¿Y ahora qué?

Tokio, Japón 2007.

-Muy bien señores, no olviden que deben comenzar a enviar sus solicitudes para la universidad, si necesitan ayuda o asistencia, la oficina del consejero escolar está abierta.

-¡Maldita sea!- se quejó Seiya. Ninguno de los tres había pensado realmente lo que querían hacer.

-Lo sé, ¿verdad? El tiempo se está acabando y todavía no tenemos ni idea de que haremos con nuestras vidas, y además con los finales a la vuelta de la esquina.- Shiryu suspiró. -Tantas cosas por hacer y tan poco tiempo...

-Inspirador, Shiryu...- repuso Shun, ante el sombrío comentario de su amigo.

El trío se sentó en una mesa pequeña mientras sacaban sus cuadernos para comenzar su tarea.

-Supongo que Yuri tiene todo resuelto, ¿no?- comentó Seiya, celoso de que Yuri tuviera un propósito y un sueño que perseguir.

-Sí... patinaje artístico...- respondió Shun con melancolía.

-Ok, ¡Tengo una idea!- los ojos de Shiryu se iluminaron mientras hablaba. -¿Por qué no hacemos cada uno una lista de carreras? Escribimos cualquier cosa que nos venga a la mente o que encontremos interesante, y mañana la compartimos con los otros dos, tal vez algo en nuestras listas ayude a los demás, o podemos pensar qué tipo de cosas estamos buscando. ¿Qué les parece?

-Suena bien- contestó Shun con una sonrisa.

-Meeeh, no lo sé... suena a que es demasiado esfuerzo...- se quejó Seiya. Shiryu le dirigió una mirada de desaprobación.

-No, pues no tienes que hacerlo si no quieres- Shiryu se estaba cansando de los comentarios de su amigo.

-¡Bien, bien! ¡Lo haré!

Esa tarde, Shun se sentó en su habitación para hacer esa lista, y comenzó a pensar en muchas profesiones y carreras, pero en realidad no estaba interesado en ninguna de ellas; luego pensó en medicina, estaba bastante convencido con eso, los médicos eran buena gente y con una carrera muy noble, iba bien con su persona. Pero no se atrevió a escribir nada más, lo pensó durante tres horas más y todavía no se le ocurría nada.

-Espero que Seiya y Shiryu tengan mejores opciones...- se dijo a sí mismo.

A la mañana siguiente, los tres amigos tenían una mirada de derrota, se sentaron en la misma mesa del día anterior y compartieron lo que tenían en sus listas:

-Artista marcial profesional y científico...- Shiryu manifestó, decepcionado de no poder aportar más ideas.

-Medicina... e-eso es todo...- Shun evitó la mirada de sus amigos mientras compartía su única opción. Hubo un momento de silencio.

-Seiya, es tu turno...- agregó Shiryu, con cierto temor de lo que aquel podría haber escrito en su lista.

-Aaaa... yo... bueno... está bien...- se aclaró la garganta antes de continuar. -Boxeador profesional, jugador de fútbol profesional, comediante, director de circo, hipnotizador, entrenador de perros...- ambos amigos lo miraron perplejos .

-¿Es en serio Seiya?- Shiryu estaba harto.

-¿Y esas son carreras de verdad?- añadió Shun, curioso.

-Sí... bueno... yo no.... ¡Maldita sea chicos! ¡¡¡Esto apesta!!! Todas estas carreras suenan aburridas y...

-Sosas...- dijeron los tres al unísono.

Intercambiaron miradas y sonrisas. Era bueno saber que después de todos esos años seguían en la misma página.

-¡Por qué no podemos ser como Ikki! ¡Él ha sabido lo que quiere desde siempre! ¡O Marin! Ir a ese Pallas o lo que sea, suena divertido...- continuó Seiya, desesperado.

-Sí, Nii-san parece pasar un buen rato allí...- respondió melancólico Shun.

