Salvando a Shun

-Mi Señor...

-¿Están aquí?

Rhadamanthys asintió con la cabeza.

Hades se volvió hacia la ventana.

-Mátenlos a todos.

Apenas pronunció esas palabras, el dios apretó los puños y endureció el semblante. El Juez lo miró extrañado; pensó en preguntarle si se encontraba bien, pero prefirió no hacerlo.








En las periferias del Inframundo, el Ejército de Athena se enfrentaba a una oposición muy distinta a la anterior. En medio del baño de sangre, el escuadrón seleccionado por Athena a duras penas logró pasar la Puerta del Infierno.

-¡Hyoga!- Isaak detuvo al Cisne por el brazo antes de que se fuera. -Ten cuidado, ¿sí?

El rubio asintió. No era usual que Isaak se preocupara por su bien, ellos no eran así. Pero el peliverde no podía dejar de pensar que su amigo no estaba en condiciones de pelear, solo quería recordarle sutilmente que no hiciera nada estúpido.

La pandilla emprendió el camino hacia Giudecca una vez más. Varios Espectros menores trataban de impedirles el paso cada cierta distancia, pero con Ikki de su lado era relativamente fácil eliminarlos.

Sin embargo, conforme se iban acercando a Hades, los obstáculos se hacían cada vez más duros.

-Me temo que no podrán avanzar más, Caballeros.

Un hombre alto de cabello gris se interpuso en su camino.

Uno de los tres hombres que habían estado con Hades poco antes de que se retiraran.

Un Juez.

Minos de Griffon.

Al ver que la comitiva era bastante pequeña, Griffon esbozó una ligera sonrisa.

-Esto debe ser una broma.

Los cuatro Santos de Bronce adoptaron una posición defensiva, listos para parar lo que fuera que el Juez lanzara.








Después de quitar a dos Espectros de su camino, Hilda de Polaris miró atentamente a su alrededor.

-¿Qué sucede?- preguntó Julian a su espalda.

La mujer lo miró.

-No hay ningún Juez aquí.

-Más adelante, supongo.- respondió Julian, no entendía muy bien lo que Hilda quería hacerle notar con esa información.

-¿Los tres?

-...¿sí?

Después de unos momentos de silencio, el Dios de los Mares pareció percatarse del problema.

-¡Kanon! ¡Adelántate!








-¡Cosmic Marionation!

El ataque de Minos impactó en Hyoga, el Cisne fue incapaz de moverse después de recibirlo, como si miles de hilos invisibles apresaran su cuerpo.

Con un movimiento de dedos, estos hilos se apretaron y Hyoga comenzó a gritar y a retorcerse de dolor.

-¡El señor Hades nos pidió encargarnos especialmente de ustedes!- la voz de Minos se alzó entre los gritos de Hyoga. -En específico tú y Fénix.- continuó el Juez, con un tono más sombrío de lo usual.

Estas palabras le dieron al Cisne la fuerza que le faltaba para oponer resistencia al ataque de Griffon.

-A-Aurora... Thunder... Attack!- el ruso articuló su ataque con dificultad.

Minos rió ante el ridículo intento de su rival por contraatacar, y justo cuando pensaba que la técnica de Cygnus no surtiría efecto, los hilos transparentes comenzaron a hacerse visibles, gracias a la fina capa de hielo que se formaba sobre ellos.

El tiempo que le tomó al Juez admirar el estado de su ataque fue más que suficiente para que los hilos congelados se reventaran repentinamente.

Hyoga sonrió. Pero aquella victoria era prematura.

El Hilo del Inframundo, el punto central del ataque de Griffon, aún permanecía alrededor del cuello del Cisne.

-Me impresionas, pero no es suficiente.

Hyoga lo miró confundido y alarmado al mismo tiempo.

Minos abrió la palma de su mano y en ese instante el hilo se tensó. Cygnus comenzó a sentir una opresión en la garganta, impidiéndole el paso de aire de un momento a otro.

Intentó elevar su Cosmo todo lo que pudo, pero no tenía el mismo efecto que antes.

-Despídete, Cygnus

Antes de que el cuello de Hyoga pudiera partirse, Minos fue golpeado por el ataque de alguien más.

