Novio
Hyoga tenía la vista fija en la ventana, últimamente era lo único que hacía, permanecía pensativo 24/7 y nadie sabía con seguridad lo que ocurría en la mente del ruso.
Cada quien tenía sus teorías:
-Tal vez Camus le congeló demasiadas neuronas...- opinaba Seiya.
-Debe ser la presión de los exámenes finales...- aseguraba Shiryu.
-Necesita compañía femenina...- sostenía Isaak.
El único que no tenía una opinión era Shun, tal vez en su interior, y después de su charla en la biblioteca, sabía lo que Hyoga meditaba; o quizás pensaba que cualquier cosa que aquejara al rubio era demasiado íntimo y no se sentía con la confianza de decirlo, pero el peliverde estaba dispuesto a darle todo el apoyo incondicional que necesitara.
Los exámenes finales terminaron, y con ellos el curso, sólo quedaba esperar los resultados. Para celebrar la ocasión, Shun pensó que debían ir al pub de siempre y beber sin la necesidad de preocuparse por mantenerse sobrios, y de paso animar a Hyoga.
Todos accedieron e incluso invitaron a Ikki para que se les uniera.
Hyoga seguía en su mundo, de vez en cuando soltaba una carcajada al ver alguna de las payasadas de Seiya en su camino a la ebriedad, o se mostraba interesado en algún tema de conversación que Shiryu sacara a flote, pero inevitablemente su mente derivaba en Shun, sus sentimientos hacia él y en su hermosa figura sentada frente a él.
Aquello había sucedido la noche del viernes; y el domingo pasado el medio día, ahí estaba el rubio, parado frente a su ventana, pensando en Shun.
Isaak no andaba por ahí, el peliverde había decidido salir a vagar por las calles de Atenas, se había percatado que el año escolar casi concluía y su personalidad huraña no lo había dejado salir a explorar el país como se debía, y eso se tenía que arreglar ese fin de semana. Inútilmente había intentado convencer a su amigo de acompañarlo, pero Hyoga se negó.
Uno a uno, los recuerdos de Shun hicieron un desfile por la cabeza del ruso, se sentía estúpido por seguir dándole vueltas al asunto. Una parte de él quería correr hasta sus brazos, la otra no estaba tan seguro; primero por temor a que Shun ya no le correspondiera, y segundo... aún no estaba seguro de aceptar su sexualidad.
Pensó en Viktor, y la vez que este lo besó de improvisto después de la práctica; no sintió nada en absoluto, quizás sólo sorpresa, pero ¿amor? No. ¿Disgusto? Tampoco. En ese momento confirmó su heterosexualidad, pero ser homosexual no significaba desvivirse por cualquier hombre que se le parara enfrente. Tal vez Viktor simplemente no era el indicado.
¿Realmente era tan terrible ser gay?
No tenía idea, no sentía que aquello lo definiera, no tenía sentimientos por otro hombre más que Shun. Y esa atracción que sentía hacia el peliverde era única, ninguna mujer u hombre podría igualarlo jamás.
A Hyoga no le emocionaba salir del clóset, sólo quería amar a Shun.
¿Necesitaba una etiqueta para amar?
No realmente, aquellos sólo eran detalles. Lo único que necesitaba era armarse de valor, tragarse su orgullo y confesarle todo lo que sentía al hombre que amaba.
-¡Al diablo!- decidido, el rubio salió de su habitación.
-Voy a salir por unas frituras a la maquinita, ¿quieres algo?- preguntó Shiryu a su compañero de cuarto. Ambos estaban tirados en sus respectivas camas, Shiryu concentrado en un manga y Shun en su PSP.
-Nop.
-Va, no tardo.
Hyoga venía trotando por los pasillos de la residencia estudiantil, aquellos que no se quitaban de su camino al ver su paso hostil eran quitados a empujones por el ruso, sin querer, claro está.
Sólo rezaba porque Shun se encontrara en su habitación. Y más le valía a Shiryu no estar presente, o verdaderamente haría una escena.