-Sí... imagina estar preparándote para algo que realmente marque la diferencia... tener la voluntad y la capacidad de cambiar el mundo... para convertirlo en un lugar mejor, suena increíble...- cuando Shiryu dijo esas palabras, Shun recordó de repente el día que murió su madre, y cómo le había prometido hacer de este un mundo mejor. Y qué mejor manera de acabar con la miseria del mundo que luchando uno mismo, cara a cara, contra los malos. Y luego lo supo:

-Bueno, ¿quién dice que no podemos ir a Palaestra?- Seiya y Shiryu lo miraron fijamente, ¡el tipo tenía razón! No era como si no pudieran asistir a Palaestra, como si aquella fuera sólo para unas pocas personas afortunadas, podrían ir allí si quisieran. Pero por alguna razón, ninguno de los tres había pensado en ello, o al menos no lo había expresado en voz alta.

-Bueno, admito que Marin hace que suene divertido y toda la cosa... y tal vez, por un breve momento, deseé poder hacer algo tan notable con mi vida como ella.- Shiryu se sorprendió de que Seiya pudiera hablar tan elocuentemente sin hacer una sola broma o comentario patético.

-Sería una noble profesión.- respondió Shiryu, con su habitual pomposidad.

-Pues entonces...- Shun se enderezó en su silla. -A Palaestra.




Moscú, Rusia 2007

Hyoga se había estado dedicando por completo al patinaje artístico, se suponía que debía estar pensando en su futuro, pero primero quería saber si el patinaje artístico era lo suficientemente bueno, para no tener que tomarse la molestia de pensar en opciones de carreras que al final no iba a necesitar.

Antes de las seccionales, sus padres organizaron una fiesta, sólo porque podían, y allí Hyoga conoció a Freya Dimitrievna Scherbatskaya, miembro de la misma familia Scherbatsky de la que su madre era amiga. Era hermosa, con cabello largo y rubio y ojos verdes. Natasha se olvidó de Eri, y de cuánto le agradaba, casi instantáneamente, la perspectiva de ver a su hijo con un miembro de la familia Scherbatsky era más de lo que hubiera imaginado para él, no podría haberlo planeado mejor.

Y así, el Hyoga x Freya comenzó a florecer. A él realmente le gustaba, la chica no estaba en constante necesidad de afecto como Eri, ella era libre y no le importaba no tener toda su atención, quizás porque él tampoco tenía la de ella.

Los Scherbatsky estaban establecidos en Moscú, pero Freya y sus padres vivían en San Petersburgo, razón por la que no se iban a quedar por mucho, ¿cuánto tiempo entonces? Ni siquiera Freya lo sabía, así que tal vez la libertad y despreocupación que llenaban la relación se debía en parte a la incertidumbre de cuánto tiempo tenían juntos.

En cualquier caso, Hyoga disfrutaba pasar tiempo con ella, de alguna manera sentía que Freya lo entendía mejor que Eri. A diferencia de esta última, Freya también se había enfrentado al sentimiento de duda que llenaba a Hyoga en aquellos momentos. Entre el trabajo de su padre y su afán constante por visitar y ponerse al día con todos los familiares y amigos cercanos que tenían repartidos por Europa, Freya nunca había tenido ningún tipo de estabilidad en su vida, hasta el punto de no saber mucho sobre sí misma o su futuro; así ideó un plan en el que intentaría tener tantas experiencias como pudiera para descubrir lo que quería, al igual que Hyoga; ambos estaban en la misma página.

Durante esa temporada de patinaje, Hyoga estuvo saltando entre los primeros tres lugares en cada competencia. Descubrió que, después de la última temporada, no le importaba si ganaba o no, ya había ganado todo lo que podía, incluso una medalla Olímpica. El miedo de Hyoga se estaba volviendo realidad, el patinaje artístico ya no era suficiente; no podía concebir la perspectiva de una vida con los mismos campeonatos una y otra vez, y con su talento y habilidades, era difícil pensar que quedaría por debajo de los primeros tres lugares. Se sentía como si ya hubiera vivido toda su vida. Por otro lado, tampoco podía imaginar una vida sin el hielo, disfrutaba mucho patinar, se sentía libre y confiado.

-¡¡Pero todavía tienes un largo camino por recorrer!! Quiero decir, todavía tienes que ir tras una medalla Olímpica de ¡¡¡ORO!!!- esa fue la reacción de Viktor cuando Hyoga le dijo lo que estaba pasando por su mente.