Hyoga cayó al suelo y el resto de los Caballeros de Bronce se giraron. Ahí estaba Kanon, listo para hacerse cargo.

-Yo seré tu oponente.- Kanon se volvió hacia la pandilla. -Poseidón me envió. Váyanse, yo acabo con él.

-¿Podrás solo?- preguntó Hyoga cuando recuperó el aliento.

Kanon rió. -Qué pregunta. ¡Claro que sí! De todas formas, Siegfried y Krishna vienen atrás, no tardarán en llegar.

-¿Y quién dijo que los dejaría pasar?

-Yo lo digo.- Siegfried de Dubhe respondió altaneramente a la pregunta del Juez. Luego se dirigió al escuadrón de Athena. -No pierdan tiempo.

-Yo pelearé con él, ustedes repártanse a los otros dos.- añadió Krishna, poniéndose entre Kanon y Minos.

-Presumido.- bufó Kanon, mientras se retiraba.

La pandilla en compañía de Siegfried y Kanon, siguieron su camino.

-¿¡Qué hacen aquí!?- preguntó Seiya mientras corrían.

-Hilda supuso que los Jueces tratarían de impedirles el paso.- respondió Siegfried, a diferencia de Seiya, quien estaba falto de aliento y le costaba articular las palabras, Dubhe hablaba como si estuvieran dando un bonito paseo en el parque. -Su misión es llegar con Hades antes que el señor Solo, Hilda y Athena. Nosotros nos aseguraremos de que lleguen.

La plática se vio interrumpida por un segundo impedimento.

El segundo de los Jueces.

Aiacos de Garuda.

El Juez los observaba despreocupadamente.

-¿Acabaron con Minos tan rápido?

Kanon sonrió pícaramente. -¿Por qué no le vas a hacer compañía?

El General Marino se puso en posición, pero fue detenido por Dubhe.

-Yo me encargo de él.

Kanon volteó los ojos, ¡el señor Solo lo había enviado a él! ¿Por qué no lo dejaban hacer su parte?

-Bien, pero el último es mío.- respondió con la indiferencia que le caracterizaba a él y a su hermano.

-Me pregunto cuál es la alternativa...- musitó Pegaso a modo de broma.

-No fastidies, niño. Ya vámonos.

-¿Comenzamos?- apenas Siegfried terminó de hablar, atacó a Aiacos con su poderosa Odin Sword.

-¡Galactica Illusion!

La pandilla continuó su camino. Giudecca estaba cada vez más cerca.

Pero aún les quedaba un enemigo por derrotar antes de enfrentarse con Hades.

-Eso es trampa, muchachos.- una voz tan seria como serena emergió de las sombras. Los pasos del Espectro golpeaban el suelo con decisión.

Kanon sonrió divertido. Por fin llegaría su momento.

-Cumplan con su trabajo. Y no la rieguen esta vez.

Hyoga lo miró un tanto ofendido.

Justo cuando comenzaban a emprender la retirada, Rhadamanthys atacó al grupo.

-¡Greatest Caution!

Miles de esferas de energía cósmica salieron disparadas de las manos de Wyvern hacia los Caballeros de Bronce.

-Mi trabajo es impedir que lleguen a Giudecca. Mis compañeros los dejaron pasar, pero no será tan fácil conmigo.

-¡Ya lo veremos!- gritó Shiryu. -¡Rozan Shōryūha!

El Dragón Ascendente impactó en el pecho de Rhadamanthys, el Juez fue obligado a retroceder, pero el ataque estuvo lejos de hacerle daño.

-¡Idiotas!- espetó Kanon. -¿¡No les dije que se largaran de aquí!?

-¡Tú sigues!- vociferó Rhadamanthys, atacando al Dragón Marino. Este detuvo el golpe con su mano.

-Seiya, lleguen a Giudecca. Ahora.

El rostro de Wyvern pasó del asombro a la furia en un instante, estaba por golpear a los Caballeros de Bronce nuevamente, pero Kanon lo detuvo.

-Tu batalla es conmigo, así te guste o no.

Rhadamnthys gruñó, apretando los puños.

