Shun

Daiki se sorprendió bastante cuando Kasumi le dijo que estaba embarazada, pero la amaba demasiado y la amó aún más cuando le contó la noticia. Él le propuso matrimonio y finalmente se casaron. Por otra lado, su padre no estaba muy feliz, Kasumi no había terminado su carrera en medicina y en su lugar encontró un trabajo como enfermera en un pequeño consultorio médico, y Daiki se convirtió en jugador de baloncesto profesional; por lo que era natural pensar que el joven era responsable por el trágico destino de su hija, aunque sólo fuera algo trágico para él, ella era perfectamente feliz.

Tuvieron un niño, que salió a Daiki, para desgracia de su padre, y lo llamaron Ikki.

El padre de la chica tomó cierta distancia, no sabían mucho de él, pero Kasumi siempre lo mantuvo informado sobre su nieto. Dos años después tuvieron otro bebé, todo lo contrario a Ikki; mientras que él era rudo, grande y decidido, de piel bronceada y cabello azul oscuro; el otro era pequeño, pasivo, algo pálido y su cabello era de un hermoso color verde, mucho más parecido a Kasumi. Lo llamaron Shun.

Daiki viajaba mucho, como era de esperarse, después de su elección de trabajo, pero a Kasumi no le importaba, le encantaba pasar tiempo con sus hijos y eso solo hacía que el tiempo con Daiki fuera aún más preciado.

Un día, Kasumi llevó a Ikki al trabajo, mientras que Shun se quedó con una amiga suya. De repente, un hombre que cargaba una gran caja en su espalda, entró al consultorio donde trabajaba, con una persona herida:

-Lo siento, ¿puede ayudarme? Está herida.- dijo el hombre preocupado.

-Oh, Dios, por supuesto, por aquí- respondió Kasumi, ayudando a la mujer herida a entrar para revisar sus signos vitales.

Ikki se quedó mirando la enorme caja. El hombre lo miró y sonrió cortésmente.

-¡Hola amigo! ¿Cómo estás?- exclamó aquel hombre, alegre y despreocupado.

-¿Qué es eso?- preguntó Ikki.

-Oh, ¿esto? Es mi Armadura de Bronce.

-¡¿Tu qué?!- Ikki frunció el ceño de una manera graciosa.

-Es como las armaduras que usan los caballeros en las películas, soy un Caballero de Athena.- contestó el hombre con orgullo. -Yuzuru de Unicornio, a tu servicio.- le tendió la mano a Ikki.

-Woooooooww- Ikki miró impresionado al hombre. Ese día se selló su destino, pensó que sería genial ser un Caballo de Arena o lo que fuera, ese tal Yuzuru causó una gran impresión en él; y desde ese día, Ikki se decidió a alcanzar esa meta.








Tokio, Japón 1994

Estaban en el hospital, era frecuente en aquellos días, a Kasumi le habían diagnosticado leucemia, y el tiempo se acababa. Daiki lo sabía, pero por dentro tenía la esperanza de que ella mejorara y pudieran volver a los días felices.

El doctor salió del cuarto, no estaba contento, no había buenas noticias. Él y Daiki hablaron por un rato, luego de eso, este último entró a verla, indicándole a Ikki que cuidara de Shun mientras estaba dentro. Cuando salió les dijo a sus hijos que entraran y vieran a su madre, para despedirse.

-Pobrecitos- pensó.

Ikki tenía siete años y Shun cinco, les habían explicado lo que estaba pasando, pero dudaba que entendieran, en especial Shun, era tan ingenuo y puro, y parecía estar bastante tranquilo para la situación, e Ikki solo estaba... siendo Ikki, siempre serio ante cualquier adversidad. Pero Daiki subestimaba a sus hijos, ambos sabían lo que estaba pasando, solo lidiaban con eso a su manera: Ikki aparentando ser fuerte y siendo protector sobre su madre; y Shun lo hacía al permanecer tranquilo, para que su mamá tuviera una cosa menos de qué preocuparse.

-Ikki, mi amor...- murmuró Kasumi débilmente, tomando la mano de su hijo. -Sé un buen chico, ¿de acuerdo? Ayuda a tu padre en todo lo que puedas.- Ikki asintió. -Y cuida de Shun-chan, sé el mejor hermano mayor, ¿lo prometes?- Kasumi sonrió, con lágrimas en los ojos.

"Cuida a tu hermano."

Esas palabras se convirtieron en una filosofía de vida para él, a partir de ese día pondría al pequeño Shun primero. Volvió a asentir y abrazó a su madre por última vez.

