Pegasus

Jueves 19 de mayo del 2011


El despertador llevaba ya casi dos minutos completos sonando, y parecía que se quedaría de ese modo por un rato más. Un chico rubio miraba enojado al aparato desde su cama, sentado y de brazos cruzados. Podría levantarse y apagar el dichoso reloj, pero no era su responsabilidad. También pensó en arrojarle algo al moreno dormilón de la cama contigua, pero aquello sería hacerle un favor; si baka-Seiya no despertaba por su cuenta, ciertamente Jabu no le ayudaría a hacerlo, ni siquiera porque aquel día fuera el combate por la Cloth de Pegaso.

Harto del constante pitido que emitía el reloj despertador, Jabu se tiró en la cama boca abajo y cubrió sus orejas con la almohada, ahogando un grito de desesperación en el colchón.

-¡Seiya!- como un ángel enviado del cielo, la dulce voz de Shun se escuchó del otro lado de la puerta, dispuesto a ponerle fin a los sueños del castaño. -¡Seiya! ¡Abre la puerta!

-¡Si no desayunas te desmayarás!- otra voz gritó, parecía ser Shiryu. -O lo vomitarás todo...- continuó un poco más bajo, unas risitas secundaron el comentario.

-¡Arriba dormilón!- una tercera voz masculina volvió a llamar a la puerta, seguramente era Hyoga. -¡Cassios ya está en la cafetería!

Tras el comentario del ruso, una potente y furibunda voz femenina vociferó a la vez que aporreaba bruscamente la puerta, asustando a Jabu.

-¡TARADO! ¡LEVÁNTATE EN ESTE MISMO INSTANTE! ¡BAAAKAAAAA! ¡TE JURO QUE SI DEJAS QUE CASSIOS GANE POR AUSENCIA DEL OPONENTE TE MATOOOOO!- Jabu observó la puerta con los ojos bien abiertos, si había considerado abrir la puerta, los desquiciados gritos de Marin lo habían desalentado. -¡SEEEIIIYAAAA! ¡DERRIBARÉ LA PUERTA! ¿¡ME OYES!?

En ese momento, Jabu salió disparado hacia la puerta. Dejar que Seiya perdiera su Batalla Final era una cosa, pero comprometer su privacidad era una muy diferente.

-¡Qué diablos les sucede!- aulló el compañero de cuarto del moreno al abrir la puerta.

Sin cortesía alguna, Marin hizo a Jabu a un lado e ingresó en la habitación, seguida de la pandilla del moreno. Cuando llegó frente a la cama de Seiya, tiró violentamente de las sábanas.

El castaño no despertó, sólo se hizo bolita al sentirse descubierto.

Hyoga, Shiryu y Shun reían detrás de la Caballero de Plata, las risas se transformaron en carcajadas cuando Marin tomó el colchón con sus manos y lo volteó con todo y su hermano menor.

Seiya finalmente despertó, atolondrado y desorientado. -¿Qué? ¿Quién? ¿Dónde? ¿Marin? ¿Qué rayos haces aquí?

-¡ARRIBAAAAAA!- Seiya se paró de un brinco y corrió al baño en completo terror. -Baka...- farfulló la pelirroja entre dientes.








Después de prepararse, desayunar y calentar, Seiya finalmente estaba en los vestidores, acomodando su armadura de entrenamiento. Había terminando una larga llamada con su madre, quien no había podido asistir, pero que de igual modo le deseaba todo el éxito del mundo.

Sus amigos habían ido a buscar unos buenos lugares, mientras él era acompañado por Aioria, Aioros y Marin; todos dándole un sin fin de consejos, advertencias y recordatorios de último momento, el joven japonés se sentía abrumado.

Del otro lado del cuarto, Shaina hacía lo mismo con su campeón, Cassios.

-Usa la cabeza ¿sí? Si tus neuronas fallan entonces usa la fuerza, no importa.- decía la peliverde, se suponía que debería de ser alentador, pero el tono de la Caballero de Ofiuco sonaba más como un regaño. -El chico es flacucho y chaparro, sin mencionar que no es muy brillante. No debería representarte ningún problema.

Cassios podía ser alto y fornido, todo un gigante, intimidante y aterrador, pero respecto al poder intelectual, no llevaba la ventaja. Ciertamente Seiya no era un genio, estaban sus calificaciones para demostrarlo, pero si había que compararlo con Cassios, el título de burro se lo llevaba otro. El griego podía dominar la fuerza bruta, pero sin el cerebro, no era más que una máquina de golpes. Por otro lado, Seiya era de baja estatura y por ende más ligero y escurridizo, con la estrategia adecuada, podría derrotar al rascacielos sin problemas.

