Sacrificio
-Hyoga, espero que estés bien...
Mientras corría junto con Seiya y Shiryu, la mente de Shun todavía estaba preocupada por el ruso. Las palabras de los Gold Saints no ayudaron mucho; trató de aferrarse al discurso de Albiore antes de que comenzara su prueba: Es un ambiente controlado...
¿Qué era lo peor que podía pasar? ¿Qué Hyoga reprobara el examen? Rezaba para que fuera sólo eso.
El japonés fue sacado de sus pensamientos cuando él y sus compañeros se detuvieron frente al séptimo Templo: Libra.
-Bueno... aquí es chicos... uno más...- Seiya suspiró.
Los tres entraron a la casa con precaución, al parecer no había nadie, todo estaba en silencio, y hacía... frío; demasiado frío, en realidad, tanto que hizo temblar a los japoneses.
-¡Santa cachucha! ¡Hace mucho frío aquí!- se quejó Seiya. -¿Por qué será?
-¡Ay, no!- Shun gritó horrorizado cuando sus peores temores se hicieron realidad.
En medio del Templo, expuesto para que lo contemplaran, se encontraba un enorme cubo de hielo, sin duda el origen del frío que se podía sentir dentro de la Casa, pero eso no era todo, dentro del cubo yacía Hyoga, completamente inconsciente.
-¡¡Hyoga!!- Seiya y Shiryu gritaron al unísono cuando vieron a su amigo.
-¿Está vivo? ¿Qué podemos hacer?- comenzó a decir Shun, desesperado por ayudar al rubio.
-Está vivo...- la voz de Dohko sorprendió a los estudiantes. -Por ahora...
-¿Qué le hiciste?- preguntó el peliverde violentamente, tratando de controlar sus sentimientos. Sabía que probablemente era parte de la prueba, pero era difícil para él no tomarlo como algo personal, al menos cuando todavía sentía algo por el ruso.
-Shun...- Shiryu tocó el hombro de este para tranquilizarlo.
-Ese es el desafío que tendrán que enfrentar en esta Casa. Si quieren liberarlo de este ataúd de hielo, pueden hacerlo.
Shun todavía estaba tratando de controlar sus emociones y no respondió.
-Dinos qué hacer- preguntó Shiryu amablemente. Dohko asintió.
-La Armadura de Libra posee doce armas, dos de cada tipo, que sólo serán utilizadas cuando Athena o el Santo de Libra, es decir yo, decidamos que es necesario.- comenzó a explicar el Caballero Dorado. -Como les habrán dicho en sus clases, Athena prohíbe el uso de armas, por eso usamos nuestro Cosmo. Las Armas de Libra, son la excepción.
Dohko se acercó a los jóvenes y les mostró seis instrumentos que estaban sobre una mesa.
-Aquí hay seis de ellas: espada, escudo, tridente, tonfa, nunchaku y sansetsukon. Sólo uno de ellos romperá el ataúd, y sólo tienen un intento.- Dohko se volvió hacia Shiryu. -Elijan sabiamente.
Shiryu se giró hacia Shun, pensando que él podría querer ser el que eligiera el arma, ya que era la vida de Hyoga la que estaba en peligro. El peliverde negó con la cabeza; cuando se trataba de Hyoga, era demasiado emocional, y era más probable que procediera por desesperación que por razón.
Shiryu se acercó a la mesa y examinó las armas cuidadosamente, mientras Dohko lo observaba con seriedad.
Después de unos minutos, Shiryu fijó su mirada en la espada y la agarró lentamente; miró a Dohko, como si le estuviera pidiendo permiso para tomar el artículo, el Caballero Dorado asintió.
-¿Estás seguro, Shiryu?- preguntó Seiya. Su amigo se giró y le dio una mirada severa.
-Definitivamente.
Shiryu se paró frente al ataúd de hielo donde yacía Hyoga.
-Por favor funciona...- pensó. El japonés se colocó en posición, levantando la espada por encima de su cabeza.
-¡¡¡Vuelve, Hyoga!!!- gritó mientras dirigía la espada rápidamente hacia el hielo.
Una luz brillante llenó la habitación, los tres amigos contuvieron la respiración esperando el resultado.
