Poder oculto

Los cuatro amigos llegaron al Templo de Capricornio a tres horas de que el tiempo se agotara. Al entrar notaron que no había nadie a la vista, otra vez.

-Está vacío...- suspiró Seiya, cansado en todo el sentido de la palabra.

-No caeremos en esta treta de nuevo...- continuó Hyoga, poniéndose en posición de lucha. -¡Ya nos hicieron esto muchas veces! ¡Sal de una vez!

Los cuatro miraron alrededor, esperando alguna respuesta, pero no sucedió nada.

-¿Deberíamos avanzar?- preguntó Shun, convencido de que lo que fuera que les deparara en esa Casa; trampas, ilusiones o el mismo Santo; no saldrían hasta que comenzaran a moverse.

Shiryu comenzó a dirigirse cautelosamente hacia la salida cuando unos pasos apresurados se aproximaron hacia ellos.

-¡Uff! Mis dispensas, jóvenes. Son las 18:00 horas, pero pensé que ya no llegarían.- Shura de Capricornio, un hombre alto y de cabello corto y oscuro, salió apresuradamente al encuentro de los estudiantes mientras acomodaba su capa y terminaba de comer un sándwich.

-¿Despensas?- Seiya ladeó la cabeza.

-Bien , bien, bien. Creo que tres horas no está nada mal, algo apretado, pero si nos apuramos podrán terminar vuestro examen a tiempo.

La "pandilla" frunció el ceño mientras intentaba descifrar lo que el Caballero de Capricornio había expresado en aquel acento español marcado.

-Bueno, bueno. ¿Quién de ustedes piltrafillas* será el que se enfrente a mí?

-¿Qué rayos?- murmuró Hyoga.

-¿Y bien?- el silencio continuó, provocando que Shura se exasperara. -Bueno, ¿es que ustedes tienen empanada mental* o que coño? ¡Quién se va a enfrentar a mí! ¡No tengo todo el día!

-Pues... ¡TODOS!- se apresuró a decir Seiya.

-No, váyanse.- espetó Shiryu.

-¿¡Qué!?

-Él lo dijo, sólo nos quedan tres horas, si llegamos a tardar mucho en las Casas que nos quedan estamos fritos. Váyanse, yo me quedaré con él.

-Suerte, Shiryu.- Shun puso su mano sobre el hombro de su amigo.

-¡Ikari Shiryu! Yo pelearé contigo.

-¡Vaya! ¡Por fin! Prepárate Ikari, los demás... ¡vayan a freír espárragos!*

-Que... ¿qué?- Seiya se rascó la cabeza confundido mientras se retiraban del Templo de Capricornio.








Lo que sea que estuviera pasando ahí era bastante ruidoso, pues los golpes y gritos llenaban los alrededores de la Casa de Capricornio con un sonido ensordecedor.

-Pobre Shiryu... ¿deberíamos regresar?- Shun no podía evitar sentirse mal por el azabache. Aquel tipo Shura se veía muy rudo.

-Nah, sólo lo haríamos enojar.- declaró Seiya.

Los tres ya no corrían, estaban demasiado cansados y querían guardar energías para los siguientes enfrentamientos. Aún así, Shun iba detrás de Seiya y Hyoga, se sentía más cansado que el resto, tal vez por todo el Cosmo que había utilizado para calentar a Hyoga. De todos modos, no dijo nada.

-Llegamos, muchachos. La Casa de Acuario.- suspiró Seiya mientras llegaban al pie de la escalera del Templo.

Hyoga apretó los puños y fijó su mirada en el Caballero que los esperaba a la entrada de la Casa.

-¿Él es...

-Camus de Acuario. Avancen a Piscis. Yo me quedaré aquí.- pronunció Hyoga firmemente.

-Pero, Hyoga...

-Está bien, Shun. No te preocupes. Pero necesito hacer esto. Es mi pelea.

-Lo entendemos, Hyoga. Shun-chan, vámonos.