No tenía un plan, sólo pensaba llegar y decírselo a la cara, intentaría ser sutil, pero no prometía nada.
Shun seguía presionando los botones de su PSP, completamente enajenado con la pequeña consola.
Quizás fue que estaba demasiado metido en el juego, o simplemente Hyoga era un bruto, pues cuando el rubio abrió la puerta sin previo aviso, Shun se sobresaltó.
El peliverde lo miró asustado, no tenía idea de lo que ocurría.
-No soy gay.- espetó Hyoga, algo seco y con poco tacto.
Shun sólo se le quedó mirando. Eso ya lo sabía, ¿que pretendía con tirarle esa información a la cara?
-Pero te amo...
En ese momento Hyoga terminó de pasar a la habitación, tomó la cabeza de Shun con ambas manos y lo besó apasionadamente.
El cerebro de Shun dejó de funcionar, todo había pasado demasiado rápido, no sabía muy bien de que se trataba todo esto. Sólo sentía los labios de Hyoga sobre los suyos, esa sensación que tanto había anhelado sentir desde el momento en que lo conoció, aquella que había dejado ir hace ya un tiempo, por fin se hacía realidad.
Hyoga se separó y lo miró con una radiante sonrisa, esperando una respuesta, aunque de hecho, no había hecho ninguna pregunta. Al notar que Shun no había correspondido al beso, o reaccionado en absoluto, los nervios lo invadieron.
Después de unos segundos para procesar lo que acababa de pasar, Shun finalmente reaccionó, acercándose a besar de nuevo al ruso. Abrazó al rubio por el cuello, juntando su cuerpo más contra el suyo y acariciando su cabello. Lágrimas comenzaron a salir de sus ojos, no de tristeza, sino de felicidad pura y temor de que todo eso fuera sólo un sueño o delirio suyo.
Ambos se separaron para recuperar el aliento; Shun sonrió y no pudo contener su risa, acto seguido abrazó de nuevo al ruso, hundiendo su cara en el pecho del otro. Había tantas cosas que decir y ninguna; aquel beso lo había dicho todo, y permanecer abrazados, sintiendo la presencia del otro, era todo lo que ambos querían y necesitaban en aquel momento.
Pasaron el resto del día juntos, en la habitación de Hyoga, aprovechando que Isaak regresaría tarde; poniéndose al corriente de todo lo que necesitaban saber.
Cuando Shun volvió a su habitación, Shiryu ya estaba dormido.
A la mañana siguiente, Shiryu y Seiya llegaron primero para desayunar.
Shun se había levantado tarde, no importaba mucho, pues después de los exámenes, las clases ya no podían cubrir algo demasiado importante. Se sentía nervioso, no le había dicho nada Shiryu sobre su encuentro con Hyoga, mucho menos a Seiya, y no le había preguntado al rubio como le iban a decir a sus amigos sobre su reciente relación, o si lo harían siquiera. Quizás Hyoga no sentía aún la confianza suficiente para contarles a todos sobre su nueva faceta.
Se quedó en la puerta del comedor de la residencia, esperando alguna señal.
-¿Me estabas esperando?- la voz de Hyoga lo hizo voltear.
Shun sonrió. -Sólo estaba pensando...
-¿En cómo le diremos a los chicos?- el peliverde puso los ojos como plato, asombrado de que Hyoga supiera exactamente lo que pensaba. -A mi el que me preocupa es tu hermano.
Shun rió por lo bajo. -Yo me encargo de él.
-Bueno... entonces ¿vamos?- el rubio le ofreció su mano al japonés. Este dejó de respirar por un instante, ir de la mano de Hyoga frente a toda la universidad era un sueño dorado que jamás pensó realizar.
Shun sonrió y tomó la mano que el ruso le ofrecía, visiblemente sonrojado. Hyoga iba en serio y con todo. Si iba a salir con Shun lo iba a hacer bien, no se lo ocultaría a nadie... bueno... a casi nadie.