-Por favor, por favor, por favor...- susurró Shun, lo suficientemente audible para que Seiya lo escuchara, este no tenía idea de por qué Shun se estaba comportando así.
El hielo comenzó a resquebrajarse y finalmente se rompió en pedazos, liberando al ruso.
-¡Sí!- Shiryu celebró; Dohko sonrió, satisfecho.
Shun corrió hacia el rubio, quien aún estaba inconsciente.
-Hyoga... ¡Hyoga! ¿Puedes oírme?- dijo mientras ponía la cabeza de este en su regazo. -Oh, Dios, está congelado...
Shiryu se volvió hacia el Santo Dorado, esperando que dijera algo.
-Esa es la segunda parte del desafío- Libra se aclaró la garganta. -¿Se quedarán e intentarán salvar a su compañero? ¿O seguirán su camino para no perder más tiempo?
Seiya soltó un suspiro ruidoso, sabía que lo correcto era quedarse y ayudar al ruso, pero ya estaban contra el reloj, y para ser honesto, tomar una hora en cada Templo no era el mejor escenario, si podían ahorrar tiempo, por más pequeño que pareciera, Seiya creía firmemente que debían tomarlo; en cualquier caso, Cepheus lo había dicho antes, lo que importa en una guerra es el resultado, los soldados se perderán de todos modos.
Pero en sus clases, Seiya había aprendido otra cosa, muy importante entre los Guerreros de Athena, o cualquier ejército: camaradería. La confianza mutua era crucial en el campo de batalla, y eso incluía permanecer unidos sin importar nada.
El desafío era decidir qué era más importante en esa situación, ganar la guerra o ayudar a un soldado caído.
Pero antes de que Seiya pudiera pensar más en ello, Shun interrumpió su razonamiento interior.
-Me quedaré...- Shiryu lo miró y asintió, sabía que Shun no se calmaría hasta que Hyoga estuviera sano y salvo.
-Ustedes continúen, los alcanzaremos más tarde.
-¿Estás seguro, Shun-chan...?- preguntó Seiya.
-Absolutamente.
Shiryu volvió a dejar la espada sobre la mesa.
-¿Cómo te llamas?- le preguntó Dohko.
-Ikari, Shiryu.
-Bien hecho, Ikari.
Shiryu y Seiya continuaron su camino hacia la siguiente Casa: Escorpio.
-¿Q-Qué debo hacer?- preguntó Shun al Caballero de Libra, se había dado cuenta de que no sabía exactamente cómo debía proceder.
-¿Sabes qué es el Cosmo?
-El sexto sentido, la intuición en una pelea. .. ¿la voluntad en la batalla?- respondió el peliverde, tratando de recordar sus lecciones.
-Sí, el Cosmo de uno es todo eso, pero sobre todo es una cosa: energía.- Shun no estaba seguro de estar entendiendo.
-¿Has notado que cuando usas demasiado Cosmo te cansas?- el japonés asintió. -Bueno, eso es porque tu Cosmo toma energía de tu cuerpo, pero no es energía física, la que usas para moverte y realizar actividades; la energía que usa tu Cosmo es energía vital.
Shun abrió mucho los ojos, ahora sabía lo que Dohko estaba tratando de decir.
-Una vida por otra...- suspiró el peliverde.
Su Cosmo no sólo le daría a Hyoga el calor que necesitaba, literalmente le devolvería la energía vital a su ser. El corazón de Shun comenzó a latir con fuerza, haría cualquier cosa por Hyoga, Seiya o Shiryu, pero dar su vida por un hombre que ni siquiera correspondía a sus sentimientos era tal vez ir demasiado lejos.
¿Pero, el hecho de que Hyoga no parecía amarlo de vuelta como él lo hacía, era razón suficiente para dejarlo morir? Quizás no moriría, al final, era más que probable que Dohko lo trajera de vuelta si se negaba. Después de todo... "era un ambiente controlado."
Sin embargo, ¿qué clase de guerrero sería si dejara morir a sus amigos? Puede que no lo amara de vuelta, pero Hyoga seguía siendo su amigo; y desde el momento en que se conocieron demostraron ser compatibles; además, el ruso no había sido más que amable con él.
No, no podía irse así.