Seiya y Shun comenzaron a subir las escaleras, el primero mirando hacia adelante, intentando no cruzar miradas con el Santo de Acuario; el segundo, algo inquieto, no podía dejar de voltear a ver a Hyoga. ¿Qué pasaría si algo como lo ocurrido en Libra volvía a suceder? A él ya no le quedaba mucha energía, y pude que Hyoga tampoco fuera a aguantar mucho.

Cuando llegaron a la entrada del Templo, Camus los ignoró, tampoco tenía intenciones de luchar contra ellos. Debía de ser Hyoga. Como si supiera de la venganza del ruso.

-Ammm... con permiso...- balbuceó Shun, no muy seguro de qué debían hacer en ese momento, y pensando que pasar de largo ignorando al Santo sería muy grosero.

Camus no se inmutó. Seguía con los ojos sobre Hyoga.

El par japonés pasó de largo, dirigiéndose al último Templo, Piscis.

-Veo que te recuperaste, Hyoga.- expresó Camus a manera de saludo, mientras el rubio subía lentamente las escaleras.

-No gracias a ti.- ambas miradas se encontraron. Los dos eran hombres de pocas palabras, y sus ojos comunicaban al contrario exactamente lo que querían decir. Aquel lenguaje de miradas era perfecto para ambos, y se entendían a la perfección.

Camus hizo un ademán para que el ruso pasara al Templo.

-Sé lo que quieres, Hyoga. Pero si lo que vi en Libra es lo mejor que tienes, esta venganza está lejos de tu alcance.

-Me tomaste desprevenido en la séptima Casa. Ahora no será tan fácil.

-Eso está por verse...








-¿Qué te pasa Shun-chan?

-N-Nada... estoy cansado, es todo.

-Si quieres puedes adelantarte a la cámara del Patriarca, yo me quedaré en Piscis.

-No, está bien.

Seiya miró de reojo al peliverde, desde que lo había conocido en la escuela primaria, le pareció bastante adorable, pero a la vez frágil.
Jamás lo compartió con nadie, pero estaba seguro de que no sobreviviría a Palaestra. Nunca había sido bueno en deportes, ni gustaba de la violencia como su hermano mayor. Aunque debía admitir que le había sorprendido el avance que había tenido en las clases de Cepheus. Y en todo lo que llevaban del recorrido jamás se había quejado o echado para atrás. Si algo le había enseñado Shun era que las apariencias engañaban, y debajo de una cara bonita y una personalidad adorable y amistosa, podía esconderse una fuerza y determinación extraordinarias. Era mejor confiar en él.

-Seiya...- el castaño salió de sus cavilaciones y miró a su amigo. -No nos queda mucho tiempo y la Casa de Piscis aún está algo retirada de la cámara del Patriarca. Uno de nosotros debería avanzar.

-Estoy de acuerdo.

-Quiero quedarme, si no te molesta.- Seiya quedó estupefacto. ¿Qué pretendía Shun con eso?

-Shun... no necesitas probar nada.

-Lo sé. Pero todos ustedes han enfrentado por lo menos a un Caballero Dorado completamente solos. Necesito saber si yo también soy capaz de hacerlo.- la mirada de Shun era firme, la más seria que Seiya le había visto poner en su vida. Un escalofrío recorrió su espalda y acto seguido asintió.

-Además, necesito un colchón para mi calificación, no confío que Saga me de una buena nota.- añadió el peliverde más amenamente.

-Confió en ti, Shun-chan.








-¡Piedra saltarina!

Shiryu se quitó como pudo de la trayectoria del ataque de Shura. El tipo era extraño, y su ataque lo era aún más. Lo había estado atacando con lo mismo una y otra vez.

-¿¡Es todo lo que tienes!?

-¡Ah! Veo que sois impertinente, jovencito. Veamos si esto está a tu altura...

Shiryu se arrepintió inmediatamente de haber hecho semejante comentario.

-¡Excalibur!- el brazo de Capricornio se dirigió a toda velocidad hacia el cuello de Shiryu. Este trató de quitarse pero el Gold Saint logró hacerle un rasguño.