-¡Greatest Caution!

-¡Golden Triangle!

Al unísono, ambos guerreros soltaron sus ataques, mientras Seiya y la pandilla emprendían finalmente el camino sin obstáculos a Giudecca.








La pandilla se encontró una vez más frente a Giudecca. Mientras Hyoga, Seiya y Shiryu admiraban la majestuosidad del palacio —mentalizándose para lo que estaban por enfrentar— Ikki se adelantó con paso decidido, dispuesto a golpear a quien se pusiera en su camino.

Los tres amigos restantes se miraron estupefactos. ¿Deberían detener a Fénix para que no hiciera una estupidez? ¿O sería mejor dejarle a Hades a él solo?

Como fuera, la decisión se había tomado sola, pues Ikki ya estaba adentro del palacio.

-¡Hades!- el Fénix vociferó plantado en medio del gran salón.

No obtuvo respuesta alguna. Los demás lo alcanzaron.

-¡Hades!- volvió a gritar.

El ambiente se tensó, la piel de los Caballeros se erizó y sus sentidos se alertaron.

-No hay necesidad de gritar, nii-san.- la voz calmada y fría del Dios del Inframundo se hizo presente desde el fondo del salón.

El cuerpo de Shun se levantó del trono que yacía al fondo y avanzó para encontrarse con sus antiguos compañeros. La Armadura de Andrómeda que vestía la última vez que lo vieron había sido reemplazada por una larga túnica negra con hombreras elegantes y vistosas decoradas con detalles dorados. El cuerpo de Shun estaba casi irreconocible.

-No lograron derrotarme la primera vez, ¿qué les hace pensar que ahora será diferente?

Seiya dio un paso al frente precipitadamente, sabía que si no actuaba en ese momento Hyoga o Ikki se le adelantarían. Quería ser él quien lanzara el primer golpe. Él debía expulsar a Hades del cuerpo de su amigo. Tenía que enmendar su error.

-Porque ahora conocemos tus trucos y no dudaremos en atacarte.

Hades los contempló con una sonrisa malévola, que se vio interrumpida súbitamente por una mueca de dolor.

Shiryu frunció el ceño. Hades no parecía estar del todo bien.

Seiya sonrió pícaramente y se arrojó contra el dios sin hesitar.

Una vez más, depositó demasiada confianza en su Ryūsei Ken y falló el ataque.

Pero eso no lo detuvo. La pelea a puño limpio se desencadenó y Pegaso logró acercarse más de lo que imaginaba; no obstante, no fue suficiente.

Shiryu se unió a su amigo y fue cuestión de segundos para Hyoga se integrara a la lucha también.

Los movimientos de Hades no parecían fluir, al menos no como antes. Parecía como si estuviese encadenado, restringido.

Posó su mirada sobre el rubio, por un breve instante recobró las fuerzas y atacó a Pegaso y Dragón, azotándolos contra los pilares corintios y dejándolos inconscientes en el suelo.

-Dejé lo mejor para el final.- Hades gruñó dirigiéndose a Hyoga. Elevó su Cosmo y paró abruptamente, acto seguido cayó de rodillas al suelo y comenzó a reír.

Hyoga no sabía como reaccionar, no entendía si aquello era bueno o malo, pero igual le daba miedo.

-Tu amigo se resiste a pelear contigo, qué curioso.- exclamó el dios sin quitar la sonrisa burlona de su rostro. -Eso quiere decir que eres más importante de lo que imaginé. Será divertido.

Hades recobró fuerzas y se incorporó. Comenzó a atacar al rubio a diestra y siniestra. Hyoga parecía incapaz de atacarlo de regreso, únicamente se limitaba a evitar las agresiones del dios.

Eventualmente, aquella tarea se volvió imposible, y el Cisne no tuvo más remedio que contraatacar.

Durante su tiempo en Palaestra, Hyoga había luchado innumerables veces contra Shun. Al enfrentarse al mismo cuerpo, Hades no podía evitar usar las mismas tácticas de combate que su recipiente, lo que le dio a Hyoga una enorme ventaja.