Ya fuera que Hyoga lo amara o no, a Shun no le importaba; sus sentimientos por el rubio eran demasiado fuertes. Después de todo, no lo estaba haciendo porque estuviera interesado en Hyoga, o porque lo amaba de una forma en la que el ruso no correspondía; lo estaba haciendo porque Hyoga era su amigo, e incluso si nunca podían estar juntos de esa manera que Shun anhelaba más que nada, aún así daría su vida por él, y no solo por él, por Seiya, Shiryu o su hermano también; Shun estaba seguro de que todos, incluido Hyoga, harían lo mismo si estuvieran en su posición.
-Está bien...- pensó el japonés. Recostó a Hyoga en el suelo mientras empezaba a elevar su Cosmo.
-Te traeré de vuelta, Hyoga-kun...- Shun quería controlarse y mantener su profesionalismo, pero Hyoga se veía tan apacible, y atractivo, tendido inconsciente en el suelo que el japonés no pudo evitar tocar su mejilla suavemente.
El peliverde cerró los ojos para elevar aún más su Cosmo. Su mano bajó por el cuello del ruso y se detuvo en su pecho, cerca de su corazón; Shun podía sentir los débiles latidos de este. Luego, comenzó a acariciar el cabello de Hyoga, era suave y hermoso, siempre había querido tocar su cabello, pero nunca tuvo la oportunidad. Y tal vez ese no era el mejor momento para ello, especialmente cuando Hyoga estaba indispuesto; pero en ese punto, a Shun no le importaba.
Mientras la escena tomaba una dirección bastante romántica, Dohko no estaba seguro de si debía girarse para dar un poco de privacidad a los dos estudiantes. Así que se limitó a mirar hacia otro lado.
Shun yacía al lado de Hyoga y lo sostenía en sus brazos mientras su Cosmo seguía elevándose.
-Por favor... vuelve...- susurró el japonés.
Comenzó a sentirse cansado y débil, sus ojos apenas podían permanecer abiertos. Su vida se estaba drenando de su cuerpo hacia el de Hyoga.
Shun trató de aguantar todo lo que pudo, pero finalmente se desmayó, yaciendo completamente inerte al lado del rubio.
-¿Crees que Shun... y Hyoga...
-Seiya, no creo que este sea el momento de discutirlo...- Shiryu suspiró.
-Cierto, pero... ¿y si hace algo estúpido?
-¿Como qué?- el azabache frunció el ceño.
-No lo sé...
-Bueno... ya conoces a Shun, él siempre pone a los demás primero.
-Sí, pero... esta vez es diferente... quiero decir... Katsuki sí lo amaba, y...
-Seiya, no creo que el «amor» sea la razón aquí, Shun lo haría por ti y por mí también; sus sentimientos hacia Hyoga...- Shiryu se calló abruptamente cuando se dio cuenta de lo que acababa de decir.
-¡Ajá! ¡Así que hay algo entre ellos!- exclamó Seiya, feliz.
-Solo... olvida lo que dije...
-Por ahora, tal vez. Concentrémonos en esta Casa...- declaró Seiya mientras ambos se paraban frente al octavo Templo.
-¡¡¡Jesús, María y José!!! ¡Se tomaron su tiempo!- una voz molesta emergió de la Casa Escorpio.
-Aaaaa... ¿Perdón?- dijo Seiya confundido.
-¿Sólo son dos? Ja, supongo que la broma de Camus funcionó.- agregó el Gold Saint mientras se movía hacia la pareja. -Soy Milo de Escorpio, comencemos, ¿de acuerdo?
Hyoga abrió los ojos lentamente, estaba confundido y aturdido.
-Qué dem...- puso su mano sobre su frente, tratando de recordar qué había pasado y donde estaba.
De repente, sintió una sensación cálida a su lado, como si alguien estuviera acostado junto a él. Volvió la cabeza, aún desorientado; era verdad, había alguien ahí.
Trató de enfocar sus ojos para ver quién era esa persona misteriosa, y entonces lo vio...
Shun estaba tirado en el suelo, inconsciente. ¿Cuándo había llegado? ¿Saga también lo envió a Libra? ¿Camus le dio una paliza cómo a él? Algo no coincidía. Estaba un poco seguro de que Camus había dicho algo sobre congelarlo hasta la muerte o algo así; y recordó sentir su cuerpo frío e incapaz de moverse.