Kasumi se volvió hacia Shun. -Ven aquí mi amor...- Shun miró fijamente a su madre con su dulce rostro, no le gustaba verla tendida en aquella cama de hospital, pero se prometió a sí mismo que no lloraría. Para ser honesta, Kasumi estaba más preocupada por Shun que por su hijo mayor y su esposo, probablemente porque parecía que se echaría a llorar cada vez que algo salía mal o porque se veía tan pequeño e impotente contra el mundo enorme y aterrador.

-Prométeme que intentarás hacer de este un mundo mejor, ¿de acuerdo?- Shun asintió y le dedicó una tierna sonrisa a su madre.

-¡Kawaii!- pensó Kasumi, sonriendo y soltando una lágrima. -Te amo mucho, Shun-chan- le dijo y lo abrazó, Shun le correspondió tan fuerte como pudo, apretando los ojos para no soltar una lágrima.

Daiki les dijo a los chicos que esperaran afuera. Eso era todo, su amada Kasumi estaba a punto de dejar este mundo.

-Te amo Daiki...- susurró Kasumi, llorando.

-Yo también te amo, mi amor...- respondió Daiki, rompiendo en llanto. No podía creer que ella se hubiera ido, dejándolo solo con sus hijos.

Después de eso, hubo que hacer varios ajustes en sus vidas. Daiki se retiró como jugador profesional, una verdadera pena para su entrenador y aficionados, era joven y estaba en forma, aún tenía una larga y exitosa carrera por delante. Pero decidió dedicarse a ser entrenador, en una escuela privada, para poder tener un trabajo más estable; ya no podía viajar constantemente, sus muchachos lo necesitaban.

Las tareas del hogar eran todo un desafío para los chicos, Kasumi siempre se había encargado de esas tareas, por lo que aprendieron juntos, ayudándose unos a otros y dividiendo las tareas, convirtiéndose en unos verdaderos amos de casa, bastante formidables.

Ikki ayudó mucho, realmente cumplió su promesa, era demasiado maduro para su edad. Mientras que Shun nunca le dio problemas a su padre o hermano, trató de ayudar en lo que pudo. Como Ikki era sobreprotector con Shun, y se tomaba muy en serio el papel de hermano mayor, se volvió una persona más recia; Shun, en cambio, desarrolló una personalidad más sensible y tierna, no tenía la necesidad de ser rudo, para eso estaba Ikki; por supuesto, eso no significaba que no fuera fuerte o valiente, lo era, a su manera.








Tokio, Japón 2003

Seiya llegó tarde, otra vez, a clase. No le quedó otra alternativa que ocupar el asiento delantero, ya que los demás estaban ocupados. Sus amigos, Shiryu y Shun, reían desde sus asientos mientras el maestro lo regañaba. Habían estado juntos desde que tenían seis años, desarrollando una amistad muy fuerte.

-Como estaba diciendo antes de que Kirishima-kun me interrumpiera, tenemos un nuevo estudiante este año. Katsuki Yuri-kun, sean amables con él. En fin, continuemos. Abran sus libros en la página 30...

Yuri se sonrojó, era tímido y no le gustaba estar expuesto de esa forma; pensó que podría pasar desapercibido, pero gracias a Takigawa-sensei, eso ahora era imposible. Cuando abrió su libro, dejó caer su bolígrafo y rodó hasta los pies de la persona que estaba a su lado.

Shun vio que el bolígrafo rodaba hacia él y lo tomó.

-Esto es tuyo, creo- le dijo Shun con voz suave.

-Gracias...- contestó Yuri, asombrado por la belleza de la persona que tenía frente a él.

Cuando Yuri tomó la pluma, tocó ligeramente a Shun. Este último puso los ojos como platos, la sensación de la mano de Yuri era agradable. Ambos se miraron el uno al otro por un breve momento, y luego volvieron a sus libros.

Shun se quedó mirando su mano por un momento, no sabía qué era ese sentimiento, ¿acaso estaba enamorado?

-Imposible - pensó; pero después de todo, esa era una escuela para varones nada más, por lo que en realidad nunca había estado con una chica antes, así que no podía saber con certeza si esto era amor o algo más.

Para Yuri era diferente, había pasado un año desde que supo que era gay. No le importaba que la gente lo supiera, pero eso no significaba que lo anunciara a dondequiera que fuera. Estaba cautivado por Shun, sus ojos verdes eran hermosos, tenía un aura encantadora y era agradable estar a su alrededor. Sólo esperaba que Shun correspondiera sus sentimientos; eso siempre era algo complicado, a esa edad muchos adolescentes no saben si son homosexuales o no, y si lo son no siempre están dispuestos a decirlo, así que lo único que podía hacer era proceder con cautela.

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