Cygnus aprovechó las debilidades que conocía de su novio, aquellas que en otras circunstancias se habría abstenido de utilizar a su favor, y logró asestarle un efectivo golpe al dios.

La satisfacción en el rostro de Hyoga no duró mucho, pues esa fue la gota que derramó la paciencia de Hades.

El Cosmo del dios se elevó de manera inconmensurable, Hyoga sintió un escalofrío recorrer su espalda.

Hades lanzó su ataque, el ruso apretó los ojos mientras intentaba protegerse con el escudo de la Aramadura del Cisne, pero el impacto nunca llegó.

Tanto el dios como el Caballero quedaron atónitos cuando vieron que las Cadenas de Andrómeda rodeaban al rubio con el Rolling Defense.

-Imposible...- pensó Hades.

Cygnus ideó rápidamente una estrategia para seguir el combate, las cadenas no lo defenderían por mucho tiempo. Le era difícil concentrarse con el tintineo que producían las cadenas al ser golpeadas repetidamente por el Cosmo del dios.

Necesitaba un ataque más fuerte que el Diamond Dust o que el Aurora Thunder Attack. Camus le había dicho que aquellas técnicas ejecutadas correctamente podían ser inmensamente poderosas. Pero el Cisne no podía deterse a intentarlo, así que hizo lo único que se le ocurrió.

Elevó su Cosmo al máximo y cuando la defensa de las cadenas cedió, lanzó el ataque más poderoso que dominaba:

-¡¡¡Aurora Execution!!!

Hades intentó cubrirse de la ofensiva congelante, sin salir ileso de esta. Luego, lanzó un efectivo golpe de energía Cósmica en dirección al ruso, derribándolo al suelo.

Hyoga tardó en incorporarse, comenzaba a ponerse de pie cuando Hades lo alcanzó y lo tomó del cuello.

La mirada calculadora del dios se clavó en la del ruso, aquellos ojos que alguna vez lo vieron con amor ahora deseaban ahorcarlo hasta morir.

-Sh-Shun... detente...- articuló el Cisne con dificultad.

-No puede escucharte...- respondió Hades. -O quizás sí, pero igual no puede hacer nada.

-¡Suficiente!- Ikki habló por primera vez desde que el combate había iniciado, lanzando un ataque hacia el dios. -Termina con él de una vez, para que podemos luchar sin estorbos.

-Ikki... qué...- antes de que Hyoga pudiera terminar de hablar, Hades lo lanzó al suelo.

El Cisne miró al Dios del Inframundo acercarse al Fénix, ambos listos para combatir, antes de que todo se pusiera negro.

Hades e Ikki se retaban con la mirada, el peliazul intentaba buscar en esos ojos a su hermano menor, pero él ya no estaba ahí.

La bondad y felicidad que llenaban esos ojos esmeralda había sido aplastada por la crueldad en la mirada del dios.

¿Cómo era posible que alguien tan noble y lleno de luz albergara a un ser lleno de odio y oscuridad?

-No me atacarías, Fénix.- Hades rompió el silencio. -Eres incapaz de dañar a tu hermano. Siempre lo has sido, es tu única debilidad.

-Te equivocas.- argumentó Ikki, a la defensiva. -Pero incluso si así fuera, tú mismo lo dijiste: mi hermano ya no está aquí. Eso hace todo más fácil.

Ikki se lanzó hacia el dios con su Cosmo en alto al igual que su puño.

A diferencia de Hyoga, Seiya o Shiryu, el Cosmo de Ikki era más grande y poderoso; si bien no igualaba al del dios, este se le acercaba demasiado.

El combate se desenvolvió con golpes de Cosmo, puñetazos, patadas y otras tácticas de combate cuerpo a cuerpo.

Fénix no se medía, iba con todo. Para él estaba muy claro. Su hermano ya no estaba ahí. Si atacaba a Hades no perdía nada, o lo mataba o —en el mejor de los casos— lograría sacarlo del cuerpo de su hermano.

El odio y la furia se sentían en cada golpe. Hades no merecía vivir, mucho menos en el cuerpo de Shun.