-¿¿Shun....??- finalmente pudo decir, con una voz que apenas era audible.
Hyoga trató de despertar a Shun, sacudiendo su hombro suavemente; pero no recibió respuesta del peliverde.
-¡¿Shun?!- repitió, más fuerte y más preocupado.
-¡Shun! ¡¡¡Despierta!!! ¡Maldita sea!- exclamó. Hyoga no estaba seguro, pero lo que estaba sintiendo en ese momento era algo bastante similar al terror absoluto... terror de perder a Shun.
-¡¡Shun!!- siguió gritando, pero sus gritos desesperados fueron interrumpidos por Dohko.
-Estará bien...- aseguró el Santo de Oro.
-¿Qué le hiciste?- la voz del ruso sonó más grosera de lo esperado.
-Trató de traerte de vuelta a la vida...
-¿Qué?
-Te transfirió parte de su energía vital a ti, su Cosmo.
Hyoga volvió su mirada hacia Shun, su mano instintivamente fue directo a la cabeza del japonés, quería quitar su suave cabello verde de su rostro, pero el rubio detuvo ese impulso y trató de controlarse.
-Él agotó su Cosmo casi por completo, por eso se desmayó. Es sólo cuestión de tiempo para que se recupere.
-¿Por qué... Shun... por qué lo hiciste?- susurró Hyoga, tratando de contener las lágrimas, sus impulsos de abrazar y tocar a Shun se apoderaron de él.
-Puedes pasar a la siguiente Casa, le diré que te recuperaste cuando despierte.- declaró Dohko, sin duda poniendo a prueba los valores y la moral de Hyoga.
-Yo... nunca podría hacer eso...- sollozó Hyoga. -Yo... no puedo dejarlo así. No después de lo que hizo... nunca...
El rubio se incorporó, y para sorpresa de Dohko, tomó a Shun en sus brazos, levantándolo del suelo.
-Lo llevaré hasta el final si es necesario...- proclamó Hyoga, en voz alta. -Nunca me iré de tu lado...- continuó, en voz baja, para que sólo Shun lo escuchara.
Dohko asintió con una sonrisa de satisfacción. Los cuatro estudiantes habían aprobado lo que él intentaba probar con toda esa tontería que Camus y Saga habían orquestado: la amistad.
Si probar el vínculo de los futuros guerreros era efectivamente lo que Géminis y Acuario pretendían con semejante payasada, Dohko no lo sabía. Tal vez sólo lo hicieron por diversión; pero para Dohko era prueba suficiente de la moral y la lealtad de un Santo hacia sus camaradas.
Por otro lado, Hyoga estaba confundido por la forma en que había reaccionado, y todo lo que el sacrificio de Shun le había hecho sentir. Todavía no entendía por qué el japonés había hecho algo así. ¿Por qué él? La persona que más quería en toda Palaestra, la persona que le había confesado sus sentimientos hace unos meses... la persona que no sabía que amaba y quería tanto hasta que pensó que lo había perdido. ¿Coincidencia? ¿Seiya y Shiryu lo habrían hecho también? ¿Shun lo hizo por él? ¿O lo habría hecho por cualquiera?
Todas estas preguntas llenaron la cabeza del ruso mientras caminaba con Shun en brazos hacia Escorpio. Se preocuparía por eso más tarde.
A Seiya y a Shiryu no les estaba yendo muy bien en la lucha contra Milo.
-¡Necesitamos un plan de ataque, Seiya!
-¡¡¡Hemos intentado todo!!!
-Bueno... ¡¡¡no es suficiente!!!
-¡¡¡Prepárense para morir!!!- exclamó Milo, dramáticamente.
La pareja yacía exhausta en el suelo cuando alguien interrumpió la pelea.
Se giraron para ver quién era y Milo detuvo abruptamente su ataque.
Hyoga estaba entrando al octavo Templo con Shun en sus brazos.
-¡Hyoga!- gritó Seiya, feliz. -¡Y Shun!
Shiryu miró perplejo las acciones del ruso y luego sonrió.
-Seré tu oponente...- declaró el rubio.
-¡No te preocupes Hyoga! Podemos con esto...- añadió Seiya.
-No, ya han hecho suficiente...- mientras decía esto, volvió su mirada hacia Shun.