¿Y quién podría culparlo? Viktor respiraba patinaje artístico, no podía vivir sin él y no le importaba ganar los mismos títulos una y otra vez, en realidad disfrutaba ganar y esperaba que su éxito constante inspirara a otros a ser tan buenos como él, para mantenerlo interesante; además, todavía le faltaba una medalla olímpica. Y, como si eso no fuera suficiente, a Viktor le encantaba pasar tiempo con Hyoga, y no podía imaginar que su amigo de toda la vida, al que conoció en la pista de hielo, estuviera pensando en renunciar.

-¡Lo sé! Pero, sinceramente Vitya, ¡no me importa! Mira, realmente lo disfruto, pero parecía más emocionante cuando no era todo lo que tenía, ¿sabes? Tenía escuela y exámenes y todo eso, pero ahora es sólo... eso. Y no sé, siento que falta algo en mi vida. Quiero hacer una diferencia, quiero hacer algo importante.

-¡Oye! Yo pienso hacer algo importante, seré el primero en aterrizar un quíntuple Lutz en una competencia.- ambos rieron.




Tokio, Japón 2007.

Shun había estado bastante ocupado con el proceso de solicitud para Palaestra, en realidad nunca había prestado mucha atención a todas las cosas que Ikki había necesitado antes de ingresar a la academia.

Necesitaba un certificado de idioma inglés, dado que era una universidad internacional, para desgracia de Seiya, ya que su inglés no era muy bueno; y además necesitaba aprobar un examen de admisión.

Daiki estaba feliz de que Shun no fuera a estar solo, incluso si Seiya no lograba entrar (y pensaba que aquel era el resultado más probable) y Shiryu se las ingeniara para arruinarlo (muy poco probable, ya que él era el primero de su clase), su hijo todavía tendría a Ikki. Todavía estaba confundido sobre cómo esta excentricidad de la Academia Palaestra se había convertido en una moda, ¡de repente todos los que conocía estaban aplicando! ¿Cuándo fue que Palestra se había vuelto tan popular? Nunca había oído hablar de ella, pero había investigado y se enteró de que en realidad era una universidad legítima. Claro, eso de los Santos de Athena, más otras tonterías, sonaba loco y... peligroso. Pero si sus hijos estaban seguros de ello, no iba a interponerse en su camino.

Una tarde, Shun estaba ordenando los papeles de su solicitud cuando June y el padre de ella fueron de visita. Mientras los padres de ambos hablaban, June subió a la habitación de Shun para ver cómo se encontraba.

-¿Interrumpo algo?- preguntó June con una sonrisa, mientras golpeaba la puerta entreabierta.

-¡June-chan! ¡Para nada! ¡Pasa!- Shun le devolvió la sonrisa. Le gustaba que después de que terminara su relación, todavía pudieran verse y tratarse como amigos.

-¿Qué estás haciendo?

-Sólo estoy clasificando algunos papeles.

-¿Palaestra?- June miró sorprendida los documentos.

-¡Sí! Me uniré a nii-san allí. ¿Tú a dónde asistirás?

-Ammmm... bueno... a Palaestra...- sonrió y se sonrojó. Shun la miró perplejo.

-C-cómo... cómo di...

-Bueno, vienen a la feria universitaria que tiene nuestra escuela todos los años, así fue como Marin supo que existían, ja ja...- Shun todavía seguía sin entender por qué June querría asistir a esa universidad en particular, seguro que nadie iba a Palestra sin una buena razón.

-¿Por qué te decidiste por ellos?

-Por mi mamá, recuerda que te dije que murió el 11 de septiembre- Shun se sintió estúpido, ¿cómo pudo olvidarlo? -Ese día, incluso la policía y Seguridad Nacional estaban indefensas, pero... tal vez las personas con habilidades sobresalientes como los Caballeros podrían haber hecho algo al respecto... o quizás no... pero siento qué si hago esto, podré ayudar a la gente de la forma en que desearía que alguien hubiera ayudado a mi madre.

-L-lo siento, no era mi intención hacerte recordar...

-Está bien.

Un par de meses después, Shun, Shiryu y Seiya recibieron los resultados de sus exámenes y una carta de respuesta de la academia griega.

-¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ESTÁN AQUÍ!!!!!!!!!! ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡FINALMENTE ESTÁN AQUÍ!!!!!!!!!!- gritaba Seiya, mientras corría frenéticamente por la calle en dirección a casa de Shiryu.

