•dos•


Segundo día de clases.

Era temprano por la mañana cuando oí a alguien aporrear mi puerta.

— ¡Sara!—  mi hermana gritaba tras ella.

Me revolví en las sábanas haciéndome a la idea de que en algún momento tendría que levantarme. Me liberé del edredón y poco a poco fui levantándome hasta encontrarme con la suficiente fuerza como para dar un par de pasos hasta la puerta que mi hermana no paraba de golpear.

 —¡¿Qué quieres Lydia?!—  exclamé al abrir.

— Hay que levantarse.—  dijo ella con tono arrogante para después irse por donde había venido.

 —Yo la mato. — murmuré para mí misma.

Lydia era mi hermana pequeña. Podía llegar a ser muy cargante y pesada, pero aún así compartimos muy buenos momentos juntas.

Volví dentro de mi cuarto y me dispuse a vestirme.

Realmente no me importaba demasiado ir guapa al instituto, porque, es el instituto no una gala de los Grammys.

Inspeccioné mi armario durante unos cortos cinco segundos y agarré lo primero que vi que podría combinar bien y me lo puse. Después de haberme abrochado bien la chaqueta salí de mi habitación hacia el baño, que como no, estaba ocupado por Lydia.

 —Dios mío, ¡Lydia acaba de una vez!

 —Me estoy arreglando.  —habló ella al otro lado.

— Pero si tienes doce años, ¡qué demonios te estás arreglando! — me quejé de nuevo perdiendo la paciencia.

Cuando iba a tirar la puerta abajo, Lydia decidió abrir por fin.

— Ya está.  —dijo ella mientras se retocaba el moño.

Bufé exasperadamente y entré al lavabo para lavarme la cara y peinar mi rebelde cabello.

Cogí el cepillo y comencé a pasarlo por mi enmarañado pelo castaño que se resistía a desenredarse. Tras lo que me pareció una dolorosa eternidad, al fin conseguí que mi melena se viese mínimamente decente.

A continuación me cepillé los dientes para deshacerme de mi desagradable aliento mañanero, y luego me despejé el rostro con un poco de agua.

 —Lista. — anuncié al verme en el espejo.

Volví a dejar el baño libre y bajé a la cocina para desayunar un ColaCao y unas galletas mientras mi madre me contaba su vida y mi hermana hacía guarrerías con su comida.

— ¿Quieres parar? Puedo ver los cereales en tus muelas desde aquí.  —me dirigí a Lydia disgustada.

Mi hermana en alguna manifestación de rebeldía, o solo para fastidiarme, abrió aún más la boca y me enseñó todo lo que tenía dentro.

— ¡Qué asco! — exclamé al borde de las náuseas.

— Lydia...—  le llamó la atención mi madre.

Y es que mi hermana puede ser lo más desagradable que he conocido nunca...

•••

Pronto ya había terminado de desayunar y estaba lista para comenzar las clases.

Cogí mi mochila y las llaves, y salí de mi casa.

Caminaba a paso lento al mismo tiempo que arrastraba mis zapatos contra la acera, como si llevase un yunque sobre los hombros. Me fijé en las distintas residencias de mi vecindario, que parecían todas muy mediocres, cuando de pronto un coche tocó el claxon tras de mí sobresaltándome ligeramente.

  — Hola, guapa. ¿Te llevamos?  — no podía ser... Uno de los "populares".

  — Pírate de mi vista.  — contesté bruscamente causando una reacción bastante esperada por su parte.

  — Menudo carácter, princesa. —  dijo el conductor del coche frunciendo el ceño.

  — Seguro que tiene la regla. — comentó otro de sus amigos no muy disimuladamente.

  — Vete a tomar por el culo. — espeté empezando a enfadarme.

  — Por Dios... Dejadla en paz...—  era el chico rubio de mi clase de gimnasia, no le había visto en los asientos de atrás, no parecía estar a gusto.

 — Vámonos, aquí no hay mucho que ver... — dijo el que llevaba el volante al resto de forma despectiva refiriéndose a mí al mismo tiempo que volvía a poner en marcha los motores y se iba en su estúpido deportivo caro.

   — Gilipollas. — pensé mientras retomaba el camino hacia el Liberty High.

En pocos minutos ya había llegado a la fachada principal del edificio y cientos de alumnos entraban a través de sus puertas, algunos muy contentos y otros no tanto.

Iba andando mientras le echaba un vistazo a mis redes sociales, y gracias a eso me choqué con una media de treinta personas por los pasillos, pero lo peor estaba por venir.

Alguien giró en una esquina mientras yo pasaba recto cerca de ella y entonces el típico golpe que te das con alguien de frente y se te caen todas las cosas tuvo lugar.

 — Joder.—  me quejé mientras trataba de levantarme del suelo.

 — Lo siento, no te había visto. — era el otro chico flacucho con el que tuve clase ayer de educación física.

 — No pasa nada, la culpa es mía que no miro por donde voy. — traté de sonreír sin que se viese falso.– ¿Tu cámara está bien?

 — Sí, sí. La que se ha caído has sido tú.  — rio él con flojera.

 — Sara Honeycut, soy nueva. — me presenté casualmente, era mi oportunidad de conocer a gente en mi nueva escuela, y él no parecía imbécil.

  —Lo sé, te he investigado... — dijo haciendo la situación un poco siniestra, ¿cómo que me había investigado? Ni siquiera nos habíamos dirigido una sola palabra hasta ese momento.—  Yo soy Tyler Down.

 — Bueno Tyler, un placer haberte conocido, pero tengo clase de Biología ahora mismo, así que... Adiós. — me excusé librándome de compartir un solo segundo más con él, ya que no me había dado buenas vibraciones.

Parece que mi objetivo de hacer amigos no estaba yendo demasiado bien, de hecho estaba resultando un absoluto fracaso, excepto por Clay.

Entré al laboratorio de Biología sin muchas ganas de ir, pero por desgracia no tenía otra opción, así que como todos los días, como cualquier alumno, me senté en mi pupitre, pretendí atender y esperé a que la hora pasase.

En realidad la clase no había sido tan horrible, incluso me atrevería a decir que me había entretenido, bueno, todo lo que te pueden entretener unas vacuolas.

Y siguiendo mi rutina diaria fui a mi casillero, cogí lo necesario para la siguiente lección, miré por última vez mi móvil y me dirigí al aula de la próxima asignatura.

  •••  

El infierno temporal había concluido, o como otros lo llaman, instituto.

A la salida pude ver al rubio del coche y de mi clase de gimnasia, tan lindo como siempre. Espera. Acabo de llamarle lindo. LE HE LLAMADO LINDO. 

— Porque lo es — susurré hacia mis adentros.

— No. SARA OTRA VEZ NO.— me gritaba mi subconsciente, pero decidí ignorarlo. – Otro "crush" no...

 —  Ya es demasiado tarde...


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Pobre Sara, otro crush que le romperá su frágil corasonsito :(

Os estaréis preguntando... ¿¡POR QUÉ ALEX CASI NO HA APARECIDO!? Y yo os diré que tengáis paciencia mis pequeñas amebas...

No me gustan las historias que van DEMASIADO rápido y ODIO cuando van muy lentas, entonces voy a intentar encontrar un punto intermedio y espero que no se haga muy pedante :3 Además quería incluir a más personajes y que supieses más cosas sobre Sara hehe.

Muchas gracias por leer y prometo actualizar frecuentemente.

Adiós lectorcillos míos :))))

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