Aioros tenía aquello presente, y el último consejo que le dio al castaño fue...

-Si no pudes atacar, huye.

-¿¡Qué cosa!? ¡Eso es de cobardes!- reprochó Seiya, casi ofendido.

-Si eres el atacado y no el atacante, debes escapar. Es más grande que tú, posiblemente más fuerte. Pero tú eres más rápido, ágil e inteligente. Para ganar debes atacar primero, de un ángulo poco común, de preferencia.

-Atacar de espaldas es deshonroso.

-Yo no dije de espaldas, dije 'poco común'.- Sagitario sonrió, le dio a Seiya un apretón en el hombro y salió de los vestidores.

-Suerte, Sei.- agregó Aioria, imitando a su hermano. Aguardó a que Marin terminara antes de salir por completo del cuarto.

-Seiya,- la pelirroja se colocó frente a su hermano y lo sujetó por los hombros. -Tienes que ganar. No sé cómo, pero tienes que hacerlo, ¿entiendes?

Seiya sonrió, el apoyo de Marin era brusco pero reconfortante. -Tranquila, todo está bajo con-

-Hablo en serio, Seiya.- ambos se miraron fijamente a los ojos en completo silencio, luego de un rato , Marin continuó, suplicante. -¡No quiero ir a Yemen!

El moreno volteó los ojos.








-El encuentro por la Cloth de Pegaso comenzará en breve. Permanezcan en sus asientos durante el combate y no arrojen nada a los participantes. Quien infrinja estas normas será escoltado fuera de las instalaciones. Gracias.

-¡Esto es emocionante!- exclamó Shun, rebotando en su lugar alegremente. -Shiryu-kun tenía razón, esto se disfruta más cuando ya tienes tu Armadura.- continuó, tomando asiento junto a su novio y ofreciéndole palomitas.

Hyoga simplemente sonrió.

-¿Nervioso?- el ruso pareció sorprendido por la pregunta del peliverde, luego se limitó a negar con la cabeza.

-Tal vez un poco...- confesó.

-No te preocupes, Hyoga-chan. Lo harás de maravilla.- el recién nombrado Caballero de Andrómeda besó rápidamente los labios del rubio, después volvió su atención a la arena.

Hyoga estaba nervioso, demasiado para esconderlo debidamente de sus amigos y pareja. Pero no era porque su inminente combate estaba cerca, sino por la llamada que había recibido de su madre esa mañana. Ella y su padre habían hecho un espacio en sus apretadas agendas para ir a verlo a Atenas el día de su Batalla Final. Eso debía de animarlo, pero dentro del ruso sucedió todo lo contrario, la idea de tener a sus padres y a Shun en la misma habitación le aterraba. La razón era simple: no le había comentado absolutamente nada a sus padres sobre Shun, su relación y homosexualidad. Y todo parecía indicar que el tiempo se había agotado.

-El combate por la Cloth de Pegaso dará inicio. ¡Por favor, reciban a Serenity Xenakis, directora de Palaestra!

En el palco, la misma rutina previa a los encuentros se llevaba a cabo, excepto porque Jadeite estaba visiblemente molesto. De hecho, desde la pelea de Shun vs Reda, el rubio se le veía irritado más frecuentemente de lo común. Irritado y angustiado, como si hubiera una bomba de tiempo en el Santuario de la que todos sabían pero a nadie le importaba. A pesar de eso, sus colegas ignoraban su mal humor.

-¡Sean bienvenidos! Hoy seremos testigos del nacimiento de un nuevo Caballero al servicio de Athena. Los dos aspirantes han trabajado arduamente para tener el derecho de pelear por esta Armadura.

Marin, Aioria, Aioros y Shaina tomaron sus asientos justo antes de que el combate diera inicio.

-Por favor, reciban a nuestro contrincante local, de Grecia, ¡Cassios Papadakis!

Shaina aclamó como loca a su pupilo, al igual que la mayoría del recinto, el hecho de que fuera griego ayudaba a que tuviera el favor de la mitad del cuerpo estudiantil —que también eran nacionales—. La Amazona de Ofiuco contaba con eso, y como Cassios era presumido, el hecho de tener a la mayoría del estadio de su lado lo fortalecería, aumentando sus probabilidades de ganar.

-De Japón, ¡Kirishima Seiya!