-¡Estás loco!- gritó al poner la mano en la herida y ver que sangraba.

-¡Tenéis un morro que te lo pisas*, tío! Ahora, has de quedarte quieto y no hablar, revolvino*. ¡O irás a parar a donde Cristo perdió la chancla!*

-¡¡¡No entiendo nada de lo que dices!!!

-¡EXCALIBUUUUUUUUUUUUR!

Shiryu continuó esquivando a Shura, hasta que, cansado de defender y no atacar, se armó de valor para acercarse al Santo de Oro y asestarle un buen golpe.








-¡Diamond Dust!

Hyoga evitó el ataque, era lo que había estado haciendo desde que comenzó el enfrentamiento contra Camus. Cómo aún no dominaba bien su Cosmo, y no sabía ningún ataque concreto, el plan del ruso era tratar de acercarse lo más posible para llevar el combate cuerpo a cuerpo. Pero el Santo de Acuario no se lo iba a dejar fácil.

-¡No sabes hacer otra cosa más que esquivar!- le reprochó Camus. -Es lo mismo que en Libra una y otra vez, Hyoga. ¡Cuando te canses acabaré contigo!

-¡Te equivocas!- contestó Hyoga, con dificultad. -No soy el mismo al que enfrentaste en Libra. Ahora daré todo de mi y más, porque la vida que fluye dentro de mi, este Cosmo, es de Shun. Y no lo pienso desperdiciar.

-¡Hablas demasiado! ¡Diamond Dust!

Hyoga se cubrió como pudo, y después de azotar en el piso, se levantó. Elevó su Cosmo hasta su límite y dirigió un ataque hacia el Caballero de Acuario.

Camus no esperaba lo que sucedería a continuación.

El ataque claramente no fue tan potente como el de Acuario, y apenas y le hizo cosquillas al Santo Dorado. Pero por un breve momento, imperceptible para el ojo común, el ataque del ruso sacó a relucir unos copitos de nieve.

El Caballero Dorado quedó pensativo.








Seiya y Shun acababan de llegar al duodécimo y último Templo: Piscis.

Ambos comenzaban a entrar a la Casa cuando una rosa pasó entre ellos rápidamente, arañando la cara de Seiya en el proceso.

-Es una verdadera sorpresa verlos aquí. ¿¡Y dos de ustedes!? Wow, me sorprenden.

Aphrodite de Piscis salió de entre las sombras, en efecto sorprendido, pero a la vez decepcionado, pues considerando la hora, esperaba ya no tener que trabajar.

-Seiya, avanza.- declaró Shun. Este asintió y se adentró en el Templo.

-¡Alto ahí, amiguito! ¿A dónde crees que vas?- Piscis extendió un brazo, bloqueándole el paso a Seiya.

-Déjalo, yo seré tu oponente.- Shun sonó más serio de lo que quería.

-De acuerdo, como quieran.

Una vez que Seiya se perdió, Aphrodite reanudó la conversación.

-¿Cuál es tu nombre?

-Fujita Shun.

-Muy bien, Fujita Shun. Comencemos.








-Aún queda una hora en el reloj. ¡Puedo lograrlo! No se preocupen chicos, lo lograré.- Seiya corría por la parte trasera de la Casa de Piscis.

El joven japonés tenía la idea de que lo único que hacía falta era correr hasta su destino. Hasta terminarían con tiempo de sobra.

Todas esas esperanzas se vieron aplastadas cuando el castaño se topó con un largo y tupido camino de rosas.

-¿Qué rayos es esto?

Seiya intentó divisar si había algún letrero de no pisar las rosas, o en su defecto, un camino alternativo, para no arruinar lo que creía que era el jardín del Patriarca.

Al no encontrar algo semejante, el japonés se encogió de hombros y continuó su camino.

-Ay... pues perdón...- expresó mientras oía a las rosas crujir bajo sus pies.

Se obligó a retomar el ritmo, pero fue incapaz de hacerlo.