-Aaaa... lo siento... no me importa contra quién pelee, siempre y cuando peleemos...- interrumpió Milo.
-Chicos, no he peleado desde Géminis y, sinceramente, no creo que Saga me de una buena calificación, así que... déjenme encargarme de esto ¿sí?
-¿Estás lo suficientemente bien como para pelear?- preguntó Shiryu.
-Sí... gracias a Shun...- el ruso intentó contener una lágrima que quería escapar de sus ojos, se sentía culpable por el estado de su amigo. De haberlo escuchado en Géminis esto jamás habría llegado tan lejos. No lo logró del todo, sólo lo suficiente para evitar preguntas por parte de sus compañeros.
-Está bien.
-¡¿Qué?!- gritó Seiya.
-Lo escuchaste, Seiya, puede con esto...
-Llévense a Shun...- indicó Hyoga, pasando el cuerpo inconsciente a Seiya.
Quizás el ruso pretendía que Seiya tratara a su amigo con la misma cautela y ternura que él, después de todo, habían sido amigos desde siempre. Pero, para disgusto de Hyoga, Seiya agarró a Shun y lo arrojó sobre sus hombros como si fuera una costal de papas.
-¡Oye! ¡Cuidado!- le reprochó Hyoga.
-¡No pasa nada!- respondió Seiya. -Nos vemos, Hyoga...
La batalla entre Hyoga y Milo fue más larga y dolorosa de lo que el ruso esperaba; después de que Milo le dio una paliza al rubio, decidió dejarlo pasar, cuando el Santo de Escorpio pensó que ya había tenido suficiente.
-¿Sabes qué?- suspiró Escorpio. -Adelante... lo digo en serio...
-¿De verdad?- preguntó Hyoga, atónito.
-Sí... eres la víctima de Camus, ¿no?
Hyoga resopló, molesto. -¡No!
-¿No te congeló en Libra?
-Pues... sí...- respondió el ruso, derrotado.
-Eso pensé. Ya has pasado por mucho, y es posible que quieras mantener la energía si quieres vengarte en Acuario.- declaró Milo.
Hyoga en realidad no había pensado en un posible segundo encuentro con el Santo de Acuario, pero ahora que Milo lo mencionaba, definitivamente quería vencer a Camus por lo que le hizo en Libra.
Si Hyoga pensó que podía llegar a Sagitario y pasar libremente por el noveno Templo, se equivocó. Porque cuando llegó, Seiya, Shiryu y Shun acababan de llegar allí.
La razón fue que Seiya y Shiryu tardaron una hora entera en llevar a Shun hasta Sagitario.
-¡Puede que esté flaquito, pero está pesado!- se quejaba Seiya mientras sacudía a Shun para colocarlo sobre su hombro.
Shiryu y Seiya intercambiaron a Shun a lo largo del camino hacia la novena Casa; lo llevaban como saco de papas, a cuestas, y en alguna ocasión, de una forma extraña en la que Seiya lo tomaba por las axilas y Shiryu por las piernas. En cualquier caso, la pareja tuvo mucha suerte de que Hyoga no estuviera allí para ver cómo manejaban a Shun; en cuanto al peliverde, habría estado agradecido de haber permanecido inconsciente durante todo el viaje.
Cuando llegaron a Sagitario, Seiya y Shiryu observaron varias flechas marcadas en el suelo y paredes del Templo, indicando el camino a seguir.
-¡Espera! Shiryu... ahhhh... tomemos un descanso...- Seiya suspiró mientras bajaba a Shun.
Los dos amigos se sentaron en el piso mientras recuperaban el aliento, Shiryu ya estaba pensando en nuevas formas de cargar a su amigo, cuando Shun comenzó a despertar.
-¿Qué...? ¿Dónde...?- gimió.
-¡Hey Shun-chan!- saludó Seiya, aliviado de no tener que cargarlo más.
-¿Seiya?- Shun trató de incorporarse. -¿D-dónde estamos?
-Sagitario- respondió Shiryu.
-Hy-Hyoga... ¡¿Dónde está Hyoga?!- preguntó Shun, un poco alarmado porque el ruso no estaba allí.
-Está bien... se quedó...
-¿Me buscaban?- los tres se giraron al escuchar esa voz familiar, acompañada de pasos.