Seiya salió de los vestidores, saludando y levantando los puños como si fuera una celebridad. Aunque los espectadores que lo apoyaban eran menos, sus gritos y vítores eran lo suficientemente sonoros para estremecer al joven castaño.

-Hoy se enfrentarán por el derecho a portar la Armadura de Bronce de Pegaso. Confiando en que seguirán su entrenamiento y principios como futuros Guerreros de Athena, les deseo el mejor de los éxitos a ambos. ¡Que las estrellas guíen su victoria!

Y con el discurso de la directora Xenakis, los aspirantes se saludaron con el puño derecho en su corazón, para luego dar paso a Saori, quien daría inicio al combate con el pañuelo blanco en su mano.

Cassios mantenía su sonrisa perversa, mientras Seiya confiadamente retaba a su oponente con la mirada.

El pañuelo cayó al suelo y la pelea dio inicio.

Marin estaba tan desesperada como si fuera ella la que estaba enfrentándose al gigante. Aioria lo notó, y luego de reír por lo bajo, puso su brazo alrededor de la pelirroja.

Cassios dio el primer golpe, justo como Shaina y Aioros lo esperaban.

Seiya recordó el consejo de Sagitario, tenía que salir de la trayectoria de los puños del griego, pero su ego le pedía a gritos que no se moviera, que intentara detener el golpe y atacara de regreso. Decidió hacerle caso a su ser interior, después de todo, su entrenado de football de la preparatoria siempre le había dicho que escuchara a su instinto. Claro que eso no significaba que el instinto de Seiya fuera el más agudo, y justo como Aioros lo había predicho, el castaño salió volando luego de recibir el impacto de su oponente, siendo incapaz de defenderse.

El moreno se estrelló violentamente contra una de las paredes que delimitaban el área de combate.

La pandilla reaccionó ante el fuerte estruendo del cuerpo de Seiya impactándose contra el muro. Aioros se llevó una mano a la frente mientras negaba con la cabeza; Shaina celebraba y sonreía, si el combate seguía así, no tendría que ir a Yemen. Marin estaba frustrada, ¿de qué había servido que su hermano hubiera recibido entrenamiento y asesoría de una Amazona de Plata y dos Caballeros Dorados si no iba a seguir ninguno de sus consejos y enseñanzas?

-¡Baka! ¡Levántate!- gritaba la Amazona de Águila, parándose de su asiento, casi lista para saltar ella misma a la arena.

Antes de que el reloj se activara, Seiya se levantó, estaba por lanzar un ataque hacia Cassios cuando este se arrojó hacia él.

Decidiendo seguir los consejos de Aioros, Seiya esquivó el golpe.

Cassios no había probado ser tan estúpido como se le creía. Cada vez que Seiya intentaba atacarle, él se le adelantaba, provocando que Seiya huyera del golpe. Así continuaron por algunos minutos.

-¡Vamos, Seiya! ¡Deja de hacerte el loco y golpéalo!- espetó Shiryu desde su lugar.

-Necesito un ángulo poco común...- musitó el castaño. -¿¡Qué diablos significa eso!?

El puño de Cassios se acercaba a toda velocidad, Seiya saltó hacia arriba con fuerza para evitar ser alcanzado por la furia letal; quizás demasiado alto, pues el moreno regreso a tierra como si fuera un proyectil. El ataque cenital era algo que el griego no esperaba, la sorpresa sumada a su pesado cuerpo —incapaz de moverse con demasiada rapidez— lo tomaron desprevenido; Seiya aprovechó su oportunidad y asestó un golpe al gigante.

La gente gritó horrorizada, los altos mandos volvieron a levantarse alarmados de sus asientos, Shaina quedó anonadada mientras Marin celebraba orgullosa.

Cassios había caído al suelo, cubierto de sangre; Seiya aterrizó ileso e inmediatamente después, una oreja cayó cerca de el japonés.

-¿Ahora sí detendrás el combate? ¿O dejarás que un estudiante muera desangrado?- reprochó Jadeite a Xenakis. Esta suspiró molesta y tomó el micrófono.

Sailor Cosmo la detuvo, y con tono desafiante, continuó.

-Déjalo seguir.

-¡Estás loca!

-El reloj se activó, si en cinco segundos no se levanta, perderá el encuentro y el servicio médico entrará a la arena. No morirá, Jadeite.

La gente seguía gritando, unos escandalizados por la barbarie y otros apoyando a Seiya.

-¡Ja! Así que a eso se refería...- pensó Seiya, al admirar lo que había logrado.