-Me siento... tan... cansado...- el estudiante se sentía mareado, como si estuviera intoxicado. -No puedo respirar...








Shiryu estaba al borde del colapso. Había intentado varias veces atacar al Caballero de Capricornio y fallado en el intento. O el sujeto era más poderoso que el Santo de Cáncer y otros a los que había combatido, o simplemente estaba demasiado cansado. Después de todo, eran las 18:00 cuando llegaron al décimo Templo, y llevaba peleando ahí poco más de una hora.

-¡Excalibuuur!- volvió a aullar el Santo Dorado, logrando hacer una cortada profunda en el muslo derecho del azabache, quien ya no tenía fuerzas para seguir.

-No puedo seguir así...- pensaba Shiryu mientras intentaba levantarse una vez más. -Un último esfuerzo, baka-Shiryu... ¡vamos!

El joven elevó su Cosmo con la última fuerza que poseía.

Ikari logró esquivar los espadazos del brazo de Capricornio, colocándose detrás de él, sujetándole los brazos e impidiendo que pudiera hacer otro movimiento.

-¡Soltadme!- gritó Shura mientras se sacudía, esperando que Shiryu saliera disparado por los aires.

Pero en lugar de eso, el azabache logró tumbar al Santo de Oro, sometiéndolo con todo su peso.

-¡Aaaaaaahhhhh! ¡Pesas demasiado! ¿¡Te has liado la manta a la cabeza!? ¡Quítate de encima!

Shiryu no escuchaba, ni entendía, nada de lo que Shura decía, sólo esperaba el momento en que el Caballero le dijera que el combate había terminado o que se agotara el tiempo en el reloj; lo que ocurriera primero.

-¡Bien! ¡Bien! ¡Has ganado!- continuó Shura. -¡Ya quítate!

A Shiryu le tomó un rato procesar las palabras del Caballero, pero eventualmente lo soltó, dejándose caer al piso, completamente agotado.

-A ti te faltan dos veranos, tío.- exclamó Shura mientras se incorporaba.

Por su parte, Shiryu no tenía intenciones de avanzar más, sólo quedaban dos Casas y tres amigos, podían arreglárselas solos.








Camus seguía intrigado por el repentino Cosmo congelante que Hyoga había manifestado.

El Cosmo era algo que se entrenaba desde el día uno en Palaestra, sin embargo, el cómo se manifestaría, dependía intrínsecamente del grupo en el que te colocaran en el último año, siendo este a la vez determinado por tu fecha de nacimiento.

De este modo, la única forma de manifestar un Cosmo congelante era aprendiendo a desarrollarlo, y si Hyoga lo había logrado de algún modo era porque lo había estado observando con atención o quizás estuviera tomando lecciones extras con alguien más. La última era muy poco probable, y ciertamente Camus había usado el Diamond Dust varias veces contra el muchacho, en Acuario y en Libra por igual, dándole el tiempo suficiente para observarlo e intentar replicar su técnica.

Acuario seguía pensando como alguien que se veía tan bruto como Hyoga podía ser tan perspicaz como para aprender de vista nada más. Esta habilidad la había desarrollado durante sus entrenamientos de patinaje artístico, observando a Viktor y a otros patinadores excepcionales; al menos algo útil había salido de eso.

-Muy bien Hyoga, basta de Cosmo, muéstrame tus habilidades de lucha.

El ruso quedó confundido, era lo que quería, pero no tenía idea de a que se debía el cambio repentino del Caballero de Acuario. Las razones de este eran simplemente para probar las aptitudes de Hyoga en todas y cada una de las formas de combate que ofrecía Palaestra.

Los movimientos del rubio eran ágiles, y más orientados a la ofensiva, consecuencia de entrenar seguido con Shun. Camus peleaba y analizaba los movimientos del ruso a la vez. Su defensa dejaba mucho que desear, pero la flexibilidad y diligencia que Hyoga demostraba era extraordinaria, un auténtico atleta, sin duda.








El combate entre Shun y Aphrodite estaba en desventaja para el primero.