-¡Hyoga!- gritaron los tres amigos al unísono.
Shun comenzó a correr hacia el rubio; quería abrazarlo, besarlo y decirle lo contento que estaba de que se encontrara bien, y lo preocupado que había estado también. Pero todo eso quedó en meras ideas, ya que Shun se detuvo abruptamente, recordando que Hyoga y él no tenían ese tipo de relación.
El ruso tuvo pensamientos similares ya que se preparó mentalmente para recibir a Shun en sus brazos y levantarlo del suelo, pero también recordó controlarse a sí mismo, y sus sentimientos, respecto a la situación.
Shun y Hyoga se pararon uno frente al otro, sonriendo.
-Estoy tan contento de que estés bien, Hyoga-kun- Shun rompió el silencio, sonrojándose un poco.
-Todo gracias a ti...- respondió Hyoga, estaba nervioso... pero, ¿de qué? ¿De hablar con Shun? Lo había hecho antes, varias veces de hecho; sin embargo, ahora era diferente, y las mariposas en su estómago, las que alguna vez sintió cuando se conocieron, reaparecieron.
-Gracias, Shun. Te debo mi vida...
Shun negó con la cabeza, con una sonrisa en los labios. -Para nada, Hyoga, tú habrías hecho lo mismo...
Los dos se miraron fijamente a los ojos. El corazón de Hyoga latía con fuerza; y los ojos de Shun, brillando de alegría, mientras disfrutaban de la vista que tenían al frente. Y todos esos pensamientos de besos y abrazos quedaron en secreto en su imaginación, todo lo que quedó de ellos fue un apretón de manos ridículamente formal; y eso, a pesar de todo, fue suficiente para que sus corazones dieran un vuelco.
-¡Oye! Sigamos adelante...- añadió Shiryu, interrumpiendo el momento que Hyoga y Shun compartían.
No hubo pelea en el Templo de Sagitario, solo flechas que indicaban el camino a través de la Casa, y un montón de molestas trampas y obstáculos para que los estudiantes esquivaran.
-¡¿Qué demonios es esto?!- Seiya gritó mientras colgaba de un acantilado.
Cuando por fin se libraron de las trampas, los cuatro amigos se pararon en medio de una habitación vacía, no había nada allí, ni siquiera una salida.
-Genial, no hay salida...- Shiryu suspiró.
Mientras los chicos buscaban una salida, Aioros de Sagitario salió de detrás de un pilar, asustando a los estudiantes.
-¡¡¡¡¡JESUCRISTO!!!!! ¡¡¡¡PÚDRETE AIOROOOOOOOS!!!!!- espetó Seiya con una mezcla de terror e ira en su voz.
-¡Felicitaciones! ¡Lograron atravesar la Casa con vida!
-¿No se suponía que... peleáramos?- preguntó Shun, algo confundido.
-¡Nah! Pelear en 12 Templos es terriblemente aburrido, para ustedes y para nosotros...
-Sí... sabemos que están pensando en maneras de entretenerse...- mencionó Hyoga sin gracia, refiriéndose al incidente de Libra.
-Sí... jejeje- Aioros se rascó la nuca. -Será mejor que se den prisa, les quedan tres horas y tres Casas.
Los amigos comenzaron su camino hacia el siguiente Templo, cuando Aioros se despidió de ellos.
-¡¡¡Adiós!!!- dijo el Santo Dorado mientras agitaba la mano. -¡¡Buena suerte, cuñado!!- este último comentario estaba destinado a Seiya, indicando la relación que tenían su hermano, Aioria, y la hermana de Seiya, Marin.
Este último hizo un puchero y el resto de sus amigos se soltaron a reír.
Se estaban acercando al final de la prueba.
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Hola!
Hasta aquí llegó la versión original en inglés de esta historia. No decidí continuarla por varias razones, pero sí seguiré con esta versión.
Tal vez tarde más en actualizar, pues ahora tengo que escribir desde cero y eso me tomará más tiempo.
En cualquier caso, espero que estén disfrutando la historia, agradezco infinitamente sus lecturas, votos y comentarios.
Por el momento es todo, espero regresar con el siguiente capítulo en las siguientes semanas.
Muchas gracias por leer! 💕
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