Más allá de que el poseído fuera su hermano, esto era personal para él. A diferencia de Seiya y Shiryu e incluso Hyoga —quienes lamentaban únicamente la pérdida de Andrómeda— Ikki se lloraba también a él mismo, a sus habilidades y sus responsabilidades como hermano mayor. Hades no le había arrebatado a Shun nada más, sino que lo había retado y había ganado.

El dios luchaba con ahínco, sin embargo, le costaba desenvolverse bien. La cantidad de esfuerzo que debía hacer para atacar de una manera decente lo agotaba. Sentía que perdía el control de su cuerpo, no podía fluir, era como luchar con una piedra atada a su espalda.

Aquel impedimento ponía a ambos parejos.

Gracias a eso, Ikki pudo atacar al dios hasta hacerlo retroceder. Lo empujó violentamente contra un muro, presionando con su antebrazo el cuello del dios contra la pared.

Hades entró en pánico por unos momentos, esto se estaba saliendo de control, literalmente, pues sus extremidades ya no le respondían.

La rabia de Ikki se encajó en el dios, apretaba su brazo con más y más fuerza cada vez y el pelirrojo no hacía nada para defenderse.

Sólo un poco más... y su cuello seguro tronaría.

Sólo un poco más...

El cabello de Hades comenzó a perder aquellos tonos rojizos, mientras el verde esmeralda ganaba terreno.

-Nii...san...

Ikki abrió los ojos mientras aflojaba la acometida contra el cuello de Hades inconscientemente.

-Nii-san...

Era Shun. Su voz, su cabello, el brillo en sus ojos. Su hermano estaba frente a él.

-Shun...

-Hazlo... mátame.

Fénix apretó los ojos, lo que Shun proponía era imposible.

-Nii-san...por favor...- la voz suplicante era peor que una daga en el corazón. -No podré mantenerlo a raya mucho tiempo... ¡Hazlo ahora que tienes oportunidad!

-No... no puedo...

-Está bien...- Shun sonrió. -No me importa, es la única forma... ¡por favor, nii-san! ¡Hazlo!

Por primera vez, Ikki se mostró indeciso. Sabía lo que tenía que hacer. Hasta ese momento, lo habría hecho sin pensarlo dos veces. Pero ahora que Shun le hablaba, pidiéndole que acabara con su vida, no era capaz de mover un músculo.

-¡¡¡NII-SAN!!!

Ikki no pudo responder con palabras, su mirada lo dijo todo. Él haría cualquier cosa que Shun le pidiera, pero eso no.

Nunca.

Su mente lo transportó al pasado. A un cuarto de hospital en Tokio. El mismo donde habló con su madre por última vez.

«... cuida de Shun-chan, sé el mejor hermano mayor, ¿lo prometes?»

Ikki contuvo el llanto como pudo.

Había fallado.

Le había prometido a su madre que cuidaría de su hermano, y había fracasado terriblemente.

No sólo lo había perdido a manos de Hades, tendría que ser él quien acabara con su vida.

¿Acaso matar a su hermano era cuidar de él?

-Shun-chan...

Shun le sonrió.

Incluso entonces, su hermano menor no tenía más que sonrisas para darle.

-Sumimasen...

Ikki cerró los ojos, aquello era algo que no deseaba guardar en su memoria.

Pero fue demasiado tarde.

Antes de que Fénix pudiera continuar, Shun comenzó a gritar.

-¡Nii-san!

El cabello del peliverde comenzó a tornarse rojo de nuevo, mientras sus alaridos se transformaban en risas.

-¡Shun!

-¡Qué débil, Fénix! ¡Igual que tu hermano!

-¡Cállate!- Ikki volvió a presionar su antebrazo contra el cuello de Hades.

-Olvídalo, debiste hacerlo cuando tuviste la oportunidad.

Fénix fue arrojado brutalmente hacia el suelo. Herido, intentó incorporarse, sin éxito.

-Tu estúpido hermano te dio una oportunidad, y tu la desperdiciaste.- Hades avanzó hacia Ikki con paso lento pero firme, el impedimento que había mostrado anteriormente para desempeñarse se había desvanecido. -Te arrepentirás de esta decisión el resto de tu vida.

A rastras, Ikki intentaba retroceder.