El Caballero de Piscis tenía el control al mantener los ataques a distancia con sus rosas, lo que le dejaba a Shun dos alternativas: defenderse de ellas y atacar con su Cosmo.

Optó por la primera, pues fácil se podía proclamar experto en la defensa, pero como había declarado en Virgo anteriormente, no se pude ganar así nada más. La segunda opción le tomaría más tiempo, pues de por sí su Cosmo no era rival para un Santo Dorado, mucho menos lo era en las condiciones en las que el peliverde se encontraba actualmente. Su acto noble para con Hyoga le estaba pasando factura.

-Queda menos de una hora en reloj, Fujita, y así no podrás vencerme.- le recordó Aphrodite, mientras lanzaba su Royal Demon Rose a diestra y siniestra.

Si su Cosmo estaba débil, entonces el combate tendría que ser de cerca. Así que aprovechando su mejor habilidad, Shun esquivo tantos ataques de Aphrodite como pudo para acercarse al Gold Saint, sin salir ileso de aquella maniobra. No obstante lo logró, iniciando la lucha cuerpo a cuerpo.








-¡¡¡Aaaaaaaaah!!! ¡¡Ayúdenme!!

Seiya estaba tumbado en el suelo, incapaz de moverse y casi completamente hundido en las rosas del camino.

Sólo alzaba el brazo, con la esperanza de que Shiryu, Hyoga o Shun pasaran por ahí y le echaran una mano.








-Podemos seguir así eternamente, Hyoga. No tienes lo suficiente para vencerme.

Hyoga esbozó media sonrisa, e imitando la posición del Aurora Execution, elevó su Cosmo y soltó su ataque.

Este no pudo igualar al del Santo de Acuario, pero fue lo suficientemente potente, y distractivo, para tomar desprevenido al francés. Mientras este último se percataba de que el ataque de Hyoga no era diferente de todos los que había realizado hasta el momento, el rubio aprovechó para correr tan rápido como sus piernas le permitieron hacia el Gold Saint, asestándole un puñetazo en el rostro que por poco lo derribó al suelo.

Camus estaba furioso pero a la vez sorprendido; de algún modo, Hyoga se las había ingeniado para darle el primer golpe que había valido la pena.

El ruso ya se estaba preparando para desatar su siguiente movimiento cuando Camus lo detuvo.

-Suficiente, creo que podemos dar este encuentro por terminado.

-¿En serio?- Hyoga ladeó la cabeza, seguro había un truco aquí.

El Mago del Hielo asintió serenamente.

-Tienes potencial, Hyoga. Sigue así y llegarás lejos.

Hyoga dejó salir un suspiro de alivio, y acto seguido se desplomó al piso. Aunque hubiera querido seguir para ayudar a Shun y Seiya, sus piernas no se lo permitieron.








Por otro lado, Shun estaba perdiendo el encuentro contra Piscis. Este había logrado herirlo varias veces con sus rosas, ninguna con veneno letal, Nephrite le había advertido que no podía usar sus "rosas blancas succiona vidas" contra los estudiantes. Aquello dejaba a Aphrodite más aburrido de lo que ya estaba, de por sí tenía que esperar cerca de once horas a que los estudientes llegarán, y ahora no podía usar su máximo poder contra ellos.

Pero la pelea contra el chico flaquito no fue tan sencilla y aburrida como Piscis creía. Shun se levantaba con más determinación cada vez que caía, sin bajar la guardia en ningún momento.

Aphrodite lo había subestimado.

Consciente de ello, y decidido a no dejárselo fácil al joven japonés, Aphrodite decidió que subiría de nivel las cosas, presionando más al chico.








Quince minutos en el reloj, y Seiya seguía tirado en el mismo lugar, había intentado arrastrase por el camino, pero las espinas de las rosas sólo le provocaron heridas extra, ocasionando que la sustancia intoxicante penetrara aún más dentro de él.