Una vez que estuvieron los tres reunidos allí, se sentaron en el piso de la habitación de Shiryu:

-De acuerdo... yo digo que las abramos al mismo tiempo... las leemos en silencio y luego nos decimos el veredicto...- Shiryu sugirió mientras jugaba nerviosamente con el sobre en sus manos. Shun asintió.

-Sí, sí, sí, pero antes de decir cualquier cosa, esperemos a que todos hayan terminado de leer el suyo, ¿okay?- agregó Seiya, más por su bien que por el de sus amigos, estaba bastante seguro de que él terminaría al último.

-Está bien...- Shiryu respiró hondo. -Uno... dos... tres...- la habitación se llenó con el ruido de papel rasgándose y desplegándose, y luego un completo silencio.

Shiryu terminó primero, dejó su carta y se quedó mirando a la nada; después terminó Shun, miró al suelo y luego a Shiryu; acto seguido, ambos se volvieron hacia Seiya, quien estaba leyendo su carta con una mirada preocupada. Cuando Seiya finalmente terminó, dejó su carta en el piso y luego miró a sus amigos.

Los tres intercambiaron miradas por unos segundos, tratando de leer las expresiones de cada uno, las sonrisas comenzaron a dibujarse lentamente en sus rostros, antes de que se hicieran más grandes y se convirtieran en risas de pura alegría, comenzaron a gritar y celebrar, levantándose del piso y compartiendo un gran abrazo de grupo.

-¡¡¡¡¡SIIIIIIIIIIIII!!!!! ¡¡LO HICIMOS!! ¡¡¡LO HICIMOS!!! ¡¡¡¡NOS VAMOS A PALAESTRA!!!!!!- gritaron los tres al unísono.




Moscú, Rusia 2007.

Hyoga caminaba por la calle, un poco agitado, era abril y aún no tenía ni idea de qué estaba haciendo con su vida. La temporada de patinaje artístico había terminado, y ahora estaba más que seguro de que esa no era la vida que quería. Todavía no le había dicho a Yakov ni a nadie más que a Viktor que planeaba dejarlo.

Estaba muy concentrado en sus pensamientos, cuando un bracito lo detuvo para tenderle un folleto:

-¡Toma señor! ¡Únete a Palaestra para ser un Santo de Athena!- declaró alegremente el pequeño pelirrojo.

-G-gracias.- respondió Hyoga, dándole al niño una mirada extraña.-¿No eres un poco... pequeño para andar entregando folletos a la gente? ¿No deberías estar en la escuela?

-¿Qué? ¡No! Mū-sama me enseñará todo lo que necesite saber; mientras tanto, estoy siendo útil, difundiendo la palabra de Athena.

-Ajá... bueno, cuídate niño.

Cuando Hyoga llegó a casa, se acostó en su cama y echó un vistazo al folleto que el niño le había dado:

¿Quieres luchar por el amor y la justicia en la Tierra?
¡Únete a la Academia Palaestra y conviértete en un Guerrero de Athena!

Somos una universidad internacional ubicada en Atenas, Grecia. Brindamos todo el entrenamiento que necesitas para convertirte en un Santo de Athena, una Sailor Guardian de Helios, un Mariner de Poseidón o un Dios Guerrero de Odín.

Los documentos que deberás presentar al Comité de Admisiones son los siguientes:

- Certificación de que terminaste la preparatoria o el equivalente de tu país.
- Formulario de solicitud (ingrese a www.palaestraathena.gr para obtener el formulario de solicitud).
- Certificado de idioma inglés.

Presente estos documentos en una de nuestras oficinas ubicadas en todo el mundo. Después, presenta el examen de admisión en el mismo edificio el día y hora que se te especifiquen allí.

Para más información llame al: +30 5556 7654

-¿¿¿Qué demonios es esto???- pensó Hyoga, estaba muy confundido con la información contenida en el panfleto. Todas esas boberías de dioses griegos y guerreros parecían una estafa. Pero aún tenía curiosidad, así que escribió la página web en su computadora.

Para sorpresa del ruso, Palaestra era un lugar de verdad, así que navegó por la página durante un rato.

-No mentiré, se ve genial...- se dijo a sí mismo, sinceramente le parecía algo honrado de hacer con la vida de uno, y muy importante y trascendental también. Le llamó tanto la atención que empezó a considerarlo.

Por supuesto, Kirill iba a estallar, no estaba eligiendo el patinaje artístico, pero tampoco estaba escogiendo leyes precisamente, esa tontería de Palaestra seguramente colmaría la paciencia de su padre.

