñato pijo y maleducado de Bryce.
– Hola, princesa. – dijo él desde el asiento del copiloto.
Me dispuse a ignorarlo cuando interpuso su vehículo en medio de mi paso, posiblemente para llamar mi atención.
Poniéndome de los nervios decidí dar media vuelta e irme por donde había venido sin causar ningún escándalo e intentado no montar ningún numerito.
– ¿A dónde vas?
Bryce se bajó del coche y yo me coloqué en posición de alerta, preparada para defenderme si era necesario. Todavía tenía sospechas de que él pudiese ser el hombre misterioso y no quería ni debía darle la oportunidad de acercarse a mí, tanto física como emocionalmente.
– Déjame tranquila, Walker. – le advertí intentando sonar amenazante.
– Qué grosera, ¿todas las princesas sois así? – comentó él con una asquerosa arrogancia.
– No. Soy. Una. Princesa. – recalqué haciendo pautas entre cada palabra.
– ¿Y cómo quieres que te llame? Eh, princesa.
Lo estaba haciendo aposta, quería que yo me enfureciese y no lo iba a lograr, así que manteniendo la cordura me di de nuevo la vuelta e intenté irme antes de que la irritante voz de Bryce volviese a interrumpir el momento.
– Esta noche hago una fiesta en mi casa. – indicó la residencia con un ligero movimiento de cabeza. – Estás invitada, princesa.
Rodé los ojos expresando mi cansancio y flojera hacia la conversación y finalmente pude retomar mi camino e irme. ¿Una fiesta un lunes? ¿Qué demonios les pasa a los jóvenes?
Lo peor de todo es que me lo estaba empezando a plantear. Tal vez fuese el sitio idóneo en el instante adecuado para descubrir al acosador y por fin deshacerme de mis dudas, aunque al mismo tiempo estaba arriesgándolo todo por algo que no sabía si era cierto. Oh Dios... Qué difícil.
Aunque no me gustase admitirlo sabía que al final acabaría yendo, o al menos pasándome por un ratito.
Ay Sara, Sara... Eres tan estúpida.
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Por fin un capítulo tras siete centurias, no? Apedreadme si queréis, me lo merezco.
"Actualizaré frecuentemente" decía. "No haré como otros autores". Soy una mentirosa compulsiva.
Bueno... Pues aquí lo tenéis. Espero que os guste y si es así no dudéis en darle a favoritos y comentar.
Os quieroo ❤
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