-Pero no te preocupes, yo me encargaré de que no sea muy larga.

Ikki esperó el golpe sin intentar defenderse. Quizás porque no podía o porque pensaba que era un buen castigo por sus titubeos.

Antes de que el Dios del Inframundo pudiera terminar con él, fueron interrumpidos nuevamente.

Un golpe de Cosmo impactó contra el dios, haciéndole voltear furioso hacia la entrada. Fénix lo imitó.

-¡Athena!

La diosa hacía su entrada triunfal en Giudecca, ataviada con su Armadura, escudo y cetro, refulgiendo como una luz de esperanza.

Detrás de ella aparecieron Julian Solo e Hilda de Polaris, vistiendo las armaduras de sus dioses correspondientes.

-¿A qué debo el placer? No esperaba que bajaras hasta acá.

-Creo que lo sabes.

Hades sonrió. -La única forma de deshacerte de mí es matando este cuerpo humano. No eres capaz de hacerlo.

-Tengo mis métodos.- la voz de Saori era solemne. Athena había tomado el completo control de su cuerpo.

Detrás de los dioses reencarnados, aparecieron Siegfried, Krishna y Kanon.

Hades frunció el ceño, buscando sutilmente a los Tres Jueces con la mirada.

-Ellos no vendrán.- argumentó Dubhe, como si pudiera leer los pensamientos de Hades.

-Ya perdiste. Cede el control del cuerpo a Shun. Evítame la pena de herirte.

-¡Qué compasiva! Pero justo ahora acabo de retomar el control absoluto de este cuerpo, el chico agoniza. Tendrás que matarnos a los dos.

Athena intentaba mantener la calma. El cuerpo de Saori jamás se había enfretando a un dios, quería evitar un enfrentamiento con Hades.

-Hades, te ordeno que devuelvas el control del cuerpo a Shun.

El dios se soltó a reír. -¡Athena, querida! ¡Tú no puedes darme órdenes!

Hades desató su poder contra la diosa, quien recibió el impacto de frente y logró protegerse con su escudo. Acto seguido, contraatacó con su báculo.

Ambos Cosmos chocaron en medio del gran salón.

Al Cosmo de Athena se le unió el de Poseidón y Odín, uniendo fuerzas, esperando que el plan de de la diosa funcionara.

Poco a poco, el triunvirato de dioses comenzó a ganar terreno.

Ikki admiraba desde el suelo con asombro. Estaba débil, pero quería ver con sus propios ojos el final de ese enfrentamiento.

El salón fue invadido por una luz poderosa y cegadora. Cuatro Cosmos divinos, chocando entre sí, y ninguno parecía disminuir en poder.

Hades comenzó a flaquear, aunque se mantenía de manera extraordinaria. Los otros tres también comenzaban a perder fuerzas, pero la temacidad de Athena los impulsaba a seguir.

El regente del Inframundo cayó de rodillas, sin embargo seguía luchando; había que reconocer su determinación.

Finalmente soltó un aullido de derrota —más de frustración que de dolor— mientras se aferraba a los últimos rastros de Cosmo que le quedaban.

El cabello perdió sus tonalidades sangrientas, y poco a poco, los gritos desquiciados del dios se desvanecieron.

Athena se desmoronó al suelo, seguida de Hilda, quien fue sostenida por Siegfried. Julian permanecía a lado de las dos, de rodillas, intentando recuperar el aliento.

Saori recorrió la sala con la mirada, observando a sus Caballeros malheridos y derrotados, pero vivos.

Sus ojos se posaron sobre el cuerpo inconsciente de Shun, no percibía rastro alguno de Hades.








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Holaaaa!!!!

Otro capituloteeeee!!! 😄 Creo que compensa que no hubo capítulo el mes pasado jejeje.

Con esto entramos a la etapa final de esta historia!!! (Qué emoción!!!!! 🥳) Según mi outline, deben quedar como 10 capítulos aproximadamente 😱

Voy a intentar tener otro capítulo listo antes de que termine el mes, para no extender la vida de esta historia un año más jeje. Espero que pueda estar terminada pronto ☺️

Muchas gracias por leer!!! 💕

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