Pero de todos modos, le dijo a sus padres, y como esperaba, Kirill se puso furioso, Natasha estaba de acuerdo con eso, pero primero se aseguró de que fuera exactamente lo que su hijo quería. Trató de convencer a su marido, este finalmente lo aceptó cuando era inminente que Hyoga no cambiaría de opinión y se dirigiría a Grecia.

Cuando el rubio le dijo a Yakov, no le comentó exactamente lo que haría en lugar de patinar, por dos razones: no necesitaba saberlo y no quería sonar como un loco.

Con Viktor no tuvo más remedio que decirle la verdad, pero este no tomó muy bien la noticia.

La siguiente persona a la que le informó sobre su decisión fue a Freya. Se encontraron en el puente Bolshoy Moskvoretsky, sobre el río Moskva, un escenario muy romántico.

-¡Hola!- Freya abrazó a su novio y lo besó. Luego tomó sus manos y las entrelazó con las de ella. Cuando se trataba de Hyoga, ella siempre se portaba bastante empalagosa.

-Hola...-respondió él, un poco distante. Él la amaba, y aunque prefería ser él quien demostrara el afecto en público y no al revés, no le importaba que ella siempre estuviera encima de él; pero esta vez estaba a punto de decirle que se iba a Grecia y, para ser honesto, no estaba muy interesado en mantener una relación a distancia con ella.

-Tengo algo que decirte- Freya no pareció prestar atención a la voz y mirada serias de Hyoga. -Yo... finalmente decidí qué hacer con mi vida... yo... Dios... te amo, pero... no puedo... yo... me voy a Grecia...- la chica no respondió, sólo sonrió y lo miró fijamente, como si él acabara de facilitarle las cosas.

-No te preocupes querido, fue divertido... de verdad.- Hyoga estaba desconcertado.

-Pero, tú no...

-Regresaré a San Petersburgo esta noche. Sólo vine aquí para despedirme.- ahora Hyoga fue el que se quedó sin palabras.

Freya puso su mano en la mejilla de él. -Te amo demasiado, Hyoshka mi amor...- declaró con ternura y luego le dio un último beso. Hyoga le correspondió, todo había terminado, pero estaba contento de que no hubiera drama, como con Eri.

-Do svidaniya, Hyoshka.- Freya se dio la vuelta y se fue.




Tokio, Japón 2007.

Shun caminaba de regreso a casa, lucía inquieto. Se había reunido con sus amigos para planear su viaje a Grecia, cuando Seiya mencionó cómo era que Yuri había tomado la noticia; y fue entonces cuando Shun se dio cuenta de que nunca le dijo a su novio si había entrado a Palaestra o no. De hecho, Shun no había visto a Yuri en semanas, así que en el momento en que llegara a casa, lo primero que haría sería llamar a Yuri, para ponerse al día con él, y tal vez para arreglar las cosas entre ellos.

Shun estaba pensando en todo esto cuando vio que Yuri se acercaba.

-¡¡¡Hey, Shun-chan!!!!- exclamó el patinador, muy feliz.

-¡Yuri-chan!

-Te he estado buscando, vengo de tu casa, Fujita-san me dijo que no estabas.

-Ah, s-sí... estaba con los chicos viendo algo...- Shun estaba nervioso como el demonio. -Yuri yo... entré... a... Palaestra... yo... me voy a Grecia... siento no haberte dicho antes pero...

-Está bien. ¡Me alegro por ti, Shun! ¡Es lo que querías! En realidad, también me olvidé de decírtelo, pero... Me voy a Canadá a entrenar allá. Sus entrenamientos son mucho mejores que aquí... Yo... yo también lo siento...

Los dos se miraron fijamente por un momento. Ambos sabían lo que venía.

-Supongo que no nos hemos visto mucho últimamente...- expresó Shun, un poco decepcionado.

-Sí... Shun... Yo...

-Lo sé.

-Gracias.

Se abrazaron con fuerza, incluso si su relación había terminado, los dos siempre se tendrían el uno al otro. Ambos fueron sus respectivos primeros novios, y siempre tendrían un vínculo especial entre ellos.

-¿Estamos bien?- preguntó Yuri cuando se separaron.

-¡Por supuesto!

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