El peliverde miraba a su alrededor, nervioso de las miradas ajenas, aunque a nadie parecía inportarle mucho, Grecia era un país bastante liberal.
Las únicas miradas interesadas fueron las de una mesa cercana, donde desayunaban amenamente Selene, Ziyi, Selda, Ami, Mina y June.
La primera en notarlo fue Mina, ahogando un grito, eso llamó la atención de las demás, Selene y Selda únicamente demostraron su aprobación gimiendo de ternura. En cuanto a Ami y a June... bueno, la primera se llevó una gran sorpresa, la segunda estaba a reventar de celos, de todos los hombres que podían slair con Shun tenía que terminar con el peor de todos.
-Ahora sabemos porque tu relación con Hyoga no funcionó, Ami...- Ziyi sonrió pícaramente. La austríaca se ruborizó, desviando la mirada.
Ni Shiryu ni Seiya notaron a sus amigos hasta que estos se pararon frente a su mesa.
-Hola, chicos...- saludó Shun, tímidamente. Shiryu los miró al notar que no se sentaban.
-Qué ha...- el azabache quedó boquiabierto al ver sus manos entrelazadas.
El abrupto silencio de Ikari hizo que Seiya desviara la mirada de sus waffles.
-¡¡¡¡Whoa!!!! Sabía que ustedes dos se traían algo...- dijo el castaño alegremente.
-Me alegro.- agregó Shiryu con una sonrisa.
Los resultados de los exámenes fueron entregados en los días siguientes. Shiryu aprobó todo con excelentes notas, al igual que Shun; Hyoga tenía calificaciones decentes, lo suficiente para que su padre no pusiera objeciones para seguir pagando; en cuanto a Seiya... había aprobado y no podía quejarse.
Durante la última sesión de Entrenamiento para Combate, Albiore quiso charlar con Shun, a solas, una vez más.
-Fujita, sólo quería felicitarte por tu desempeño en las doce Casas; realmente me sorprendiste.- comenzó Cepheus, sonriendo a modo de aprobación.
Shun sonrió de regreso, no negaría que en un principio, el Santo de Plata le pareció agresivo y poco agradable, pero ahora le caía mejor.
-¿Has pensado qué rango elegirás en cuarto año?- preguntó Cepheus.
-Ammm... n-no realmente...- respondió Shun, no sabía con seguridad si lograría sobrevivir al primer año, mucho menos se había puesto a pensar en el rango y división que elegiría después.
Su hermano parecía entusiasmado por elegir a los Caballeros de Athena, en el rango de Bronce, pues las calificaciones de Ikki no le alcanzaban para el rango de Plata, a diferencia de Marin y Shaina.
Con esa idea en mente, respondió:
-Supongo que Caballero de Bronce...
-¿En serio?- Albiore frunció el ceño. -Con esas calificaciones podrías aspirar a una de Plata.
Shun no sabía que más responder.
-De acuerdo, piénsalo, ¿sí?- el peliverde asintió. -Y Fujita, fue un placer tenerte como alumno.
El día posterior al cierre del curso fue un caos total en la residencia. Los estudiantes de último año, ahora Caballeros, Sailors, Dioses Guerreros y Mariners consagrados, se preparaban para mudarse a la residencia del Santuario en Grecia, que se ubicaba dentro de los terrenos de la Hacienda de Athena; revisando incansablemente si no habían olvidado nada en sus habitaciones. Los de segundo y tercero ya le habían agarrado el truco; en cuanto a los de primero, estaban algo atolondrados, pues no tenían ni idea de cómo llegarían al aeropuerto.
-Oye, ¿crees que nos toque la misma habitación en los próximos años?- preguntó Isaak mientras cerraba su maleta.
-Según el hermano de Shun, sí.
-¿Crees que si dejo algo aquí lo tiren?
Hyoga lo miró confundido. -¿Por qué harías algo así?
-¡Por diversión!- en ese momento, el peliverde sacó una playera vieja que usaba de pijama y la escondió hecha bolas debajo del colchón.