-Vamos... baka-Seiya... tienes que... levantarte... ¡Párate, maldita sea!- se reprochaba mientras se obligaba a ponerse de pie. -¿Recuerdas la vez que reprobamos historia porque se te olvidó la cartulina? Si sucede de nuevo, baka-Shiryu no nos dejará olvidarlo jamás... ¡No reprobaremos por mi culpa de nuevo!

Con esto en mente, Seiya avanzó como pudo en dirección a la cámara del Patriarca.








-Sólo quedan quince minutos, Fujita. Olvídalo ya.- decía Aphrodite, agotado y con toda la intención de bajarle los animos al peliverde. No importaba lo que hiciera, el escuincle simplemente no cedía.

El combate estaba casi a la par de uno entre Caballeros de Plata; y Shun, exhausto y cubierto de moretones y rasguños, estaba decidido a seguir hasta el final.

Quizás fue la extraordinaria fuerza de voluntad, o desesperación pura, lo que llevó a Shun a realizar lo siguiente.

Poniéndose de pie como pudo, cerró los ojos y respiró profundo. Se suponía que su Cosmo estaba casi agotado, y si Aphrodite lo hubiera sabido, su reacción habría sido muy distinta. Shun intentó elevar su Cosmo hasta su límite una vez más, pero por alguna razón, el Cosmo del peliverde continuó elevándose hasta llegar a niveles extraordinarios, superando al del mismo Aphrodite.

-No puede ser...- pensó Piscis, mas su reacción no pasó de la sorpesa.

Al igual que Saga, el Santo Dorado atribuyó tal milagro al cansancio, desesperación y a la posibilidad de que Shun fuera un estudiante ejemplar, de ahí su magnífico Cosmo. Él mismo había atestiguado en carne propia lo que era sobreponerse a los obstáculos y abusos de la vida, sacando un poder oculto que ni siquiera sabías que existía.








-¡Corre, Seiya! ¡Corre!

El castaño estaba muy cerca de la cámara del Patriarca, casi podía sentir la alfombra debajo de sus pies.








Con el Cosmo hasta el máximo, una intensa corriente inundó el Templo de Piscis y sin pensarlo dos veces Shun desató una violenta tormenta, provocando que el Caballero de Piscis saliera disparado por los aires, aterrizando brutalmente en el piso.

Shun no pudo disfrutar de su victoria, pues inmediatamente después de atestiguar la derrota de su contrincante, perdió el conocimiento.








Faltaba un minuto antes de que el tiempo se agotara; y Nephrite Cosmiadis caminaba de un lado al otro, con reloj en mano, esperando que alguno de los estudiantes llegara a la meta.

Mientras, Shion discutía algunos asuntos con Sailor Cosmos y Zoisite Vitalakos; estaban a la mitad de su conversación cuando las puertas de la habitación se abrieron estrepitosamente, dando paso a un completamente acabado Seiya.

-Aaaaaahhhh... ya... llegué... por fin... uuuuffff...- jadeó el japonés mientras se detenía de la puerta para no caer.

Las tres autoridades que ahí se encontraban lo miraron entre perplejos e incómodos, mientras que Nephrite negaba con la cabeza mientras veía su reloj.

-Cuarenta y cinco segundos antes del tiempo límite. Estos alumnos se vuelven cada vez más lentos.

Ante este comentario Seiya volteó los ojos, pero antes de que pudiera repelar, se derrumbó al piso.








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Hola!
Aquí un poco de la jerga española de Shura 😝

1. Piltrafilla- Alguien desaliñado o mal vestido.
2. Tener empanada mental- Estar confundido. No tener idea clara de nada.
3. Ir a freír espárragos- Demostrar rechazo hacia una persona. (Forma suave de decir "Vete al diablo".)
4. Tener un morro que te lo pisas- Sinvergüenza.
5. Revolvino- Travieso o revoltoso.
6. Ir a parar a dónde Cristo perdió la chancla- Ir muy muy muy lejos.
7. Liarse la manta a la cabeza- Estar loco.
8. Faltarte dos veranos- Que hace cosas raras.

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