El reloj casi llegaba a cero cuando Cassios se levantó de nuevo. Seiya sacó a relucir su lado creativo y comenzó a atacar a diestra y siniestra al griego desde diferentes ángulos. Su agilidad y velocidad aumentaron su ventaja, además de la desorientación que Cassios sufría luego de aquel golpe.

Frustrado por la posibilidad de perder, el gigante elevó su Cosmo y golpeó al japonés con fuerza.

El reloj inició la cuenta de nuevo.

-¡Arriba, Seiya! ¡No quiero ir a Yemen!- gritaba Marin.

-¡Ya lo has intentado todo! ¡Estás acabado, Seiya!- se jactaba Cassios, aquel golpe había sido lo suficientemente brusco para aturdirlo unos minutos.

-No todo...- murmuró el japonés, lo suficientemente alto para que Cassios lo escuchara.

Con dificultad comenzó a ponerse de pie, anulando la cuenta del reloj. Cuando estuvo completamente incorporado comenzó a mover las manos.

-No puede ser...- balbuceó Shaina.

-Es... ¿qué hace?- cuestionó Hyoga, confundido por los movimientos del castaño.

-Pegasus.- aclaró Shiryu, quien sí había prestado atención en las clases de astronomía.

-¡¡¡PEGASUS...

Una poderosa aura comenzó a rodear a Seiya, Cassios no tenía idea de lo que sucedía, incluso si lo hubiera sabido, estaba agotado, en esas condiciones jamás  podría equiparar el Cosmo que Seiya emanaba en esos momentos.

-RYŪSEI KEN!!!

Cientos de bolas de energía salieron disparadas de los puños de Seiya, impactando en el cuerpo del griego, primero haciéndolo tambalear, y luego derribándolo al suelo.

Aquellos golpes asemejaban unos meteoros, imitándolos en velocidad y fuerza también.

El reloj inició la cuenta de nuevo, Shaina parecía derrotada, mientras Marin y los hermanos estaban al borde del éxtasis.

La cuenta terminó y el público aclamó con locura.

Aioria y Aioros celebraron tan fuerte y tan gracioso que fue imposible no notarlos, haciendo que Seiya se avergonzara un poco. La pandilla lo celebraba con igual emoción.

-¡Prepara tus maletas, Shaina!- gritaba Marin, poseída por la emoción. -¡Y envíame una postal desde Yemen!

Saori bajó a la arena sonriente. Intentó contener su emoción, aunque en realidad deseaba besar a su novio y llenarlo de abrazos y caricias, debía mantenerse profesional.

Después de que el servicio médico se llevara a Cassios, Xenakis inició su discurso.

-Kirishima Seiya. Has trabajado arduamente con un sólo propósito, soportando cuatro años de duro entrenamiento. Finalmente has demostrado ser digno de la Armadura de Bronce de Pegaso. Felicidades.

Saori presentó la Armadura, y miró orgullosa como vestía al japonés. Le quedaba de maravilla, y lo hacía ver muy atractivo también.

La pandilla aclamaba a más no poder. Para Shiryu y Shun, ver a su amigo logrando su propósito al igual que ellos les llenaba el corazón y también les quitaba un peso de encima; mentirían si dijeran que no les cruzó por la mente la posibilidad de que Seiya no se graduara.

Seiya se miraba con la Cloth sobre él, parecía un sueño. Finalmente lo había conseguido.

-De rodillas.- ordenó la Diosa, sonriente. Seiya obedeció, puño derecho en el corazón y la cabeza baja. -¿Juras solemnemente utilizar tu Cosmo y Armadura únicamente para nobles intenciones, así como abstenerte de ejercerlos para fines egoístas o triviales?

-Lo juro.

-Como Guerrero de la Esperanza, ¿juras lealtad a tu Diosa y a la Tierra que protege, al igual que servirles hasta donde alcancen tus habilidades?

Seiya sonrió y miró a Saori, luego le guiñó un ojo. -Lo juro.

Saori contuvo una risita, y rogando por que la coloración de sus mejillas fuera imperceptible, continuó, elevando su báculo. -Confiando en que cumplirás con este juramento, yo te declaro, Seiya de Pegaso, Caballero de Bronce de Athena.

El público volvió a enloquecer, Seiya se levantó victorioso, con las intenciones de besar a su chica. Esta lo detuvo, no quería hacer otra escena como en el segundo año de estudios del japonés.

Seiya celebró a lo bestia esa noche y las estrellas parecían brillar más, pues un nuevo Caballero había nacido.

El Caballero de la esperanza por excelencia.

Pegaso.

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