-Pediré un cambio de cuarto si eso sigue allí cuando volvamos.- bromeó Hyoga; ambos rieron.
Los estudiantes fueron llevados al aeropuerto en autobuses, una vez ahí, cada uno seguía su propio camino.
Hyoga iba de la mano de Shun, determinado a no soltarlo, le molestaba tener que separarse del japonés ahora que su noviazgo comenzaba a florecer. A Shun no parecía molestarle ese hecho, o lo disimiulaba muy bien, porque estaba muy entretenido con su Tamagotchi.
-Nosotros vamos a la puerta 5- comentó Ikki, para informar a sus amigos, pero sobretodo para hacerle saber a Hyoga que tenía que soltar la mano de su hermano.
El ruso desvió la vista de la pequeña mascota virtual de su novio y le dedicó a Ikki una mirada adusta.
-¡Nos vemos en un mes, Hyoga!- se despidió Seiya, dándole unas palamdas en la espalda al rubio.
-Cuídate, amigo.- agregó Shiryu, abrazando ligeramente al ruso.
Ikki sólo asintió a modo de despedida. Nunca tuvo una opinión sobre Hyoga, pero mientras más lo trataba menos le agradaba, y ahora que salía con su hermano le agradaba mucho menos.
-Te extrañaré, Hyoga-chan.- murmuró Shun, sonriendo adorablemente.
-Yo también.- agregó Hyoga, depositando un beso en la mejilla del japonés. -Demonios, si no hubiera sido tan imbécil habríamos estado juntos un poco más antes de irnos.
-Sólo es un mes Hyoga, además, tenemos toda una vida para recuperar el tiempo perdido.
Después de esas palabras, Shun besó de improvisto los labios del ruso, haciendo que este último se ruborizara.
Después de eso, los japoneses siguieron su camino a su puerta de abordaje, mientras Hyoga se quedaba embobado procesando lo acababa de pasar.
Cuando por fin reaccionó, notó que en su mano seguía sosteniendo el Tamagotchi de Shun. Considerándolo una buena excusa, corrió en dirección a la Puerta 5 con la esperanza de ver a su novio una vez más.
Shun estaba por abordar el avión, la encargada estaba revisando el pasaporte y pase de abordar de los japoneses cuando escucharon la voz desesperada de Hyoga.
-¡¡¡SHUN!!! ¡Espera!- gritó el rubio, mientras se abría paso a empujones hacia la línea de abordaje.
-Ahora qué...- musitó Ikki, volteando los ojos.
-¿Hyoga, qué haces?- preguntó el peliverde.
-O-Olvidaste... esto...- explicó el ruso, poniendo en la mano de Shun el pequeño aparato.
Shun soltó una carcajada. -¿Regresaste sólo para devolverme mi Tamagotchi?
-Ammm... sí.- balbuceó el rubio, -No sabía si era importante para ti.
-Es sólo un juguete, Hyoga-chan.- respondió Shun, aún riendo. -Pero gracias.
Acto seguido, Shun se acercó a besarlo una vez más, Hyoga lo abrazó a más no poder, mientras se llenaba de su aroma y persona una última vez antes de volver a Moscú.
-Quédatelo.- agregó el japonés cuando se separaron. -Me lo devolverás cuando nos volvamos a ver.
-¿De verdad?
-¡Hai! Cuídalo mucho, ¿sí?
-Shun, tenemos que irnos ya. - Ikki jalaba del brazo a su hermano, eran los únicos que quedaban fuera del avión.
Shun le sonrió a su novio antes de abordar el avión.
Hyoga permaneció ahí parado un momento, sonriendo como idiota, Shun tenía ese efecto en él. Le había dejado algo de él para tenerlo consigo y recordarlo constantemente; por un momento se reprendió por no haberle dejado siquiera un calcetín a su novio de recuerdo.
Aún sonriendo, y algo sonrojado, fue a su propia puerta de abordaje, mientras se aferraba al pequeño aparato; cuidaría a ese Tamagotchi con su vida.
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